6.9.10

FESTIVAL DE FILMES DEL MUNDO: FIN

Cae la cortina de la última jornada de la 34ª edición del Festival de Filmes del Mundo, la que esta vez tuvo una notable presencia de muy buenas películas.

Crónica de Sergio Martínez

En estas breves cápsulas, echo una mirada a lo que ha sido lo mejor – en la categoría competitiva – en esta edición del Festival de Filmes del Mundo (FFM) que ha llegado a su fin.

LO MEJOR
Al momento de escribir esta nota ya se han anunciado dos de los galardones otorgados por jurados externos a la organización del FFM, se trata del Premio del Jurado Ecuménico que fue para la co-producción holandesa-belga Oxygen del realizador Hans Van Nuffel. Este premio, concedido por un jurado constituido por representantes de la organización católica de cine Signis y por su congénere protestante Interfilm, apunta a subrayar los valores humanistas y cristianos presentes en los filmes en competencia oficial. El Jurado Ecuménico también concedió una mención honrosa al film alemán Das Lied in Mir (The Day I Was Not Born) dirigido por Florian Cossen.

Por su parte la FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica) entregó su galardón (premio de la crítica) al film alemán Das Lied in Mir (The Day I Was Not Born) de Florian Cassen.

Así, el joven director alemán ha obtenido ya dos distinciones para un film que en seguida analizaremos.

LO MEJOR
Empiezo por admitir que es prácticamente imposible ver todos los filmes en competición, por lo que naturalmente mi propia selección de lo mejor en esta categoría está limitada a lo que he visto.

Como escribo esto antes de conocerse la selección hecha por el jurado, de algún modo se trata de una apuesta, eso sí, basada en la calidad de lo exhibido. Habiendo dejado esto en claro creo que los ganadores del Gran Premio de las Américas y el Premio Especial del Jurado debería estar entre los siguientes títulos: Oxygen, de Hans Van Nuffel (Holanda-Bélgica); Limbo, de Maria Sødal (Noruega-Suecia-Dinamarca-Trinidad Tobago); Venecia, de Jan Jakub Kolski (Polonia); Tannöd, de Bettina Oberli (Alemania-Suiza); y The Day I Was Not Born, de Florian Cossen (Alemania).

A continuación los comentarios sobre ellos:

Limbo de Maria Sødal es un film al estilo de esas historias coloniales inglesas con sus intrigas de expatriados sin mejores cosas que hacer que ocuparse de la vida de los otros mientras sorben algunas copas de whysky o de gin & tonic. Reemplácese los tragos mencionados por el ron caribeño y los oficiales y burócratas británicos y sus aburridas esposas por los modernos ingenieros y esposas en donde quiera se explota el petróleo y tendremos una historia marcada por las aspiraciones frustradas, los celos, el adulterio y el aburrimiento y frustración de las esposas. Ambientada en los años 70, Sonia y sus dos hijos viajan desde Noruega para reunirse con su esposo que trabaja para una compañía petrolera en Trinidad-Tobago. Aunque no es claro qué es lo que ella esperaba en su vida en la isla caribeña, los acontecimientos pronto la llevan a darse cuenta que no estaba preparada para esa vida nomádica de las familias de los hombres de la industria petrolera. Luego de su primera decepción sin embargo, Sonia irá tratando de afirmar su verdadera identidad y ciertamente no ser como las otras mujeres de ingenieros. Pero todo eso vendrá a un costo.
El film entrega una mirada a fondo a ese mundo nomádico y a la vez intenta examinar – aunque no muy profundamente – la relación de esos europeos y los nativos, situación que por lo demás no parece muy estable tampoco (como las historias coloniales inglesas en las que la amenaza al establishment venía de la posible independencia, en este caso la amenaza es la posible nacionalización del petróleo, lo que eventualmente ese país caribeño emprendería).

Das Lied in Mir (The Day I Was Not Born, El día en que no nací), transcurre en Buenos Aires, donde la nadadora Maria, hace una parada en tránsito a Chile. Durante la espera en el aeropuerto escucha en la voz de una madre que está con su bebé, una canción de cuna que le despierta extraños recuerdos y que ella está segura de haber escuchado antes, aunque ella misma no habla español. Eventualmente, uniendo diversos cabos la joven llegará a descubrir que ella es en verdad una hija de detenidos desaparecidos y que fue llevada a Alemania por Anton, un alemán que trabajaba en Buenos Aires en esa época a quien ella cree su padre. Maria, sin mucha ayuda de su padre quien llega a Buenos Aires cuando a ella le roban su pasaporte, pero sí de un policía a quien conoce casualmente, llega finalmente a conocer a sus verdaderos parientes sanguíneos. En esta parte el film carece de cierta plausibilidad: todos sabemos que la búsqueda de hijos de desaparecidos de la dictadura y luego el reconocimiento de que ellos efectivamente sean lo que se sospecha, es un proceso largo, a veces de años. En el film en cambio, toma sólo un par de días y – más inverosímil aun – el hallazgo de los familiares se hace simplemente consultando la guía telefónica. Por cierto se trata de una falta de plausibilidad que puede considerarse como “licencia artística” en lo que en general sin embargo, es una historia bien narrada y su final es especialmente interesante porque no cae ni en sentimentalismos y aborda muy bien el dilema que quienes están en una situación como María tienen que enfrentar.

Reproduzco en seguida los comentarios hechos respecto de los otros tres filmes, sobre los que escribí en una anterior nota en La Plaza:

Oxygen (Oxígeno) de Hans Van Nuffel: Una historia de sobrevivencia, de lucha contra la enfermedad sin estar ausente el drama sentimental, el film dirigido por Hans Van Nuffel logra embarcar a la audiencia en el pathos de los personajes a la vez que traduce en breves pero precisas imágenes lo que se quiere transmitir a la audiencia, sin por lo demás hacer caer a los espectadores en una suerte de sentimiento piadoso por los personajes. Estos están muy bien caracterizados, mientras ambos padecen de severas enfermedades, sus respectivas – y a veces contrastantes, complejas y no siempre simpáticas – personalidades aparecen retratadas de un modo muy auténtico.


Escena de Oxygen

Wenecjia (Venecia) de Jan Jakub Kolski: Una historia ambientada al inicio de la invasión alemana a Polonia, que justamente desata la Segunda Guerra Mundial en 1939. La historia se centra en Marek, un niño de 11 años que se siente postergado en el afecto de sus padres, en especial de su madre, que tiene otras preocupaciones, y en cuya infantil fantasía la idea de viajar cobra especial interés, en especial su idea obsesiva es visitar Venecia, de cuyas calles y plazas él ya ha hecho un detallado recorrido en su imaginación y con la ayuda de mapas y maquetas. La guerra naturalmente frustrará ese deseo de viajar, por el contrario lo forzará a permanecer en una aislada y deteriorada residencia señorial en el campo, donde por otro lado tendrá otras motivaciones que compensarán la falta de afecto maternal, en la forma del afecto de muchachas de su edad; pero también le atraerá el peligro que la guerra ha llevado al aislado lugar rural.
Aunque con una hermosa fotografía y muy buena actuación, la historia sin embargo quiere abarcar demasiado perdiendo así su foco. En especial la parte en la cual los muchachos se dan a la tarea de deshacerse de un personaje menor que no había tenido mayor relevancia en el desarrollo del film, ilustra esa dispersión temática del que por otro lado es un film bellamente presentado.

Tannöd de Bettina Oberli: Elementos de suspenso y algo de terror también, se entremezclan con la dinámica social de un pequeño pueblo al borde de un bosque de aspecto siniestro. La historia gira en torno al asesinato masivo de todos los miembros y la criada de la familia Danner, un crimen nunca aclarado pero que ha permanecido en la conciencia colectiva de los habitantes del villorrio. El tema recobra interés cuando la hija de una mujer recientemente fallecida, retorna para los funerales de su madre e inadvertidamente se ve envuelta en los rumores y habladurías del pueblo, eventualmente acercándolos a todos a un encuentro con una verdad que muchos no quieren revisitar. En el film hay un buen trabajo de montaje que confiere una interesante estructura narrativa al drama, sin embargo hacia el final ese mismo juego de montaje que ha sido tan eficaz en la narración de la historia, diluye su conclusión, en otras palabras, no hace el final un juego de imágenes que uno pudiera considerar memorable ni su desenlace dramático alcanza el impacto esperado por el desarrollo de la trama.

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