17.2.12

LOS ALCANTARILLADOS DE LVOV

In Darkness. Polonia-Alemania-Canadá, 2011. Un film de Agnieszka Holland.




Agnieszka Holland retorna nuevamente al escenario de la Segunda Guerra Mundial, después de haberlo hecho exitosamente en Angry Harvest (1985) y Europa, Europa, (1990) relatando una historia verídica sobre el Holocausto. Su afinidad hacia el doloroso tema no resulta extraña si se considera que todos los miembros de la familia de su padre perecieron en el gueto de Varsovia, en tanto que su madre polaca actuó en la resistencia salvando a judíos.


A comienzos de 1944, los nazis comenzaron en Lvov, Polonia (hoy se llama Lviv y pertenece a Ucrania), la tarea de exterminación de judíos quienes vivían recluidos en un gueto de la ciudad. Eligiéndolos al azar, los desafortunados eran transportados en camiones hacia los campos de concentración. Frente a ese agorero panorama, un grupo de ellos antes de ser atrapados, tratan de escapar de una muerte segura y para ello eligen las alcantarillas como refugio.


La película comienza mostrando las actividades delictivas de Leopold Socha (Robert Wieckiewicz), quien junto con su compinche Szczepek (Krsysztof Skoniecznyh) se dedican a asaltar las casas de la región. Socha, quien es un católico polaco sin afecto alguno por los judíos, se desempeña como empleado municipal de los alcantarillados y por lo tanto es un experto conocedor de todos los vericuetos de ese mundo subterráneo. Cuando en uno de sus recorridos descubre a los judíos allí apostados, para no delatarlos les demanda a cambio la suma de 500 zlotych diarios y además les señala que el grupo no puede superar la docena de personas a fin de resguardarlos convenientemente de cualquier intromisión nazi. De este modo comienza una arriesgada aventura donde esta gente separada de sus familias vivirá por un período de 14 meses en condiciones infrahumanas tratando de sobrevivir a la triste realidad.

Valiéndose del guión de David F. Shamoon, basado en el libro In The Sewers of Lvov de Robert Marshall, Holland ilustra con sobriedad e intensidad las condiciones claustrofóbicas y de degradación de las cloacas subterráneas. Con completa autenticidad el público se envuelve en esa angustiosa atmósfera donde sus desgraciados moradores están obligados a soportar un ambiente infectado de ratas, aguas y olores putrefactos, comiendo lo que se puede, sufriendo las inclemencias del tiempo cuando una gran tormenta provoca una inundación de considerables proporciones y teniendo que cohabitar hacinados donde no siempre la convivencia humana resulta armoniosa. Dentro de ese contexto no es muy estimulante observar a Yanek (Marcin Bosak) mantener relaciones sexuales con su amiga Chaja (Julia Kijowska) durante la noche mientras que su esposa e hijita despiertas observan calladamente ese deplorable cuadro; más incómodo aún resulta una cruda escena donde una madre da a luz en ese lúgubre laberinto y termina asfixiando a su bebé recién nacido por temor a que sus llantos puedan llamar la atención de los nazis.


Uno de los aspectos más importantes del film es haber descripto muy bien la personalidad de Socha, que de oportunista explotador, gradualmente se convierte en un aliado del grupo que protege. Así, a medida que el tiempo transcurre y cuando a los judíos se les acaba el dinero para seguir financiando la estadía, el inicialmente corrupto hombre les exime del pago convenido e incluso pone en juego su propia vida cuando su superior (Michal Zurawski), un oficial nazi, comprueba lo que está haciendo. A diferencia de Oskar Schindler, Socha se transforma en un inesperado héroe que encuentra un sentido en su vida que le habrá de redimir de su pasado turbio. Esa conversión obliga nuevamente a reflexionar acerca de las dificultades que existen cuando se trata de deslindar el bien del mal. Al constatar la transformación de Socha, creciendo en humanidad y cobrando conciencia del holocausto judío, el film adquiere una dimensión especial exponiendo claramente la contradicción humana.


A nivel de interpretación, el elenco es de primer nivel con la excepcional actuación de Wieckiewicz en el personaje central. En los renglones técnicos, la dirección de fotografía por parte de Jolanta Dylewska es otro logro notable teniendo en cuenta que la oscuridad adquiere una dimensión de máximo realismo. También resulta acertado haber apelado a diferentes idiomas (polaco, alemán, ruso, idish, hebreo, entre otros) otorgando una mayor autenticidad a lo que se está relatando dentro del mosaico cultural representado por sus diferentes personajes.


Conclusión: Un film de profunda visión humanista a la vez que un sólido drama recreando otro triste episodio del Holocausto. Aunque el tema ya ha sido considerado en otros elogiosos filmes (Schindler’s List, The Pianist), el mismo sigue manteniendo validez universal porque, tal como lo ha declarado la realizadora, el peligro continúa persistiendo si se recuerdan las masacres de Ruanda, Bosnia, Srebrenica que tuvieron lugar en la década del 90, o bien lo que actualmente sucede en Siria. Jorge Gutman

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