16.12.06

YOUTH WITHOUT YOUTH

Estados Unidos, 2007. Un film de Francis Ford Coppola

Después de varios años de ausencia, Francis Ford Coppola retorna al cine con un ambicioso proyecto. Youth without Youth constituye un desafío al espectador por los aspectos metafísicos que engloba su trama y por la forma en que el relato está presentado. Ciertamente, quienes esperan encontrar algunos de los rasgos característicos de este realizador, quedarán un tanto desconcertados porque tanto el estilo como el contenido del film difieren por completo de su filmografía anterior.
El film está basado en el libro del filósofo autor rumano Mircea Eliade que trata sobre las odiseas de un hombre torturado y bloqueado por su incapacidad de concluir un trabajo importante. Ese individuo es Dominic Matei (Tim Roth), un viejo profesor lingüista que vive en Bucarest, en 1938. Toda su vida la dedicó a estudiar los orígenes del lenguaje y ahora, en el crepúsculo de su existencia, siente que aún no ha llegado a buen puerto con su investigación. La ruptura con Laura (Alexsandra María Lara) –un amor de juventud- que aún le causa dolor, la soledad a la que está confinado en el plano personal, y su tremenda frustración profesional, lo inducen a suicidarse; cuando decide hacerlo en un tormentoso día de lluvia, un rayo lo fulmina al caminar por las calles de la ciudad. En la secuencia siguiente despierta en un hospital y por un amable médico (Bruno Ganz) que lo atiende, se entera –y después lo comprueba por sí mismo- que ha retornado a un estado físico de plena juventud, lo que ahora dispondrá disponer de más tiempo para completar su estudio lingüístico.
A partir de ese momento, el espectador es desafiado a realizar un gran esfuerzo para compenetrarse con el relato. Entre otros acontecimientos, Dominic es asediado tanto por los nazis que procuran obtener de su persona experiencias científicas, así como de agentes americanos tratando de reclutarlo en sus filas. También se encuentra con su “otro yo”, que es una manifestación del lado oscuro de su persona y que metafóricamente podría ser interpretado como la manifestación faustiana del alto precio que debe pagar por haber recobrado su juventud. Repentinamente, y sin mucha ilación del relato, la acción se desplaza a 1955 donde Dominic cree haber reencontrado al gran amor de su vida reencarnado en el extraño personaje de Verónica (interpretado también Lara), una chica que habla en sánscrito únicamente.
La trama va cambiando de tono continuamente sin que exista cohesión orgánica entre sus diferentes géneros. Así, el relato adopta un carácter romántico, de a ratos se transforma en un thriller de ciencia ficción, en ciertas oportunidades adopta las características de un drama histórico, y por momentos transita por el terreno de la filosofía oriental. Para complicar un poco más la situación, el relato abunda en simbologías difíciles de descifrar y además introduce cuatro idiomas más otras lenguas perdidas donde en determinadas situaciones el diálogo se torna ininteligible.
Los espectadores que salgan entusiasmados después de haber atravesado por este provocativo y complejo laberinto filosófico, tendrán oportunidad de discutir sobre la recuperación del tiempo ido y la posibilidad de una segunda oportunidad en la vida; puede ser que además hayan disfrutado del clima surrealista de la historia y con la imaginación onírica de su personaje central. Quienes en cambio encuentren al relato rebuscado y pretencioso optarán por no molestarse en reflexiones de ningún calibre. Lo que en cambio no ofrece dudas es la calidad interpretativa del elenco; a pesar de que sus personajes parecen flotar en el limbo, las interpretaciones de Roth y de Lara son convincentes.
Jorge Gutman (J.G.)
PP½

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