15.4.11

CINE EN LA PLAZA

Comentarios de Jorge Gutman


HANNA. Estados Unidos-Gran Bretaña-Alemania, 2010. Un film de Joe Wright

Después de algunos destacados filmes dramáticos –Pride and Prejudice (2005), Atonement (2007)-, el director británico Joe Wright se adentra en un campo totalmente diferente demostrando su gran habilidad para contar historias de acción con gran estilo y distinción. El film comienza en los bosques nevados del norte de Finlandia donde se contempla a Hanna Heller (Saoirse Ronan) demostrando sus condiciones de experta cazadora. De apenas 16 años y huérfana de madre, ella ha pasado casi toda su vida en extremo aislamiento junto a la compañía de su padre Erik (Eric Bana), un ex funcionario de la CIA, quien además de educarla le brindó el adiestramiento físico requerido a fin de estar preparada para matar a sus letales enemigos cuando los tenga que enfrentar una vez que entre en contacto con el mundo exterior. Cuando ese momento llega, padre e hija se separan, conviniendo reunirse en Berlín; claro está que no todo saldrá de acuerdo a lo planeado porque Hanna es inmediatamente secuestrada por agentes despachados por Marissa Wiegler (Cate Blanchett) quien ocupa una posición de alto rango en la CIA y quien tuvo a Erik como colega. En un acto de intrepidez y audacia, Hanna logra escapar de sus captores lo que origina una persecución implacable no solo para ella sino también para su padre. ¿Cuál es el vínculo de Wiegler con Erik? ¿Cómo nació Hanna y cuál es la razón por la que tuvo que ser recluida por tan largo tiempo? ¿Quién ha sido su madre y cómo murió? Dado que el film va adquiriendo el carácter de un apasionante thriller, sería indiscreto responder a esas preguntas porque restaría interés a la intriga que va desarrollándose a lo largo del relato. Baste señalar que poco a poco el interesante guión de Set Lochead y David Farr permitirá que la joven comience a imponerse sobre su verdadera identidad y las razones por las que ella y su padre tienen enemigos letales que harán lo posible para eliminarlos. Si Saoirse Ronan logró impresionar en Atonement -que le mereció una nominación de la Academia de Hollywood a los 13 años-, su actuación protagónica en este film despierta admiración por la madurez demostrada en la composición de un rol sumamente complejo que le exige volcar una desmesurada energía para satisfacer los requerimientos de la trama. Erik Bana ofrece una sobria y convincente actuación como el abnegado padre que actúa como maestro y protector de su hija, preparándola para que pueda sobrevivir cuando el peligro aceche. Por su parte, Cate Blanchett reitera una vez más sus ya conocidas condiciones de gran actriz animando a la fría y despiadada agente de la CIA, cuyo trabajo la ha llevado a construir un mundo de mentiras a través de las encubiertas operaciones en que estuvo envuelta en el pasado y que para seguir manteniendo secretos muy turbios necesita eliminar cualquier vestigio que pueda comprometer su carrera. Entre los aspectos técnicos se destacan los diseños de producción de Sarah Greenwood que tienen especial importancia en el relato en cuanto gravitan en el oscuro cuento de hadas que predomina en el mismo. No menos importante es la labor de Jeff Imada como coordinador de dobles y coreógrafo de los combates de lucha, artes marciales y correrías aeróbicas emprendidas por Hanna para salvar su vida. Finalmente, la fotografía de Alwin Küchler es nada menos que deslumbrante en cada uno de los escenarios en que transcurre la acción; captando la belleza panorámica de los árboles de pinos nevados de Finlandia, la majestuosidad de las arenas desérticas de Marruecos y la autenticidad lograda con las tomas realizadas en Berlín, Küchler ha contribuido a resaltar las cualidades intrínsecas del relato. Resulta dificultoso catalogar a Hanna en un género preciso; pero lo importante es que combinando fantasía, ciencia ficción y fábula negra dentro de un contexto no totalmente irrealista, Wright ha logrado un film de calidad artística que además contiene los elementos necesarios –una permanente tensión, acción a granel, fluido ritmo- para ganar la adhesión popular. Sin duda, un film recomendable.

WINTER IN WARTIME. Holanda, 2009. Un film de Martin Koolhoven

El despertar de la inocencia y el proceso de madurez que experimenta un adolescente dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial es el tema que enfoca el realizador holandés Martin Koolhoven en un drama bélico apreciable pero un poco tibio para ser considerado un documento remarcable. La acción transcurre en una pequeña ciudad holandesa durante la ocupación germana a principios de 1945, pocos meses antes de la liberación por parte de las fuerzas aliadas. Dentro de ese escenario, Michiel (Martijn Lakemeier), un adolescente de 13 años e hijo del alcalde local (Raymond Thiry) siente una animosidad hacia su padre por la neutralidad que adopta con los nazis adueñados del lugar. El conflicto dramático se genera cuando un bombardero británico se estrella en la zona y Jack (Jamie Cambell Bower), su piloto herido logra refugiarse en los alrededores. Cuando Michiel descubre su escondite, tras vencer la desconfianza del piloto, lo ayuda a curar sus heridas con la intervención sigilosa de Erica (Melody Klaver), su hermana enfermera; al propio tiempo, trata de que salga de Holanda sin que sea detectado por las fuerzas de ocupación. Basado en una novela parcialmente autobiográfica de Jan Terlouw, el director ha tratado de captar los aspectos esenciales de la misma, sin eludir los conflictos morales que crea la audacia de Michiel de proteger a un extraño por una causa que considera justa. En tal sentido, la relación generada entre el audaz adolescente y el maltrecho piloto destila completa autenticidad, así como queda bien descripta la transición de Michiel que va perdiendo su ingenuidad para enfrentar el desengaño y dolor de una cruda realidad. A medida que el relato progresa, la tensión va aumentando y llega a un punto culminante cuando el muchacho es testigo de la suerte corrida por su padre y queda develada la verdadera personalidad de su tío Ben (Yorick van Wageningen) por quien siempre sintió un profundo cariño y afecto creyéndolo que era un miembro de la resistencia. Algunos acontecimientos desarrollados en forma precipitada y la acumulación de ciertas coincidencias no siempre convincentes, debilitan parcialmente el efecto dramático deseado. Sin embargo, la impresión final es positiva porque el relato mantiene el ritmo necesario para que se lo siga con interés. La actuación es en general buena, destacándose Martijn Lakemeier quien logra una excelente caracterización del principal personaje de esta historia.

ESSENTIAL KILLING. Polonia-Noruega-Irlanda-Hungría, 2009. Un film de Jerzy Skolimowski

El veterano realizador Jerzy Skolimowski retorna con una dramática fantasía en su último trabajo Essential Killing. Su tema gira en torno de un musulmán, probablemente un combatiente talibán, que después de haber sido capturado por el ejército estadounidense en Afganistán y sometido a torturas, es transportado a un centro de detención ubicado en Europa Oriental. Cuando se produce un accidente en la camioneta donde es conducido, logra huir de sus captores. Allí comienza un largo trayecto a través de bosques densamente nevados donde el fugitivo comportándose casi como un animal salvaje es perseguido implacablemente por helicópteros, soldados y perros de caza; frente a esa inclemente cacería humana, él no tiene duda de tener que matar si acaso es necesario para sobrevivir. Prácticamente sin diálogos, el realizador logra que su relato atraiga a pesar de que en la mayor parte de su metraje no exista más que un solo personaje interpretado excelentemente y en forma exhaustiva por Vincent Gallo quien, exceptuando ciertos gritos de dolor que profiere, permanece sin hablar en casi todo el metraje. En todo caso, la palabra es aquí innecesaria porque Gallo transmite con expresividad el comportamiento de un hombre completamente desorientado, sin poder saber a qué mundo pertenece, acosado por el pánico, terror y sufriendo una continuada agonía; perdido y hambriento se guía exclusivamente por su instinto y en su desesperación no duda en alimentarse de hormigas, saborear la corteza de un árbol, o bien nutrirse del pecho de una mujer que amamanta a su hijo. La lúgubre atmósfera del relato logra atenuarse parcialmente con los escasos momentos de ternura e intimidad que el fugitivo encuentra en la persona de una eslava muda interpretada con calidez por Emanuelle Seigner. El film no persigue un móvil político, no posee un contenido religioso ni tampoco alienta un mensaje claramente específico; eso no impide que brinde una reflexión meditativa sobre el carácter inhumano de la guerra y sus consecuencias frente a situaciones límites. Tal como el relato está planteado, Skolimowski somete al espectador a la difícil prueba de tener que optar entre detestar o simpatizar con un hombre convertido en un maligno animal. La riqueza imaginativa del director se refleja en los aspectos visuales resaltando el esplendor de la naturaleza que está asociada con la huída de su protagonista al atravesar escenarios gélidos, arenosos, boscosos y desérticos, así como algunas surrealistas y alucinantes imágenes. Esencialmente, el público aprecia una obra lírica, enigmática y atractiva gracias a su impecable narración e hipnótica belleza. Del mismo modo este film ha sido apreciado en el último Festival de Venecia donde fue recompensado con el Premio Especial del Jurado y además le valió a Gallo el premio a la mejor actuación masculina.

SOUL SURFER. Estados Unidos, 2011. Un film Sean McNamara

Este es un film que se destaca más por su contenido humano que por sus valores cinematográficos. La historia gira en torno de la brillante surfista Bethany Hamilton quien a los 13 años de edad, en Octubre de 2003 fue atacada por un tiburón que motivó la pérdida de su brazo izquierdo. Después de haber salvado milagrosamente su vida y tras numerosas cirugías efectuadas, esta adolescente de inigualable fortaleza y positiva actitud logra al cabo de pocas semanas retornar al ruedo para participar en una competencia de surf. Teniendo como telón de fondo un escenario de incomparable belleza brindado por las aguas de Hawai, muy bien captado por la cámara de John R. Leonetti, se sigue las hazañas deportivas de Bethany (AnnaSophia Robb) antes del accidente, rodeada del amor de sus cariñosos padres (Dennis Quaid, Helen Hunt) y de su gran amiga Alana (Lorraine Nicholson) quienes también practican el surf. Después del accidente, el relato muestra las dificultades de Bethany para adaptarse a su nueva condición física, su rechazo al empleo de un brazo ortopédico, así como su determinación para retornar a la práctica del deporte que lleva en su alma valiéndose de su único brazo. Posteriormente se la ve viajando a Tailandia para cumplir una labor humanitaria a fin de ayudar a las víctimas del tsunami, para finalmente culminar en el enfrentamiento competitivo que mantendrá con una antipática e insoportable rival (Sonya Balmores), el único personaje desagradable del relato. Imposible de permanecer insensible al drama de Bethany y no sentirse conmovido por su esfuerzo de superar su adversidad física; sin embargo, el problema mayor del film radica en su ejecución. A pesar de tratarse de un acontecimiento verídico, el tratamiento de Sean Mc Namara hace que el filme se asemeje más a un telefilm corriente con situaciones estereotipadas antes que a un drama más elaborado para la pantalla grande. Como si se tratara de una historia de color rosa, la mayor parte del film parece transcurrir en un marco idílico, donde la convicción religiosa de Bethany y su familia es capaz de lograr milagros a fin de lograr nuevamente la felicidad familiar. A pesar de interpretaciones correctas, el mensaje del relato enseñando que la fe es capaz de superar cualquier adversidad, no suena a algo verdadero como auténticamente debiera. Por esa razón, y a pesar de la hermosa lección de vida que Bethany brinda a la juventud actual, la ausencia del efecto dramático contribuye a que no exista una genuina emoción. He ahí el serio problema de este film que aunque noble y bien inspirado no logra convencer demasiado.

WEST IS WEST. Gran Bretaña, 2009. Un film de Andy De Emmony

Este film es la continuación de otro visto hace poco más de una década con el nombre de East is East. En ese entonces el relato giraba en torno de una familia de inmigrantes de origen pakistaní que viviendo en Inglaterra, describía cómo el enfrentamiento de culturas opuestas gravitaba en las diferentes generaciones. Así el patriarca familiar George Khan (Om Puri) esperaba que su familia siguiera las estrictas reglas de conducta basadas en el estilo musulmán sin tener en cuenta que sus hijos, teniendo una madre inglesa (Linda Bassett) y habiendo nacidos y sido criados en Gran Bretaña, se consideraban ingleses; en consecuencia, ellos rechazaban las actitudes del padre en materia de vestimenta, comida, religión y otras normas de vida. El resultado fue un film decididamente animado, lleno de vida y ciertamente recomendable. En West is West, el relato comienza en desarrolla en Salford (Inglaterra) a mediados de la década del 70, donde Sajid (Aqib Khan), el hijo menor y ya adolescente de la familia Khan, es objeto de burla y discriminación racial por parte de sus compañeros de escuela. Es así, que su padre decide llevarlo a Pakistán para que conozca y se embeba de la cultura de su país de origen. Sajid no quiere saber nada con eso, pero respetando a su padre no tiene más remedio que acompañarlo. Las principales peripecias del film se centran en el nuevo medio ambiente y lo que el mismo proporciona a padre e hijo. Así, George sale al encuentro de su primera mujer (Ila Arun) y la familia que abandonó cuando resolvió instalarse en Inglaterra y fundar un nuevo hogar. Mientras que su padre confronta los fantasmas del pasado, Sajid va descubriendo un mundo diferente, con costumbres exóticas y un estilo de vida completamente opuestas a las suyas. A todo ello, y para dar colorido a la trama argumental, el guión hace que Ella, la señora inglesa de George, llegue al lugar para saber qué es lo que está pasando allí. Entre la comedia y el drama, el relato va intercalando episodios, donde algunos de los mismos no están exentos de hilaridad, como los diálogos intercambiados por las dos mujeres de George al referirse a su conducta, o bien en las escenas donde Sajid contempla con estupefacción a los camellos deambulando libremente por las calles. En general, el film no resulta tan efectivo como su predecesor. Eso puede deberse a la falta de dinamismo en su ritmo donde hay cortes abruptos de tono, posiblemente debidos a problemas de montaje; eso conduce a una exposición un poco errática donde no abundan las sorpresas y donde se sabe de antemano que al final del relato padre e hijo llegarán a congeniar y cada uno de ellos habrá aprendido algo del otro. Pero en un balance final, la película resulta aceptable, dado que el humor y la emoción de ciertos momentos están bien equilibrados y sus personajes son decididamente simpáticos. Es buena la recreación de los lugares de Pakistán donde transcurre la acción aunque hayan sido filmados en India.

HORS-LA- LOI. Argelia, Francia-Bélgica, 2010. Un film de Rachid Bouchareb

Esta película es un recuento de la historia de Argelia desde las primeras décadas del siglo 20 hasta su independencia de Francia, en 1962. Con un guión y diálogos del realizador Rachid Bouchareb y Olivier Lorelle, el relato sigue los pasos de una humilde familia argelina a partir del momento en que son expulsados de su tierra en 1925 por colonizadores franceses. Inmediatamente después la acción se desplaza al 8 de mayo de 1945, fecha en que Francia celebra con júbilo la conclusión de la Segunda Guerra mientras que en Sétif (Argelia) manifestantes argelinos deseando una Argelia libre son asesinados por las fuerzas coloniales. En esa increíble masacre, el brutal ejército francés mata al padre de familia, y, como consecuencia, con posterioridad los tres hermanos -Said (Jamel Debbouze), Messaoud (Roschdy Zem) y Abdellader (Sami Bouajila)- junto con su madre viuda (Chafia Boudraa) se trasladan a Francia en procura de forjar un movimiento de resistencia terrorista para lograr el objetivo de una Argelia independiente. El relato ilustra la extremada violencia ejercida por los dos grupos antagonistas donde en la descripción de Bouchareb, la despiadada crueldad francesa está encarnada en la figura del coronel Faivre (Bernard Blancan) quien está a cargo del servicio secreto francés para contrarrestar el terrorismo. El director no escatimó recurso alguno para exponer los secuestros, asesinatos a granel que incluyen no solo a las fuerzas policiales sino también a civiles, bombardeos y todos los ingredientes propios de los enfrentamientos entre los argelinos insurrectos y las autoridades francesas conformando un relato de plena acción. Después de asistir a la proyección de este film, resulta difícil no asociarlo con la obra maestra del género que constituyó La Batalla de Argelia (1966) de Gillo Pontecorvo. En todo caso, y lejos de alcanzar ese nivel, con Hors-la-loi el público asiste a un aceptable film, de prolija producción con una muy buena actuación pero que esquiva profundizar en la complejidad de sus personajes y brindar el necesario impacto emocional para sensibilizar a un público que no está al corriente de los acontecimientos históricos descriptos.

COPIE CONFORME. Francia-Italia-Irán, 2010. Un film escrito y dirigido por Abbas Kiarostami.

En su primer film realizado fuera de Irán, su país de origen, Abbas Kiarostami deja de lado algunos temas de naturaleza existencial para abocarse a una historia que sorprende por su originalidad. Su título expresa la esencia del contenido. Trasladando a la vida real lo que en el mundo del arte se calificaría como una obra artísticamente auténtica en oposición a aquella otra que no lo es, el relato astutamente adopta la forma de un espejismo donde resulta difícil distinguir la realidad de la imaginación. Kiarostami divide su historia en dos partes que se suceden en forma fluida y sin interrupción. La acción transcurre en la región de la Toscana italiana que es afamada por su riqueza artística; allí llega James Miller (William Shimell), un autor británico, para promocionar su reciente libro “Copie Conforme”; frente a un público que lo escucha, se refiere al tema de las reproducciones de obras artísticas y el porqué las reproducciones no tienen el mismo valor que las originales. En esa charla/conferencia se encuentra Ella (Juliete Binoche), una mujer que tiene un negocio de antigüedades en Arezzo y es madre monoparental de un hijo de 10 años (Adrian Moore); después del evento, Ella se convierte en la guía del conferencista y con su coche quiere hacerle conocer los alrededores de la zona antes que él aborde su tren. Así llegan a Lucignano, un pequeño pueblo donde hacen un alto en un agradable café/restaurante para seguir la conversación iniciada sobre la autenticidad del arte, teniendo en cuenta que numerosas obras apreciadas mundialmente como artísticas fueron posteriormente descubiertas como apócrifas. El sugestivo cambio de tono se produce cuando en el café, el escritor se retira por pocos minutos para atender una comunicación telefónica, y la dueña de la tratoría (Gianna Giachetti) se acerca a Ella asumiendo que los dos son una pareja casada y en la breve conversación mantenida abordan aspectos vinculados con los roles tradicionales asignados al hombre y a la mujer. Cuando James regresa a la mesa, ambos personajes comienzan a representar (¿ó no?) los papeles de un matrimonio que tras 15 años de unión, ella no puede más que expresar su desilusión por la falta de atención de su marido absorbido en su trabajo hasta el punto de no recordar la fecha del aniversario matrimonial; queda claro que hay un marcado desgaste de la pareja y al así hacerlo Kiarostami brinda un homenaje a Roberto Rosellini quien en su excelente film Viaggio in Italia (1954) exponía la relación de una pareja en ruinas. Es en esta segunda parte donde el film adquiere un carácter dramático tratando de reflejar una realidad o fantasía que perfectamente cuadra en la esencia del film y que fuerza al público asistente para que determine cuál de las dos historias del film es la realmente auténtica. La actuación es absolutamente natural y por lo tanto efectiva. El barítono inglés William Shimell convence como el escritor intelectual absorbido en sí mismo y en el fondo arrogante y egoísta, mientras que Juliette Binoche ofrece una inusitada intensidad y vitalidad a su rol que bien justificó el premio a la mejor actriz en el último festival de Cannes.

Al concluir el film uno se queda pensando en el mismo con la convicción de que ha permanecido atrapado en un juego fascinante que por cierto se presta a la discusión y ése es sin duda su principal mérito. En el fondo, el film dista de ser complejo pero su estructura ingeniosa hace que uno se sorprenda por la forma en que evoluciona; si el lector se deja llevar por el artificio sobre el doble juego o ensayo propuesto por Kiarostami, seguramente apreciará este buen film.

A MATTER OF SIZE. Israel-Alemania-Francia, 2009. Un film de Sharon Maymon y Erez Tadmor.

Dejando de lado los conflictos del Medio Oriente, este film eminentemente israelí aborda los problemas estéticos de las personas excedidas de peso. Basado en un guión de Sharon Maymon y Danny Cohen Solal, el relato que transcurre en la ciudad israelí de Ramla es simple y dentro de sus limitadas aspiraciones cumple el propósito de que se lo siga con una sonrisa en los labios. Con un peso de 155 kilos Herzl (Itzik Cohen) no se siente muy satisfecho con su obesidad pero sin embargo lo está menos aún al no tener éxito con la dieta impuesta por un club de nutrición al cual asiste. Cuando después de dos meses en lugar de disminuir su peso lo ha incrementado, es expulsado del grupo; además, por su apariencia estética, no puede seguir desempeñándose como cocinero en un distinguido hotel. El resultado es que después de dejar su trabajo logra otro de inferior categoría como lavaplatos en un restaurante japonés donde por circunstancias fortuitas descubre las virtudes del deporte del sumo, que es una variante de la lucha libre practicada en Japón. De inmediato, trata de convencer a tres amigos (Dvir Benedek, Shmulik Cohen, Alon Dahan), de proporciones similares a la suya, para que dejen el club dietético y se unan a él en esta curiosa aventura; así y con la guía del dueño del restaurante (Togo Igawa) quien fuera un ex entrenador de este deporte, el grupo comienza un programa de adiestramiento de este deporte para participar en un campeonato de lucha. La gracia del film radica en contemplar a personas bien dimensionadas luciendo sus atuendos deportivos que los dejan prácticamente desnudos, tratando de adquirir habilidad y destreza para triunfar como luchadores y compensar la frustración de la obesidad. El ingrediente deportivo es combinado con el sentimental añadiendo una tenue nota dramática cuando Herz oculta a Zehava (Irit Kaplan), una afable gordita y trabajadora social con quien mantiene una relación sentimental, que está practicando lucha. De todos modos y aunque es previsible que todo se resolverá favorablemente, eso queda compensado con una historia simpática capaz de ofrecer algunos momentos tiernos en la relación mantenida entre los cuatro amigos y su vínculo con los personajes que los rodean. Aunque los realizadores no pretenden brindar mensaje alguno, el tono de comedia del relato parecería indicar que es preferible ser gordo y feliz antes que caer en la amargura para llegar a ser delgado; en otras palabras, aceptarse físicamente tal como uno es constituye el mejor camino para evitar la disminución de autoestima. Naturalmente, los cardiólogos y diabetólogos estarán en desacuerdo, pero eso poco importa para disfrutar del film.

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