12.5.11

CINE EN LA PLAZA

Comentarios de Jorge Gutman




POM WONDERFUL PRESENTS: THE GREATEST MOVIE EVER SOLD. Estados Unidos, 2011. Un film de Morgan Spurlock.

Este documental de Morgan Spurlock tiene como propósito exponer en qué consiste y cómo se logra el “product placement”. El mencionado término inglés, que podría ser traducido en español como “posicionamiento de productos”, consiste en utilizar la publicidad a través de un método no convencional. En lugar de publicitar avisos comerciales sin que quede la mínima duda que se trata de un servicio pagado, el producto que se desea destacar aparece en las películas, series televisivas e incluso programas periodísticos de TV en forma sutil y aparentemente escondido evitando la impresión de que se trata de publicidad paga.

La táctica descripta no es nueva, prácticamente tiene difusión mundial y en ciertos países de América Latina se la conoce en la jerga televisiva con el nombre de “chivo”. Dicho lo que antecede, lo que el film de Spurlock ofrece como real novedad es que además de ilustrar el “detrás de la escena” de todo el marketing involucrado para que el “product placement” tenga lugar, él mismo no tiene empacho en utilizarlo para obtener el financiamiento necesario de su film; en otras palabras, el hecho singular consiste en realizar dos actividades simultáneamente donde el cineasta “predica con su ejemplo” para mostrar lo que se propone.

Consecuentemente con lo apuntado, Spurlock –después de haber logrado un gran impacto con su ingenioso documental “Super Size Me” retorna ahora con renovado brío para mostrarnos al comienzo de qué modo va cortejando a potenciales auspiciadores para que colaboren en su film haciéndoles ver las ventajas que habrán de obtener. Todo ese proceso involucra entrevistas con posibles interesados donde las réplicas de algunos de ellos originan momentos de franca comicidad. Entre otros encuentros, resulta de interés la consulta que efectúa a un prestigioso abogado para estar seguro que no será objeto de ninguna demanda judicial una vez que el film esté realizado; también efectúa indagaciones con los ejecutivos de publicidad de ciertas marcas comerciales aunque sin obtener respuestas concretas o específicas debido al recelo que despierta en ellos. Finalmente, el documentalista concreta la participación de varias empresas bien conocidas donde se destaca la compañía Pom Wonderful, dedicada a la explotación de un jugo de granada de propiedades antioxidantes, que decide efectuar una importantísima contribución con la condición de que el film se estrene en no menos de 200 cines y logre convertirse en un éxito de boletería.

Como Spurlock desea que su proyecto exude transparencia, va demostrando a sus asociados financieros el modo en que sus productos aparecerán en el documental que está rodando y para agradecer la generosidad de su principal financista decide titular al film con el nombre de dicha empresa. De ahí en más, se contempla al realizador bebiendo el jugo de referencia, durmiendo en los hoteles de la cadena auspiciadora, promocionando el coche que maneja, destacando la compañía de aviones en que vuela, las zapatillas que utiliza, y toda otra actividad que permita destacar los productos de las firmas contribuyentes.

Al finalizar la proyección uno se queda pensando si es posible que el trabajo de un artista pueda estar condicionado a la aprobación de quienes lo financian. Sin embargo, después de meditarlo –al menos en mi caso- se puede concluir que aquí poco importa este factor dado que el documental no pretendió ser ni es una obra de arte. En cambio, lo que aquí importa es que, a pesar de que su relato a veces se estira demasiado y que el ritmo pueda ser demasiado vertiginoso, el público se enfrenta con una película muy amena, agraciada de un sutil humor y con entrevistas que acrecientan su interés como las realizadas a Noam Chomsky, Donald Tramp, Ralph Nader y Quentin Tarantino, entre otras personalidades, con referencia al tema de la comercialización encubierta.




THE CONSPIRATOR. Estados Unidos, 2010. Un film de Robert Redford
El veterano actor Robert Redford se ubica nuevamente detrás de la cámara para abordar un episodio histórico no muy conocido vinculado con el asesinato del presidente Lincoln en Abril de 1865.
Después del asesinato, siete hombres y una mujer son arrestados acusados de conspirar el asesinato del Presidente así como también del Vicepresidente y del Secretario de Estado. Sin embargo la única mujer convicta fue Mary Surrat (Robin Wright) por haber sido la dueña de una casa de huéspedes donde John Wilkes Booth (Toby Kebbell), el asesino que disparó el gatillo contra Lincoln- y otros conspiradores -entre ellos John (Johnny Simmons), el hijo de Mary- se reunían para preparar el siniestro crimen.
En sus primeros 20 minutos, el film recrea eficientemente los acontecimientos previos al drama que se viviría en el Teatro Ford de Washington D.C. donde se produjo el sangriento asesinato, para pasar inmediatamente al arresto de Mary. De algún modo, la acusación contra ella podía entenderse como una carnada para que denunciara el paradero de su hijo, el único que logró fugarse y escapar de la justicia. Frederick Aiken (James McAvoy) un joven idealista abogado, acepta con reluctancia asumir la defensa de Mary a instancias de su mentor, el ex procurador general Reverdy Johnson (Tom Wilkinson). Aunque en un principio Aiken no cree en la inocencia de su cliente, gradualmente va cambiando de opinión cuando su hija Anna Surrat (Evan Rachel Wood) va proporcionando evidencias exculpatorias.
Queda claro que el veredicto del tribunal militar que la juzgó en lugar de haber sido enjuiciada por el fuero civil garantizado por la constitución, lejos estuvo de haber sido justo e imparcial al haberla condenado a la pena capital. De este modo, Mary se convirtió en el chivo expiatorio necesario para calmar las iras de un pueblo ávido de venganza. Declarando ser inocente hasta el último momento, todo habría cambiado para ella de haber suministrado información sobre el paradero de su hijo, hecho que naturalmente resulta inconcebible de admitir puesto que ninguna madre puede quedar obligada a delatar a su propio vástago.
En esencia, el espectador asiste a un drama judicial que no se diferencia de muchos otros ya vistos en innumerables películas. Aunque cabe reconocer el esfuerzo volcado por el guionista James Solomon al haber elaborado un relato que fue fruto de la investigación que realizó a través de las transcripciones del juicio y otros registros históricos que tuvo posibilidad de acceder, lo que se expone resulta de interés didáctico pero sin alcanzar una envergadura dramática que llegue a conmover como debiera. Con todo, Redford ofrece un film de estructura clásica, realizado con sumo esmero, interpretado impecablemente y con una excelente reproducción de época.
Como coda del film el espectador se impone de una ironía del destino; así, cuando John Suratt fue finalmente arrestado en Egipto después de la ejecución de su madre, el tribunal civil que lo juzgó no pudo llegar a un veredicto y en consecuencia quedó absuelto y en libertad.



OCTUBRE. Perú, 2010. Un film de Daniel y Diego Vera
Este film que tuvo su primera presentación en el Festival de Cannes del año pasado obteniendo el Premio del Jurado en la categoría “Un Certain Regard”, confirma el surgimiento de nuevos valores del cine peruano a través de la madurez demostrada por sus nóveles realizadores Daniel y Diego Vera.

Uno de sus aciertos es haber retratado excelentemente la personalidad de su personaje principal. El guión de los hermanos Vera presenta a Clemente (Bruno Odar) un hombre taciturno, cercano a los 50 años de edad viviendo en Lima y que poco ha logrado en su vida para estar satisfecho. Siguiendo la tradición de su padre, es un prestamista usurero donde el dinero es lo único que cuenta para él; en su vida personal no tiene amigos, nunca se casó y se gratifica sexualmente con prostitutas de los bajos fondos de la ciudad.

Su rutina habitual se ve interrumpida una noche cuando regresa a su casa y descubre que alguien penetró en su ausencia sin que haya habido robo alguno pero dejándole en cambio una criatura de pocos meses. Ahí comienza la odisea de Clemente frente a las dificultades que encuentra para ocuparse de la bebita; con todo, logra la ayuda de Sofía (Gabriela Velásquez), una noble vecina del barrio para que se ocupe de ella. La llegada de estos dos personajes obliga a que este individuo comience a cuestionar y revalorar el estilo de vida que hasta ese momento había llevado.

Aunque el film permite detectar las condiciones de vida de las clases menos privilegiadas de la ciudad, su propósito no es reflejar un drama social aunque el relato adquiera connotaciones ásperas; con todo, hay un convincente humor seco proveniente de la conducta de nuestro antihéroe y de otros personajes pintorescos que contribuyen a atenuar su arista lúgubre.

El relato es narrado con gran eficacia y a pesar de su deliberado ritmo pausado, de ningún modo llega a afectarlo; por el contrario, el relativo suspenso creado para ubicar a la madre del bebé, la responsabilidad personal que le incumbe a Clemente en todo este entuerto y los giros imprevisibles que va adoptando su trama, permiten concentrar la atención del espectador en todo su desarrollo hasta llegar a un final abierto pero persuasivo.

Tanto la notable interpretación de Odar y Velásquez como la esmerada puesta en escena de los hermanos Vera valorizan a Octubre. También cabe destacar la magnífica fotografía de Fergan Chávez-Ferrer captando diferentes ambientes limeños que reflejan la austera belleza de la ciudad, con especiales tomas durante la tradicional procesión religiosa del Señor de los Milagros que tiene lugar durante el mes de Octubre y que da título al film. En suma, un film sencillo, honesto y emotivo de dos promisorios directores cuya carta de presentación no pudo haber sido más satisfactoria..

IN A BETTER WORLD. Dinamarca, 2010. Un film de Susanne Bier
Susanne Bier continúa ofreciendo dramas que siempre despiertan gran interés por la forma cómo los expone y porque sus historias sobre tópicos candentes están siempre abiertas a la discusión. Sin llegar al nivel de “Open Hearts” (2002) y/o “Brothers” (2004), posiblemente sus dos mejores filmes, In a Better World considera temas inquietantes que son relevantes tales como la violencia y la venganza; al así hacerlo, plantea aspectos morales de no fácil resolución.

En esta historia, los verdaderos protagonistas son dos adolescentes viviendo en un mundo complejo y donde sus respectivos padres no han sabido o no han podido prepararlos para afrontar los males a los que están expuestos.

Escrito en colaboración con Anders Thoman Jensen el guión de Blier expone en sus primeras imágenes a Anton (Mikael Persbrandt), un médico danés separado de su mujer que se encuentra en Africa realizando una abnegada labor en un hospital para refugiados. Comprobando las sádicas y genocidas acciones de un poderoso hombre local, al estar en estado de gravedad lo deja morir. He ahí el primer conflicto entre lo moralmente justo y lo incorrectamente ético en términos del mandato socrático al que todo médico responde.

Mientras tanto en Dinamarca, Elías (Markus Rygaard), el hijo de Anton de 12 años que vive con su madre (Trine Dyrholm) también médica, sufre los acosos físicos por parte de algunos de sus compañeros de clase liderados por Sofus (Simon Maagard Holm). Allí llega Christian (William Johnk Nielsen), un niño que acaba de perder a su madre víctima de cáncer y que regresa con su padre (Ulrich Thomsen) de Londres donde estaba viviendo; cuando comprueba cómo Elías es brutalmente castigado por Sofus, Christian le propina una tremenda paliza para que no lo siga molestando. De este modo se establece un sólido vínculo entre ambos que tienen en común de pertenecer a familias disgregadas. El acto de violencia ejercido por Christian volverá a reflejarse ulteriormente cuando por circunstancias no queridas, estos dos amiguitos son testigos de la humillación que sufre Anton, después de haber retornado de Africa, por parte de un mecánico pendenciero (Kim Bodnia).

Aunque los niños son bien queridos por sus padres y éstos insisten en que los actos de violencia no pueden ser combatidos con acciones similares, Elías y sobre todo Christian están convencidos de que cualquier medio es válido para aplastar la injusticia de quien utiliza la fuerza para imponer su voluntad..

En un relato de gran humanidad el film ofrece amplio campo para meditar sobre variados aspectos. ¿Es posible concebir un mundo mejor ofreciendo la otra mejilla para quien nos castiga? ¿No constituye un acto de debilidad responder pasivamente ante quien nos provoca o abusa de nosotros? ¿Es siempre el perdón el mejor modo de convivencia frente al ataque ajeno? He aquí algunas de las preguntas desde la óptica de los niños de este relato donde sus respuestas en términos de acción no coinciden con las de sus mayores frente a un mundo cada vez más convulsionado y complejo.

Bier no ofrece respuestas a los problemas expuestos porque resultaría presuntuoso brindar recetas de aplicación sencilla. Lo concreto es que In a Better World, ganador del Oscar al mejor film extranjero de 2010, es un drama intenso, inquietante y perturbador, sólidamente construido y magníficamente actuado que confirma a Blier como una de las mejores realizadoras del cine europeo contemporáneo.



LA RAFLE. Francia-Alemania-Hungría, 2010. Un film de Roselyne Bosch
Otro recuento de las atrocidades que tuvieron lugar durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, más precisamente durante el gobierno títere del despreciable mariscal Pétain en Francia, es lo que se aprecia en La Rafle Aunque se trate de un relato de ficción, la directora y guionista Roselyne Bosch ha tratado de ilustrar personajes verdaderos a través de las investigaciones que realizó para concretar este film.

El eje de su trama es la dramática redada que tuvo lugar en las aciagas jornadas del 16 y 17 de julio de 1942. En ese entonces, durante la ocupación alemana en Francia, se produjo la detención masiva de 13000 judíos franceses parisinos por parte del régimen de Vichy a fin de cumplir con las exigencias demandadas por el Tercer Reich. Después de su arresto en centros de internación de Francia, esta gente fue enviada al trágico campo de concentración de Auschwitz en Polonia para su exterminación.

La parte inicial del relato considera la amistad entablada entre 3 niños judíos del vecindario de Montmartre pertenecientes a dos familias (portando la obligada y resaltante estrella amarilla para identificar a quien era judío) cuyos integrantes - confiando inocentemente en el gobierno francés- ignoraban por completo lo que la suerte les habría de deparar.

En un elenco homogéneo y eficaz se destacan Melanie Laurent animando a una abnegada enfermera cristiana brindando cariño y calidez a los niños prisioneros, así como Jean Reno encarnando a un médico judío que se preocupó por la atención de sus compañeros de prisión.

Realizado con aplomo y mesura es posible que algunas situaciones del relato hayan quedado simplificadas sin alcanzar la dimensión de otros filmes vinculados con el holocausto. Sin embargo, hay que reconocer que Bosch nos hace conocer un doloroso episodio no muy divulgado y que puede servir de buena lección histórica para las nuevas generaciones; al hacerlo, produce un documento honesto y sólido que evita caer en notas sensacionalistas o artificialmente melodramáticas, a pesar de contener escenas que llegan a impresionar por su verídica crudeza.

CARANCHO. Argentina, 2010. Un film de Pablo Trapero
Pablo Trapero es un realizador comprometido en documentar dramáticamente los problemas de la sociedad contemporánea dentro del contexto de Argentina, su país de origen. En Carancho repite esa experiencia a través de un testimonio social sobre la forma de explotar la desgracia ajena.

Asimilando su título al del pájaro rapaz, el relato se centra en un abogado sin muchos escrúpulos que aprovecha la desgracia ajena para tratar de lograr un beneficio económico. Teniendo en cuenta que en Argentina se registran más de 8000 muertes por año y alrededor de 120 mil heridos por accidentes de tránsito, Trapero se inspira en esa realidad para brindar una historia de ficción de gran interés.

Sosa (Ricardo Darín), el personaje principal, es un abogado venido a menos que ha perdido su matrícula profesional pero que se las ingenia para seguir trabajando como tal. Forma parte de una empresa cuyo propósito es identificar a las víctimas accidentadas o a sus deudos, para representarlos ante las compañías aseguradoras, cobrar las indemnizaciones pertinentes, para finalmente restituir a los afectados una mínima parte del producido. Para peor, en algunas circunstancias los accidentes son orquestados dado que la situación económica impulsa a gente humilde a prestarse a ese juego aún cuando tengan que exponer su vida.
En este relato de cine negro el director expone un mundo turbio y amoral donde la fragilidad del marco legal se combina con una marcada corrupción de los que participan del negocio mencionado. La historia central se ve intercalada con la nota íntima a través de la relación que Sosa entabla con Luján (Martina Gusman), una médica ambulatoria encargada de socorrer a los accidentados; el vínculo amoroso impulsará a que el abogado trate de redimirse, convirtiéndose en menos cínico y humanamente más sensible.
Darín, el más importante actor argentino de su generación, brinda una impecable caracterización de su personaje logrando de este modo un nuevo éxito después de su suceso con “El Secreto de sus Ojos”. El resto del elenco (Gusman, Carlos Weber, José Luis Arias, Fabio Ronzano, José Espeche, Gabriel Almirón, Loren Acuña) cumple airosamente el compromiso asumido. En los aspectos técnicos, sobresale el trabajo de fotografía y cámara de Julián Apezteguía captando la atmósfera sórdida del Gran Buenos Aires donde transcurre importante parte de la acción.
Trapero, uno de los más importantes realizadores del actual cine argentino, ratifica su talento profesional con una crónica realísticamente dura, perturbadora, impiadosa y de notable contenido social, que se agrega a la lista de sus títulos más logrados como lo fueron “Mundo Grúa”, “El Bonaerense” y “Leonera”.



THE HIGH COST OF LIVING. Canadá 2010. Un film escrito y dirigido por Deborah Chow
Muy buena impresión causa este primer largometraje de Deborah Chow. No solo se asiste a un relato impecablemente narrado sino que la historia concebida por la novel directora tiene solidez dramática y permite que el público fácilmente se identifique con ella.
Con un escenario que transcurre en la ciudad de Montreal y con diálogos bilingües en donde nada resulta extraño o curioso para el oído, sus dos personajes principales se desenvuelven en ambientes completamente diferentes. Uno de ellos es Nathalie (Isabelle Blais), una futura madre en avanzado estado de gravidez que aguarda con gran ansiedad el nacimiento de su primer hijo; a primera vista, todo aparenta normalidad en su confortable hogar salvo que su marido (Patrick Labbé) al dedicarse excesivamente a su trabajo profesional no le dispensa todo el tiempo y atención que ella aguarda de él creando de este modo una cierta distancia en la relación conyugal. El otro personaje es Henry (Zach Braff), un joven de los Estados Unidos que se ha mudado a Montreal y que se dedica a la entrega de productos farmacéuticos ilegales, además de llevar una vida un tanto disipada en sus ratos libres.

El factor que desencadena el drama se produce cuando Henry conduciendo su automóvil en horas nocturnas y en estado de ebriedad atropella a Nathalie y presa del pánico que lo acosa huye del lugar sin prestarle asistencia alguna; aunque ella resulta ilesa, el impacto del golpe sufrido produce la muerte de la criatura que llevaba en sus entrañas. El profundo sentimiento de culpa que embarga a este joven lo impulsa a establecer contacto con la pobre mujer aunque ocultándole haber sido el responsable del inmenso dolor que ella está padeciendo.
Casi todo el metraje está centrado en la delicada y tierna relación que se establece entre estas dos personas. La abnegación y preocupación de Henry conmueve sinceramente a Nathalie, sobre todo porque de algún modo este desconocido es capaz de brindarle un inusitado afecto que no lo cree recibir de su esposo. A medida que la amistad se va intensificando y cediendo paso a algo más íntimo, Henry se ve más arrinconado por no saber cómo enfrentar a Nathalie para confesarle su verdadera identidad y liberar su conciencia del tremendo peso que carga.
Chow ha contado con dos muy buenos intérpretes para transmitir los sentimientos de sus personajes. Blais provee a su Nathalie toda la devastación que siente tras ver destruido su sueño maternal y Braff –a pesar de todo- logra obtener la conmiseración del espectador en el trance emocional que atraviesa enfrentando al ser que despertó en él una nueva sensación de vida.
En resumen, un drama humano y realista de connotaciones morales donde no hay una respuesta sencilla o exacta para determinar hasta qué punto Henry puede ser objeto del perdón que ansía a pesar de sus buenas intenciones de enmendar un daño que es imposible de reparar. Más allá de cualquier debate al respecto, el público se encuentra con un film de calidad y eso es lo que realmente cuenta.




LES PETITS MOUCHOIRS. Francia, 2010. Un film escrito y dirigido por Guillaume Canet

En su tercera película como realizador, Guillaume Canet retrata a un grupo de gente amiga entre 30 y 40 años de edad que todos los años comparte sus vacaciones. El resultado es una historia que alterna comedia con drama en un relato que aunque bien dirigido se alarga demasiado.

Para Max (François Cluzet) y su esposa Verónique (Valérie Bonneton) ya se transformó en costumbre durante la época de vacaciones recibir en su casa de playa a varios amigos de larga data para disfrutar del mar, hacer jogging, pasear en bote y gozar de todas las posibilidades que el lugar y la compañía ofrecen. Pero en esta ocasión y a punto de partir, Ludo (Jean Dujardin) –uno de los integrantes del grupo- sufre un grave accidente al haber tenido un violento choque que lo deja en estado de coma; la noticia conmueve a sus restantes amigos que al principio no están muy seguros de emprender el viaje de vacaciones pero finalmente lo hacen al saber que en nada pueden contribuir para ayudar al desafortunado moribundo dada su crítica condición.

De allí en más, Canet abandona el tono dramático para retornar al mismo hacia el final del relato. El resto del film muestra cómo el grupo va exteriorizando sus emociones y diferentes reacciones así como la forma en que van interactuando. Como guionista, el realizador estuvo indudablemente influido por la película “The Big Chill” (1983) donde un grupo de amigos de escuela se reunían después de varios años durante un fin de semana en ocasión del funeral de uno de ellos; sin embargo en ese film las situaciones pertinentes a cada uno de sus personajes resultan mucho más intrigantes que las expuestas en esta ocasión dado que no hay situaciones innovadoras que agreguen variantes a lo “deja vu”.

Dentro de las características de un relato coral, lo más relevante está centralizado en la confesión que Vincent (Benôit Magimel) le hace a Max al señalarle que siempre estuvo enamorado de él. La personalidad conservadora del dueño de casa hace que reciba la noticia con gran fastidio de su parte, en tanto que Vincent evidencia su conflicto entre lo que realmente siente y la necesidad de guardar las apariencias públicamente; ese hecho se intensifica más teniendo en cuenta su condición de hombre casado y padre de familia sin que su señora (Pascale Arbillot) esté al tanto de su ambigua orientación sexual. A pesar de querer empatizar con la situación descripta, se hace muy difícil creer que ese hecho se exteriorice después de tantos años de amistad y que Vincent haya elegido un lugar y momento tan inoportuno para expresar lo que siente.

Los demás personajes, demasiado numerosos y sin estar muy bien elaborados, son utilizados para efectuar un estudio de caracteres donde sus fobias, neurosis, problemas emocionales y sentimientos reprimidos quedan expuestos; gradualmente irán surgiendo algunas mentiras y secretos ocultos, conduciendo a que cada uno de sus integrantes adopte diferentes reacciones -algunas graciosas y otras no tanto-, hasta que en ciertas oportunidades las tensiones corren el riesgo de explotar.

A su favor, Canet ha contado con un elenco muy bueno; además de Clauzet y Magimel, se lucen Marion Cotillard, Gilles Lallouche, Laurent Lafitte, entre otros nombres. Con todo, el film de dos horas y media de duración hace sentir su peso; así, la línea narrativa languidece en su última parte debido a que las situaciones se tornan repetitivas y porque en su intención de ratificar el valor de la amistad Canet acude a un desenlace forzadamente melodramático.

RIO. Estados Unidos, 2010. Un film de Carlos Saldanha

El director brasileño Carlos Saldanha ofrece un liviano pero efectivo film de animación que es un sincero homenaje a Río de Janeiro. Teniendo en cuenta que el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 tendrán lugar en esa ciudad, no hay duda que al margen de sus cualidades intrínsecas, la película constituye una buena fuente de promoción artística para visitar el lugar.

La anécdota del film es mínima pero lo suficientemente agradable como para pasar una amena hora y media con los simpáticos animalitos que lo animan. Todo gira en torno de Blu (Jesse Eisenberg), un guacamayo macho de color azul, cuidado y protegido por su dueña Linda (Leslie Mann), quien posee una librería en una pequeña localidad de Minessota. La rutina se interrumpe con la llegada de Tulio (Rodrigo Santoro), un ornitólogo brasileño, que al visitar la librería le dice a Linda que Blu es el último ejemplar de su especie; de allí que la convence para que ella viaje con su mascota a Río de Janeiro donde se encuentra la guacamaya Jewel (Anne Hathaway) –asimismo el último pájaro hembra existente- a fin de que ambas aves se acoplen para su reproducción, evitando de este modo la extinción de la especie.

La verdadera aventura comienza al llegar a destino, cuando Blu y Jewel son víctimas de unos traficantes de animales que los capturan y encadenan; si bien logran huir, la situación se complica al ser perseguidos y, sobre todo, porque el guacamayo no sabe volar. Lo que continúa es una excusa para deleitarse con la explosión de colores que el film ofrece a través de las vistas aéreas de la fascinante ciudad apreciando su foresta tropical, las playas, el Cristo Redentor, Pan de Azúcar, las calles serpenteantes, etc. Además el deleite es aún mayor teniendo en cuenta que la acción transcurre en el marco del célebre y fascinante carnaval carioca con los desfiles de las bien conocidas escolas do samba ofreciendo un singular y florido espectáculo.

La buena caracterización de sus atrayentes personajes ayudados por las acertadas voces prestadas por Hathaway, Eisenberg, Mann, Santoro y Jamie Foxx, entre otros, una animación de primer nivel, el despliegue visual reflejando la belleza de la ciudad, la agradable música al compás del trepidante ritmo brasileño y algunos momentos de chispeante humor, aseguran que el fluido relato filmado en 3D nunca decaiga; así, esta atrayente y colorida fantasía permite un buen entretenimiento que el público, sobre todo el infantil, sabrá apreciar.



DAYDREAM NATION. Canadá, 2010. Un film escrito y dirigido por Mike Goldbach
Este primer film de Mike Goldbach decepciona tanto por la forma en que narra la historia imaginada así como por un contenido desenfocado al no concretar lo que se propone.
En su comienzo se tiene la impresión de que el realizador quiere enfocar la angustia o ansiedad de una adolescente que afronta un período crítico de su vida, pero al poco tiempo se concluye que no es ese el propósito del film aunque al final de la proyección tampoco se llega a saber cuál era.
A través de la narración efectuada en primera persona por Caroline Wexler (Kat Dennings), el personaje principal de 16 años, el público se entera que debido a desafortunadas circunstancias ella y su padre viudo (Ted Whittall) se han visto obligados a cambiar de residencia para vivir ahora en una pequeña ciudad sin muchos atractivos. El primer choque lo encuentra en la nueva escuela a la que asiste al estar rodeada de estudiantes que además de no considerarla demasiado distan de tener la madurez que ella supuestamente posee; por lo tanto no es extraño que se encuentre fuera de contexto.
Repentinamente, la trama cambia de giro cuando Caroline se convierte en una seductora que ávida de sexo trata de conquistar a Mr. Anderson (Josh Lucas), uno de sus elegantes profesores; a pesar de la delicada situación existente entre profesor y alumna, Anderson finalmente no resiste a los encantos de su discípula y así comienza un affaire que a pesar de querer mantenerlo discreto se ventila fácilmente en la escuela creciendo aún más la poca estima de la cual Caroline gozaba. Para peor, uno de sus compañeros, Thurston (Reece Thompson), gusta de ella y para complacerlo esta desubicada jovencita no tiene reparos en mantener con él relaciones sexuales a pesar de estar ligada a su amante instructor.
El film sigue desmoronándose frente a los giros ridículos que cobra el relato, introduciendo la existencia de un asesino en serie –que nunca se hace presente- que va eliminando a jovencitas de la zona incluyendo a una alumna del establecimiento. Ese hecho, es completamente incidental dado que no crea suspenso alguno y está totalmente desvinculado del triángulo amoroso central.
Al promediar el relato ya no queda posibilidad alguna de salvar al film salvo empeorarlo y eso es precisamente lo que sucede con las situaciones absurdas del guión. Por ejemplo, es inimaginable pensar que la madre de Thurston (Andie MacDowell) trate de conquistar al padre de Caroline para que éste permita que el muchacho pueda visitarla, así como resulta risible el intento de suicidio del serio profesor cuando Caroline lo abandona.
A pesar de su duración de poco más de hora y media, esta descabellada y olvidable historia resulta altamente frustrante, lamentando el tiempo insumido en su visión.



BORN TO BE WILD. Estados Unidos, 2011. Un film documental de David Lickley
A pesar de tratarse de un documental de escasos 40 minutos, este film reúne varios factores que lo distinguen de otros del género por la originalidad de su tema, por su didáctico tratamiento y porque además es un buen ejemplo de amor a la naturaleza y al reino animal.

El foco del film descansa en animales salvajes que, por diferentes razones, al momento de nacer se encuentran abandonados y desprovistos de la protección maternal lo que motiva que se encuentren indefensos para manejarse en su habitat natural. Dentro de ese contexto resulta interesante saber de que existen centros de asistencia que se ocupan de esos bebés para suministrarles la alimentación y ayuda adicional que requieren hasta que llegado el momento de poder manejarse por su cuenta sean dejados libres en el ambiente al que pertenecen.

El documental de David Lickley, un científico convertido en cineasta, sigue los pasos de dos hadas madrinas que en su compleja y difícil labor han fomentado cálidos lazos de comunicación entre humanos y animales. Una de ellas es la renombrada primatóloga Birute Mary Galdikas y la otra es Daphne M. Sheldrick. Ambas están localizadas en diferentes espacios geográficos pero tienen en común la noble tarea mencionada habiendo dedicado gran parte de sus vidas para tal propósito.

La doctora Galdikas se ocupa de orangutanes abandonados en Indonesia, más precisamente en las zonas boscosas de la isla de Borneo; para ello se ha preocupado de crear un ambiente especial a fin de que los primates puedan ser criados y nutridos de acuerdo a sus necesidades naturales. Es tierno observar el modo en que el equipo de guardianes va cantándoles melodías para que se duerman, del mismo modo que –salvando la distancia con humanos- una madre lo haría con sus hijitos.

Paralelamente el film va ilustrando la labor de la señora Sheldrick tomando a su cargo la protección de huérfanos elefantitos en las áridas sabanas de Kenia. Así entre algunas de las declaraciones de esta mujer altruista, uno se va enterando del largo tiempo que fue necesario a fin de lograr la fórmula de la leche necesaria para nutrir a los bebés y el modo de preservarlos sanos para que puedan crecer y desarrollarse adecuadamente.

Aunque muchas veces resulte imprevisible la reacción de los orangutanes como la de los paquidermos en el proceso descripto, ambas especies parecen reconocer la abnegación y cariño que sus amos le suministran. Queda entendido que no se trata de animales a los que se intenta domesticar como si fueran mascotas que se tienen en un hogar; a medida que crecen se vuelven salvajes y es por ello que respetando lo que su naturaleza ha determinado que sean, al estar lo suficientemente formados y rehabilitados para actuar por sí mismos llega el nostálgico momento de la despedida para ser restituidos al medio al cual pertenecen.

Aunque no siempre el uso de la tercera dimensión logra realzar la importancia de un film, en este caso cumple muy bien su objetivo que reforzado con la dimensión del IMAX permite que el espectador viva con intensidad la preocupación, abnegación y cariño que estas mujeres y los miembros de sus respectivos equipos realizan para preservar estas especies que de otro modo podrían correr el riesgo de extinción.
Lickley ha logrado un excelente documental; además de estar bien escrito por Drew Fellman y narrado en off por la serena voz de Morgan Freeman, la película transporta al espectador en un viaje de apasionante aventura; si hay algo que lamentar es que uno quisiera que el film continúe para seguir gozando del mismo.

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