Comentarios de Jorge Gutman
XXY. Argentina/España, 2007. Un film escrito y dirigido por Lucía Puenzo
XXY. Argentina/España, 2007. Un film escrito y dirigido por Lucía Puenzo
Lucía Puenzo considera en su ópera prima un tema delicado y decididamente original. En base a “Cinismo”, un cuento escrito por Sergio Bizzio, el guión por ella preparado toma como referencia a Alex (Inés Efrón), una adolescente de 15 años que debe convivir con su hermafroditismo. Su intersexualidad, al haber sido dotada por la naturaleza con la anómala disposición genética de poseer dos aparatos sexuales -masculino y femenino-, la convierten en una persona diferente; ésa ha sido la razón para que sus padres (Ricardo Darín, Valeria Bertuccelli) hayan decidido dejar la gran metrópoli de Buenos Aires para vivir en una solitaria playa uruguaya a fin de que la chica se sienta más cómoda al estar alejada de cualquier relación o contacto social. Sin embargo, a medida que ella va creciendo y que el despertar sexual constituye un importante factor en la evolución de su personalidad, la naturaleza de su problema se hace más evidente. El nudo dramático del film se presenta con la llegada de un matrimonio amigo (Germán Palacios, Carolina Peleritti) de Buenos Aires y el vínculo que se establece entre Alex y Álvaro (Martín Piroyanski), el hijo adolescente de 16 años de los visitantes.
En ningún momento la realizadora intenta efectuar un análisis clínico del problema de Alex sino que se limita a exponer la situación tal como la chica lo está viviendo, incluyendo su atracción sexual hacia Álvaro, el acoso sufrido por parte de algunos muchachos de la aldea a través de los rumores que allí se expanden sobre su condición especial, y la presión que recibe de sus padres para que –mediante intervención quirúrgica- decida sobre cuál será el sexo con el que preferirá vivir para el resto de su vida.
No hay mayores aspectos técnicos que sobresalgan en este silencioso y lacónico film; sin embargo eso no constituye una objeción importante. En forma prolija y minuciosa, Puenzo ha narrado una historia de indudable interés donde la sobriedad se impone en todo momento, evitando cualquier tipo de sensacionalismo o gratuita explotación que su tema podría conducir.
La película que el año pasado obtuvo el premio de la Semana de la Crítica en el festival de Cannes, cuenta con una excelente interpretación de Inés Efrón quien transmite con gran naturalidad la odisea de Alex y su deseo de vivir en paz sin tener que optar por un específico género sexual con el cual identificarse.
Al concluir la proyección queda en el público una sensación de inquietud al no saber claramente cuál es la mejor opción que le cabe a su personaje central así como algunas preguntas que uno se formula sin saber cómo responderlas. Pero más allá de las reflexiones que este film pueda generar, lo cierto es que el público se enfrenta con una pequeña obra sin ambiciones pretenciosas pero que respetuosamente se adentra en los raros misterios de la sexualidad humana.
PPP¼
THE STRANGERS. Estados Unidos, 2008. Un film escrito y dirigido por Bryan Bertino
El joven director Bryan Bertino intenta en su primer trabajo como director encarar un film de horror que se aparte de los clásicos estereotipos del género; para ello elaboró un guión tratando de que el suspenso llegue al espectador en forma genuina a través de personajes bien caracterizados. Sin embargo, las buenas intenciones quedan truncadas porque después de los 20 minutos iniciales, donde el relato alimenta expectativas favorables, la historia no se llega a diferenciar de los trillados convencionalismos de filmes similares.
Antes de comenzar el desarrollo de los hechos, una solemne voz en off anuncia que los horribles eventos que se habrán de ver tuvieron lugar el 11 de febrero de 2005 y que aún no son enteramente conocidos; obviamente se trata de un recurso ficticio tendiente a hacer creer que los acontecimientos narrados han ocurrido realmente. De allí en más, el público contempla a Kristen y James, una pareja interpretada por Liv Tyler y Scott Speedman, quienes después de haber asistido a una fiesta de bodas de unos amigos regresan bien entrada la noche a la aislada casa de vacaciones de James. Claramente se advierte que algo no marcha bien entre ellos, pero eso no quita que James haya creado un ambiente romántico adecuado para proponer casamiento a Kristen, aunque ella se resiste a aceptar el anillo de compromiso aduciendo que “no está aún preparada”. Cuando minutos después se disponen a intimar, unos marcados golpes en la puerta de la casa interrumpen la acción. Nada de lo que sobreviene tiene vinculación con el estado anímico de la pareja anteriormente descripto, haciendo suponer que el director decidió dar vuelta la página y narrar otra historia.
No viene al caso señalar quién es la persona que ha llamado a la casa ni entrar en detalles sobre tres enmascarados que al poco tiempo irrumpirán la tranquilidad de los forzados huéspedes. Lo que se ve es la típica invasión a residencias ubicadas en lugares aislados por parte de misteriosos asesinos que adoptan los comportamientos calcados de otros filmes de horror, incluyendo los baños de sangre y violencia que necesariamente se imponen.
Técnicamente, Bertino impresiona favorablemente como director; en cambio es en el guión donde no acierta en innovar u ofrecer una historia que se distinga del montón. En tal sentido comete dos errores garrafales. Uno de ellos es dejar entrever al principio sobre lo que habrá de ocurrir al final del relato; eso implica quebrar las reglas de juego de un film de suspenso. La segunda importante objeción es que la película carece de un remate que deje al público medianamente satisfecho; así, cuando las víctimas preguntan a sus asaltantes sobre la razón de ser torturados, uno no puede dejar de esbozar una sonrisa cínica al contemplar un frustrante final donde nada pasa, salvo lo previsto.
Puede que en el futuro este joven realizador logre un mejor guión para implementarlo en un proyecto más satisfactorio que el presente, pero por el momento es preferible abstenerse de ver este film.
PP
THE EDGE OF HEAVEN (Auf Der Anderen Seite). Alemania-Turquía, 2007. Un film escrito y dirigido por Fatih Akin
Con su quinto largometraje Fatih Akin queda consagrado como uno de los más importantes directores y guionistas de Europa. Su quinto largometraje, The Edge of Heaven, cuenta con un excelente guión que reseña algunos de los problemas políticos y sociales que afectan al continente europeo en la hora actual.
Su historia estructurada en forma circular, resulta difícil de sintetizar debido a la forma peculiar en que los personajes se entrecruzan; pero en todo caso y considerando que quien lee esta nota quisiera tener una mínima referencia, podría señalar que todo gira en torno de seis personas, algunas de ellas alemanas y otras turcas. Así se encuentra un hombre anciano de origen turco viviendo en Hamburgo que se relaciona con una prostituta del lugar, cuya hija es una activista kurda que se supone que está residiendo en Estambul; por la evolución de los hechos, el hijo del anciano -que es un profesor universitario en Hamburgo- parte a Estambul para localizar a la hija de la prostituta; ésta, a su vez, está vinculada con una joven alemana que tiene una madre conservadora e idealista.
Estos personajes son instrumentales para ilustrar el problema de la transculturación, que es el tema central del film. Nadie mejor que Akin para hacerlo ya que habiendo nacido en Alemania, fue inculcado por sus padres en la modalidad turca; de allí que conozca a fondo lo que significa haber vivido y compartido dos sistemas de vida diferentes. Basado en esa experiencia, su historia admite varias lecturas donde una de las mismas permite reflexionar sobre el exilio voluntario y sus consecuencias en los grupos familiares, cuando por imposición o por libre elección padres e hijos tienen que asimilarse a distintos estilos de vida.
Lo anterior remite a otro nivel de análisis vinculado con los desplazamientos humanos que se producen desde los países pobres a los más ricos del continente europeo; ese es el típico caso de los trabajadores turcos que llegan a Alemania en procura de un futuro mejor pero tienen que experimentar los efectos sociales de dicho fenómeno y los conflictos emocionales producidos por la pérdida de identificación con el país de origen y la dificultad de integrarse al país receptor.
Cualquiera que sea la óptica considerada para juzgar a este film, el público apreciará un relato de gran valor humano vinculado con la búsqueda de las raíces y la identidad del individuo.
Akin logró una dirección escénica sobria y clásica, ofreciendo una mirada afectiva a sus personajes. El film cuenta con un sólido grupo de artistas no familiares en América del Norte, que incluye a Baki Davrak, Nursel Köse, Nurgul Yesilcay y Patrycia Ziolkowska, entre otros. Con todo, es la veterana Hanna Schygulla -musa inspiradora del malogrado cineasta alemán Rainer Fassbinder-, quien más llega a emocionar al espectador animando a una mujer que debe enfrentar la tragedia de haber perdido a su hija en circunstancias imprevisibles.
PPP½
MAMAN EST CHEZ LE COIFFEUR. Canada, 2008. Un film de Lea Pool
Con fina sensibilidad Lea Pool, la realizadora de origen suizo asentada en Montreal, vuelve a considerar uno de sus temas favoritos como el de la infancia, valiéndose de un relato muy bien escrito por Isabelle Hébert.
La acción que transcurre en el verano de 1966, describe a una familia burguesa viviendo en un apacible suburbio de la provincia de Québec y la historia es analizada según la perspectiva de Elise (Marianne Fortier), una niña madura de 12 años de edad aproximándose a la adolescencia. Al haber concluido el año escolar, ella junto a sus dos hermanos Coco (Elie Dupuis) y Benoit (Hugo St-Onge-Paquin), se disponen a pasar dos meses de vacaciones despreocupadas disfrutando de los días estivales en compañía de los chicos vecinos y amigos del lugar.
A pesar de la calma existente, Elise presiente que algo raro flota en la atmósfera familiar al observar que la relación entre sus padres (Laurent Lucas y Céline Bonnier) es distante y poco afectiva. Una llamada telefónica en donde alcanza a escuchar la conversación de su padre con otra persona, la preocupa un poco y al pasar el teléfono a su madre, la mujer se entera de que su marido está hablando con un amigo que resulta ser su amante. Al haber descubierto que el hombre con quien convive es un oculto homosexual, solicita a Radio Canadá -donde trabaja como periodista-, su traslado para Londres para desempeñarse como reportera de televisión. Su abandono del hogar quiebra la aparente armonía que hasta ese momento parecía prevalecer en la familia.
A partir de aquí el guión analiza el vacío afectivo que produce esa brusca partida para los tres hermanos, especialmente para Elisa y Benoit, el niño menor. La chica, comprobando la poca habilidad e impericia de su padre para desenvolverse en el manejo de la casa, adopta el rol de madre sustituta para sus dos hermanos. Sin embargo los niños ya no serán los mismos que antes. Mientras que Elisa, a pesar de querer a su madre, no puede dejar de resentirla fuertemente por haberlos dejado, pequeño Benoit acusa el golpe emocional a través de actos destructivos.
La joven Marianne Fortier como la niña-adolescente que pierde toda su inocencia frente al comportamiento de sus padres, revela un talento artístico excepcional. Vale la pena destacar dos escenas de gran emotividad; en una de de ellas al observar a una mujer que abraza a su hijo, ella piensa en la suya que ya no está más a su lado; en la otra, al contemplar a su madre por la televisión transmitiendo desde Londres las noticias, se siente sacudida de tal manera que sus sentimientos de pena llegan inmediatamente al público que la está observando. No menos encomiable es la participación de Hugo St-Onge-Paquin como el niño de 8 años que busca hacer y provocarse daño como respuesta por la ausencia de su mamá.
¿Cómo justificar la actitud de una madre que en las primeras escenas del relato demuestra amor y abnegación por sus tres hijos y que para vengarse de su marido posteriormente los abandona? ¿Por qué no partió con ellos? Al no existir una respuesta que justifique esa actitud, ese hecho constituye la única nota frustrante del relato. Sin embargo, como el film está dirigido a analizar el mundo infantil experimentando la ausencia del cariño y afecto maternal, esa falencia no llega a invalidar su mérito.
En resumen, la remarcable dirección de Pool, los diálogos inteligentes y verosímiles mantenidos por los niños, la buena recreación de época, una lograda fotografía captando la belleza panorámica del valle de Richelieu, y sobre todo una convincente actuación de conjunto, contribuyen a valorar los méritos de este conmovedor retrato de infancia.
PPP
GRAND CANYON ADVENTURE 3D: RIVER AT RISK. Estados Unidos, 2008. Un film de Greg MacGillivray y escrito por Steve Judson y Jack Stephens
Este documental de IMAX presentado en tercera dimensión, se agrega a muchos otros que tienen como noble objetivo la preservación del medio ambiente; en este caso se considera el cuidado del agua como un recurso esencial que la naturaleza provee al hombre para poder vivir.
De acuerdo a estimaciones efectuadas por las Naciones Unidas, las reservas de agua potable han registrado una dramática disminución en las últimas décadas, estimando que aproximadamente un 40% de nuestro planeta podría en medio siglo más atravesar considerables penurias si no se adoptan medidas urgentes para resolver el problema.
Los responsables del film suministran importante información sobre la conservación del agua, enfatizando los estrechos lazos existentes entre los grandes cursos de agua, las reservas de agua potable y la acción humana.
Aunque el film muestra lo que acontece en otras regiones del mundo, el relato está enfocado específicamente en el río Colorado de los Estados Unidos. El documental sigue los pasos de Robert Kennedy Junior –hijo del malogrado senador y un acérrimo defensor de los ríos-, el célebre antropólogo Wade Davis junto con sus respectivas hijas y la guía Shana Watahomigie, quienes efectúan una excursión fluvial descendiendo el mencionado río que a través del tiempo ha sido objeto de múltiples excesos por parte del hombre. Mientras que el Colorado antes solía efectuar un recorrido de 2200 kilómetros vinculando las Rocallosas y el Océano Pacífico, ahora el río no llega al mar, y va retrocediendo gradualmente como consecuencia de desafortunadas sequías que afectan al sudoeste de los Estados Unidos, el uso indiscriminado e innecesario de sus aguas, y debido también a la mayor demanda de la ciudad de Las Vegas, que constituye un importante centro turístico en continuada expansión.
La necesidad de realizar un gran esfuerzo para la conservación del agua queda en evidencia cuando se considera el dramático crecimiento de la población mundial y la necesidad de una mayor cantidad de agua fresca y potable para satisfacer su consumo. Eso se agrava aún más porque en la actualidad aproximadamente un 20% de la gente experimenta grandes penurias por la falta de agua y 5 millones de personas mueren por año debido a enfermedades vinculadas con la existencia de aguas infectadas.
Además de la clara e instructiva exposición de este documental que está narrado por Robert Redford, el espectador se solaza con las imponentes vistas de la gran maravilla que ofrece el Gran Cañón a través de la inmensa pantalla IMAX.
Para concluir cabe mencionar que el film se encuentra apoyado por una expresiva banda sonora en base a canciones y música del Dave Matthews Band.
PP¾
THE STONE ANGEL. Canada, 2007. Un film escrito y dirigido por Kari Skogland
Basada en el libro homónimo de Margaret Laurence en 1964, esta película dirigida y adaptada para el cine por Kari Skogland ilustra la vida de una familia canadiense a lo largo de tres generaciones, en poco más de medio siglo.
No siempre las obras literarias pueden trasladarse fácilmente a la pantalla y eso sucede con esta ambiciosa novela que debido a los numerosos acontecimientos que acontecen en su desarrollo, resulta problemático cubrirlos en su total dimensión. Con todo cabe reconocer el encomiable esfuerzo realizado por Skogland ofreciendo un relato primorosamente narrado.
La directora captó en su guión la fuerte personalidad de Hagar Shipley (Ellen Burstyn), una mujer cascarrabias de 90 años de edad y muy frágil salud, que no está dispuesta a ser traslada a una residencia de ancianos por su bien intencionado hijo Marvin (Dylan Baker) y su nuera Doris (Sheila McCarthy), quienes no pueden ofrecerle toda la atención y cuidado que requiere. Por el temor de ser forzada a cambiar de domicilio, Hagar decide iniciar por su cuenta un viaje a través de la provincia de Manitoba (Canadá), con el propósito de llegar al lugar donde pasó gran parte de su existencia. Su audaz aventura la lleva a explorar su turbulento pasado para tratar de reconciliarse con el mismo. Al ir rememorando parte de su infancia, los años de adolescencia y su adultez, se aprecia la presencia de una mujer que siempre estuvo expuesta a desafíos, comenzando con el enfrentamiento que tuvo con su padre cuando decidió casarse con Bram Shipley (Cole Hauser y Wings Hauser), un hombre rústico que socialmente no estaba en su misma posición social pero que supo despertar en ella una gran pasión. La ruptura paternal en la que termina siendo desheredada, un matrimonio que a través del tiempo se desgasta cuando el amor y el sexo ya no están más entrelazados, la presencia de dos hijos a quien ella los diferencia al preferir al hijo menor en detrimento del mayor, más otros eventos de considerable envergadura dramática, terminarán moldeando su compleja personalidad.
El film aborda temas que ciertamente interesan, tales como las aspiraciones no concretadas en vida, los conflictos que se suscitan en la dinámica familiar, las ilusiones románticas que se van desvaneciendo, la tragedia de perder a un querido miembro de la familia y el justificado sentimiento de culpa creado, así como la redención maternal que se quiere alcanzar antes de morir. Si bien algunos de esos tópicos ya han sido tratados en ocasiones anteriores dejando la sensación de lo “déjà vu”, la buena adaptación del libro y la seriedad con que ha sido trasladado a la pantalla, hace que el film concentre la atención del público.
La película está interpretada en forma remarcable por Burstyn quien deja una indeleble impresión en el papel de la anciana mujer. Con todo, también merece reconocimiento el elenco que la rodea, y muy especialmente la joven actriz Christine Horne quien refleja acabadamente el ímpetu y brío de Hagar en sus años de juventud. En síntesis, un respetable film canadiense.
PPP
MY BLUEBERRY NIGHTS. Hong Kong-China-Francia, 2007. . Un film de Wong Kar-wai
Aunque hay motivos para gustar de My blueberry nights, también los hay para experimentar insatisfacción.
Wong Kar-wai es indudablemente uno de los más meritorios e importantes directores del cine asiático. En su primer film hablado en inglés, cuya acción transcurre íntegramente en Estados Unidos, su acostumbrado estilo visual se distingue de inmediato; así, el empleo de colores saturados de gran calidad, tomas preciosistas efectuadas en cámara lenta, cuidadoso encuadre de hipnotizantes imágenes (el desierto de Nevada por ejemplo) captadas por el fotógrafo Darius Khonji , contribuyen a que se esté frente a una película interesante de contemplar, hasta que llega un punto de saturación cuando queda claro que sus aspectos formales disimulan un contenido no muy sustancioso.
La historia escrita por el realizador en colaboración con el guionista americano Lawrence Block, comienza en Nueva York donde la cantante Norah Jones animando a Elizabeth, una chica que acaba de ser abandonada por el hombre con quien convivió durante cinco años, conoce a Jeremy (Jude Law) en un café que está a su cargo y que personalmente atraviesa por problemas sentimentales similares. Como confidente de sus penas, Elizabeth encuentra en Jeremy un confidente natural e inmediatamente entre ambos se establece una marcada empatía. Para endulzar su estado anímico, él le ofrece a ella una tarta de arándanos que constituye una metáfora de una posible nueva relación romántica. Las conversaciones entabladas entre ellos son naturales aunque sin gran trascendencia.
Al poco tiempo, para huir de su pena emocional, la muchacha decide lanzarse a la ruta no sin antes dejarle a Jeremy las llaves del departamento en que vivía con su ex novio. Su viaje la conduce a Memphis, donde trabajando como mesera se encuentra con un un matrimonio en crisis (David Strathairn y Rachel Weisz) que atraviesa problemas aún más desolados que los suyos. Posteriormente siguiendo su viaje se encuentra con una jugadora empedernida (Natalie Portman) en Las Vegas, para finalmente retornar al punto de origen. Durante el trayecto Elizabeth, que trata de reencontrarse consigo misma, no se olvida de Jeremy, enviándole tarjetas postales.
Como en muchas de las películas de este realizador, aquí predomina una cierta sensación de nostalgia y soledad, pero lo que en cambio está ausente es el encanto mágico percibido en otros títulos de similar naturaleza, especialmente su gran romántico film “In the mood for love” (2000). De este modo, más allá de lo visual, el film no llega a cautivar y eso se debe, en gran parte a la falta de química existente entre Norah Jones y Jude Law y porque sus personajes no llegan a cobrar significación mayor..
Como balance queda un film sin mayor intensidad dramática ni mucha profundidad psicológica que aunque bien hecho, no habrá de pesar en la filmografía de este inteligente realizador.
PP¼
FUGITIVE PIECES. Canadá, 2007. Un film escrito y dirigido por Jeremy Podeswa
Este film aborda la memoria y las piezas fragmentarias o difusas que en ella se encuentran depositadas. Siguiendo una estructura no linear, Jeremy Podeswa se vale de la novela homónima de Anne Michaels para narrar elípticamente el modo en que los recuerdos del pasado van modelando la existencia de un hombre judío cuya experiencia infantil durante la época del holocausto, gravitó de manera importante en su desarrollo emocional como persona adulta.
El protagonista es Jakob, un judío polaco que en 1942, con pocos años de edad, es testigo del asesinato de sus padres y del secuestro de su hermana Bella por parte de los nazis; ese hecho así como develar el misterio sobre lo que aconteció con Bella, constituyen para Jakob el motivo de preocupación que lo ha ido traumatizando a lo largo de cuatro décadas viviendo con un complejo de culpa.
A través de flashbacks, el público va imponiéndose sobre cómo el niño elude a sus enemigos, se oculta en el bosque y llega a ser descubierto y ayudado por Athos). Este individuo es un arqueólogo griego que además de protegerlo, logra sacarlo de contrabando de Polonia y llevarlo a la isla de Zakynthos en Grecia. Convirtiéndose en su padre de hecho, el niño tiene la oportunidad de estar rodeado de su cariño además de recibir una excelente educación. Posteriormente inmigrarán a Canadá cuando Athos acepta una posición como profesor en una universidad del país. La vida transcurre aparentemente normal para Jakob, pero con el paso de los años y a medida que va madurando, siente que los recuerdos del pasado lo torturan, van conspirando en su vida profesional como profesor y escritor, y a nivel personal se siente inhibido de poder ofrecer y recibir el amor de la chica que lo quiere.
La película es ciertamente difícil de narrar pero Podeswa logra superar el desafío en un relato coherente y lírico acompañado de la melancolía que los recuerdos son capaces de nutrir. Ciertamente, el impacto emocional que Jacob experimenta como persona adulta y el esfuerzo que realiza para reconciliar el presente con su pasado tratando de vencer a los fantasmas mentales que lo acosan y trastornan, son aspectos que el realizador llega a transmitir fluidamente, evitando patetismo alguno y, lo que es más importante, sin desbordar en el melodrama.
De gran sutileza y emotividad, el film se prestigia con la sincera interpretación de Stephen Dillane como el Jakob adulto, la ternura de Robbie Kay como el niño Jakob y la natural caracterización lograda por Rade Sherbedgia animando al gran benefactor que salva a nuestro héroe del holocausto y que como padre y mentor influye positivamente en el resto de su vida.
PPP
EL MUNDO SEGÚN LULA (Le monde selon Lula). Canadá 2007. Un film de German Gutiérrez
El director Germán Gutiérrez, cineasta proclive a los temas sociales y políticos, aborda en el presente documental la actuación de Luiz Inacio Lula da Silva –apodado mundialmente “Lula”- como presidente de Brasil. Su elección no dejó de asombrar al mundo por cuanto se trata de una persona de origen muy humilde que como líder del gremio metalúrgico pasa a ocupar el cargo máximo en una nación que hasta hace poco tiempo estuvo gobernada por regímenes militares dictatoriales de ideología radicalmente opuesta a la suya. En su discurso inaugural del 1 de enero de 2003, el presidente precisó que su acceso al poder es debido al crecimiento de la conciencia política de su pueblo.
Valiéndose de material de archivo, grabaciones oportunamente realizadas y con entrevistas a sus principales colaboradores –el ministro de relaciones exteriores Celso Amorim y de su consejero especial en relaciones internacionales, Marc-Aurelio García- el guión preparado por el realizador en colaboración con Nancy Marcotte -documentalista y antropóloga de formación- resalta diferentes aspectos de la personalidad del prestigioso mandatario, con especial referencia a la forma en que Brasil se hace escuchar por el resto del mundo, especialmente por parte de las principales potencias mundiales.
A diferencia de otros líderes populistas, Lula es exhibido como un político liberal no radicalizado, quien humildemente pero con firme determinación utiliza sus argumentos con convicción en los foros internacionales, dejando a sus colegas de Estados Unidos y de Europa un tanto descolocados al demostrar como las potencias dominantes van sometiendo a las economías de los países menos desarrollados.
Habiendo hecho de la política internacional una de sus prioridades fundamentales, Lula ha señalado al presidente de Estados Unidos, al ex mandatario de Francia, a la canciller de Alemania y ex primer ministro de Gran Bretaña, que el sistema de subvención agrícola por parte de los países ricos asfixia a los productores agropecuarios del sur de la región porque éstos no gozan de subsidios similares.
El documental también resalta la participación activa del presidente en el foro de las Naciones Unidas denunciando la falta de democratización existente en la configuración del actual Consejo de Seguridad; de allí que aboga por una modificación que permita aumentar el número de países con asiento permanente y no permanente, para representar genuinamente a las naciones de los diferentes confines del mundo.
Dentro de un contexto estrictamente cinematográfico, el film no ofrece nada especial o innovador. Sin embargo, su contenido informativo y la manera cómo está relatado hace que se lo siga con interés y que el discurso de Lula quede bien impreso para los espectadores internacionales no muy interiorizados sobre su gestión; sin duda se trata de un líder carismático que además de estar decidido a transformar la estructura económica de su país, actúa como portavoz de los países más pobres y necesitados de un equilibrio mundial social y económicamente más justo.
PP½
THE VISITOR. Estados Unidos, 2007. Un film de Thomas McCarty
El vocablo “humano” es lo más apropiado para calificar a este pequeño gran film. No es frecuente ver películas que destilen un contenido de solidaridad, afección y comprensión hacia el prójimo, del modo en que lo logra Thomas McCarty con éste su segundo trabajo como realizador. Si bien su ópera prima “The Station Agent” (2003) fue muy buena, en esta oportunidad el realizador reafirma su capacidad de brindar una historia emotiva y profunda utilizando un lenguaje silencioso, de muy bajo perfil pero de gran persuasión.
El tema se centra en Walter Vale, un profesor de economía en Connecticut de poco más de sesenta años, y que debió haber amado mucho a su mujer por los detalles que el excelente guión -también escrito por McCarty- deja traslucir. A través de la notable interpretación de Richard Jenkins, uno llega fácilmente a conocer y a penetrar en la psiquis de este individuo introvertido, alejado del mundo exterior, taciturno y lacónico, que sabe disimular muy bien la pena que le produce su soledad afectiva, ya que su único hijo vive en Londres.
Por una especial circunstancia debe viajar a Manhattan para ofrecer una disertación en la Universidad de Nueva York y cuando llega a su pequeño departamento desocupado que allí mantiene, descubre que está habitado por dos inmigrantes ilegales. Uno de ellos es Tarek (Haaz Sleiman) de origen sirio y la otra persona es su novia Zainab (Danai Gurira) proveniente de Senegal; ambos fueron engañados por un desconocido que aprovechando la ausencia de Walter, les arrendó el departamento. Después de las aclaraciones pertinentes, Walter permite a la pareja que siga ocupando el lugar durante unos días más hasta conseguir otro lugar donde instalarse.
El inicio de la convivencia ofrece cierto clima de incomodidad. Mientras que Tarek es un muchacho entusiasta y lleno de vida, su novia es reticente a abrirse o relacionarse con Walter. En todo caso, el muro de hielo prontamente se derrite ante la actitud de Tarek al enseñarle a Walter a tocar el tambor africano y comenzar a practicarlo en su casa y también en Central Park.
El ingenioso relato persuade al espectador en la lenta pero decidida transformación que un hombre apagado como Walter va experimentando, esbozando su primera sonrisa a través del poder de la música y del lazo afectivo que va creando con Tarek. Así, esta persona académica y ensimismada exclusivamente en su trabajo para ocultar su vacío emocional, descubre otro mundo que a pesar de su sencillez le ofrece una dimensión de su personalidad que hasta ese momento desconocía y una renovada alegría de vivir.
Si hasta aquí el film tiene ganada la simpatía del espectador, el sobrio guión se reserva un elemento aún más importante para dramatizar su contenido. Eso sucede cuando Tarek es arrestado por una aparente infracción menor y posteriormente encarcelado en un centro de detención para inmigrantes ilegales al ser descubierto su condición de no residente viviendo en el país.
Ese hecho es utilizado por McCarty para cuestionar el procedimiento utilizado por los servicios de inmigración de los Estados Unidos después de la tragedia de Septiembre de 2001, e ilustrar el tratamiento de los detenidos que carecen de documentación legal. La detención de Tarek da lugar a que Walter demuestre una tenacidad a toda prueba para tratar de lograr su liberación, contratando a un abogado para evitar su deportación. En una de las secuencias más dramáticas y realistas, Walter deja de lado su conducta tranquila para expresar enérgicamente su sentimiento de indignación hacia las autoridades de inmigración de los Estados Unidos; esa escena permite a Jenkins demostrar su gran capacidad interpretativa.
Además de este actor, el resto del reducido elenco también tiene oportunidad de lucimiento, sobre todo la actriz Hiam Abbass animando con asombrosa naturalidad a la compungida madre de Tarek.
La historia de este film brinda un mensaje tonificador al demostrar que a pesar de las brechas generadas por razones culturales, es posible encontrar un puente de comunicación entre gente de diferentes costumbres o modos de vida.
The Visitor, es un noble relato integrado por breves y valiosas escenas; cada una de ellas y todas en su conjunto transmiten una gran calidez capaz de despertar el interés de cualquier tipo de audiencia y de perdurar en el recuerdo mucho después de haber concluido la proyección.
PPP½
THEN SHE FOUND ME. Estados Unidos, 2007. Un film de Helen Hunt
Adaptado de la novela de Elinor Lipman del mismo nombre, Then she found me es el primer trabajo como realizadora de la conocida actriz Helen Hunt quien además se ha reservado para esta ocasión el papel protagónico.
El film es muy desigual, en parte debido a que su foco principal se ve diluido a través de otras historias conexas que restan interés y distraen la atención. Otro aspecto cuestionable es que el relato abarca diferentes géneros sin decidirse por ninguno de ellos; así, su tono melodramático cede paso a la comedia seria, para pasar a la sátira o a situaciones que bordan con lo caricaturesco, ofreciendo un resultado insatisfactorio.
La trama gira alrededor de April Epner (Hunt), una maestra de 39 años de edad cuyo máximo deseo es llegar a tener un hijo. Habiendo sido adoptada al poco tiempo de haber nacido, ese hecho le quedó marcado en vida y es por eso que sólo aceptará un hijo biológico para satisfacer su vocación maternal. El casamiento con Ben (Matthew Broderick), al comienzo del film, le permite albergar esa esperanza.
En los primeros 10 minutos todo se precipita cuando su marido de comportamiento aniñado le comunica que no se siente cómodo como hombre casado y que por eso se separa de ella; además, April sufre la muerte repentina de su madre adoptiva (Lynn Cohen).
Si todo hace suponer que el film pretende analizar la personalidad de una mujer frustrada y un tanto hosca por su ferviente ansiedad de ser madre, el relato comienza a bifurcarse en direcciones diferentes olvidando lo que se proponía. Por un lado, April llega a establecer una nueva relación romántica con Frank (Colin Firth) quien es el padre de uno de los niños de su escuela, y por el otro aparece Bernice (Bette Midler), una mujer de mediana edad que sale al encuentro de April para hacerla saber que es su madre verdadera. La seriedad del film se resiente cuando no hay nada que justifique que una mujer trate de recuperar a su hija, después de casi 4 décadas, para brindarle el amor que no pudo darle hasta ese momento. Midler, irradia vivacidad y simpatía como la animada anfitriona de un show televisivo; sin embargo, su personaje dentro del contexto de esta historia es completamente inaceptable ya que mintiendo continuadamente nunca queda claro porque abandonó a su hija.
Para extender un relato sin mucho aliento, el guión hace que April quede embarazada de su ex-marido, hecho ocurrido poco antes que la pareja se disolviera. Aquí, el film casi termina caricaturizando a sus personajes cuando Ben como el verdadero padre y Frank como su novio acompañan a April en la visita al ginecólogo (Salman Rushdie) para observar cómo el embarazo está evolucionando. De allí en más, el film comienza a fatigar frente a la indecisión de April de volver a su ex marido o seguir adelante con su nuevo pretendiente.
Curiosamente, en la narración se enfatiza la convicción religiosa judía de April sin precisar en qué medida esa actitud va determinando su comportamiento.
Un film como el presente tiene como propósito conmover; al no hacerlo por su mediocre y pobres diálogos todo queda en manos de un grupo de sólidos actores para levantar la puntería. Sin embargo ni Broderick en un personaje totalmente desdibujado, ni tampoco Hunt, Midler y Firth logran que sus personajes lleguen a gravitar y es por eso que al espectador poco le importa lo que les está pasando.
El tema de esta película se prestaba para analizar si los lazos de sangre son determinantes o no para la creación de una verdadera familia. El guión desperdició la oportunidad de hacerlo y al final del film uno se da cuenta que lo que estuvo contemplando no es “ni chicha ni limonada”.
PP
EMOTIONAL ARITHMETIC. Canadá, 2007. Un film de Paolo Barzman.
Cuatro personajes, de los cuales tres de ellos vivieron la tragedia del holocausto, animan Emotional Arithmetic, film basado en la novela de Matt Cohen y adaptado para el cine por Jefferson Lewis. Animado de buenas intenciones, Paolo Barzman intenta transmitir la experiencia de un grupo de sobrevivientes que separados desde que la guerra terminó, se reencuentran 6 décadas después. Desafortunadamente, una puesta en escena estática y un clima atmosférico artificial conspiran para que la película resulte menos interesante de lo que debiera haber sido. Aludiendo a la aritmética de su título, la suma de algunas de sus partes atractivas no alcanza a producir un total satisfactorio y emocional.
La acción transcurre durante una sola jornada en un plácido rincón de los Cantones del Este, en la provincia de Quebec, donde viven Melanie (Susan Sarandon) y su marido David (Christopher Plummer). Ella es una sobreviviente de Drancy, un campo de concentración ubicado cerca de París durante la época de la ocupación alemana.
A traves de flashbacks el público se impone que en Drancy también se encontraba Christopher, un muchacho irlandés de 13 años y de la misma edad de Melanie; entre ellos surgió la chispa del primer amor, a pesar del marco sombrío que los rodeaba. Aunque Christopher no era judío, figuraba por error en la lista de los que iban a ser deportados para Auschwitz. En un gesto de nobleza y auténtico heroísmo, Jacob (Max von Sydow), un disidente polaco que protegía a los jóvenes, se ofrece para ocupar el lugar de ambos a fin de evitarles una muerte segura; ese hecho quedó profundamente grabado en la memoria de Melanie.
Al comenzar el relato, el matrimonio aguarda el arribo de Jacob (Max von Sydow) que no había muerto en Auschwitz como Melanie lo había creído. La sorpresa es grande cuando ella ve que el anciano hombre llega acompañado de Christopher (Gabriel Byrne). La reunión de estos antiguos compañeros de guerra se presta para que el pasado vuelva a resurgir y que la relación sentimental que vinculó a los antiguos adolescentes adquiera cierta trascendencia. David, que nunca estuvo demasiado entusiasmado como anfitrión de los visitantes, no puede dejar de experimentar celos por la presencia de Christopher al verlo como un individuo que rivaliza en los afectos que siente hacia su esposa. Resultado de todo ello es un clima de latente tensión.
La historia se presta para asistir al proceso de transformación de vidas individuales a través del tiempo y del espacio; sin embargo, el relato no permite que uno participe activamente en las vivencias plenas de sus protagonistas ni que el reencuentro mencionado alcance la dimensión que cabría esperar. En parte, eso se debe a que la adaptación del libro resulta demasiado simplista, quitándole espacio a la emoción; además, lo previsible del relato con la incorporación de un triángulo sentimental –un tanto forzado- conspira contra la autenticidad de lo expuesto. Tampoco ayuda la dirección de Barzman, al no dotar a la narración de un ritmo más cinematográfico para evitar su estructura teatral.
A nivel de las actuaciones, tanto Sarandon, como Plummer y Byrne, cumplen con eficiencia lo que el guión les requiere y von Sydow demuestra su excepcional talento, más allá de la importancia del rol que debe animar. A ese sólido elenco, se agrega Roy Dupuis, animando al hijo de la pareja que brinda apoyo moral a su padre cardíaco y a su madre; su participación es meritoria aunque no tenga oportunidad de sobresalir.
A pesar de los inconvenientes señalados, el film se deja ver, aunque su contenido humanitario se diluya un poco al no expresar con intensidad las heridas emocionales que perduran en sus personajes.
PP½
FORGETTING SARAH MARSHALL. Estados Unidos, 2008. Un film de Nicholas Stoller
Reconocido por muchos como el gran innovador de la comedia americana al haber escrito y dirigido filmes que lograron atractivos ingresos de boletería, Judd Apatow retorna al cine aunque esta vez lo hace exclusivamente como productor; eso no cambia mucho porque Forgetting Sarah Marshall lleva su impronta apelando a personajes fácilmente identificables por parte de los jóvenes de la actual generación.
Nicholas Stoller, haciendo su debut como director, y Jason Segel como guionista e intérprete principal, trataron de mantener el espíritu de Apatow a través de una comedia sexual donde el humor a veces grueso, se combina con algunos diálogos punzantes, dando como resultado un entretenimiento moderadamente aceptable.
Peter (Segel) que ronda los 30 años de edad, es un hombre vulnerable y bastante inseguro de sí mismo que se mira en el espejo para darse ánimo y confianza frente a Sarah Marshall (Kristen Bell), la atractiva chica y estrella de la televisión con quien está saliendo desde hace cinco años. Manteniendo un bajo perfil cuando está a su lado, él se ocupa de componer la música para un drama televisivo que Sarah interpreta. A pesar de que el joven es conciente de ser nada más que la sombra de su novia, no duda del amor que Sarah le profesa. Es por eso que su sorpresa es enorme cuando en los primeros minutos del relato ella llega a su casa y le comunica que todo ha terminado entre ellos. Esa escena, donde Peter aparece desnudo recibiendo la desagradable noticia y se pone a llorar frente a su novia que lo está dejando, es una de las más hilarantes y logradas del film.
Para aliviar su pena, este romántico y desconsolado individuo decide tomarse unos días de vacaciones en Hawai. Pero al llegar al hotel, por esas casualidades que solo existen en este tipo de filmes, ve que allí también se hospeda Sarah con Aldous Snow (Russell Brand), su nuevo y exótico pretendiente inglés que se dedica a la música rock.
A partir de allí comienzan las complicaciones, enredos, males entendidos y desencuentros que brindan la tónica a este dislocado pasatiempo. Si bien la trama central gira en torno al singular triángulo integrado por Peter, Sarah y Aldous, el guión introduce personajes secundarios que permiten amenizar el desarrollo del relato. Así se halla una simpática recepcionista de hotel (Mila Kunis) que trata de animar a Peter mediante afecto y un poco de sexo, un gracioso instructor de surf (Paul Rudd), un particular mesero (Jonah Hill) y un ingenuo recién casado (Jack McBrayer) con algunos problemas para satisfacer a su nueva esposa.
Discurriendo entre la farsa y la sátira y con algunos momentos hilarantes, el film no está exento de situaciones tontas o vulgares; de allí que la sonrisa del espectador dependerá en gran medida de su predisposición para este tipo de comedias donde, por cierto, la credibilidad debe dejarse de lado.
Lo que diferencia a este film de los que Hollywood acostumbra a ofrecer es que no recurre a fórmulas convencionales y que su personaje central gravita por su patetismo y sensibilidad especial. Segel impresiona como el clásico perdedor que trata de redimirse con el sexo opuesto, Bell también agrada como la Sarah Marshall del título que tuvo sus razones para dejar a su ex novio, en tanto que Kunis logra convencer como la sexy y pizpireta joven que trata de reemplazar a Sarah en los sentimientos de Peter; finalmente la gran revelación es Brand animando al hedonístico rockero quien con su comportamiento excéntrico garantiza jocosidad con su sola presencia y muy especialmente cuando está entonando el tema “Inside of you”.
PP¼
BEN X. Bélgica-Holanda, 2007. Un film escrito y dirigido por Nic Balthazar
Después de haber despertado ovaciones de público y crítica en Festival Internacional de Montreal en agosto del año pasado donde obtuvo el máximo galardón (ex-acquo con “Le Secret” de Claude Miller), Ben X acaba de estrenarse comercialmente en Canadá; sin duda, habrá de repetir el mismo éxito ya que se trata de un film de calidad para ser apreciado sin reserva alguna.
Esta película original por su innovación y creatividad, debe su autoría a Nic Balthazar quien adaptó una de sus novelas para el cine. Se trata de un hombre multifacético, con una importante experiencia periodística, teatral y literaria, que en su primera incursión como cineasta aborda un tema delicado y logra un óptimo resultado.
Ser diferente en el marco de una sociedad puede entrañar un alto costo social, pero para quien no tiene la posibilidad de optar porque así se lo impuso su naturaleza desde el día en que nació, la consecuencia es aún más dolorosa. Eso le sucede a Ben (interpretación magistral de Greg Timmermans), el adolescente de esta historia, quien está afectado del síndrome de Asperger -una variante del autismo-. El trastorno mental causado por esa circunstancia, le impide comprender en forma completa lo que acontece con el mundo que lo rodea, creándole inconvenientes mayores cuando debe interactuar socialmente. Así, sufre los embates de sus compañeros de clase quienes lo acosan constantemente, alcanzando en ciertas ocasiones estadios de brutal sadismo. Si bien es un muchacho de inteligencia superior que goza del amor de sus padres, su naturaleza tímida e introvertida lo convierte en un corazón solitario.
Para sobrellevar su pena y atenuar la exclusión social experimentada, el joven crea su propio universo participando en un juego de video a través del internet; en el mismo, logra la identificación buscada a través de “Ben X”, su alter ego representado por un personaje poderoso con armadura que está dotado de armas para vencer a sus enemigos.
Es asombroso el modo en que el film logra asociar dos mundos paralelos donde el antihéroe de la vida real se fusiona estupendamente con el héroe imaginario de su juego. Balthazar acierta en transmitir la forma en que esta identificación permite que Ben logre mayor confianza en sí mismo y encuentre la paz interior que tanto anhela.
El film se aprecia desde tres ángulos diferentes que se complementan armoniosamente. Una primera aproximación es lo que el espectador contempla objetivamente en pantalla; el segundo criterio permite ubicarse en la mente de Ben a través de sus propios comentarios expresados en “off”; el tercer enfoque, se manifiesta a través de clips donde los padres de Ben (Marijke Pinoy, Pol Goossen) se refieren a su hijo, ofreciendo al espectador la idea de estar viendo un film documental sobre el drama de un autista, a la luz de los seres que lo rodean.
Si esta obra de arte es audaz en su concepción, lo es aún más en la forma que su autor-director concibió su desenlace para cerrar el relato. Como es mi costumbre, no habré de develarlo salvo indicar que gracias a su narrativa, el final es impresionantemente emotivo y absolutamente consistente con todo lo que Balthazar ilustró a lo largo de su desarrollo.
Ben X es un film de gran riqueza humana, profundamente conmovedor y con un contenido que ofrece considerable material para su discusión ulterior.
PPPP
THE UNKNOWN WOMAN. Italia, 2006. Un film de Giuseppe Tornatore
Después de 7 años de ausencia, Giuseppe Tornatore (“Cinema Paradiso”) retorna al cine con un relato psicológico de hondo contenido social.
La historia escrita por el realizador en colaboración con Massimo de Rita, es trágica y se va desarrollando a través de estadios parciales en donde continuados flashbacks van agregando informaciones faltantes a medida que el relato progresa.
El guión presenta a Irena (Kseniya Rappoport), la desconocida del título de de 32 años, que habiendo emigrado de Ucrania llega a Trieste con un significativo fajo de dinero y se instala en un departamento de la ciudad; el inmueble se encuentra ubicado frente a otro similar donde vive la familia Adacher, de buena posición económica e integrada por Donato (Pierfrancesco Favino), su mujer Valeria (Claudia Gerini) y la hija Thea (Clara Dossena) de 4 años. Un clima de misterio prevalece en torno a la personalidad de Irena; poco se sabe de ella, salvo su marcado interés por querer trabajar para la familia mencionada. Mientras que la primera parte del film ilustra los recursos que ella emplea para abrirse paso y desplazar a la institutriz (Piera Degli Esposito) de edad madura que se ocupa de Thea, lo que sigue después expone su extraño comportamiento al convertirse en empleada doméstica de los Adacher y a la vez guardiana de la niña que padece una extraña enfermedad.
A través de los recuerdos angustiosos que Irena experimenta durante su actividad cotidiana, el público llega a interiorizarse de su pasado como prostituta explotada por un despreciable proxeneta (Michele Placido), porqué escapó de Ucrania y llegó precisamente a Italia, y que supuestos vínculos existen entre ella y la pequeña Thea.
El director dota al relato de un contenido político denunciando el tema de la esclavitud humana a través de la prostitución, donde en el viejo continente alcanza dimensiones alarmantes. Ese tema ya ha sido muy bien tratado por David Cronenberg en “Eastern Promises”, aunque Tornatore lo analiza considera bajo un ángulo diferente al vincularlo con el tráfico de infantes.
La lacra social expuesta por Tornatore es dolorosa y punzante. Sin embargo, no deja de ser discutible la manera en que el guión introduce elementos casuales y a veces ridículos para justificar su trama; de alguna manera el espectador desprevenido es manipuleado al no disponer del tiempo necesario para recapacitar sobre las inconsistencias que está observando. Eso motivó para que viese el film por segunda vez y comprobara que mis sospechas iniciales sobre lagunas significativas en el desarrollo de los acontecimientos estaban bien fundadas. Los aspectos apuntados más una conclusión bastante rebuscada contribuyen a atenuar parcialmente los valores del film.
Señalar las incongruencias del libreto sería revelar hechos importantes que el espectador no debe conocer de antemano, por lo tanto me es imposible precisar en qué consisten. Otro reparo es la música de Ennio Morricone; ciertamente, nadie pone en duda la calidad del bien conocido compositor musical; sin embargo, la banda sonora del film resulta efectista y estridente.
A pesar de las objeciones señaladas, queda como balance un film valiente que expone una cruda realidad dentro de un clima de envolvente suspenso. Para concluir habrá que destacar la remarcable interpretación de Rappaport, una gran actriz del teatro ruso poco conocida en Norteamérica, quien brinda una patética caracterización de la joven mujer agobiada física y emocionalmente por los miedos y las obsesiones de un pasado degradante y cruel.
PP½
LA MISMA LUNA. México-Estados Unidos, 2007. Un film de Patricia Riggen
Hay historias que por su naturaleza reúnen todos los elementos indispensables para emocionar; sin embargo, para que la calidez fluya genuinamente, el relato debe ser narrado de manera creíble. Eso no ocurre con el primer film de Patricia Riggen que gira en torno de una madre separada físicamente de su hijo y que atraviesa las dificultades de vivir en un país extraño sin documentación legal.
La noble intención de narrar la triste odisea de mexicanos que dejan a sus familiares y que viajan a los Estados Unidos en forma ilegal en procura de un mejor nivel de vida y poder enviar parte del dinero ganado a los suyos, es algo que ha sido contado en muchas veces (Babel, El Norte, Bread and Roses, etc.); sin embargo, el problema no reside en que Riggen haya querido considerar nuevamente la explotación, humillación y las penurias vividas por los inmigrantes mexicanos ilegales, sino por la forma pedestre en que el drama es expuesto.
En el guión esbozado por Ligiah Villalobos, Rosario (Kate del Castillo) es una madre monoparental que dejó México para viajar y residir en Los Ángeles sin la visa de inmigración pertinente, dejando a su hijo Carlitos (Adrián Alonso) al cuidado de su abuela (Angelina Pelaez). Ya han pasado 4 años desde entonces, y la única comunicación entre madre e hijo se produce telefónicamente cuando ella lo llama todos los domingos desde un teléfono público. El niño que ahora tiene 9 años añora a su madre, y ella a su vez sufre por no estar a su lado. Esos primeros cinco minutos son los únicos convincentes de un relato que se extiende durante casi dos horas, en donde el libreto acude a todas las manipulaciones posibles para que el público llegue a llorar un poco con el drama de sus protagonistas. Al así hacerlo, logra precisamente el efecto contrario. ¿Por qué? Porque además de que la historia es predecible sin ofrecer sorpresa alguna, acude a coincidencias improbables, situaciones inverosímiles y clisés que solamente podrían contentar a nuestras abuelas en los radioteatros que solían escuchar hace ya más de medio siglo.
Comencemos por los clisés. Rosario trabaja por horas realizando tareas domésticas en casa de una familia WASP; la dueña la trata como un objeto más de la casa, la humilla y termina despidiéndola. ¿Es necesario recurrir al clásico estereotipo de la americana blanca (Jacqueline Voltaire) de alcurnia tratando como trapo de piso a la indocumentada empleada que no puede llegar a denunciarla y que aparece como una desesperanzada mártir?
Sigamos ahora con lo melodramático. En México, la abuela muere de repente, quedando el niño sólo; pero como logró ahorrar dinero de lo que su madre le envía, a pesar de su corta edad, se las ingenia para contactar a una pareja de estudiantes (Jesse García, América Ferrara) para hacerlo cruzar la frontera americana en forma ilegal y así poder llegar al lado de su madre.
Veamos ahora algunas de las “casualidades” forzadas. Después de enfrentar varios contratiempos –pérdida del dinero que lleva, posibilidad de caer en manos de traficantes de droga y menores, ser descubierto por oficiales de migraciones mientras trabaja recogiendo tomates en Texas, etc.- el niño encuentra al padre que nunca había conocido hasta ese momento. Al ir a comer juntos, el menor paga la cuenta con el poco dinero que ganado en los Estados Unidos y el padre acepta de buen grado la invitación como el hecho más natural del mundo, para finalmente dejarlo nuevamente abandonado.
La parte más increíble está en su desarrollo final. Acompañado de otro trabajador ilegal (Eugenio Derbez), Carlitos llega a destino, pero como no tiene la dirección de su progenitora, la única forma de dar con ella es tratando de ubicar la esquina donde se encuentra el teléfono público donde su madre suele llamarlo; claro está, que poco importa que la ciudad sea una metrópoli gigantesca. No es necesario revelar si el chico logrará lo que se propone y cómo habrá de concluir esta “emotiva” historia.
Sin la mínima sutileza para crear un clima donde la emoción desborde legítimamente, este film quiere compararse con “Cinema Paradiso”; lástima que el guión no se lo permita.
Ni la historia de la inmigración ilegal llega a convencer ni el ardiente deseo de un niño en procura de querer ver a su madre es convincente; para ello habría que leer uno de los cuentos de “Corazón” (Edmundo Damicis), “De los Apeninos a los Andes” (también llevado al cine en 1959) para que uno realmente llegue a enternecerse.
Lo mejor que se puede decir de La misma luna es que su elenco es muy bueno, sobre todo el niño Alonso que en realidad parece tener su edad real de 13 años en vez de los 9 años imaginados por el libreto.
Aunque en mi opinión este film es decididamente mediocre, cuando se exhibió en el Festival de Sundance de 2006 obtuvo una importante ovación del público; queda al lector de esta nota juzgarlo por su cuenta. J.G.
P½
BELLA. Estados Unidos, 2006. Un film de Alejandro Monteverde
El comentario que antecede sobre “La misma luna” bien podría copiarse aquí, porque con Bella el espectador nuevamente se encuentra con un melodrama con personajes latinos, bien intencionado pero estropeado por su pobre realización. Aunque sea comprensible que en un primer film no todo resulte perfecto, lo cierto es que la ópera prima del realizador mexicano Alejandro Monteverde se asemeja más a un proyecto amateur que a un trabajo serio proveniente de un graduado de la escuela de cine de la universidad de Texas.
La tenue historia se resume en las desventuras de Nina (Tammy Blanchard), una chica que trabaja en un restaurante mexicano de Nueva York y que es despedida por Manny (Manny Pérez), su dueño, por haber llegado tarde a su empleo por dos días consecutivos. José (Eduardo Verastegui), el hermano de Manny que también trabaja allí como principal cocinero, se compadece de la joven e impulsivamente abandona lo que esta haciendo en el restaurante para acompañarla y brindarle afecto durante el transcurso de un día.
Lo que pudo ser una cálida historia no llega a serlo porque el guión parte de situaciones no convincentes y las motivaciones de sus dos personajes centrales son escasamente plausibles como para que uno le llegue a importar lo que sucede con ellos. Tanto el problema de Nina al haber descubierto que está embarazada sin desearlo, como el pasado de José que vio destruida una promisoria carrera de jugador futbolístico por acontecimientos dramáticos que han llegado a traumatizarlo, no ofrecen la envergadura que Monteverde desearía imprimir a su historia.
A fin de rescatar algo positivo, puede señalarse que el film trata de resaltar los valores familiares. Eso ocurre cuando José lleva a Nina a la casa de sus padres ((Angélica Ragón, Jaime Tirelli) para que los conozca y el ambiente familiar que ella detecta le sirve de inspiración para reflexionar sobre la suerte de su embarazo; al propio tiempo, la experiencia de ese día intenso vivido con Nina, le permite a José redimirse con su pasado a la vez que lo hará meditar sobre los pasos que adopte en el futuro.
En casi todo el relato, Monteverde apela a un lenguaje melodramáticamente pesado, un ritmo lento y a trillados recursos que son los típicos de una pobre telenovela.
Finalmente, el mensaje de la película, en el sentido de que el amor “todo lo puede”, resulta demasiado tibio por su planteo y por la falta de vitalidad necesaria para que trascienda. Blanchard y Verastegui animan sus roles correctamente aunque sin distinguirse, mientras que la breve participación de Pérez resulta a todas luces caricaturesca como el “malvado” de la película.
A juzgar por Bella, Monteverde no demuestra poseer aún la solidez que algunos de sus compatriotas (González Iñárritu, del Toro, Cuarón) han evidenciado en sus primeras películas. Es de aguardar que sus proyectos futuros puedan llegar a revertir la desfavorable impresión que causa este film.
P½
IT’S A FREE WORLD. Gran Bretaña-Alemania-España-Polonia, 2007. Un film de Ken Loach
Una vez más el retorno de Ken Loach resulta auspicioso porque este excelente realizador nunca defrauda. Después de la Palma de Oro obtenida en Cannes hace dos años con “The Wind that shakes the Barley”, con It’s a free world ofrece un tema que si bien no es novedoso, Loach le insufla sangre nueva como para establecer la diferencia. Acompañado de Paul Laverty, su guionista habitual, el film reafirma la sensibilidad humana del director así como la agudeza literaria de su libretista al haber escrito una historia social de candente actualidad.
Nuevamente aquí, la clase obrera es el objetivo final del relato que se cuenta. Las diferencias económicas y sociales predominantes en el mundo, producen desplazamientos humanos desde los países más pobres hacia los más desarrollados en procura de un mejor nivel de vida. El continente europeo no es la excepción y esa circunstancia es la que ha inspirado a Loach y Laverty para ofrecer un retrato del esclavismo moderno en Gran Bretaña, a través de la explotación de la mano de obra barata proveniente de Europa Oriental.
Angie (Kierston Wareing) es una londinense de treinta y tantos años que en forma arbitraria acaba de perder su trabajo en una agencia de empleo dedicada a la subcontratación de trabajadores temporales. Es así que de ahí en más decide trabajar por su cuenta y para ello convence a Rose (Juliet Ellis), su compañera de alojamiento, para que juntas abran una agencia de empleo de características similares a la que estaba trabajando antes de su despido. Con la ayuda de una computadora, un sitio de internet y una motocicleta para desplazarse, el cuartel de trabajo queda de este modo establecido.
En un principio Angie, solamente subcontrata a trabajadores provistos de documentación legal. Poco a poco, la dinámica empresaria comienza a sentir las presiones de un mercado altamente competitivo y para lograr mantener su empresa a flote decide reclutar a inmigrantes ilegales, adoptando procedimientos poco “santos”.
Como es habitual, Loach describe a sus personajes evitando una valoración dicotómica excluyente; en cada uno de ellos se aprecia tanto los aspectos positivos como también las facetas negativas. Esa condición humana se evidencia en Angie quien de víctima inicial se convierte en explotadora de la gente inmigrante con deseos de trabajar; teniendo “la sartén por el mango” sabe muy bien cuál es el personal que debe contratar y cómo obtener del mismo el máximo partido, siguiendo parámetros similares a los adoptados por sus antiguos empleadores. Con todo, el guión cuida muy bien de no transformarla en monstruo sino más bien en una persona atractiva y agradable, haciendo que el público que la observa se convierta en su involuntario cómplice. Sin justificar a Angie y esquivando el tono moralista o predicador, Loach y Laverty exponen las condiciones personales de esta mujer, que es una madre monoparental de un niño de 11 años (Joe Siffleet) por quien siempre tuvo que preocuparse para darle lo que necesitaba, aunque no lo suficiente en términos de presencia física debido a las condiciones de su trabajo; sabiendo que debe priorizar las exigencias de su empresa para obtener más dinero, no duda en dejar de lado ciertos preceptos morales, aunque lo sea a expensas de los marginados sociales que buscan un decente trabajo para vivir.
Al abordar un tema complejo con caracteres ambiguos y realistas, la audiencia se encuentra con un film que sin ser excepcional, es encomiable por su seriedad y sinceridad; así se contempla el actual mundo laboral donde la mano de obra es una mercancía más –abundante por cierto- que se transa fríamente en el mercado laboral.
Claramente queda expuesto, sin complacencia alguna, los efectos lamentables de un mundo globalizado donde el funcionamiento del sistema económico-productivo solo privilegia el valor del dinero dejando a un costado los ideales de una sociedad más humanitaria y justa; cada uno trata de aferrarse a cualquier medio con tal de salvarse y si es posible enriquecerse, aunque lo sea a expensas de terceros; después de todo, como lo dice su título, “éste es un mundo libre”. Si la tesis de Loach y Laverty prueba ser cierta, pobre es el destino que aguarda a las generaciones venideras.
PPP½
21. Estados Unidos, 2008. Un film de Robert Luketic
Este film está basado en “Bringing Down the House”, un libro de Ben Mezrich que a su vez tomó como referencia un hecho real que tuvo como protagonistas a un grupo de estudiantes sobresalientes del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), quienes en los casinos de Nevada vencieron a la banca y embolsaron millones de dólares jugando al 21 –también conocido como blackjack-.
El director Robert Luketic relata esta historia sin otra pretensión que la de entretener. Sin entrar en mayores detalles, este juego tiene como propósito alcanzar 21 puntos mediante dos o más cartas repartidas por el dador, donde el jugador que más se acerca o logra el máximo puntaje es el ganador, y quien llega a excederse pierde su apuesta.
El relato presenta a Ben Campbell (Jim Sturgess), un brillante y sencillo estudiante del MIT cuya máxima ambición es ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard; sin embargo, dicha meta no es sencilla por los 300 mil dólares que significa costear la carrera y porque además el muchacho pertenece a un hogar de condiciones humildes, donde su madre viuda (Helen Carey) no puede ayudarlo con esa cifra astronómica.
Un hecho inesperado cambia su suerte cuando Mickey Rosa (Kevin Spacey), su profesor de matemáticas que es también un extraordinario estadístico, descubre su gran talento y le propone que junto con otros jóvenes tan dotados como él, viaje los fines de semana a Las Vegas para jugar en sus casinos y desbancarlos en las mesas de blackjack, mediante el rápido conteo de cartas. Ben rehúsa la proposición pero ante la insistencia de Jill (Kate Bosworth), una joven que le atrae, y tentado por la posibilidad de obtener ganancias que le permitan financiar la prosecución de sus estudios en Harvard, decide finalmente participar en esta singular aventura.
Rosa como coordinador del equipo, instruye a cada uno de sus integrantes qué es lo que deberá hacer al encontrarse en las mesas de juego. Para eso, ellos deberán memorizar un código de palabras y aprender un conjunto de señas que -al ser utilizadas deliberadamente- les permitirán saber el puntaje que se va obteniendo durante el desarrollo de cada partida, así como las opciones a seguir o la conducta a adoptar si los croupiers sospechan algo raro. Además, el docente les advierte severamente que deberán guardar las emociones personales y no dejarse sucumbir a la tentación de jugar en forma desaprensiva; todo ello es completado con la entrega de apócrifas tarjetas de identificación personal.
El planteo del film es atractivo pero lo que sigue después es problemático por los enormes baches que sustenta el guión, cuestionando la credibilidad de la historia por más verídica que haya sido. En primer lugar no queda claro cómo funciona la mecánica del conteo de cartas para que el grupo pueda ganar sin nunca llegar a perder; en la vertiginosidad del juego, el hecho debe ser aceptado como un dato.
Otro aspecto objetable es que si el profesor enfatiza la necesidad de no despertar sospechas, no se explica que todos los fines de semana el grupo regrese al mismo casino, cuando en Las Vegas hay cientos más donde probar fortuna. Tampoco queda claro si es lícito o no lo que este equipo realiza para ganar, a fin de juzgar la honestidad de sus participantes; si bien el film repite más de una vez que no hay nada ilegal en el procedimiento del conteo de cartas, eso no es óbice para que el casino tenga sus agentes de seguridad y que uno de ellos (Lawrence Fishburne) castigue severamente a sus trasgresores.
No vale la pena seguir enunciando las situaciones ilógicas del relato, donde lo más irrealista sucede en su desenlace y que por razones obvias no se habrá de mencionar. A pesar de las objeciones señaladas, la película entretiene sin que jamás llegue a aburrir gracias a la sólida dirección de Luketic que le imprime un ritmo dinámico, así como al homogéneo nivel de interpretación donde Spacey –como es usual- está impecable como el carismático profesor y Sturguess se destaca como el genial estudiante que se convierte en el jugador principal del grupo.
Los detalles de producción son impecables con imágenes generadas por computadora que realzan la vorágine de las mesas de juego, con las cartas y las fichas prácticamente “volando” sobre las mismas.
En resumen, un film suntuoso y ciertamente simpático, aunque con muchos hilos sueltos flotando en el aire.
PP½
STREET KINGS. Estados Unidos, 2008. Un film de David Ayer
Los Ángeles ofrece una faceta sombría y tenebrosa en una nueva historia referida al accionar del LAPD (Los Angeles Police Department) en su lucha contra los delitos y crímenes que tienen lugar en esa ciudad. Con todo, Street Kings se diferencia de otros thrillers policiales sobre el mismo tema, porque en este caso ilustra en forma más descarnada el comportamiento policial para implementar la ley y las implicancias morales de una institución que se supone que está asignada a resguardar el orden y respetar los procedimientos legales.
El relato basado en el libro del novelista James Ellroy, con un guión preparado por su autor en colaboración con Kurt Wimmer y Jamie Moss, presenta a Tom Ludlow (Keanu Reeves), un policía del LAPD que personifica la contradicción y complejidad de un representante del orden. Haciendo alusión al titulo del film, él se siente como el rey de las calles de la ciudad protegiendo a una sociedad que tiene que lidiar con los marginados de la ley; para ello no duda en adoptar medidas que escapan a las limitaciones impuestas por los cánones burocráticos y las formalidades legales. De no haber sido policía, se lo podría considerar como una suerte de “vigilante” que hace justicia por sí mismo, pero como custodio del orden no duda en excederse de sus funciones, emulando a la mayoría de los miembros de la unidad a la cual pertenece. Cuando un ex asociado de la dependencia y que solía cuestionar los métodos de Ludlow es asesinado (Terry Crews), ciertas evidencias lo llegan a comprometer en la acción cometida; es entonces que su supervisor y mentor, el Capitán Jack Wander (Forest Whitaker), toma cartas en el asunto para tratar de identificar a los responsables del crimen. A partir de ese momento, Ludlow comienza a cobrar conciencia de la cultura policial de la cual forma parte y el alto precio que se debe pagar por quienes tratan de desviarse o apartarse de la misma.
Aunque esta historia no siempre mantiene una completa coherencia, se puede ser condescendiente en mérito a que tiene suficiente frescura en el intento de ir exponiendo como la tropa de elite del LAPD está habililtada para actuar con la misma violencia que los perpetradores de la misma, en donde todo hace suponer que el fin justifica los sórdidos medios empleados. Además, en la dramática visión del relato, parecería que el enemigo más peligroso es el que se encuentra en el seno de la propia institución, donde cada uno de sus miembros terminan siendo desleales y traicionándose entre sí mismos.
El director David Ayer, quien ha crecido en South Central de Los Angeles –el peligroso sector donde transcurre la acción-, transmite con brío y entusiasmo esta historia de corrupción donde el personal humano del LAPD se revela como un verdadero antihéroe. El film tiene su buena dosis de violencia, cierto moderado suspenso y a diferencia de otros filmes del mismo género, cuenta con personajes suficientemente elaborados como para hacerlos creíbles. Reeves ofrece una satisfactoria caracterización como el funcionario que ni santo y ni villano debe lidiar con asesinos, luchar con sus propios colegas corruptos y también enfrentar sus demonios internos al depender del alcohol. Por su parte, Whitaker aporta su presencia carismática y solidez de actor, como el supervisor que habiendo acumulado un inmenso poder en el ejercicio de su profesión trata de mantener la disciplina de su unidad, adoptando métodos de justicia bastante discutibles y revelando finalmente el lado oscuro de su personalidad. La confrontación que ambos actores mantienen a través de sus personajes en el desenlace del film, expone la verdadera relación que los une y que confiere al relato una dimensión trágica. J.G.
PP¾
DVDs
GRACE IS GONE (Alliance)
Esta película que gozó de una muy buena recepción en el Festival de Sundance 2007 y estuvo programada para ser estrenada en diciembre pasado, nunca llegó a exhibirse en las salas de cine de Canadá. Gracias a la reciente edición del DVD efectuada por Alliance, es posible llegar a apreciar este film pequeño pero de notable calidad.
El tema del film es sumamente conmovedor logrando que la emoción producida llegue a la audiencia legítimamente sin recurrir a una narración melodramática o lacrimógena al que ciertamente se prestaba. Utilizando un perfil bajo, el director y guionista James C. Strouse utiliza a la guerra de Irak como un telón de fondo para relatar un drama que constituye una meditación sobre la pérdida y el dolor causado por la desaparición de un miembro muy querido de la familia.
El argumento es muy sencillo. John Cusack anima a Stanley quien es el jefe de una familia muy bien constituida integrada por sus dos hijas y su esposa Grace. Ella no está presente en el hogar por encontrarse en Irak integrando las filas del ejército que presta servicios a su país. En su ausencia, Stanley se ocupa de las niñas de 8 y casi 13 años de edad (Gracia Bednarczyk y Shelan O’Keefe), además de trabajar cotidianamente en un gran almacén. El relato delata la frustración de Stanley de no haber podido participar también en el ejército debido a un problema de vista.
El drama se produce bien pronto, cuando dos militares llegan a su casa para anunciarle que su esposa ha muerto en el campo de batalla. Si el dolor de este hombre es inmenso por la devastadora pérdida, la tarea de tener que comunicar a las niñas que su madre ya no está más, constituye una ciclópea y devastadora misión; al intentar hacerlo inmediatamente, se frena y decide postergar la penosa revelación. Para no delatar su sufrimiento delante de sus hijas, opta por llevarlas a un parque de diversiones de Florida, en un viaje en coche desde Minessota, lugar donde viven.
A través de una mirada cálida y sincera, el director, que ciertamente se consustanció con sus personajes, permite que Cusack ofrezca una interpretación excepcional como el padre decidido a que sus hijitas sientan una vez más la alegría de la despreocupación antes de tener que despertarlas a la cruda realidad de saber que son huérfanas de madre. Si la interpretación de Cusack es óptima, no menos lo es la de Shélan O’Keefe como la casi adolescente chica que es lo suficientemente madura para llegar a percibir que algo extraño y grave está aconteciendo.
Con una cuidadosa puesta en escena, el realizador logró un bello y triste film donde el centro de atención no radica en la muerte de Grace sino en la forma en que un hombre debe recomponer su núcleo familiar frente a la tragedia; al tratar de mantener la integridad y fortaleza necesaria para afrontar el futuro del modo menos doloroso y con una actitud positiva, el espectador asiste a una conmovedora lección de vida, aunque Strouse no se haya propuesto brindar mensaje alguno.
El DVD permite al film que sea apreciado en su versión original inglesa o bien en francés, y además cuenta con subtítulos en inglés y español. Entre sus agregados se incluye una referencia sobre la organización TAPS (Tragedy Assistance Programa for Survivors) con asiento en Washington DC que está integrada por personas que han atravesado por esta clase de dolorosa experiencia y por lo tanto se encuentran capacitadas para ofrecer asistencia y confort espiritual a los que experimentan situaciones similares.
IF IT’S TUESDAY, THIS MUST BE BELGIUM (MGM/UA)
Si bien el paso del tiempo no ha sido inclemente para algunas comedias (las de Frank Capra o Billy Wilder, por ejemplo), en otros casos resulta inexorable ,como es el caso de este film de Estados Unidos de1969 del director Mel Stuart.
Tanto en 2008 como hace 40 años, la fórmula de los “paquetes turísticos” atrae a un público que desea hacer turismo organizado para disfrutar de excursiones preparadas de antemano, sin tener que preocuparse de traslados de valijas, reservas de hotel, desayunos, paseos por los lugares que se visitan y de otros menesteres. Eso es lo que inspiró al guionista David Shaw para satirizar amablemente a un grupo de turistas americanos que nunca han estado en Europa y que durante un escaso número de días deciden apreciar las bellezas del continente europeo. Lo que en su momento constituyó una comedia amable exponiendo a esa particular galería de personajes atravesando 9 países en 18 días, hoy día esa visión resulta un tanto cansina y sin mayor gracia. Cada personaje tiene sus fobias especiales pero sus rasgos característicos distan hoy de conservar la gracia o comicidad de antaño.
Suzanne Pleshette como una turista que encuentra el amor en el viaje, así como Ian Mc Shane animando al simpático guía británico que la conquista, ofrecen correctas actuaciones en los roles centrales, dentro del contexto requerido por el relato. El elemento interesante de destacar es que el público mayor de 50 años sentirá un poco de añoranza al salir al encuentro de Vittorio de Sica, Elsa Martinelli, Catherine Spaak, Robert Vaughn, Anita Ekberg, Ben Gazzara, Virna Lisi, y Elsa Martinelli, quienes han sido nombres de gran importancia de esa época y que aquí ofrecen apariciones especiales (cameos) para enriquecer el relato.
Las imágenes de los lugares recorridos, a modo de tarjetas postales, siguen siendo atractivas y la transferencia del film al DVD es satisfactoria. Presentado en la versión original inglesa, o en versión doblada al francés o español, y con subtitulaje opcional en español o inglés.
LONG DAY’S JOURNEY INTO NIGHT. (Alliance)
Aunque Long day’s journey into night (Viaje de un largo día hacia la noche) fue llevada al cine más de una vez, contándose entre ellas la magnífica versión de Sydney Lumet de 1962, esta producción de la obra ofrecida por el Festival de Stratford y volcada a la pantalla grande es de gran calidad. Aunque hayan pasado 12 años desde su estreno en el Festival de Toronto de 1996, su reciente edición en DVD permite seguir apreciando uno de los dramas familiares más importantes que Eugene O’Neill haya escrito.
El autor, considerado como el más grande dramaturgo americano del siglo 20, escribió esta pieza autobiográfica donde relata la decadencia de una familia viviendo en New England en 1912.
A pesar de que todo transcurre en un sólo ambiente, la gran carga emocional que emana de su excelente texto, hace olvidar la naturaleza claustrofóbica del film. En tal sentido, es de apreciar la habilidad del director David Wellington en haber logrado superar algunas de las limitaciones del teatro filmado para utilizar la cámara desde ángulos diferentes que permiten disimular, aunque no totalmente, su origen teatral. Lo que aquí se destaca es la presencia de un relato absorbente y la meritoria interpretación de los actores que le dan vida.
El gran escritor retrató sin clemencia a los miembros más cercanos de su familia. Su alter ego es Jaimie, un muchacho joven, con aspiraciones literarias que convive con un hermano mayor alcohólico que siempre lo ha celado, una madre sufrida con adicción a la morfina, y un padre egoísta y tacaño. A lo largo de una única jornada que comienza con el desayuno y se extiende hasta bien entrada la noche, el autor desnuda los sufrimientos de sus personajes, a través de confesiones, reproches, ataques verbales y piadosas reconciliaciones que van exponiendo la relación de amor y odio que los une, tratando de sobrevivir al drama que enfrentan en un clima de violenta intimidad.
Como quedó dicho, la interpretación es remarcable. Tanto William Hutt como el patriarca familiar, Martha Henry como la alucinada y atormentada madre, Tom McCamus animando al hijo mayor fracasado que nada logró en su vida y Peter Donaldson como el hijo menor que contempla tristemente la tragedia familiar en el que está inmerso, brindan la fuerza dramática y la garra emocional que emerge de la cautivante obra del premio Nobel de Literatura.
La calidad de la edición es irreprochable y si hay alguna objeción que hacer es que no existen agregados o extras que pudieran suministrar al espectador la visión personal del director y de sus actores (excepto Hutt que falleció el año pasado) en esta gran experiencia artística.
BONNIE AND CLYDE. (Warner Home Video)
Clásico entre los clásicos, esta especial edición de Bonnie and Clyde es realmente valiosa y seguramente que así será apreciada por los coleccionistas.
Visto hoy día, no es exagerado afirmar que el film resiste el paso del tiempo; no solo sigue siendo un elemento de referencia válido para relatos de gangsters, sino que además de su espectacularidad, mantiene la frescura y lozanía de antaño.
Arthur Penn logró una obra maestra gracias a su habilidad de haber narrado una historia cautivante con sencillez, sin haberse extendido en elementos innecesarios y logrando que en sus casi dos horas de duración, el ritmo nunca flaqueara en el recuento de robos y crímenes que Clyde Barrow y Bonnie Parker generaron en su azarosa vida delictiva. El articulado guión de David Newman y Robert Benton incorpora violencia y ternura, así como drama y humor, en una perfecta combinación como pocas veces se ha visto en historias de este género. En cuanto a la interpretación, la misma es intachable al punto de que se hace difícil concebir una pareja diferente a la de Warren Beatty y Faye Dunaway transmitiendo la intensa y energética personalidad de los personajes que animan; a ellos debe agregarse la destacada participación de Michael J. Pollard, Gene Hackman en uno de sus primeros roles para el cine, y de Estella Parsons quien animando a la cuñada de Clyde le valió el reconocimiento de la Academia de Hollywood concediéndole el Oscar a la mejor actriz de reparto. En cuanto a sus aspectos técnicos se destaca la excepcional fotografía de Burnett Guffey.
El DVD del film -con elementos de audio digitalmente remasterizados- está incluido en el primero de los dos discos de la presente edición.
Una grata sorpresa, por la importancia de sus agregados, la depara el segundo disco. Allí figura un documental conmemorando el cuadragésimo aniversario de su realización que dura aproximadamente una hora; se pueden apreciar comentarios sobre la producción del film, los integrantes de la banda, la realidad y mito de sus personajes centrales, así como la promoción y el lanzamiento de la película, cuya primera proyección tuvo lugar en el antiguo Festival de Montreal realizado en 1967. Además de Beatty –en su doble condición de actor y productor- también participan en los comentarios, entre otros, Dunaway (que con cuarenta años más, aún luce su belleza y sugestión de los años 60), Pollard, Parsons, Benton, Penn, y la editora Dede Allen quien tuvo un papel relevante en el montaje logrado en la inolvidable escena final donde los malhechores terminan acribillados en una suerte de danza mortal.
También se incluye otro documental de 42 minutos “The History Channel – Amor y muerte”, sobre los verdaderos Bonnie y Clyde”, con comentarios de interés por parte de la real hermana de Clyde, la noticia de la prensa con la muerte de sus antihéroes en Louisiana en Mayo de 1934 y sus respectivos entierros.
Los extras también comprenden pruebas de vestuario de Beatty y algunas escenas suprimidas cuando el film fue estrenado.
La edición es presentada en su versión original inglesa con títulos optativos en inglés, francés y –curiosamente- en idioma coreano.
FICCION (Mongrel Media-Métropole)
Presentado en el TIFF de 2006 pero nunca exhibido comercialmente en Canadá, el público tiene ahora ocasión de juzgar a Ficción a través del DVD que se encuentra en el mercado desde el martes pasado.
Se trata del cuarto largo metraje de Cesc Gay, un director catalán que se caracteriza por su sutileza y discreción en la descripción de personajes y costumbres de Cataluña. En este caso Gay deja de lado el contexto urbano de su anterior película “En la ciudad” para ubicarse en la zona campestre de los Pirineos catalanes.
Su trama puede ser descripta en forma muy breve. Alex (Eduard Fernández) es un exitoso cineasta de casi 40 años y de estado civil casado. Al tratar de buscar inspiración para su nuevo guión y superar su actual crisis creativa, acepta la invitación de su amigo Santi (Javier Cámara) para trabajar en su casa rural ubicada en un bello enclave montañoso y así poder mejor concentrarse, dejando por unos días a su familia. Su llegada coincide con la de Mónica, (Montse Germán), una violinista quien está también de visita con su amiga Judith (Carme Pla). A la hora de la cena los 4 personajes intercambian opiniones acerca de las experiencias de la vida cotidiana, y cómo ellos llegaron al ser lo que son; de esa conversión va surgiendo una afinidad especial entre Alex y Mónica, quien también está casada. Como se puede apreciar, no hay nada nuevo en lo que se ofrece, salvo que su excelente narración seduce al espectador del mismo modo cómo si se estuviese contemplando uno de los cuentos morales de Rohmer, o volviendo a ver la pequeña joya de David Lean “Lo que no Fue” (Brief Encounter). La atracción romántica que queda establecida entre Alex y Mónica, mantenida en un nivel platónico, confiere al film una riqueza poética admirable; en tal sentido, mucho de ello se debe al nivel de sobriedad que el director ha utilizado al escribir su guión –junto con Tomás Aragay-, sabiendo expresar lo que puede ocurrir en la vida de dos personas frente a circunstancias impensables o inimaginables pero completamente factibles. La dirección de actores es admirable y en tal sentido Gay se ha visto agraciado por un cuarteto de intérpretes de primer nivel ofreciendo lo mejor en esta melancólica historia.
El DVD es presentado en su versión original en español y catalán, con subtítulos optativos en inglés o francés.