10.12.11

SOBRIO ESTUDIO DE LA ADICCION SEXUAL

SHAME. Gran Bretaña, 2011. Un film de Steve McQueen


Comentario de Jorge Gutman


A pesar de que el sexo constituye un ingrediente usual en los filmes de la época actual, la adicción sexual es un tema raramente abordado por el cine y eso puede deberse a que por su naturaleza se lo considere como un factor de difícil aceptación cultural; de allí que resulta de gran interés la propuesta que el realizador Steve McQueen ofrece con Shame. Se trata de un film provocativo aunque de ningún modo sensacionalista, donde el director efectúa un análisis clínico de la conducta sexual de su principal personaje; el resultado es una película de admirable franqueza que concita atención por la forma en que está relatada.


Con un guión que le pertenece y escrito junto con Abi Morgan, McQueen enfoca el comportamiento de Brandon (Fassbender), un exitoso ejecutivo neoyorkino de 30 y tantos años cuya compulsión sexual rige su vida en las relaciones indiferentes e impersonales que mantiene con el medio que le circunda. Así, en sus horas de ocio su existencia es matizada con encuentros sexuales que no duran más de una noche, relaciones mantenidas con una mujer que encuentra en un bar, prostitutas que llegan a su departamento y la gratificación solitaria de la masturbación practicada a la hora de ducharse o en el baño de su oficina; por si eso no bastara, también se nutre del material pornográfico que observa en su computadora personal a través de las páginas sexuales de la red de internet.


Aunque en apariencia no hay nada extraño que sus actitudes puedan reflejar para quien no lo conoce íntimamente, lo cierto es que su manera obsesiva de pensar y sus fantasías asociadas con el sexo opuesto responden a una necesidad compulsiva de la cual no puede liberarse convirtiéndolo en una persona atormentada y emocionalmente vacía.


Las cosas cobran un giro inesperado a partir del día en que inesperadamente recibe la visita de su hermana Sissy (Carey Mulligan) quien se dispone a quedarse a vivir en su departamento por tiempo indeterminado. Además de crearse una latente vinculación incestuosa, lo cierto es que Sissy, de naturaleza completamente opuesta a la de su hermano, invade en forma irritante su intimidad con lo que lo fuerza a relacionarse de modo diferente con el mundo exterior.


McQueen confirma en su segundo film la madurez que manifestó en “Hunger” (2008) al demostrar cómo es posible describir intenciones y actitudes sin necesidad de diálogos con solo permitir que la cámara cumpla con su objetivo. Como ejemplo, basta citar una escena de excelente cine en la que Brandon, viajando en un transporte público, divisa a una pasajera sentada a cierta distancia; sin intercambio de palabras, durante el corto trayecto puede observarse hasta qué punto la mujer se siente seducida por su mirada, generándose entre ambos una tensión sexual de considerable intensidad.


Trabajando nuevamente con Fassbender, el director encuentra en el joven actor al intérprete ideal que se despoja de su propia personalidad para sumergirse en la vida de un hombre sexualmente adicto que se ve obligado a confrontar sus demonios interiores; el trabajo de Fassbender es nada menos que excelente y constituye una de las razones para ver este film.


Puede que la última parte del relato no resulte completamente satisfactoria en la medida que adopta una narración convencional no del todo convincente; pero en todo caso, eso no disminuye su nivel de atracción. Por su tema perturbador, desnudos y situaciones sexuales explícitas Shame mantendrá incómodo a cierto sector del público; de todos modos, el mérito de McQueen es el haber realizado un minucioso trabajo quirúrgico develando ciertos tabúes que afectan el comportamiento humano e indirectamente invitando al espectador a enfrentar su propio pudor.

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