Comentario de Sergio Martínez
Durante y en los meses
posteriores a la pandemia, fue evidente que la crisis que afectaba a la
industria de la exhibición de películas se ahondaba. Obviamente la pandemia
había mermado la afluencia de público a las salas, por otro lado, las
plataformas que ofrecían streaming, como Netflix, alcanzaban amplia
popularidad.
El estreno de una nueva
entrega de la franquicia Misión Imposible fue visto por algunos
analistas del mercado cinematográfico, como la tabla de salvación de la
industria exhibidora. Pero, he aquí que no han sido las persecuciones automovilísticas
ni las arriesgadas maniobras del agente Ethan Hunt (Tom Cruise) las que han
provocado una explosión en las taquillas de las salas de cine, sino las
fantásticas idas y venidas de una muñeca—nos referimos, por cierto, a
Barbie—las que han hecho volver a la gente en masa a las salas de cine, por lo
menos en este verano boreal.
Barbie, dirigida por Greta Gerwig y teniendo en el rol
protagónico a Margot Robbie, ha sido no sólo un éxito comercial sino además
puede decirse que—a pesar de la visión prejuiciada que muchos puedan tener
respecto del personaje—es una película con una historia bien articulada, una
trama interesante y con actores y actrices que entregan una convincente
actuación.
El film en su introducción alude a lo que podemos llamar “el fenómeno Barbie”, es decir ese cambio en la relación entre niñas y muñecas que ocurre a partir de la introducción de Barbie en el mercado en los años 50 (en Estados Unidos y Norteamérica en general, en el resto del mundo llegaría al mercado de los juguetes sólo en las últimas décadas del siglo pasado). En efecto, antes de Barbie, las chicas jugaban con muñecas que representaban bebés. De ese modo, desde chiquitas las mujeres iban siendo socializadas para un rol esencialmente maternal. Barbie, en cambio, siendo una mujer ya formada, además muy bella, rompe con esa imagen del juguete femenino. Al jugar con Barbie, las chicas ya no “se adiestran” para cuidar de sus futuros bebés, sino que más bien se proyectan a como ellas quisieran ser, evidentemente bellas, poseedoras de lindos vestidos y además disfrutando de la compañía de un novio buenmozo.
La estereotípica Barbie
(y en la película la Barbie original encarnada por Margot Robbie, lo hace
presente varias veces), reflejaba un ideal típicamente representativo de una
clase media y alta, de raza blanca; sin
embargo, la empresa creadora de la muñeca, Mattel, pronto tendría una genial
idea y que se trasunta en la premisa del film: las mujeres, con el auge del
feminismo y su incorporación a campos laborales tradicionalmente dominados por
hombres, también requerían que esos nuevos roles se reflejaran en la cultura
popular. Barbie entonces, de ser una mera representación de una “bimbo”
superficial y sólo preocupada de su apariencia, se convierte, en médica,
abogada, astronauta, ingeniera, en fin, los ámbitos ahora eran ilimitados.
También se diversifica racial y étnicamente.
¿Es Barbie un film feminista? Eso depende de cómo se entienda esa concepción ideológica y es difícil dar una respuesta categórica sin entrar en un complejo debate, lo que no es el propósito de esta nota. En el comienzo vemos a Barbie y a las otras Barbies en su previsible mundo de fantasía, también encontramos allí a su novio, Ken (Ryan Gosling), que, como los otros personajes masculinos en la historia, no muestran gran brillantez. En esto la directora, que es también la guionista junto a Noah Baumbach, sigue una arraigada tradición tanto del cine como de la televisión en que las mujeres (esposas, madres e incluso suegras) suelen ser más avispadas que los varones. Recuérdese series como I Love Lucy, en que Lucy habitualmente conseguía lo que quería a pesar de las objeciones de su marido; o Los Picapiedras, donde Vilma mostraba mejor juicio que Pedro. Se puede decir que, en una sociedad dominada por hombres, la cultura popular a través especialmente de la televisión y las historietas, en cambio daba una revancha a las mujeres, colocándolas como las que al final ponían un poco de orden y racionalidad. Es también la premisa en Barbie, con la diferencia que ahora sí las mujeres están dando pasos para tomar roles más decisivos en la sociedad.
Es precisamente lo que
desata el conflicto dramático en la trama de la película: un inesperado evento
que altera la vida y autopercepción de Barbie, la lleva a averiguar cómo
resolver el problema. La respuesta que recibe la sorprende, pero no la amilana:
debe trasladarse desde su mundo de fantasía al mundo real. Allí empieza su
aventura, en la cual, para no ser menos, se sumará su novio Ken.
La incursión de Barbie en el mundo real—aparece en Los Ángeles—desata nuevos problemas, aparte de los naturales malentendidos entre los personajes-muñecos y humanos reales. De todos estos últimos, Barbie debe encontrar a una que jugó con ella cuando chica, Gloria (América Ferrera) cuya hija Sasha (Ariana Greenblatt) en cambio no quiere saber nada de la famosa muñeca. La presencia de la muñeca en el mundo real es también un problema para Mattel, la fabricante de Barbie. Se produce aquí una hilarante persecución en que el ejecutivo principal de la firma (Will Ferrell) tratará febrilmente de colocar de nuevo a Barbie en su embalaje. (Para crédito de Mattel, esta debe ser la primera vez en que la propia firma que coproduce el film aparece como villana de la historia).
Barbie puede o puede no ser un ícono del feminismo (al menos
en Norteamérica) pero en cualquier caso se trata de una película que vale la
pena ver, en lo posible en compañía de sus hijas, nietas o sobrinas pequeñas.
El film tiene una trama que se desarrolla bien, excepto por algunas partes que
se hacen un tanto repetitivas cuando los personajes llegan a Los Ángeles, el
diseño escenográfico color rosa del mundo fantástico de Barbie es un acierto.
Muy buena actuación de Margot Robbie y Ryan Gosling.
Duración: 114 min.
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