21.3.12

UNA LARGA VIGILIA

VIGIL. Autor: Morris Panyuch. Dirección: Martin Faucher. Elenco: Marcel Jeannin y Kim Yaroshevskaya. Música: Larsen Lupin. Escenografía: Jonas Bouchard. Iluminación: Marc Parent. Vestuario: Linda Brunelle


El Centro Segal para las Artes estrenó VIGIL (Vigilia) del conocido dramaturgo canadiense Morris Panych. Se trata de una coproducción realizada con el Teatro du Rideau Verte que precisamente la representó doblada al francés hasta hace dos semanas atrás bajo la misma dirección de Michel Faucher.


Se trata de una pieza de cámara animada por dos actores y que a pesar de todo, se asemeja más a un monólogo que a un diálogo actoral. Aunque en principio uno cree estar presenciando una obra dramática. bien pronto queda en claro que la intención del autor es abordar algo diferente. En pocas palabras, un joven de veintitantos años de edad se presenta en la casa de su tía anciana de 90 años a quien no vio desde hace muchos años y que está muy enferma; el propósito es cuidar de ella en sus últimos días de vida.


La veterana actriz Kim Yaroshevskaya, que también actuó en el Rideau Vert, infunde a su rol una gran dosis de humanidad a pesar de que prácticamente no habla durante el transcurso de la pieza con excepción de dos o tres palabras hacia el final de la misma. A su lado Marcel Jeannin, sobre quien recae todo el parlamento, anima con soltura al desenfadado sobrino quien creyendo que su tía moriría en pocos días más, se encuentra con la sorpresa de que goza de un estado de salud muy superior al que imaginaba. No ocultando su disgusto, exaspera a la digna dama con un cinismo a toda prueba, casi haciéndola forzar a que se muera lo antes posible para recoger el legado que le corresponde y retornar a su actividad habitual.


En un relato que más se asemeja a la farsa que a un drama, su humor mórbido no resiste la hora y media de duración y después de unos primeros 30 minutos, los chistes se repiten constantemente dando la impresión de contemplar un programa cómico de televisión antes que a una obra de macabra mordacidad.


No es de culpar al director ni a sus intérpretes. Todos insuflan la máxima energía posible a un texto que se alarga demasiado y que sólo al final produce una sorpresa frente a una vuelta de giro que el autor introdujo para sorprender al público. Sin embargo, a pesar de todo, desde el comienzo resulta predecible que la situación de disgusto que el susodicho sobrino siente por su tía se transformará en un sólido lazo afectivo. En resumen, la pieza finalmente sufre de un forzado sentimentalismo, carece de la solidez necesaria para constituir una reflexión dramática sobre la vida y la muerte y no posee la ironía cáustica que cabría de aguardar. Las representaciones siguen en el Centro Segal hasta el 1 de abril. Jorge Gutman



Marcel Jeannin y Kim Yaroshevskaya (Foto de Andrée Lanthier)

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