SCIENTIFIC AMERICANS. Autor: John Mighton. Dirección: Andrew Shaver. Elenco: Susan Bain, Michael Blake, Daniel Brochu, Julia Course, Graham Cuthbertson, Trent Pardy. Decorados y Vestuario: James Lavoie. Iluminación: Sarah Yaffe. Representaciones en el Centro Segal hasta el 26 de febrero.
Por Jorge Gutman
No siempre las buenas intenciones se concretan en resultados positivos. Ese es el caso de Scientific Americans, una obra del dramaturgo canadiense John Mighton donde analiza las relaciones entre la ciencia y la política, así como las complejas vinculaciones humanas que se presentan cuando los principios éticos y morales entran en juego.
Ambientada en 1987 en el estado de New Mexico, la obra presenta a Jim (Trent Pardy), un destacado físico y experto en radiaciones electromagnéticas que acaba de obtener un trabajo en New Mexico en el Departamento de Defensa de los Estados Unidos; ahí se traslada con su novia Carol (Julia Course) quien se desempeña como programadora informática en el campo de la inteligencia artificial. Aunque al principio Jim goza de cierta libertad para ejercer sus funciones, prontamente queda claro que el resultado de su trabajo de investigación puede ser utilizado para la fabricación de un poderoso arma de destrucción masiva. Esa situación desagrada a Carol quien no ve con buenos ojos la contribución que Jim efectúa con sus investigaciones y le insta a que deje su empleo, a lo que él se niega. Llega un momento en que la relación comienza a deteriorarse, cuando ella está convencida de que el trabajo de su novio cuestiona su integridad moral al poner en juego el bienestar de la humanidad.
Como puede apreciarse, la premisa es interesante y obliga al espectador a pensar sobre algunos de los temas planteados, en especial cuando los adelantos de la ciencia y la tecnología son utilizados con propósitos políticos; sin embargo, el tono de sátira que adopta la pieza y la forma de su exposición disminuyen sensiblemente su interés. Comenzando con un prólogo completamente anticlimático donde el psicólogo (Graham Cuthberson) de la oficina de Jim se presenta ante el público invitándolo a reflexionar sobre los acontecimientos que vendrán, la obra va desarrollándose a través de una sucesión de escenas cortas que careciendo de fluidez impiden al espectador involucrarse en el conflicto dramático de la pieza.
No hay gran comunicación entre los actores y el público; eso se debe a que el director Andrew Shaver ha concebido una puesta en escena fría y de naturaleza errática. Así, las relaciones establecidas entre Jim y su novia nunca suenan verdaderas, tampoco lo son los lazos que vinculan al científico con su distante madre (Susan Bain), el vínculo con su jovial y habilidoso jefe militar (Michael Blake) que supervisa sus tareas o las conversaciones mantenidas con un colega de trabajo (Daniel Brochu).
En cuanto a las actuaciones, sobresale el trabajo de Blake, en tanto que el resto del elenco se desempeña correctamente en función de lo que cada rol exige. La escenografía de James Lavoie es sencilla y funcional al crear acertadamente el ambiente militar en que se desarrolla la mayor parte de lo que se relata.
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