Crónica de Sergio Martínez
El Festival
Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por su sigla en inglés) llegó a su fin
con sus tradicionales fiestas por toda la ciudad y la entrega de premios. El
TIFF sin embargo no es un festival competitivo (el único en Canadá es el
Festival de Filmes del Mundo de Montreal), pero eso no impide al TIFF entregar algunos
premios—algunos de ellos proporcionado por otras organizaciones o
corporaciones. En general sin embargo, el Festival de Toronto es más un
escaparate de la producción, especial pero no exclusivamente de los grandes
estudios, y una plataforma para los nuevos cineastas de todo el mundo, antes que
un evento competitivo.
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El TIFF es una celebración del cine |
De todos los
premios, probablemente, la que genera más expectativa es el dado por el
público: los espectadores pueden emitir su voto al término de cada película y toman
este papel con mucho entusiasmo. El Premio Popular Grolsch fue para Room (La
sala) película de Lenny Abrahamson. Contada a través de los ojos de Jack,
un niño de cinco años de edad, Room es una emocionante y emotiva
historia que celebra la capacidad de resistencia y el poder del espíritu
humano. Para Jack, la habitación es el mundo... Pero mientras que es el hogar
de Jack para su madre en verdad es una prisión. A través de su feroz amor por
su hijo, ella ha logrado crear una infancia para él en su espacio de 3 por 3
metros.
La Federación
Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) otorgó dos premios, en la
categoría Discovery (primer largometraje) el galardón fue para Eva Nova de
Marko Škop, y en la categoría Presentaciones Especiales para Desierto de Jonas Cuarón. La Red para la Promoción del Cine Asiático distinguió la
película The Whispering Star de Sion Sono. El premio de nueva
creación, el Premio Plataforma Toronto, fue otorgado a Alan Zweig por su
película Hurt.
Los cineastas
canadienses también recibieron distinciones especiales: el Premio Ciudad de
Toronto para la Mejor Primera Película Canadiense fue para Sleeping
Giant de Andrew Cividino, mientras que el Premio Canada Goose para Mejor
Largometraje Canadiense fue para Closet Monster de Stephen Dunn. El jurado también concedió una mención de
honor a Philippe Falardeau por My Internship in Canada (Mi Pasantía en
Canadá) por "su inteligencia destreza e ingenio
cinematográfico" (esta película cuyo título francés es Guibord s'en
va-t-en-guerre se ha estrenado en Montreal).
Y no podemos
terminar este comentario del festival de cine más grande del país sin algunas
referencias a otras películas exhibidas durante los diez días del evento. Empezamos
por algunas de las mejores, como fue el caso de The Man Who Knew Infinity (El
hombre que conocía el infinito) dirigida por Matthew Brown (Reino Unido), una
deliciosa película basada en la historia real de Ramanujan (Dev Patel), un autodidacta
genio de las matemáticas de la India que en 1913 asistió al Trinity College,
donde trabajaría con el excéntrico profesor G.H. Hardy (Jeremy Irons), que después
de algunas vacilaciones se convirtió en su mentor. Ramanujan tiene que
enfrentarse a los prejuicios y algunos otros problemas tanto en casa como en
Inglaterra. Sus logros sin embargo, son hoy parte de la matemática moderna. La
película es un muy buen retrato del periodo de tiempo en el que la historia se
desarrolla.
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Emma Watson y Daniel Brühl en Colonia |
Otra película que
muy probablemente se exhibirá en Montreal es "Colonia", dirigida por
Florian Gallenberger con Emma Watson y Daniel Brühl en los papeles principales.
La historia está basada en hechos reales: después del golpe militar en Chile en
1973 en una zona solitaria hay un asentamiento de alemanes integrantes de una
congregación religiosa dirigida por Paul Schaffer (Michael Nyqvist) la que se
utiliza como centro de detención y tortura de presos políticos. Daniel (Daniel
Brühl) un joven activista alemán que vive en Chile en ese momento, es arrestado
y llevado al siniestro campo. Lena (Emma Watson), su novia, decide unirse a la
secta con el fin de ver a Daniel y tratar de escapar de la colonia. Un thriller
político que mantiene al público interesado todo el tiempo.
Luego las
sorpresas: una primera película del director belga Robin Pront The Ardennes (Las
Ardenas) es otro tipo de thriller con alguna reminiscencia de la antigua
leyenda de Caín y Abel. Dos hermanos de bandidos, uno recién salido de prisión,
y el otro con ganas de escapar de su pasado criminal, forman un triángulo amoroso
potencialmente explosivo con la ex novia del ex convicto. Esperamos que esta
película llegue a Montreal también. Luego, otra pequeña joya, Girls Lost, una película
sueca encantadora dirigida por Alexandra Teresa Keining con la historia de tres
niñas Kim, Bella y Momo, que son intimidadas en la escuela y que un día encuentran
una semilla misteriosa que en muy poco tiempo se convierte en una planta.
Desconcertadas por la extraña flor de la planta, deciden beber de su néctar que
tiene la propiedad mágica de transformar temporalmente a las niñas en varones.
El contraste entre el mundo de los muchachos y muchachas adolescentes es
explorado por la película que también nos permite descubrir más aspectos de la
personalidad de las chicas.
Y por último las
perdedoras, las películas que no vale la pena que lleguen aquí o a cualquier
otra parte: El Apóstata es una película española dirigida por
Federico Veiroj que nos cuenta la historia de "un joven que debe navegar
por la desconcertante burocracia de la Iglesia Católica cuando trata de
renunciar formalmente a su fe”. La historia está demasiado llena de referencias
locales que hacen que sea irrelevante para los espectadores no españoles (aquí
en este país la gente simplemente deja de ir a la iglesia, no hay necesidad de
un retiro formal de ella). La otra opción desafortunada era una película
mexicana, Te prometo anarquía dirigida por Julio Hernández Cordón,
que en primer lugar no tiene nada que ver con la política (el título es pues
engañoso), sino más bien con una idea más vaga de la anarquía, lo que de hecho
se podría llamar la anomia o el caos moral. La película es sobre todo una
sucesión de escenas de sexo sin una trama coherente para dar algún sentido a
las secuencias. Miguel y Johnny ganan dinero mediante la venta de sangre, un
día ellos piensan que han hecho un gran negocio, pero las cosas no salen como
esperaban.
La 40ª edición
del Festival Internacional de Cine de Toronto ha terminado y, como siempre, ha
dejado un sinfín de recuerdos para los cineastas y estrellas, pero sobre todo
para un entusiasta público que se reunía todos los días delante de los teatros
para conseguir billetes o para ver a sus estrellas favoritas. Pero también y
sobre todo, es un evento que permite examinar algo de lo mejor del cine mundial
en la actualidad.
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