22.9.19

CINE LATINO EN GRAN NÚMERO EN EL TIFF


Crónica de Sergio Martínez

Más de una veintena de películas provenientes de países latinoamericanos y unas cuantas coproducciones con España, Canadá, Francia y otros países europeos, configuraron una  interesante presencia en la edición 2019 del Festival Internacional de Cine de Toronto (Toronto International Film Festival, TIFF) que se desarrolló entre el 5 y el 15 de septiembre.

Entre los directores latinoamericanos hay nombres bien conocidos y cuyas obras han estado en el TIFF en ocasiones anteriores, como los mexicanos Arturo Ripstein (presentando una coproducción con España, El diablo entre las piernas) y Gael García Bernal (presentando su segunda película como director, Chicuarotes) o el chileno Pablo Larraín (con la exhibición de su film No, de 2012 y con su reciente Ema).

Entre los filmes presentados en Toronto y a cuyas exhibiciones tuvimos oportunidad de asistir, nos referiremos a los siguientes:

Carlos se enamora, pero no hace claras sus intenciones
Agosto – Armando Capó (Cuba), drama ambientado en la época crítica que siguió a la caída de la Unión Soviética y el impacto que tuvo sobre la economía cubana de ese momento. Es el verano de 1994, Carlos que vive con sus padres y su abuela, ha terminado la secundaria y está enamorado de una chica de su escuela, aunque le cuesta admitirlo. Su indecisión, en un momento crucial cuando un gran número se apronta a abandonar la isla de manera legal, ahondará su soledad.
  
Chicuarotes fue en nuestra opinión,
el mejor film latinoamericano
Chicuarotes – Gael García Bernal (México), las peripecias de un par de delincuentes menores en la ciudad. Se trata del segundo film de García Bernal en su calidad de director y podemos considerarlo como una notable incursión en la marginalidad generada por la pobreza. La película empieza con los dos principales protagonistas disfrazados de payasos contando chistes en un bus de transporte público. Pronto sin embargo, se muestran sus verdaderas intenciones: se trata de criminales de poca monta que asaltan a los pasajeros del vehículo. La historia hace un descarnado retrato de la condiciones de pobreza, marginalidad y disfuncionalidad familiar que conducen a muchos jóvenes al crimen. Sólidas actuaciones de los dos protagonistas, Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal) y una construcción impecable de intensidad dramática, hicieron de este film, a nuestro parecer el mejor de la selección latinoamericana.

El diablo entre las piernas es una visión
amarga y triste de la vejez
El diablo entre las piernas – Arturo Ripstein (México-España). Filmado en blanco y negro y con una duración que bien pudo haberse reducido, el film de este veterano director mexicano en cambio esta vez nos ha decepcionado. Presentado por TIFF como “oscuramente hilarante y extrañamente emotivo” lo cierto es que la película centrada en la vida sexual de dos viejos que buscan aventura de manera patética mientras se recriminan mutuamente por pasadas historias, no logra ninguna de esas características, por el contrario, es un film triste y amargo. Los personajes, lejos de despertar alguna simpatía, producen repulsa. Por ejemplo, cuando Beatriz (Silvia Pasquel) parece que en un momento contempla suicidarse, uno como espectador, más bien esperaría que lo hiciera… El viejo (Alejandro Suarez), por su parte, es un tipo lleno de frustraciones (quiso ser médico, pero sólo le alcanzó para farmacéutico) las que arrastra hasta la saciedad. Sin duda la actuación de los dos protagonistas es impecable, pero ella no salva la película que peca de escenas innecesariamente largas y de diálogos superfluos, como las conversaciones con la criada Dinorah (Greta Fernández) cuya presencia misma es de algún modo superflua también.

Ema (Mariana di Girolamo) y Gastón (Gael García Bernal),
en una compleja relación
Ema – Pablo Larraín (Chile). El más reciente film de Pablo Larraín no deja a nadie indiferente: filmado en la hermosa ciudad de Valparaíso, permite al mismo tiempo apreciar su belleza urbana así como sus lados oscuros. Del mismo modo se puede caracterizar a su protagonista, Ema (Mariana di Girolamo) una joven bailarina, profesora de danza, y al momento que el film se inicia, madre adoptiva frustrada. Polo, el niño que ella y su esposo Gastón (Gael García Bernal) habían adoptado, ha sido devuelto a la agencia de infancia por su conducta incontrolable. El niño había quemado la cara de la hermana de Ema. El film de Larraín es cautivante por su música, la explosiva y a veces insinuante danza, a la vez que choca por lo que el mismo Larraín en una entrevista con la revista Screen señalaba como “la fluidez de las relaciones sexuales”. Esto porque la película presenta a Ema en escenas de sexo tanto con mujeres, como con hombres. También se esbozan, por boca de algunos, ideas muy nihilistas respecto del arte mismo. Pero, sin duda, fue uno de los filmes más interesantes de la muestra latinoamericana.

Lina (Magaly Solier) y la hija menor de los patrones
Lina de Lima – María Paz Gonzalez (Chile / Perú). Hay aciertos y cabos sueltos en esta película. Entre los primeros, la utilización de esos imaginativos arranques musicales en que la protagonista Lina (Magaly Solier) escapa de su vida cotidiana y sus dificultades para materializar su deseo de viajar a Lima para ver a su hijo. Lina es parte de una creciente ola migratoria peruana que se ha instalado en Chile. Como muchos de sus compatriotas, Lina trabaja en Santiago como empleada de casa, allí ella recibe un buen trato y mantiene una buena relación, especialmente con la hija menor de los dueños de casa. Pero circunstancias no del todo claras en la propia trama del film, en definitiva harán cambiar sus planes. Los cabos sueltos son justamente los que generan la situación final: no queda para nada claro por qué Lina al final no viaja a Lima.

Mi Piel, Luminosa – Gabino Rodríguez, Nicolás Pereda (Mexico-Canadá). Este docu-drama en realidad es difícil de catalogar. Si bien la historia parece interesante –la de un niño indígena que fue adoptado por estadounidenses pero luego fue devuelto a su país– enfoca ideas de marginalización y alienación. Pero su objetivo y foco no quedan muy claros, especialmente por loe elementos de misticismo que se introducen.

Sete Anos em Maio (Siete años de mayo) – Affonso Uchôa (Brasil). Este es un documental que se mostraba justamente en conjunto con el film comentando anteriormente. Una historia no del todo desconocida en América Latina: la presencia de pandillas y el abuso policial. El tema es interesante sin duda, pero el tratamiento –con muy poco movimiento de cámara– no contribuye a transmitirlo eficazmente, más bien el autor hubiera utilizado un formato de reportaje radial ya que prácticamente no hace uso de una variedad de imágenes.

Inés y Justo habían integrado el grupo fascista
Patria y Libertad, en el film Araña, de Andrés Wood
Araña – Andrés Wood (Chile). Este es otro de los buenos filmes presentados en la selección latinoamericana. El inicio es bastante impactante a la vez que retrata bien la realidad de criminalidad en las calles de la capital chilena: cuando un asaltante arrebata la cartera a una mujer en la calle, Gerardo (Marcelo Alonso), al volante de su coche, persigue al criminal hasta darle alcance y lo aplasta contra un muro. La víctima recupera su cartera, los curiosos que se han acercado aplauden al que consideran héroe, hasta cuando llega la policía, por rutina revisa el coche y en su interior encuentra un pequeño arsenal. Gerardo es detenido. En flashbacks el film nos va dando cuenta que Gerardo en su juventud (Pedro Fontaine) junto a Inés (María Valverde), y su esposo Justo (Gabriel Urzúa), a comienzos de los años 70 eran miembros del grupo fascista Patria y Libertad, que tuvo un rol importante en crear las condiciones para el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende en 1973. Ahora en el Chile neoliberal del siglo 21, ni Inés (Mercedes Morán), dedicada a prósperos negocios, ni un alcohólico Justo (Felipe Armas) quieren que ese pasado vuelva a penarles. Se trata de un agudo examen de la sociedad chilena actual y sus traumas del pasado.

La cordillera de los sueños tiene una espectacular fotografía

La Cordillera de los Sueños – Patricio Guzmán (Chile). Con una impecable fotografía, este documental completa la trilogía que se iniciara con Nostalgia de la luz, centrado en el norte de su país, y El botón de nácar, centrado en el sur. Como en los filmes anteriores, Guzmán conecta el hecho geográfico –la cordillera– con el contexto humano del país: cómo la cordillera ha sido testigo de los hechos históricos que sacudieron a Chile, en particular el golpe de estado de 1973 y su secuela, incluyendo la prisión y posterior exilio del propio director del film. Además de la excelente fotografía se agrega el aporte de un videasta, Pablo Salas, que registró gran parte de las protestas que se  sucedieron contra la dictadura en los años 80.

Previsible el final de Los sonámbulos
Los sonámbulos – Paula Hernández (Argentina/Uruguay).  Un encuentro familiar sirve como telón de fondo para este drama que no logró convencer por una variedad de razones. Primero, los personajes no están muy bien desarrollados, a excepción de la muchacha Ana (Ornella D'elía), a quien su madre descubre en una ocasión paseando desnuda mientras dormía. La historia sin embargo es previsible y más aun el dramático incidente al final del film.

Três Verões (Tres veranos) – Sandra Kogut (Brasil). De los filmes latinoamericanos que tuvimos ocasión de ver este sin duda fue el peor y nos hizo preguntarnos cuál fue el criterio para seleccionarlo. Estructurado como tres distintos episodios, cada cual correspondiente a un verano y temporada de Navidad en el hemisferio sur, de 2015 a 2017, el film sigue las peripecias de una ama de llaves, Mada (Regina Casé) y al mismo tiempo los altos y bajos de sus adinerados patrones y la eventual caída de estos en desgracia cuando son detenidos por fraude fiscal y otros delitos. Aunque la historia tenía un interesante potencial, este se malogra más o menos en la mitad del film, cuando el foco de la trama también se pierde.

La muerte de uno de sus compañeros desatará
una respuesta inusitada en Mano de obra
Mano de obra – David Zonana (México). El primer largometraje de este director mexicano tiene algo de contradictorio en la resolución de la trama, aunque su construcción dramática es impecable. El film comienza cuando en medio de las tareas de construcción de una casa de lujo, súbitamente uno de los trabajadores, Claudio, cae desde uno de los pisos superiores a raíz de lo cual muere. Su hermano Francisco, que es también trabajador en la misma obra, y la viuda Lupe tratan de obtener compensación pero maniobras tramposas del patrón lo impedirán. Embarazada y sin recursos, eventualmente la viuda también muere, lo que lleva a Francisco a buscar su propia manera de hacerse justicia. Y de algún modo lo logra, cuando –el patrón ya desaparecido– Francisco empieza a frecuentar la construcción ahora a medio terminar y abandonada, decidiendo irse a vivir allí. Y no sólo él, los demás compañeros de la obra son contactados para ir a vivir allí también en una suerte de comunidad. Todo irá muy bien, hasta el inesperado final y sobretodo, el hecho que lo provoca. Lo que lleva también a preguntar ¿cuál fue la intención del director Zonana: que este acto de rebelión al final conduce a una suerte de caos? ¿Por qué el acto de traición que provoca la situación final? Un film que en suma, por lo interesante de su trama, termina dejando más interrogantes.

El gran escritor Miguel de Unamuno no calibró
el peligro del fascismo sino hasta cuando fue muy tarde
Mientras dure la Guerra – Alejandro Amenábar (España-Argentina). Una muy bien lograda coproducción española-argentina, dirigida por un realizador de origen chileno, toca de manera muy certera los dilemas éticos que hubo de enfrentar uno de los más notables escritores españoles, Miguel de Unamuno (Karra Elejalde), cuando siendo rector de la prestigiosa Universidad de Salamanca, vive el momento del alzamiento fascista contra la República en julio de 1936 que daría lugar luego a la Guerra Civil y la eventual dictadura de Francisco Franco. El título del film alude a una cláusula del acuerdo de los generales complotados en que aceptaban que Franco (Santi Prego), fuera el jefe del estado “mientras dure la guerra”. Como se sabe, Franco luego se hizo del mando por 40 años. Todas esas tratativas internas de los conspiradores están muy bien captadas también por la película. Unamuno, que había sido perseguido en tiempos de la monarquía y había estado exiliado, fue quedando enredado en sus propias dudas y contradicciones: profundamente anticomunista, de primeras apareció respaldando el golpe contra la República, pero en un célebre y duro intercambio en el claustro universitario cuando el general José Millán Astray (Eduard Fernández) pronuncia su provocadora “¡Viva la muerte!”, el ya anciano rector universitario no puede sino que reaccionar y rechazar tal disparate. Sin embargo, ya es demasiado tarde y el fascismo estaba instalado. Unamuno muere a las pocas semanas del incidente, para entonces ya removido de su cargo. El film deja bien claro que en ese caso no se podía ser neutral, y pese a su genialidad Unamuno no lo comprendió hasta cuando ya fue muy tarde.

ALGO DEL CINE DE ESPAÑA
El hoyo lleva a sus personajes a situaciones extremas
El Hoyo – Galder Gaztelu-Urrutia. Este film fue premiado por el público en la sección Midnight Madness (Locura de medianoche) que comprendía películas de terror y fantasía. Situado en una futura sociedad distópica, individuos voluntariamente aceptan encarcelarse por un tiempo, al término del cual tendrían un ascenso social. El encierro tiene lugar en una singular prisión de forma vertical, los prisioneros en grupos de dos, son puestos en distintos niveles en celdas que tienen un hoyo en el medio por el cual todos los días baja una plataforma con comida. Esta es abundante y de buena calidad y los prisioneros de los primeros niveles tienen lo mejor de ella, pero la plataforma se detiene por unos pocos minutos en cada nivel y en la medida que va bajando ella va desapareciendo, empujando a los ocupantes de esos niveles a la desesperación, el canibalismo o el suicidio, pese a que los ocupantes son cambiados de nivel rutinariamente. Eso hasta que algunos de ellos intentan promover una distribución más equitativa, incluso imponiendo duros métodos para lograr su objetivo.

Longa noite (Larga noche) – Eloy Enciso.  Filmado en gallego, este es un dramático y a la vez poético retrato de un pequeño pueblo en Galicia, basado en cartas y narraciones sobre detenidos-desaparecidos y fusilados después de la Guerra Civil. Sombrío e impactante, aunque su transcurso es bastante lento.

O que arde – Oliver Laxe (España-Francia-Luxemburgo). Otro film gallego, centrado en la historia de Amador Coro (Amador Arias) recién puesto en libertad luego de cumplir pena acusado de pirómano y haber provocado incendios forestales, quien regresa a su pequeña aldea a vivir con su madre Benedicta (Benedicta Sánchez). Recibido con sarcasmo por sus vecinos, sólo la veterinaria tiene una actitud comprensiva hacia el ex convicto. Amador sin embargo tiene una visión crítica de cómo la plantación de una especie invasiva, el eucaliptus, ha estado afectando el paisaje de la región. Poco a poco todo parece volver a la calma en el pequeño poblado, hasta que un nuevo y voraz incendio forestal cambiará las cosas.

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