Crónica de
Sergio Martínez
Más de una
veintena de películas provenientes de países latinoamericanos y unas cuantas
coproducciones con España, Canadá, Francia y otros países europeos, configuraron
una interesante presencia en la edición
2019 del Festival Internacional de Cine de Toronto (Toronto International Film
Festival, TIFF) que se desarrolló entre el 5 y el 15 de septiembre.
Entre los
directores latinoamericanos hay nombres bien conocidos y cuyas obras han estado
en el TIFF en ocasiones anteriores, como los mexicanos Arturo Ripstein (presentando
una coproducción con España, El diablo entre las piernas) y Gael García Bernal (presentando
su segunda película como director, Chicuarotes) o el chileno Pablo Larraín (con
la exhibición de su film No, de 2012 y con su reciente Ema).
Entre los
filmes presentados en Toronto y a cuyas exhibiciones tuvimos oportunidad de
asistir, nos referiremos a los siguientes:
Carlos se enamora, pero no hace claras sus intenciones |
Agosto –
Armando Capó (Cuba), drama ambientado en la época crítica que siguió a la caída
de la Unión Soviética y el impacto que tuvo sobre la economía cubana de ese
momento. Es el verano de 1994, Carlos que vive con sus padres y su abuela, ha
terminado la secundaria y está enamorado de una chica de su escuela, aunque le
cuesta admitirlo. Su indecisión, en un momento crucial cuando un gran número se
apronta a abandonar la isla de manera legal, ahondará su soledad.
Chicuarotes fue en nuestra opinión, el mejor film latinoamericano |
Chicuarotes
– Gael García Bernal (México), las peripecias de un par de delincuentes menores
en la ciudad. Se trata del segundo film de García Bernal en su calidad de
director y podemos considerarlo como una notable incursión en la marginalidad
generada por la pobreza. La película empieza con los dos principales
protagonistas disfrazados de payasos contando chistes en un bus de transporte
público. Pronto sin embargo, se muestran sus verdaderas intenciones: se trata
de criminales de poca monta que asaltan a los pasajeros del vehículo. La
historia hace un descarnado retrato de la condiciones de pobreza, marginalidad
y disfuncionalidad familiar que conducen a muchos jóvenes al crimen. Sólidas
actuaciones de los dos protagonistas, Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco
(Gabriel Carbajal) y una construcción impecable de intensidad dramática,
hicieron de este film, a nuestro parecer el mejor de la selección
latinoamericana.
El diablo entre las piernas es una visión amarga y triste de la vejez |
El diablo
entre las piernas – Arturo Ripstein (México-España). Filmado en blanco y negro
y con una duración que bien pudo haberse reducido, el film de este veterano
director mexicano en cambio esta vez nos ha decepcionado. Presentado por TIFF
como “oscuramente hilarante y extrañamente emotivo” lo cierto es que la
película centrada en la vida sexual de dos viejos que buscan aventura de manera
patética mientras se recriminan mutuamente por pasadas historias, no logra
ninguna de esas características, por el contrario, es un film triste y amargo.
Los personajes, lejos de despertar alguna simpatía, producen repulsa. Por
ejemplo, cuando Beatriz (Silvia Pasquel) parece que en un momento contempla
suicidarse, uno como espectador, más bien esperaría que lo hiciera… El viejo
(Alejandro Suarez), por su parte, es un tipo lleno de frustraciones (quiso ser
médico, pero sólo le alcanzó para farmacéutico) las que arrastra hasta la
saciedad. Sin duda la actuación de los dos protagonistas es impecable, pero
ella no salva la película que peca de escenas innecesariamente largas y de
diálogos superfluos, como las conversaciones con la criada Dinorah (Greta
Fernández) cuya presencia misma es de algún modo superflua también.
Ema (Mariana di Girolamo) y Gastón (Gael García Bernal), en una compleja relación |
Ema – Pablo
Larraín (Chile). El más reciente film de Pablo Larraín no deja a nadie
indiferente: filmado en la hermosa ciudad de Valparaíso, permite al mismo
tiempo apreciar su belleza urbana así como sus lados oscuros. Del mismo modo se
puede caracterizar a su protagonista, Ema (Mariana di Girolamo) una joven
bailarina, profesora de danza, y al momento que el film se inicia, madre
adoptiva frustrada. Polo, el niño que ella y su esposo Gastón (Gael García
Bernal) habían adoptado, ha sido devuelto a la agencia de infancia por su
conducta incontrolable. El niño había quemado la cara de la hermana de Ema. El
film de Larraín es cautivante por su música, la explosiva y a veces insinuante
danza, a la vez que choca por lo que el mismo Larraín en una entrevista con la revista
Screen señalaba como “la fluidez de las relaciones sexuales”. Esto porque la
película presenta a Ema en escenas de sexo tanto con mujeres, como con hombres.
También se esbozan, por boca de algunos, ideas muy nihilistas respecto del arte
mismo. Pero, sin duda, fue uno de los filmes más interesantes de la muestra
latinoamericana.
Lina (Magaly Solier) y la hija menor de los patrones |
Lina de
Lima – María Paz Gonzalez (Chile / Perú). Hay aciertos y cabos sueltos en esta
película. Entre los primeros, la utilización de esos imaginativos arranques
musicales en que la protagonista Lina (Magaly Solier) escapa de su vida
cotidiana y sus dificultades para materializar su deseo de viajar a Lima para
ver a su hijo. Lina es parte de una creciente ola migratoria peruana que se ha
instalado en Chile. Como muchos de sus compatriotas, Lina trabaja en Santiago
como empleada de casa, allí ella recibe un buen trato y mantiene una buena
relación, especialmente con la hija menor de los dueños de casa. Pero
circunstancias no del todo claras en la propia trama del film, en definitiva
harán cambiar sus planes. Los cabos sueltos son justamente los que generan la
situación final: no queda para nada claro por qué Lina al final no viaja a
Lima.
Mi Piel,
Luminosa – Gabino Rodríguez, Nicolás Pereda (Mexico-Canadá). Este docu-drama en
realidad es difícil de catalogar. Si bien la historia parece interesante –la de
un niño indígena que fue adoptado por estadounidenses pero luego fue devuelto a
su país– enfoca ideas de marginalización y alienación. Pero su objetivo y foco
no quedan muy claros, especialmente por loe elementos de misticismo que se
introducen.
Sete Anos
em Maio (Siete años de mayo) – Affonso Uchôa (Brasil). Este es un documental que se mostraba
justamente en conjunto con el film comentando anteriormente. Una historia no
del todo desconocida en América Latina: la presencia de pandillas y el abuso
policial. El tema es interesante sin duda, pero el tratamiento –con muy poco
movimiento de cámara– no contribuye a transmitirlo eficazmente, más bien el
autor hubiera utilizado un formato de reportaje radial ya que prácticamente no
hace uso de una variedad de imágenes.
Inés y Justo habían integrado el grupo fascista Patria y Libertad, en el film Araña, de Andrés Wood |
Araña – Andrés
Wood (Chile). Este es otro de los buenos filmes presentados en la selección
latinoamericana. El inicio es bastante impactante a la vez que retrata bien la
realidad de criminalidad en las calles de la capital chilena: cuando un
asaltante arrebata la cartera a una mujer en la calle, Gerardo (Marcelo Alonso),
al volante de su coche, persigue al criminal hasta darle alcance y lo aplasta
contra un muro. La víctima recupera su cartera, los curiosos que se han
acercado aplauden al que consideran héroe, hasta cuando llega la policía, por
rutina revisa el coche y en su interior encuentra un pequeño arsenal. Gerardo
es detenido. En flashbacks el film nos va dando cuenta que Gerardo en su juventud
(Pedro Fontaine) junto a Inés (María Valverde), y su esposo Justo (Gabriel
Urzúa), a comienzos de los años 70 eran miembros del grupo fascista Patria y
Libertad, que tuvo un rol importante en crear las condiciones para el
derrocamiento del gobierno de Salvador Allende en 1973. Ahora en el Chile
neoliberal del siglo 21, ni Inés (Mercedes Morán), dedicada a prósperos
negocios, ni un alcohólico Justo (Felipe Armas) quieren que ese pasado vuelva a
penarles. Se trata de un agudo examen de la sociedad chilena actual y sus
traumas del pasado.
La cordillera de los sueños tiene una espectacular fotografía |
La
Cordillera de los Sueños – Patricio Guzmán (Chile). Con una impecable
fotografía, este documental completa la trilogía que se iniciara con Nostalgia
de la luz, centrado en el norte de su país, y El botón de nácar, centrado en el
sur. Como en los filmes anteriores, Guzmán conecta el hecho geográfico –la
cordillera– con el contexto humano del país: cómo la cordillera ha sido testigo
de los hechos históricos que sacudieron a Chile, en particular el golpe de
estado de 1973 y su secuela, incluyendo la prisión y posterior exilio del
propio director del film. Además de la excelente fotografía se agrega el aporte
de un videasta, Pablo Salas, que registró gran parte de las protestas que
se sucedieron contra la dictadura en los
años 80.
Previsible el final de Los sonámbulos |
Los
sonámbulos – Paula Hernández (Argentina/Uruguay). Un encuentro familiar sirve como telón de
fondo para este drama que no logró convencer por una variedad de razones.
Primero, los personajes no están muy bien desarrollados, a excepción de la muchacha
Ana (Ornella D'elía), a quien su madre descubre en una ocasión paseando desnuda
mientras dormía. La historia sin embargo es previsible y más aun el dramático
incidente al final del film.
Três
Verões (Tres veranos) – Sandra Kogut (Brasil). De los filmes latinoamericanos
que tuvimos ocasión de ver este sin duda fue el peor y nos hizo preguntarnos
cuál fue el criterio para seleccionarlo. Estructurado como tres distintos
episodios, cada cual correspondiente a un verano y temporada de Navidad en el
hemisferio sur, de 2015 a 2017, el film sigue las peripecias de una ama de
llaves, Mada (Regina Casé) y al mismo tiempo los altos y bajos de sus
adinerados patrones y la eventual caída de estos en desgracia cuando son
detenidos por fraude fiscal y otros delitos. Aunque la historia tenía un
interesante potencial, este se malogra más o menos en la mitad del film, cuando
el foco de la trama también se pierde.
La muerte de uno de sus compañeros desatará una respuesta inusitada en Mano de obra |
Mano de
obra – David Zonana (México). El primer largometraje de este director mexicano
tiene algo de contradictorio en la resolución de la trama, aunque su
construcción dramática es impecable. El film comienza cuando en medio de las
tareas de construcción de una casa de lujo, súbitamente uno de los
trabajadores, Claudio, cae desde uno de los pisos superiores a raíz de lo cual
muere. Su hermano Francisco, que es también trabajador en la misma obra, y la
viuda Lupe tratan de obtener compensación pero maniobras tramposas del patrón
lo impedirán. Embarazada y sin recursos, eventualmente la viuda también muere,
lo que lleva a Francisco a buscar su propia manera de hacerse justicia. Y de
algún modo lo logra, cuando –el patrón ya desaparecido– Francisco empieza a
frecuentar la construcción ahora a medio terminar y abandonada, decidiendo irse
a vivir allí. Y no sólo él, los demás compañeros de la obra son contactados
para ir a vivir allí también en una suerte de comunidad. Todo irá muy bien,
hasta el inesperado final y sobretodo, el hecho que lo provoca. Lo que lleva
también a preguntar ¿cuál fue la intención del director Zonana: que este acto
de rebelión al final conduce a una suerte de caos? ¿Por qué el acto de traición
que provoca la situación final? Un film que en suma, por lo interesante de su
trama, termina dejando más interrogantes.
El gran escritor Miguel de Unamuno no calibró el peligro del fascismo sino hasta cuando fue muy tarde |
Mientras
dure la Guerra – Alejandro Amenábar (España-Argentina). Una muy bien lograda
coproducción española-argentina, dirigida por un realizador de origen chileno,
toca de manera muy certera los dilemas éticos que hubo de enfrentar uno de los
más notables escritores españoles, Miguel de Unamuno (Karra Elejalde), cuando
siendo rector de la prestigiosa Universidad de Salamanca, vive el momento del
alzamiento fascista contra la República en julio de 1936 que daría lugar luego
a la Guerra Civil y la eventual dictadura de Francisco Franco. El título del
film alude a una cláusula del acuerdo de los generales complotados en
que aceptaban que Franco (Santi Prego), fuera el jefe del estado “mientras dure
la guerra”. Como se sabe, Franco luego se hizo del mando por 40 años. Todas
esas tratativas internas de los conspiradores están muy bien captadas también
por la película. Unamuno, que había sido perseguido en tiempos de la monarquía
y había estado exiliado, fue quedando enredado en sus propias dudas y
contradicciones: profundamente anticomunista, de primeras apareció respaldando
el golpe contra la República, pero en un célebre y duro intercambio en el
claustro universitario cuando el general José Millán Astray (Eduard Fernández)
pronuncia su provocadora “¡Viva la muerte!”, el ya anciano rector universitario
no puede sino que reaccionar y rechazar tal disparate. Sin embargo, ya es demasiado
tarde y el fascismo estaba instalado. Unamuno muere a las pocas semanas del
incidente, para entonces ya removido de su cargo. El film deja bien claro que
en ese caso no se podía ser neutral, y pese a su genialidad Unamuno no lo
comprendió hasta cuando ya fue muy tarde.
ALGO DEL
CINE DE ESPAÑA
El hoyo lleva a sus personajes a situaciones extremas |
El Hoyo – Galder
Gaztelu-Urrutia. Este film fue premiado por el público en la sección Midnight
Madness (Locura de medianoche) que comprendía películas de terror y fantasía.
Situado en una futura sociedad distópica, individuos voluntariamente aceptan
encarcelarse por un tiempo, al término del cual tendrían un ascenso social. El
encierro tiene lugar en una singular prisión de forma vertical, los prisioneros
en grupos de dos, son puestos en distintos niveles en celdas que tienen un hoyo
en el medio por el cual todos los días baja una plataforma con comida. Esta es
abundante y de buena calidad y los prisioneros de los primeros niveles tienen
lo mejor de ella, pero la plataforma se detiene por unos pocos minutos en cada
nivel y en la medida que va bajando ella va desapareciendo, empujando a los
ocupantes de esos niveles a la desesperación, el canibalismo o el suicidio,
pese a que los ocupantes son cambiados de nivel rutinariamente. Eso hasta que algunos
de ellos intentan promover una distribución más equitativa, incluso imponiendo
duros métodos para lograr su objetivo.
Longa
noite (Larga noche) – Eloy Enciso. Filmado en gallego,
este es un dramático y a la vez poético retrato de un pequeño pueblo en
Galicia, basado en cartas y narraciones sobre detenidos-desaparecidos y
fusilados después de la Guerra Civil. Sombrío e impactante, aunque su
transcurso es bastante lento.
O que arde
– Oliver Laxe (España-Francia-Luxemburgo). Otro film gallego, centrado en la
historia de Amador Coro (Amador Arias) recién puesto en libertad luego de
cumplir pena acusado de pirómano y haber provocado incendios forestales, quien
regresa a su pequeña aldea a vivir con su madre Benedicta (Benedicta Sánchez).
Recibido con sarcasmo por sus vecinos, sólo la veterinaria tiene una actitud
comprensiva hacia el ex convicto. Amador sin embargo tiene una visión crítica
de cómo la plantación de una especie invasiva, el eucaliptus, ha estado
afectando el paisaje de la región. Poco a poco todo parece volver a la calma en
el pequeño poblado, hasta que un nuevo y voraz incendio forestal cambiará las
cosas.
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