Crónica de
Sergio Martínez
Hace ya
algunos años que las aguas se presentan tormentosas para el Festival des films
du Monde / World Film Festival (Festival de Filmes del Mundo) que dirige Serge
Losique, cuya 42ª edición tiene lugar entre el 23 de agosto y el 3 de
septiembre. La función inaugural está programada para el Cinema Imperial, el
último de los grandes palacios del cine en la ciudad de Montreal.
Desde
comienzos de este siglo el FFM ha sido francamente saboteado por las agencias,
tanto del gobierno federal, Telefilm Canada, como del provincial, la SODEC. En
2005 esas agencias incluso intentaron levantar un festival alternativo que fue
un completo fracaso y sólo alcanzó a tener una edición. Losique y su porfía por
mantener en pie al FFM no cejaron ante estas maniobras de los burócratas
culturales. Pero los problemas del FFM a la larga sólo iban a complicarse: 2015
fue el último año que publicó un catálogo con la descripción de los filmes, en
2016 y 2017 hubo serios problemas para poder conseguir salas donde exhibir
algunas de las películas, y este año, el evento tuvo una nueva amenaza, esta
vez de la agencia que se ocupa de recaudar los impuestos en la provincia de
Quebec. Esto último no deja de ser paradojal: mientras normalmente los
festivales culturales (es decir todos los otros, excepto el FFM) reciben
financiamiento de los distintos niveles de gobierno, al FFM el gobierno
provincial le estaba cobrando impuestos adeudados.
No se ha
informado como Losique ha resuelto –si es que lo hizo– este problema que es
bastante serio y que en efecto podría dar el golpe de gracia al evento. Por
cierto, si así ocurriera no sería algo como para sentirse muy orgulloso ya que
se trataría de una situación en que los recolectores de impuestos (los
despreciables publicanos, como eran llamados en tiempos del Imperio Romano)
estarían dictando las políticas culturales en la provincia de Quebec.
El Imperial, el último gran palacio del cine en Montreal, es el cuartel general del Festival de Filmes del Mundo |
De
cualquier modo, contrariamente a lo que han sostenido repetidas veces algunos
miembros de los medios de comunicación comerciales, empeñados en un sospechoso
afán destructivo hacia el FFM, si este festival finalmente desapareciera, sería
una notable pérdida para Montreal. Decimos esto porque –con todo respeto a
otros festivales de cine en la ciudad como el del Nuevo Cine que se hace en
octubre o Fantasia que tuvo lugar en julio y agosto, o el de documentales en
noviembre– ninguno ha tenido la misión de ser una ventana al cine del mundo
como lo ha hecho el FFM. Lo que por lo demás no es una crítica a esos otros
eventos, que tienen su propio mandato, el de Nuevo Cine, el de escudriñar en
las nuevas tendencias tanto temáticas como de lenguaje cinematográfico,
Fantasia el de mostrar cine de géneros específicos: terror, fantasía, ciencia-ficción,
artes marciales, y el de documentales obviamente se explica por su nombre. Sólo
el FFM como festival competitivo clase A, el único en Norteamérica, tiene ese
mandato amplio de mostrar películas de países que normalmente nunca el
espectador de Montreal tendría ocasión de ver.
Silvio Caiozzi, cuyo film ganó el Gran Premio de las Américas de 2017 |
En este
sentido el cine latinoamericano le debe mucho al FFM. Antes de este festival,
el público montrealés no tenía idea de que siquiera se hacía cine en los países
latinoamericanos, el FFM a partir de finales de los 70 y hasta ahora, empezó a
dar a conocer las obras del argentino Eliseo Subiela, el peruano Francisco
Lombardi, el chileno Silvio Caiozzi, entre muchos otros, incluyendo a los
nuevos realizadores que hacen cine en estos días. Es cierto que recientemente
eventos como el Festival de Cine Latinoamericano y muestras esporádicas de cine
brasileño, dominicano y argentino, han
aumentado la visibilidad del cine de América Latina en Montreal, pero ello ha
venido a agregar a la tarea que originalmente abrió el FFM. Y si bien
destacamos el impacto que sobre el conocimiento del cine latinoamericano ha
tenido el FFM, lo mismo puede decirse del cine de otros países como China,
Filipinas, España, Portugal y varios del Medio Oriente, cuya producción ha sido
conocida en Montreal e incluso en Canadá, gracias el FFM. Por esto mismo
reiteramos nuestra afirmación acerca de los negativos efectos que tendría su
desaparición.
LO QUE
TRAE ESTE AÑO
El film
inaugural y que también está en la competencia oficial, es el japonés Samurai’s Promise (La promesa del samurái) de
Daisaku Kimura. Una película que retrata eventos de corrupción en el Japón del
siglo 18 dirigida por un realizador que trabajó con el renombrado Akira
Kurosawa, con quien algunos críticos lo comparan.
LA
PRESENCIA LATINOAMERICANA
Tres películas
latinoamericanas o en coproducción latinoamericana, estarán compitiendo por el
Gran Premio de las Américas, ellas son: Ocho
de cada diez de Sergio Umansky (México), Pedro e Inês de Antonio Ferreira (coproducción
Portugal-Francia-Brasil) y La noche de
las dos lunas (coproducción Venezuela-España).
Un total
de 24 filmes competirán en la principal categoría del FFM.
La otra
competencia es la de primeras obras y a ella concurren cuatro películas
latinoamericanas o en coproducción latinoamericana: El despertar de Camila de Rosario Jiménez Gili (Chile), O
segredo de Davi (El secreto de David) de Diego Freitas (Brasil), Nadie sabrá nunca de Jesús Torres Torres
(México) y El baile de la gacela de
Iván Porras Meléndez (coproducción Costa Rica-México).
En esta
categoría compite un total de 19 primeras obras.
Las
secciones no competitivas también tienen una interesante presencia latina. En
la sección Foco sobre el Cine del Mundo están: Agujero negro de Diego Araujo (coproducción Ecuador-República
Dominicana), Querida mamãe (Querida mamá)
de Jeremias Moreira (Brasil), Mente revólver
de Alejandro Ramírez Corona (México), Guerra
de algodão (Guerra de algodón) de Claudio Marques y Marilia Hughes (Brasil) y A
última chance (La última chance) de Paulo Thiago (Brasil).
La
categoría de documentales incluye dos filmes producidos o coproducidos en
América Latina: Un filósofo en la arena
de Aarón Fernández y Jesús Muñoz
(México- España) y Campesino de Mia
Tate (Cuba-Estados Unidos).
LA
PRESENCIA ESPAÑOLA
El cine de
España que habitualmente ha estado presente en el FFM en otras ocasiones
también tiene en esta edición varios títulos, aparte de las coproducciones con
países latinoamericanos ya mencionados, se exhibirán: Diana de Alejo Moreno (Competencia de Primeras Obras), Miss Dalí de Ventura Pons (Grandes
Obras, Fuera de Concurso), Arte flamenco
de Joaquín Calderón y Morir para contar
de Hernán Zin (ambas en la sección Documentales del Mundo) más el cortometraje Todas íbamos a ser reinas de Ana Catalá
(coproducción con Alemania, también en la sección Documentales del Mundo).
Además de
las secciones aludidas aquí, el FFM contiene una sección de cortometrajes, un
Festival de Cine Chino y un Festival de Cine Estudiantil. Aunque la
información, por los motivos señalados al comienzo de esta crónica, ha ido
saliendo dificultosamente, recomendamos visitar el sitio web del FFM en la
dirección siguiente: www.ffm-montreal.org