3.8.10

CINE EN LA PLAZA

Comentarios de Jorge Gutman

INCEPTION. Estados Unidos, 2010. Un film de Christopher Nolan
El tema de los sueños y su vinculación con el proceso registrado por la mente en ese estado de letargo ha sido tratado en diversas oportunidades por destacados científicos comenzando con los estudios psicoanalíticos efectuados por el eminente científico Sigmund Freud; también importantes autores de la literatura universal se interesaron por el tema, donde por ejemplo, Jorge Luis Borges dedicó gran parte de su obra a cuentos y relatos donde los sueños interactúan con la realidad, y en lo que al cine se refiere varios realizadores como Alain Resnais, Luis Buñuel y Alfred Hitchcock lo han abordado en su filmografía. Ahora es el turno del cineasta Christopher Nolan en transitar por el universo de laberintos inconscientes producido por los sueños con Inception, film que a pesar del complicado rompecabezas intelectual a que somete al espectador tuvo la distinción de encabezar las recaudaciones de boletería de América del Norte en el último fin de semana.
El desafío que Nolan se impuso consiste en tratar de reflejar la complicada propuesta de construir y compartir sueños con imágenes que traduzcan adecuadamente su propósito. Encuadrado dentro del género de ciencia ficción, el director elaboró un drama psicológico tomando como referencia central a Dom Cobb (Leonardo DiCaprio), un profesional que actúa como espía de grandes corporaciones infiltrándose en el subconsciente mental de sus competidores mientras están durmiendo, para extraerles estratégicas informaciones. Esa actividad lo ha convertido en un delincuente para la ley, hecho que le impide retornar a su hogar de Los Ángeles para estar al lado de sus dos pequeños hijos.
El nudo de la trama se centraliza en la oferta que Dom recibe de Sato (Ken Watanabe) un empresario multimillonario (Ken Watanabe); a cambio de proporcionarle una solución legal que le permita retornar a su país, su cliente le pide que realice una tarea inversa a la que Dom está acostumbrado y que consiste en implantar en la mente de Fisher (Cillian Murphy) –su competidor rival más importante- una idea que le habrá de desmoronar el imperio industrial que está a punto de heredar de su padre (Pete Postlethwaite). Para ejecutar su primer trabajo de “inserción”, Dom reúne a un equipo integrado por Arthur (Joseph Gordon-Levitt), su asociado de larga data, Eames (Tom Hardy) quien tiene la virtud de adoptar diferentes personalidades durante los sueños, Yusef (Dileep Rao) que es el químico encargado de preparar las drogas necesarias para adormecer a los soñadores como también devolverlos a la realidad, y Ariadne (Ellen Page), una estudiante de arquitectura cuya misión consiste en la creación de espacios y el diseño del laberinto ambiental en el cual los sueños tendrán lugar.
A partir de esa quimérica premisa, Nolan sumerge al público en un viaje de alucinación donde los sueños se ubican dentro de otros sueños que a su vez están contenidos en un tercer nivel de somnolencia. Si lo que comento resulta difícil de captar para el lector de esta nota, aún más complicado es acomodarse mentalmente en la trama de este film; el desconcierto se produce porque al irse contemplando sus oníricas escenas, uno ignora en cuál de los niveles de subconciencia mental se encuentran sus personajes, lo que conduce a que el espectador se sienta perplejo y casi perdido a medida que el metraje va progresando. Para aumentar la complejidad del relato, la difunta esposa (Marion Cotillard) efectúa diferentes apariciones fantasmagóricas en el estado subconsciente de Dom, saboteándolo emocionalmente en el trabajo que está efectuando.
Analizando este film desde un ángulo diferente, no cabe duda que el director despliega una imaginación asombrosa que merece respeto. A través de los diferentes niveles de inconsciencia impuestos por el relato, el público se enfrenta con cautivantes diseños arquitectónicos, además de transportarlo a diferentes lugares del mundo - Tokio, París, Nueva York, Tánger, Los Ángeles, Carlington en Inglaterra y Cálgary-, donde la suspensión de la ley de gravedad pareciera no existir para sus personajes flotando en el aire como si se tratara de un viaje interplanetario.
Como la mayor parte del film transcurre en un mundo de sueño y fantasía, Nolan ofrece además un especial espectáculo para los amantes de los blockbusters al ofrecerles abundante acción donde no faltan encarnizadas luchas con intercambio de balas, explosiones, persecuciones, derrumbes de edificios y otros efectos propios de catástrofes físicas.
Aunque lo visual es sorprendente, en cambio el relato no reserva espacio alguno para la emoción. Si bien el protagonista de esta historia lleva consigo un cargo de conciencia por la muerte de su esposa, todo está ilustrado en forma absolutamente fría, desapasionada y cerebral. Eso no inhibe para que el elenco encabezado por Leonardo DiCaprio se desempeñe satisfactoriamente dentro de las limitaciones impuestas por la naturaleza del tema.
¿Cómo resumir mi apreciación sobre este film? Ciertamente me produce una mezcla de sentimientos ambivalentes. Por un lado aprecio la calidad de la realización así como la loable ambición del autor por considerar un tema de difícil concepción. Pero también debo concluir que para poder llegar a extraer toda la lógica subyacente del universo ficticio aquí contemplado, se requiere más de una visión a fin de incorporar gradualmente aspectos que pudieron haberse pasado por alto en una primera oportunidad. Eso no es tan sencillo desde un aspecto pragmático; no solamente por la duración de su metraje de 2 horas y 48 minutos, sino también porque quien va al cine aguarda comprender lo que está presenciando sin necesidad de tener que invertir más tiempo y dinero en una segunda o tercera visión para su cabal comprensión. En ese sentido, el cine como expresión artística, no goza de la misma ventaja que la literatura o de otras manifestaciones de arte donde uno puede leer y volver a leer las partes dificultosas de un libro o quedarse contemplando un tiempo más prolongado para captar lo que un autor plasmó en una obra pictórica.
Finalmente, a pesar de no salir indemne del puzzle propuesto por Nolan, cabe señalar que su relato mantiene intrigado en la medida que uno se esfuerza por integrar las múltiples piezas de este rompecabezas. En todo caso lo que puedo concluir es que si Inception es una obra que puede llegar a ser admirada por su propósito de introducirnos en la actividad subconsciente de la mente humana, su naturaleza intrincada y laberíntica produce a la postre un agotamiento natural que impide que se la llegue a disfrutar.
PP½


SOLITARY MAN. Estados Unidos, 2009. Un film de Brian Koppelman y David Levien
Aunque Solitary Man resulta muy interesante como un estudio caracterológico de un hombre amoral, el guión no llega a la altura de la muy buena caracterización lograda por Michael Douglas quien animando a dicho personaje prácticamente está en pantalla a lo largo de todo el metraje.

El guión escrito por el realizador Brian Koppelman presenta a Ben Kalmen (Douglas), un neoyorkino que está a punto de cumplir 60 años y que a pesar de haber gozado de una excelente situación económica y de una familia estable durante un considerable número de años, prácticamente es el causante único de haber visto su vida desmoronada. El relato sigue su trayectoria describiéndolo como un hombre carismático, poderoso, cuya simpatía parece despertar la adhesión de quienes lo tratan, pero gradualmente ha ido perdiendo el apoyo y cariño de quienes lo rodean, incluyendo sus propios familiares. Cuando el film comienza vemos que profesionalmente su actividad de exitoso vendedor de automóviles se ha desvanecido debido a prácticas ilegales cometidas en su negocio. En su vida personal se ha divorciado de su mujer (Susan Sarandon) a pesar de mantener buenas relaciones con ella, en tanto que su hija (Jenna Fischer) de 30 años, felizmente casada, es su crítica más severa en cuanto al comportamiento que asume frente a terceros, al punto de impedirle mantener trato con su propio hijo por temor a que reciba malas influencias de su abuelo.

Habiendo tratado de reconstruir su vida sentimental, Ben mantiene una nueva relación con una mujer divorciada (Mary Louise Parker) madre de una hija adolescente (Imogen Poots) con quien no tiene recelo alguno de acostarse con ella; esa pobre catadura moral también la utiliza con un joven estudiante universitario (Jesse Eisenberg) con quien fraterniza y sin tener escrúpulo alguno en su intento de seducir a su joven novia (Olivia Thirlby) en una reunión social a la que ha sido invitado.

El relato es positivo en cuanto a que la espiral de decadencia de Ben está expuesta en forma no sentimental y además hay buenos diálogos y algunos momentos de apreciable humor que sostienen el interés del mismo. Sin embargo, el guión no permite que el film alcance mayor fluidez y lo que es muy importante es que de ningún modo convence la razón de que Ben haya decidido llevar una vida licenciosa a partir de un problema de salud que lo afectó tiempo atrás. A pesar del problema de guión, la interpretación de Douglas es tan auténtica como expresiva lo que torna a que su personaje sea completamente convincente a pesar de que en el fondo resulte detestable e inspire lástima. El resto del elenco se desempeña correctamente al servicio del personaje central, incluyendo la intervención de Danny De Vito en un breve rol como amigo de Ben.

EL VUELCO DEL CANGREJO. Colombia-Francia, 2009. Un film de Oscar Ruíz Navia
Resulta de interés la proposición del joven director de Cali Oscar Ruíz Navia en El Vuelco del Cangrejo. Así el poder incursionar en la cultura de una comunidad negra de la costa pacífica de Colombia es algo muy diferente de los tradicionales dramas sociales del cine colombiano que generalmente tienen como escenario a Bogotá.

La historia transcurre en La Barra, un pueblo ubicado al norte del valle del Cauca donde sus habitantes siguen aferrados a un ritmo de vida propio de una sociedad tradicional e inmune a los adelantos del tiempo. En esta localidad, la gente que vive de la pesca, usufructúa del terreno que ocupa aunque legalmente no le pertenece.

El conflicto central del relato tiene lugar en la confrontación que se produce entre la gente del pueblo liderada por Cerebro (Arnobio Salazar Rivas), un antiguo pescador de nobles intenciones que se ocupa de ofrecer albergue a visitantes provenientes del interior del país, y Paisa (Jaime Castaño), un terrateniente dueño del lugar que tiene la intención de construir un hotel para revitalizar el área. Cuando Paisa ubica dos inmensos separadores en la playa para dividirla, esa medida genera la ira de Cerebro. A todo eso, llega inesperadamente Daniel (Rodrigo Vélez), un hombre extraño y misterioso proveniente de la ciudad y que no tiene idea de cuál será su lugar de destino pero lo que aguarda obtener es una lancha para salir del país.

Si la confrontación entre lo tradicional y lo moderno en áreas alejadas de la mano de Dios, ha sido un tema muchas veces explorado en el cine, el caso es que el guión del novel realizador no ha agrega detalles de naturaleza dramática que doten al relato de un mayor interés. Más aún, el ritmo se aletarga a través de largos planos que no agregan mucho a la narración; tampoco resultan logradas las metáforas y alegorías a las que recurre Ruíz Navia para relativizar la idea del progreso al echar por la borda las referencias humanas de un pueblo que prefiere vivir en libertad sin importarle los visos de modernidad que pueden afectarlo negativamente.

Los méritos de este film residen fundamentalmente en sus valores visuales con una fotografía que va captando notablemente el contraste que se produce entre el mar violento y la selva húmeda, todo ello dentro un marco imbuido de cierto contenido poético. También es destacable el buen manejo que el realizador hace de los actores no profesionales que participan en el film; así, la naturalidad que demuestran frente a las cámaras es realmente apreciable.
A pesar de las observaciones apuntadas, esta ópera prima constituye una aceptable carta de presentación para Ruíz Navia, esperando que en sus futuros proyectos se valga de libretos más sólidos y cohesivos.

I AM LOVE (IO SONO L’AMORE). Italia, 2009. Un film de Luca Guadagnino
Con un refinamiento visual y minuciosamente analizado, este film de Luca Guadagnino que sigue los derroteros de una familia aristocrática italiana trae a la memoria algunos de los trabajos del gran realizador Luchino Visconti (El Gatopardo) quien describía con incomparable maestría las características y costumbres culturales de la alta burguesía de Italia. Guadagnino, probablemente influido por Visconti, realiza algo parecido partiendo de un relato por él preparado que transcurre en la época actual.

En un día invernal con las calles cubiertas de nieve en la ciudad de Milán, el público se introduce en la intimidad de la adinerada familia Recchi dispuesta a celebrar el cumpleaños de su patriarca Edoardo Sr. (Gabriele Ferzetti), quien es el dueño de un vasto emporio textil. Su nuera Emma (Tilda Swinton), supervisa con todo el personal doméstico los preparativos pertinentes de manera que no quede detalle alguno por completar para tal acontecimiento. Durante su celebración, el anciano homenajeado, quien experimenta un muy frágil estado de salud, anuncia su decisión de traspasar las riendas de la administración de la empresa a su hijo Tancredi (Pippo Delbono) –el marido de Emma- así como a su nieto preferido Edoardo Jr (Flavio Parenti), -hijo de Tancredi y Emma-; resultan así excluidos su nuera y sus otros dos nietos Gianluca (Mattia Zaccaro) y Elizabetta (Alba Rohrwacher) quien es una artista que vive en Inglaterra pero que está presente para la ocasión.

Lo primero que surge de la muy buena presentación inicial es el comportamiento sobrio y refinado de Emma quien representa el personaje en torno del cual gira la mayor parte de los acontecimientos de esta historia. Habiendo nacido en Rusia donde conoció a Tancredi, su matrimonio con este hombre hace que deje su tierra natal para vivir en Milán. A pesar de estar directamente emparentada a esta encumbrada familia, en cierto modo es considerada una extraña dentro del seno íntimo de los Recchi, posiblemente por sus orígenes más humildes y por no ser una italiana de “pura cepa”.

A través de una narración cuidadosamente controlada, el argumento va introduciendo lentamente pequeños detalles que en conjunto irán revelando las tensiones subyacentes de esta familia al producirse algunos acontecimientos que se desarrollan en forma simultánea.

Cuando como consecuencia de la muerte del fundador de la empresa Tancredi decide venderla al mejor postor, ese acto constituye el principio del final de una época y un indicador de la lenta desintegración familiar que se manifiesta en el plano comercial. Paralelamente a ese hecho, al enterarse que Elizabetta es lesbiana y que sin prejuicio de ninguna especie seguirá los dictados de su corazón con respecto a la chica que ama, Emma se sorprende con la noticia pero bien pronto recapacita con respecto al pasar que llevó durante sus años de vida conyugal; al estar sujeta a los ritos y culturas impuestas por la tradición de la clase a la cual pertenece tuvo que coartar su libertad de acción para no quebrar los prejuicios sociales. El film cambia de tono adquiriendo un contenido altamente dramático en circunstancias en que Emma, se embarca en un affaire amoroso con Antonio (Edoardo Gabbriellini), el amigo de su hijo Edouardo; esa transgresión liberadora donde Emma deja a un lado su natural represión para dar rienda suelta a su pasión amorosa tendrá ramificaciones trágicas que afectarán a todo el núcleo familiar.

Lejos de constituir un melodrama meloso o artificial, este film de notable belleza visual nunca permite que las emociones estallen con fuerza sino que las mismas se reflejan interiormente en la experiencia vital que atraviesan sus personajes. El relato logra su propósito de transmitir la colisión producida cuando los valores tradicionales de una sociedad refinada pero educada en reprimir sus emociones se topan con el impulso de los sentimientos imposibles de contener.

Aunque todo el elenco actúa de manera inobjetable, en el campo de la interpretación el film pertenece a Swinton quien caracteriza con acierto a una mujer tranquila y reprimida que como consecuencia de un rapto sentimental experimenta una metamorfosis que cambia por completo su existencia.

Sin entrar a considerar los aspectos morales que atañen al comportamiento de su principal personaje, I am love es una lograda ópera prima de Guadagnino que la audiencia selectiva sabrá apreciar.
PPP

THE SORCERER’S APPRENTICE. Estados Unidos, 2010. Un film de Jon Turteltaub
Contrariamente a la ingeniosidad que el segmento de “El Aprendiz de Hechicero” desplegaba en apenas 8 minutos de la excelente película de animación de Walt Disney “Fantasía” (1940), el presente film de Jon Turteltaub carece de la magia que habría cabido aguardar. Aunque The Sorcerer’s Apprentice entretiene moderadamente, el clásico relato de enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal no alcanza el nivel logrado sobre un tema ya tratado en otras oportunidades con mejor fortuna.

En el desigual guión de Matt López, Doug Miro y Carlo Bernard, Nicolas Cage encarna al hechicero Balthazar quien hace 1400 años atrás recibió antes de la muerte del famoso mago Merlin un anillo de dragón con la instrucción de que aquella persona que pudiera calzarlo en su dedo sería quien habría de vencer a los malignos hechiceros de la humanidad. Viajando a través del tiempo la acción se traslada a la ciudad de Nueva York en la época actual donde Balthazar encuentra al destinatario apropiado. Esa persona es Dave Stutler (Jay Baruchel), un joven estudiante universitario de 20 años quien demuestra poseer el potencial necesario para vencer a su archienemigo, el inmortal hechicero Maxim Horvath (Alfred Molina). Aunque a Dave más le preocupa ganarse el corazón de Becky (Teresa Palmer), de quien está enamorado, que convertirse en un brujo de gran poder para salvar al mundo de su probable destrucción, finalmente acepta con reluctancia ponerse a las órdenes de su maestro dado que le resulta imposible volverse atrás.

Todo el difícil período de aprendizaje de los secretos de la magia y de las ciencias ocultas, los encuentros y desencuentros que el entrenamiento conlleva entre Balthazar y Dave, así como los peligros que deben atravesar enfrentando las fuerzas de la oscuridad, proporcionan municiones para que el público aprecie sorprendentes efectos visuales logrados mediante el uso de imágenes computadorizadas. Sin embargo, como todo lo que excede termina por redundar, eso es lo que ocurre con este film con “mucho ruido y pocas nueces”; así los aspectos técnicos superan con creces el contenido anecdótico impidiendo que exista una mejor identificación con los héroes de la historia. Como consecuencia, la pura acción mecánica gracias a lo que el último estadio de la tecnología es capaz de ofrecer adquiere aquí un nivel de indulgencia que neutraliza la magia y emoción del relato.

Para finalizar, el nivel de actuación es correcto y entre sus atracciones figura una breve aparición de Monica Bellucci que se destaca más por su belleza que por el rol (la novia de Balthasar) que le cabe asumir.
PP¼

THE KIDS ARE ALL RIGHT. Estados Unidos, 2009. Un film de Lisa Cholodenko
Aunque difícil de categorizar, este film es uno de los más originales y agradables de la actual temporada. Valiéndose de un muy buen guión con realistas y genuinos diálogos escritos por la realizadora Lisa Cholodenko y Stuart Blumberg, el film demuestra que el compromiso asumido por dos personas del mismo sexo deseosas de unir sus vidas no es diferente al del de la pareja tradicional. Lejos de ser considerado un film sobre la homosexualidad, lo que aquí se trata de mostrar es que el concepto de familia de hoy día admite un modelo alternativo al tradicional; con todo, lo que sigue vigente es el genuino amor que debe unir a sus integrantes, siendo este aspecto irrelevante en lo que a la orientación sexual de los cónyuges se refiere.

El guión de Chodolenko y Stuart Blumberg presenta a Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore) quienes conforman un matrimonio feliz viviendo en compañía de sus dos hijos, Jony (Mía Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson) de 18 y 15 años respectivamente; ambos fueron concebidos por inseminación proporcionada por un mismo donante de esperma. Tal como se aprecia en las primeras escenas, todo es apacible dentro del marco de esta familia donde Nic se desempeña como médica siendo la principal proveedora financiera del hogar en tanto que Jules -sin carrera definida- siente una inclinación por el diseño de jardines. Los chicos ven a sus mamás con completa naturalidad a pesar del no convencional lazo conyugal que las une.

La real intriga comienza cuando Laser desea conocer a su padre biológico y le pide a su hermana que colabore en su búsqueda. Cuando ubican a Paul (Mark Rufffalo), el padre en cuestión que es dueño de un restaurante, hay una afinidad inmediata entre ellos debido en gran parte a la naturaleza afable y simpatía que este hombre destila lo que le hace ganar fácilmente la confianza de los chicos.

Uno de los méritos de este film radica en que sus personajes además de estar excelentemente descriptos permiten que la audiencia los asimile fácilmente. Asi Nic es la madre un tanto autoritaria que sobreprotege a sus hijos, olvidando de algún modo que ya no son niños; Jules por su parte resulta más condescendiente, permitiendo que su compañera imponga las reglas hogareñas; Jony –quien está por dejar el hogar para entrar a la universidad- y Laser asumen los comportamientos típicos de los adolescentes de su edad y en la vida social que llevan jamás salen a relucir las características sexuales de sus progenitoras ni tampoco el estado civil que las unen; finalmente Paul siente por primera vez el gusto por una paternidad que hasta ese momento no había tenido oportunidad de disfrutar porque la vida conyugal nunca estuvo en sus planes.

En esencia, el film persigue como propósito radiografiar a una familia moderna como cualquier otra convencional; tanto la preocupación de las madres para criar a sus hijos en un ambiente sano y apropiado atendiendo a los problemas naturales que les pudieran afectar como así también sus intimidades de pareja asumen características similares a las de un matrimonio convencional. Como en toda historia se requiere la presencia de un conflicto, ese elemento se presenta aquí con la desconfianza que Nic siente de Paul, temiendo que interfiera en la vida normal de sus hijos y además porque su presencia llega a producir una crisis en la relación matrimonial.

Es posible que la experiencia de Cholodenko atravesando en su vida personal algunas de las vicisitudes de Nic y Jules haya otorgado la notable autenticidad que se aprecia en el film, pero también es cierto que eso se debe, como ya quedó expresado, a la existencia de un guión cuidadosamente preparado y también a la excelente actuación de todo el elenco, con especial mención para Bening por las características de su personaje. Con muchas escenas de humor natural, la directora ha logrado un noble film que en última instancia exalta los valores familiares; así mostrando, sus complicaciones, alegrías, desilusiones, neurosis, afectos y emociones, el público sale del cine olvidándose por completo de la orientación sexual de sus protagonistas.

El estreno del film no pudo haber sido más oportuno en momentos en que en muchos países se debate sobre el casamiento entre personas de un mismo sexo y la viabilidad de fundar una familia. Sin duda, Cholodenko formula aquí una carta de amor sobre la validez de la unión homosexual en un honesto y placentero relato.
PPP½

LES HERBES FOLLES (WILD GRASS). Francia, 2009. Un film de Alain Resnais
El veterano Alain Resnais de 87 años de edad sigue despertando interés como realizador ofreciendo en esta oportunidad un film que aunque podrá no ser del agrado de todo el mundo, de todos modos demuestra su capacidad para abordar una comedia absurda con una galería de personajes muy especiales que ofrecen algunas situaciones divertidas. Basada en “El Incidente”, una novela de Christian Gailly y adaptada para el cine por Alex Réval y Laurent Herbiet, esta película utiliza la premisa del azar para presentar a sus dos extraños personajes centrales.

En un día cualquiera y en una de las calles de París Marguerite (Sabine Azéma), una mujer de mediana edad y dentista de profesión, inmediatamente después de haberse comprado un par de zapatos, ve arrebatada su cartera por un ladrón circunstancial; para colmo de males, en el interior de la misma se encontraba una billetera con su documentación personal. Mientras que cualquier otra persona en su lugar habría denunciado el robo efectuando la pertinente denuncia policial, ella se abstiene de hacerlo.

El azar dispone que esa billetera sea encontrada en un parque de estacionamiento por Georges (André Dussollier); éste es un hombre sesentón, jubilado, felizmente casado y padre de familia, de naturaleza afable y con algunos signos de comportamiento que manifiestan cierta excentricidad en lo que hace a las fantasías que su imaginación le llega a elaborar. Al revisar el contenido del objeto perdido encuentra en su interior una foto de Marguerite, con varios documentos personales donde en uno de los mismos se revela que la mujer tiene licencia para pilotear aviones. Después de ciertos esfuerzos fracasados para contactar a la mujer decide entregar lo que encontró a un oficial (Mathieu Amaric) de la comisaría local. Cuando Marguerite lo llama por teléfono a su casa para agradecer el gesto, Georges no parece estar satisfecho con dicha actitud porque él desea encontrarla personalmente, a lo que ella se niega. A partir de allí se intensifica la rareza del individuo al ir adoptando el comportamiento de un patético ser obsesionado a toda costa con encontrar a Marguerite. Para lograr su propósito recurre al envío de cartas sin obtener respuestas y hasta procede a cortarle los neumáticos de su coche para que ella no pueda conducirlo.

Resnais sabe muy bien cómo manejar su cámara y extraer lo máximo de situaciones insólitas y absurdas como las relatadas en la primera mitad del film, pero la verdadera sorpresa la ofrece en su segunda parte donde la historia adquiere un carácter decididamente irrealista. Inesperadamente, Marguerite decide salir al encuentro de Georges y de allí en más es ella la que comienza a obsesionarse con su presencia. No está muy claro si lo que atrae a esta pareja de extraños es amor o simplemente capricho; para que los hechos se vuelvan aún más sorprendentes, la mujer de Georges (Anne Consigny) estimula de modo indirecto apoyando los pasos seguidos por su marido. Lo que posteriormente se expone requiere que el espectador deje de lado su racionalidad para acomodarse a las situaciones disparatadas de un curioso romance surrealista cuyo inesperado desenlace hará que cierto público lo rechace por su carácter pretencioso y rebuscado en tanto que otros espectadores puedan celebrarlo.

Más allá de su discutible y desconcertante historia, Resnais deja de lado sus obras intelectuales convertidas en clásicos del cine (Hiroshima Mon Amour, Hace un Año en Marienbad) para ofrecer en cambio un film muy liviano y juguetón, bien interpretado y correctamente filmado que utilizando un fondo de fantasía busca entretener sin entrar en detalles profundos.
PP½

TOY STORY 3. Estados Unidos, 2010. Un film de Lee Unkrich
Los juguetes constituyen para los niños un estímulo para su desarrollo afectivo, físico, intelectual y social y es eso lo que los creadores de “Toy Story” habrán tenido en cuenta cuando en 1995 ofrecieron lo que sería el primer capítulo de esta hermosa fábula. Además de su óptima calidad, ese film constituyó una gran innovación en términos de animación con la introducción de la tecnología de imágenes computadorizadas que abriría la frontera para futuras producciones que a través de los años asombraron al público. Pero el aspecto más importante es que esa película contó con una narración de primer nivel a la vez que logró un nivel de originalidad sorprendente con la incorporación de juguetes imbuidos de personalidad propia y con gran dosis de afecto y humanidad. En todo caso el criterio era semejante al del genial Walt Disney cuando hace más de 60 años incorporó animales en sus cuentos animados. Cuando en 1999 se filmó el segundo capítulo de esta historia, las expectativas no fueron defraudadas porque logró mantener el mismo nivel de excelencia que el anterior. Ahora se llega a esta tercera parte donde los estudios Pixar, responsables de la serie, han logrado el milagro de haberse superado a sí mismos dado que Toy Story 3 es un film excelente.

El realizador Lee Unkrich se ha valido del ingenioso guión de Michael Arndt para ilustrar el ciclo de vida de los entrañables juguetes de Andy. El muchacho ya no es el pequeño de 3 años que se deleitaba con la compañía del vaquero Woody, el astronauta Buzz Lightyear, la vaquera Jessie, el chanchito Ham, el dinosaurio Rex, el señor y la señora Cara de Papa y todos los restantes muñequitos que de algún modo también eran integrantes de su núcleo familiar. Sin embargo, con el paso de los años, éstos han sido guardados en un cofre, ocupando un considerable espacio habitacional. Ahora que Andy está por entrar a la universidad donde también habrá de residir, al dejar el hogar familiar su madre le urge a que decida sobre lo que hará con quienes fueron sus inseparables amiguitos de infancia.

Con gran sensibilidad, el guión transmite el sentimiento de desamparo que sienten los adorables juguetes al saber que les ha llegado la hora de tener que separarse de Andy. ¿Qué destino les aguarda? Con excepción de Woody, a quien Andy siente una especial preferencia por lo que ha decidido llevárselo consigo, los restantes miembros de esta especial familia de juegos enfrentan un destino incierto que les asusta. Por circunstancias especiales, todos ellos –incluyendo a Woody que decide unirse al grupo- terminan en una guardería que al principio parece paradisíaca, pero al igual que ocurría con el famoso parque de diversiones al que llegaba Pinocho- el lugar resulta poco menos que un campo de prisión de máxima seguridad, a cargo del oso peluche Lotso dispensando a los recién llegados un trato poco menos que despótico. De allí en más, los muñequitos plásticos unirán sus fuerzas y poder de imaginación para tratar de escapar de ese infierno.

Unkrich alterna muy bien el tono de comedia con situaciones de intensidad dramática pero que de ningún modo llega al nivel de provocar miedo a los más pequeños espectadores. En todo momento, el relato mantiene gran interés y por su contenido humano permite que tanto los chicos como los grandes se sienten identificados con los mismos captando el mensaje de amistad y solidaridad que emerge de estos adorables muñequitos. de la misma manera que Walt Disney logró esa mágica emoción y sentimiento con “Bambi” y “Dumbo”. En tal sentido y sin revelar su desenlace para no ser indiscreto, el público asiste a un final profundamente tierno y emotivo donde no es fácil ocultar un amago de lágrima.

Las voces que acompañan a nuestros queridos personajes en su versión original inglesa son muy buenas incluyendo entre otras las de Tom Hanks, Tim Allen, Michael Keaton, Don Rickles, Joan Cusack, Ned Beattty y John Morris que ahora tiene 25 años y voceó a Andy a partir del primer capítulo de la serie cuando entonces era un niño de 10 años.

Resulta innecesario hacer referencia a la virtuosidad visual de este excepcional film, salvo ratificar la excelencia de los responsables de Pixar para que ningún detalle quedara librado al azar donde la tecnología es funcional a un relato importante y no a la inversa como suele acontecer en la mayoría de los casos. Aunque el film es presentado en ciertos cines en 3D realzando sus imágenes, esta película es lo suficientemente bella para ser gozada por quienes no dispongan de otra opción que verla en salas de proyección 2D.
PPPP

CYRUS. Estados Unidos, 2010. Un film de Mark Duplass y Jay Duplass
Lo más destacable de esta película es su actuación; aunque Cyrus como comedia dramática de ningún modo sea desechable, el film descansa fundamentalmente en la solidez interpretativa conferida por John C. Reilly, Marisa Tomei y el joven actor Jonah Hill quienes brindan al relato momentos de emoción apreciables.
Aunque los filmes de los hermanos Mark y Jay Duplass siempre contienen ingredientes extraños que pueden llegar a incomodar al espectador, en este caso la historia imaginada es muy simple y escueta sin rasgos de excentricidad mayor y capaz de llegar a un público mucho más amplio.
John (Reilly), un ser solitario y deprimido recibe con pena la noticia de que Jamie (Catherine Keener), su ex-mujer, volverá muy pronto a contraer un nuevo matrimonio. Aunque divorciados, subsiste entre ellos un nivel de sincero afecto; a fin de levantarle el ánimo, ella le invita a una fiesta a la que finalmente acepta concurrir, a pesar de la reluctancia que lo anima. Allí conoce a Molly (Tomei) donde inmediatamente queda establecido entre ambos una corriente de simpatía y rápida comunicación que termina vinculándolos sentimentalmente. Ella es una madre soltera que vive acompañada de su hijo Cyrus (Hill), un muchacho de 21 años con quien mantiene una relación de extrema dependencia afectiva. Si a primera vista, John podría resultar un intruso, la conducta exterior de Cyrus lo desmiente al recibirlo en su casa con espontánea calidez y más aún, celebrando que Jamie encuentre una buena compañía en su persona. Sin embargo, lo inesperado, tanto para el público como para John, es comprobar cómo en forma sutil y furtiva Cyrus demuestra su resentimiento comenzando a interferir en la relación de pareja cuando llega a temer que el afecto que su madre siente por John resulte a expensas de la pérdida del cariño maternal.
A pesar de un planteo del film realmente interesante, su resolución no llega a cubrir las expectativas aguardadas. Por un lado es ampliamente satisfactorio comprobar de qué modo estos tres personajes se interrelacionan y expresan sus sentimientos pero, por otra parte, el guión no ofrece factores decisivos para que esta comedia se transfrome en un drama perverso dadas las dimensiones y características del personaje de Cyrus; su extraño comportamiento hace que en todo momento exista una cierta tensión sobre cómo habrá de reaccionar; así, uno aguarda que la situación planteada culmine en una actitud de venganza o estallido de violencia; en cambio, nada de eso ocurre y el desenlace abierto del film con una nota de reconciliación y perdón resulta demasiado tímido para lo que se aguardaba del mismo. Claramente, la interesante premisa de sentimientos afectivos en pugna no alcanza a ser explotada en toda su dimensión, a pesar de contar con tres personajes muy bien desarrollados y notablemente caracterizados.
Con las reservas señaladas, el balance final es un film de ricos matices psicológicos que intriga y resulta entretenido de observar y apreciar.
PPP

LES AMOURS IMAGINAIRES (HEARTBEATS). Canadá, 2010. Un film escrito y dirigido por Xavier Dolan
Xavier Dolan es el director más joven del cine canadiense y con reconocimiento internacional; así, su primera película “J’ai tué ma mère” realizada a los 19 años y sin ninguna experiencia previa en la materia, no sólo fue invitada al Festival de Cannes de 2009 sino que también fue objeto de varias distinciones importantes. A ello se agrega que Les amours imaginaires, su segundo y reciente trabajo, fue nuevamente invitado a Cannes este año para participar en la selección oficial. Es por eso que se justificaban las expectativas creadas en torno a este film en ocasión de su estreno comercial del viernes pasado en Montreal.

Lo primero que puede apreciarse de este realizador de 21 años es que reafirma sus condiciones de dotado esteta. Su manejo de la imagen, los colores brillantes obtenidos, el trabajo de cámara y su armonioso encuadre, permiten afirmar que en el plano formal, su precocidad es indiscutible. Pero cuando se entra a considerar su contenido, el entusiasmo se atenúa porque a pesar de su elogiable estilo, el material anecdótico es exiguo como para justificar un metraje de 100 minutos
.
El título del film expresa lo que Dolan deseó ilustrar: la fantasía de un amor imaginario no correspondido por una realidad que frustra los sueños concebidos. Eso ocurre con dos de los jóvenes que conforman el triángulo sentimental de esta historia que transcurre en Montreal. El es Francis (Xavier Dolan), un sensible muchacho gay, y ella es Marie (Monia Chokri), una joven cáustica que adopta una actitud romántica de la vida; además de ser entrañables amigos, ambos llevan a cuesta un buen número de fracasos sentimentales. El afecto de estos jóvenes es puesto a prueba cuando aparece Nicolas (Niels Schneider), un muchacho rubio de pelo rizado y rostro andrógino recién llegado a la ciudad; un sólo golpe de vista basta para que Francis y Marie queden infatuados con su presencia y a través de gestos ambiguos que reciben de Nicolas, los dos amigos están convencidos de que la atracción es recíproca. Sin saber realmente si Nicolás es o no homosexual, tanto Francis como Marie comienzan a competir entre sí para lograr conquistar al inalcanzable e insondable Adonis y es allí donde la relación amistosa comienza a agrietarse.

El film está compuesto por un gran número de escenas demasiado breves para que se pueda profundizar en los personajes. De la leve anécdota solo podría inferirse que lo que Dolan se propuso ofrecer es una meditación o reflexión sobre la ilusión (imaginación) y desilusión (realidad) del amor y cómo esta experiencia es capaz de producir gran dolor cuando el sentimiento no es correspondido por parte del objeto (en este caso Nicolas) deseado. El punto de partida es interesante pero como quedó dicho anteriormente, su contenido es muy tenue para una duración de 100 minutos. Para rellenarlo, Dolan acude a un sofisticado estilo visual que aunque admirable a veces conspira en la fluidez del relato; eso ocurre cuando apela al empleo de la cámara lenta para situaciones gratuitamente innecesarias, disimulándolas con música pop que ciertamente resulta agradable al oído. Otro modo de agregar metraje es con la inserción de falsos documentales donde se entrevistan a varios jóvenes que aluden a sus experiencias sentimentales; si bien ofrecen cierto humor liviano para aliviar cierta aridez del relato central, esos reportajes resultan artificialmente intercalados.

No cabe duda el amor que Dolan siente como cinéfilo; pero su referencia a algunas películas (Breakfast at Tiffany’s) o nombres de actores (Audrey Hepburn, James Dean) no resulta instrumental al desarrollo de la historia como, por ejemplo, Pedro Almodóvar suele aplicarlo en sus relatos.

Los tres actores están correctos aunque para ninguno de ellos implique un esfuerzo de interpretación especial. Dada la estructura del film, no hay margen para la emoción con excepción de una sola escena que tiene lugar cuando Francis decide confesarle a Nicolas estar enamorado de él y éste le replica preguntándole qué es lo que le había hecho pensar que podía ser homosexual.

En resumen, este segundo film de Dolan reafirma la presencia de un buen realizador dentro del panorama de la cinematografía canadiense; sólo habrá que aguardar que en su próximo proyecto su depurado estilo esté al servicio de un contenido más trascendente; ciertamente, capacidad no le falta para lograrlo.
PP¼

WINTER’S BONE. Estados Unidos, 2010. Un film de Debra Granik
Un film de gran calidad es Winter’s Bone, segunda película de Debra Granik donde la realizadora confirma sus condiciones ubicándose detrás de la cámara. Junto con la guionista Anne Rosellini, Granik participó en la adaptación de la novela del mismo nombre que cuenta como protagonista a Jennifer Lawrence, una excepcional joven actriz que prácticamente domina la pantalla. La excelente fotografía de Michael McDonough proporciona el ambiente apropiado de la zona rural de Missouri, en las montañas de Ozarks, lugar en que transcurre la acción y donde lo salvaje se entremezcla con lo rústico para brindar un panorama físico que se presta muy bien a las características psicológicas de este relato lúgubre y misterioso.
Lawrence anima a Ree Dolly, una adolescente de 17 años que vive en la región mencionada junto a su madre y sus dos hermanos menores, Sonny (Isaiah Stone) y Ashlee (Ashlee Thompson), en condiciones humildes. Su madre, prácticamente en estado catatónico y arruinada por las drogas, es una persona con la que no se puede contar y como su padre Jessup está ausente, Ree asume la responsabilidad de los niños. Precisamente la ausencia paternal es la que pone en marcha el desarrollo de los acontecimientos dado que él estuvo encarcelado y quedó liberado bajo fianza poniendo como garantía la vivienda familiar. Cuando Jessup es citado a una audiencia judicial por parte del sheriff local (Garret Dillahunt), Ree se ve obligada a localizarlo para evitar que la casa y el terreno sean expropiados. A partir de allí comienza una búsqueda intensa que conducirá a la joven a tener que enfrentarse a situaciones difíciles. Así, pareciera que todo el mundo que la rodea le es hostil y poco dispuesto a querer ayudarla, ya se trate de su mejor amiga Gail (Lauren Sweetser), su vecina Sonya (Shelley Waggener) o su tío Teardropo (John Hawkes). Lo que se percibe es un clima de violencia latente y de oculta criminalidad en un medio donde las arraigadas costumbres tribales entran en conflicto con los principios elementales de justicia; sin gran esfuerzo pero con lograda eficiencia Granik consigue transmitir la atmósfera de conspiración que vive la heroína de su relato cuando los instintos más primitivos y negativos de la cultura local comienzan a emerger.
Como film de cine negro, el relato además de lograr un buen clima de misterio, ofrece también una buena pintura de una cultura diferente en una zona adentrada en el corazón americano que ciertamente no es muy conocida para el espectador corriente. Lo que hace aún más interesante al relato es la progresiva incorporación de pequeños detalles que permiten que su historia alcance un satisfactorio desarrollo dramático exponiendo tanto los detalles familiares de Ree como las miserias humanas del entorno social.
Todo el elenco es altamente competente pero, como ya se mencionó, es la interpretación de Lawrence la que sobresale netamente; ella proporciona toda la determinación, obstinación y coraje para cumplir con la misión que Ree se ha propuesto a fin de proteger a su familia, pero al propio tiempo también demuestra su vulnerabilidad frente a los tropezones que encuentra en el camino; para ello, además de la elocuencia de la palabra, el movimiento corporal de la actriz también expresa la intensidad dramática de su personaje. En resumen, un film meritorio y decididamente recomendable.
PPP½


KNIGHT AND DAY. Estados Unidos, 2010. Un film de James Mangold
Con Knight and Day James Mangold brinda un film de trepidante acción pero de contenido nulo. Lo que en los primeros 15 minutos parecía un relato de intriga y suspenso con reminiscencia de ciertos buenos filmes de espionaje de Hitchcock (en especial, North by Northwest), todo se descarrila inmediatamente después frente al giro arbitrario e ilógico que los acontecimientos van cobrando.

Volviendo a trabajar con Tom Cruise después de haberlo hecho en “Vanilla Sky” (2001), Cameron Díaz retorna a la pantalla animando a June Havens, una hermosa joven que desde Kansas está por viajar a Boston para asistir al casamiento de su hermana. En el aeropuerto de Wichita, June tiene dos encontronazos accidentales con Roy Miller (Cruise), un apuesto pasajero que también viaja a la misma ciudad y de quien June se siente inmediatamente atraída. Como el vuelo está completo, en principio ella debería aguardar para el siguiente, sin embargo el contratiempo no dura mucho porque finalmente la línea aérea le encuentra un espacio disponible en el vuelo original. La primera incongruencia es comprobar que en la cabina no hay más que 6 o 7 pasajeros incluyendo a June y Roy. Cuando a los pocos minutos de despegar June se dirige al baño, durante su ausencia Roy se da el lujo de asesinar a los pocos pasajeros que viajaban como también al piloto del avión. Al retornar, June comprueba con estupefacción lo que pasó, en tanto que su galán trata de calmarla al hacerle ver que sabe pilotear el aparato; no obstante, el aparato se estrella en un desolado campo, aunque los dos se salvan. Es ahí que June se entera de que Roy es un agente secreto aunque caído en desgracia por sus superiores. Lo que sigue es tan descabellado como lo acontecido durante el accidentado vuelo de tal manera que los 95 minutos restantes constituyen una sucesión de idas y venidas extremadamente incongruentes aunque ciertamente risibles por su falta de sentido.

Lo que se contempla es una desenfrenada carrera de coches y motocicletas, un torbellino de balas disparadas a doquier entre Roy y sus perseguidores donde él siempre sale ileso. He aquí un superhéroe que parecería ser la conjunción de James Bond, Superman, Batman y el Hombre Araña, con un Roy que corre, salta, vuela por los aires, se sumerge en los mares, etc, dotado de algún especial anticuerpo que lo debe inmunizar contra la muerte a pesar de todos los intentos de sus enemigos para exterminarlo.

El problema del film no reside en que lo expuesto sea irreal, sino en sus inconsistencias y falta absoluta de lógica. Las escenas se suceden sin estar vinculadas unas con otras; así en un momento se sabe que Roy y June están en Estados Unidos, posteriormente se los ubica en los Alpes austríacos, cierta isla caribeña, para finalmente encontrarlos en la ciudad de Sevilla. Resulta inútil preguntarse cómo ambos han adquirido el diferente vestuario que lucen en los diferentes escenarios ni cómo June después de haber sido drogada por Roy en un punto del globo terráqueo, despierta en una playa tropical luciendo una bikini.

El guión de Patrick O'Neill brilla por su ausencia dado que no se puede hablar de contenido respecto de un relato que como el presente carece de total significación dando la idea de haberse escrito a medida que el rodaje iba progresando pero sin saber lo que se estaba redactando. En materia de actuación, habrá que reconocer que la energía y simpatía desplegada por Cruise es apreciable, contrastando con la pasividad de Diaz que además de su belleza poco puede aportar con un personaje desdibujado. Algo semejante puede decirse de los demás actores -incluyendo entre otros a Peter Sarsgaard, Viola Davis, Jordi Molla y Paul Dano- que a falta de una mínima caracterización de sus roles, están completamente desaprovechados.

En resumen, un film absurdamente incoherente, con muy poca gracia y que para peor no involucra al espectador en la suerte corrida por sus personajes. En consecuencia, su posible destinatario es un público exclusivamente interesado en vertiginosas aventuras y sin preguntar sobre lo que está viendo.
P

HOLY ROLLERS. Estados Unidos, 2010. Un film de Kevin Asch
Lejanamente basado en acontecimientos que tuvieron lugar en 1998, este primer film de Kevin Asch relata las andanzas de un joven de la comunidad religiosa judía americana. A pesar de que su tema atrae, ni la dirección de Kevin Asch ni tampoco el guión de Antonio Macia han podido explotar el potencial que esta historia ofrecía.

No es la primera vez que el cine enfoca a los miembros de un núcleo judío ultra religioso de Estados Unidos, pero la nota curiosa que aquí se ofrece es que uno de sus miembros se convierte en delincuente con dramáticas repercusiones para sus familiares y su entorno social.

El comienzo del relato promete más de lo que entrega. Hay una buena descripción de las modalidades de la comunidad jasídica con sus estrictas reglas de comportamiento, las costumbres en materia de casamientos arreglados de sus hijos y la particular forma de vestir donde los hombres se distinguen por sus sacos largos de colores oscuros con mechones de pelos a ambos lados de la cabeza, en tanto que las mujeres usan polleras largas y suelen llevar pelucas.

El relato enfoca a los Gold, una familia jasídica de Brooklyn donde el joven Sam (Jesse Eisenberg) trabaja en la fábrica de ropas de su padre (Mark Ivanir) a la vez que sigue sus estudios talmúdicos para convertirse en rabino. Sin embargo ciertos indicios hacen suponer que este muchacho no se encuentra muy seguro de sí mismo; en la fábrica no puede imponer su criterio personal porque su padre no se lo permite, en sus estudios no llega a sobresalir, y en lo que concierne a su manera de pensar él no está muy convencido en seguir las prácticas impuestas por la cultura religiosa de su familia. Su inseguridad, cierta ingenuidad y una incertidumbre sobre su futuro hacen que se convierta en fácil presa de Yosef (Justin Bartha), el hermano de su mejor amigo León (Jason Fuchs), quien le propone un trabajo que consiste en transportar productos medicinales desde Amsterdam a Nueva York. En realidad la pseudo medicina consiste en píldoras de éxtasis cuyo comercio es manejado por Jackie (Danny A. Abeckaser), un traficante de drogas que está asociado con Yosef. Tras poco tiempo, Sam se impone de lo que verdaderamente está haciendo, sentimentalmente se involucra con la sexy novia (Ari Graynor) de Jackie y con el dinero fácil obtenido comienza a comportarse como cualquier otro traficante de drogas, además de aleccionar a nuevos candidatos para seguir el mismo camino.

El problema de este film es la falta de transición necesaria que justifique la transformación de Sam de joven decente a delincuente contrabandista. Con todo, aún más objetable es que su actividad de transportador o “mula” no genere el grado de tensión que debería existir en cada pasaje a través de la aduana; es ahí, donde inevitablemente viene a la memoria el excelente film “María Llena Eres de Gracia” (2004) de Joshua Marston que relataba una desgarradora historia de gran intensidad emotiva sobre un trabajo similar desarrollado por una joven colombiana. A lo anterior cabría agregar que la dirección de Asch denota una falta de convicción narrativa que impide involucrarse con la suerte corrida por su personaje principal; eso se destaca especialmente en su desenlace que al adoptar un sendero previsible y rutinario no logra la resonancia deseada cuando Sam cae en desgracia y sufre el ostracismo de su familia.
PP

MAO’S LAST DANCER. Australia, 2009. Un film de Bruce Beresford
El veterano realizador australiano Bruce Bresford (Breaker Morant, Driving Miss Daisy) retorna al cine con un film sencillo narrando la trayectoria artística de Li Cunxin, hijo de una humilde familia campesina china. Basado en la autobiografía del hoy día retirado artista, el guión de Jan Sardi ilustra su vida a partir de los 11 años cuando en 1971 el entonces niño (Wen Bin Huang) es destinado por las autoridades chinas a que realice un entrenamiento en una escuela de danzas de Beijing. Sometido a un rígido y disciplinado entrenamiento, con el paso del tiempo el ya adulto Li (Chi Cao) llega a destacarse como un muy buen bailarín y eso le abre el camino para que sea enviado a Estados Unidos en un programa de intercambio cultural a fin de integrar la compañía del Ballet de Houston.

Al principio Li deberá enfrentar el inevitable choque cultural de su lugar de origen con el del país anfitrión, pero pronto sobrevendrá la adecuación e incluso el placer de gozar con lo que Estados Unidos puede ofrecerle. Una vez que ha saboreado el placer de ser libre y de disponer de sí mismo, el triunfo no tarda en llegar convirtiéndose en el astro de la compañía y simultáneamente se enamora de una dulce aspirante a bailarina (Amanda Schull). Resulta atractivo ver cómo el bailarín quien fuera adoctrinado de que los Estados Unidos es poco menos que un país sombrío y que no debe confiar en su gente, va cambiando de opinión quedando admirado y sorprendido con lo que culturalmente el país anfitrión puede llegar a ofrecerle; más aún, considera que su carrera profesional puede progresar mucho más que en China por la libertad que goza como artista.

El momento culminante del film se produce cuando las autoridades chinas no quieren renovar la autorización para que Li prosiga en Estados Unidos por temor a “occidentalizarse”; cuando éste se niega a obedecer la orden, prácticamente llega a ser secuestrado en el Consulado de China de Houston para ser finalmente liberado afrontando el alto precio de no poder regresar a su tierra natal ni volver a ver a sus padres y hermanos.

El tema planteado en el relato es de interés y para los amantes del ballet se agrega el ingrediente de algunos números de danza muy bien coreografiados (extractos de los ballets “Don Quijote” y “La Consagración de la Primavera”, entre otros) que en algunos momentos llegan incluso a superar el contenido dramático del relato.

Si algún reparo puede hacérsele al film es que mucho de lo que aquí se expone sobre China y Estados Unidos adquiere un carácter maniqueísta (la libertad occidental y la brutalidad China), el contexto político aparece demasiado simplificado y los personajes adquieren facetas unidimensionales. Pero, en todo caso, más allá de estas observaciones, Beresford transmite calidez a su historia con momentos genuinamente emotivos, especialmente en su desenlace; si a ello se le agrega el atractivo de la danza y la presencia de un reparto homogéneo satisfactorio, en donde se destaca ampliamente el actor Bruce Greenwood como el director artístico del Ballet de Houston y Chi Cao –bailarín principal del Ballet Real de Birmingham-, el resultado final es un film lo suficientemente gratificante como para recomendar.
PPP

THE GIRL WHO PLAYED WITH FIRE. Suecia, 2009. Un film de Daniel Alfredson
Como queriendo confirmar la frase de que “segundas partes nunca fueron buenas”, The Girl Who Played With Fire, segundo capítulo de “Millénium” del novelista Stieg Larsson, no satisface las expectativas del inicial (“The Girl with the Dragon Tattoo”, comentado el 16 de abril pasado). Aunque la realización de Daniel Alfredson es cuidada y prolija, la intriga y el suspenso del film precedente quedan aquí desdibujadas por falta de fuerza y convicción en lo expuesto.

Como se recordará, para quienes hayan visto el segmento inicial, Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist), el ex periodista de la revista Millénium acepta encarar una investigación sobre la desaparición de la nieta de un rico industrial acaecida hace 40 años y para ello cuenta con la colaboración de Lisbeth Salander (Noomi Rapace) una joven hacker de cuerpo tatuado y fisonomía punk. En la presente entrega que tiene lugar un año después uno de los periodistas (Hans Christian Thulin), que estaba por divulgar en la revista Millénium sus investigaciones acerca de una red internacional de tráfico sexual de chicas del este de Europa, aparece asesinado junto a su novia. Las sospechas recaen en Lisbeth (Noomi Rapace), debido a que sus huellas digitales aparecen en el arma empleada; frente a ese hecho, la joven huye de la justicia a fin de encontrar el medio de probar a la policía que es ajena a los crímenes imputados y en esa tarea, aunque actuando separadamente, también colabora Mikael por estar convencido de su inocencia.

A través de varias vueltas de giro que convierten a la historia en algo más complicada de lo que tendría que ser, el film dista de transmitir lo que la novela original ilustra en lo que concierne a ciertos dilemas morales y especialmente al comportamiento corrupto de ciertos sectores políticos de la sociedad sueca; en esencia lo que predomina en el film es una historia de acción pero sin mucha excitación y coronado con un tibio desenlace donde quedan algunos hoyos sin rellenar.

En materia de actuación, vuelve a sobresalir Rapace donde queda evidenciado que su personaje es el que predomina en la historia de esta trilogía; con su buen desempeño, la actriz eleva parcialmente el nivel de este capítulo que no llega a entusiasmar demasiado.
PP

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