Comentario de Sergio Martínez
Cuando un film dura tres
horas la historia debe ser muy buena como para merecer todo ese tiempo frente a
la gran pantalla. Oppenheimer, dirigido por Christopher Nolan
ciertamente reúne esos requisitos. Incluso uno podría decir que aun había
material histórico para unos cuantos minutos extras: el tiempo transcurrido
después de ser sujeto a investigaciones por el Senado de Estados Unidos, su
cometido a la causa de la paz y su rehabilitación en tiempos del Presidente
Kennedy. Sin embargo, hay que atenerse a lo que Nolan y los dos otros autores
del guión, Kai Bird y Martin Sherwin quisieron destacar, la trayectoria
académica de Robert Oppenheimer, sus simpatías por causas de la Izquierda—apoyo
al bando republicano en la Guerra Civil española, por ejemplo— su rol tanto
teórico como instrumental en la creación de la primera bomba atómica y la
investigación a la que fue sometido por parte del Senado de Estados Unidos, por
sus presuntas “simpatías comunistas”. Cillian Murphy como Robert Oppenheimer
Oppenheimer (Cillian
Murphy) se destaca desde un comienzo por su extraordinaria inteligencia y sus
habilidades en el dominio de la física. En 1927 él había obtenido un doctorado
en física de la Universidad de Göttingen en Alemania, allí había estudiado con
quien era una eminencia en mecánica cuántica, Max Born. De regreso en Estados
Unidos se va enfocando crecientemente en estudios que lo llevan a explorar la
dinámica de lo más pequeño: el mundo de los átomos.
Junto a su quehacer
académico, manifiesta su interés en temas políticos, como muchos en los campus
universitarios de ese momento, la década de los 30. La Guerra Civil en España y
el auge del fascismo preocupan a los sectores progresistas por los efectos que
pueden tener para el mundo. Ese interés en la problemática política lo llevará
también a intereses más inmediatos: en una de esas actividades conoce a Jean
Tatlock (Florence Pugh), militante del Partido Comunista quien se convertirá en
su amante por un tiempo.
Cuando se casa, su mujer
Kitty (Emily Blunt) también tenía conexiones con la Izquierda, aunque ya no
militaba en el Partido Comunista. Hay algo de humor en el primer encuentro
entre ambos, Oppenheimer le pregunta: “¿Estás casada?” a lo que ella responde,
“No mucho”. Más tarde, antes de iniciar un momento más íntimo ella le había
pedido explicarle lo de la mecánica cuántica: “Bueno, este vaso, este trago, el
mesón…uh, nuestros cuerpos, todo esto… es mayormente espacio vacío.
Agrupamientos de pequeñísimas ondas de energía los mantienen juntos”, le
responde el físico. “¿Cómo? ¿De qué modo?” le pregunta ella, “por fuerzas de
atracción suficientemente poderosas para convencernos de que… la materia es
sólida, para impedir que mi cuerpo pase a través del tuyo…” le responde
mientras le toma mano.
El desarrollo de la bomba
atómica es un momento de drama muy bien descrito, la producción de la bomba
atómica creaba para todos los científicos implicados en el Proyecto Manhattan
algunos acuciantes dilemas éticos: era evidente que esa arma de destrucción
masiva “mataría a justos e injustos” como señala uno de los científicos que objetaría
a la idea. Oppenheimer mismo tenía sus dudas también, pero en ese momento había
fuertes presiones para dar fin a la guerra de una vez por todas y “traer a
nuestros muchachos de vuelta a casa” como justificaban algunos.
Incluso en términos de la ciencia física había ciertas dudas. Como nunca se había puesto en práctica este proceso por el que se desataría tan enorme monto de energía, había quienes creían que el estallido de la bomba (la primera prueba fue en el desierto de New Mexico, en julio de 1945) podría producir una ignición total de la atmósfera; en buenas cuentas, la destrucción del mundo. El general Leslie Groves (Matt Damon) supervisor militar del proyecto le pregunta a Oppenheimer: “¿Estás diciendo que cuando apriete ese botón hay posibilidades de que nosotros destruyamos el mundo?” A lo que el científico le responde: “Las posibilidades son cercanas a cero”. Groves exasperado dice: “¿Cercanas a cero?” a lo que Oppenheimer replica: “¿Qué quieres de la pura teoría?” “Cero hubiera sido sido bueno” termina diciendo el general.
Una sola bomba por cierto
no destruiría el mundo, aunque las dos que fueron lanzadas sobre Japón para
lograr su rendición fueron suficientemente devastadoras. Por lo demás, ya en
ese tiempo se estudiaba la fabricación de una bomba varias veces más potente—la
bomba de hidrógeno. Oppenheimer se había opuesto a ir por ese camino, arguyendo
que su uso causaría una mortandad aun mucho mayor, sería innecesaria.
Esta postura contra el
desarrollo de la bomba de hidrógeno sería luego utilizada en las audiencias del
Senado para desacreditar a Oppenheimer. El film entrelaza muy bien las escenas
de esas comparecencias ante la comisión investigadora senatorial—principalmente
en blanco y negro—con las escenas del desarrollo de la bomba y otros momentos
en la vida Oppenheimer. También deja traslucir las jugadas sucias de parte de
otros académicos y científicos, en particular de Lewis Strauss (Robert Downey
Jr.), quien lideró los ataques contra el padre de la bomba atómica.
Oppenheimer es una
película altamente recomendable, no sólo por la interesante visión de los
hechos que rodearon la fabricación de la primera bomba atómica, sino además por
la mirada en profundidad que nos ofrece de un hombre que—como todos—tuvo
contradicciones y dilemas morales que enfrentar, pero cuyo aporte a la historia
del siglo 20 es innegable. Cillian Murphy retrata muy bien a su personaje,
pareciendo transmitir mucho de él, incluso en sus momentos de silencio, sólo
por su rostro que parece inescrutable frente a los dilemas que enfrentaría.
Duración: 180 min.
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