L’HISTOIRE DU ROI LEAR. Autor: William Shakespeare. Dirección: Martin Faucher. Elenco: Jean-François Blanchard, David Boutil, Jean-François Casabonne, Denis Gravereaux, Bruno Marcil, Pascale Montpetit, Vincent-Guillaume Otis, Gilles Renaud, Evelyne Rompré, Paul Savoie, Marie-Hélène Thibault. Música: Robert Normandeau. Escenografía: Guillaume Lachapelle. Iluminación: Marc Parent. Vestuario: Marc Senécal
Rey Lear es una obra de Shakespeare escrita entre 1605 y 1606 y a pesar de los cinco siglos transcurridos, sigue teniendo amplia vigencia. Sin querer generalizar, el desamor de los hijos hacia sus padres mayores no es un tema nuevo pero el inmortal autor lo expresa con una dosis de humanidad realmente conmovedora.
Al comenzar la obra el anciano rey Lear (Gilles Renaud) le pide a sus tres hijas que le expresen su sentimiento antes de proceder a distribuir el legado de su reino: dos de ellas, Gonoril (Pascale Montpetit) y Regan (Marie-Hélène Thibault), fingen su gratitud con elogiosas palabras hacia su padre mientras que Cordelia (Évelyne Rompre), la menor, mucho más sincera, mantiene un bajo perfil ofreciéndole un amor que compartirá con su marido el día que llegue a casarse; esa respuesta dista de convencer al soberano quien termina desheredándola y echándola del hogar. A medida que progresa la obra se habrá de comprobar el egoísmo y la perfidia de las dos hermanas mayores que demostrarán una execrable ingratitud hacia su padre, mientras que la menor será quien habrá de amarlo brindándole su devoción.
En forma paralela se asiste a otro drama de familia en la desavenencia familiar suscitada por parte del conde de Gloucester (Paul Savoie) y sus dos hijos, Edgar (Vincent-Guillaume Otis) el legítimo y Edmond (David Boutin) el bastardo, donde éste último conspira para que su hermanastro y su padre actúen el uno contra el otro.
En esta tragedia, tanto la ceguera paternal como el desagradecimiento filial están crudamente expuestos mostrando la decadencia de un rey que va siendo despojado de todo incluyendo su cordura, donde ni siquiera el cariño y compasión de Cordelia podrán salvarlo de su destino final.
La obra cautiva por su contenido y en tal sentido los sentimientos que se exponen resulta fácil de cundir en el ánimo del público dado que los conflictos generacionales entre padres e hijos alcanzan validez universal e intemporal. Sin embargo la puesta escénica de Denis Marleau resulta un tanto grisácea y fría sin que este drama de egoísmo, deslealtad, crueldad, humillación y ambición personal, trascienda como realmente debiera.
De todos modos cabe destacar la notable caracterización de Renaud en el papel protagónico ofreciendo su energía, sensibilidad y eventualmente su fragilidad como un rey que finalmente quedará reducido a la condición de un hombre ordinario aplastado por el sufrimiento. Igualmente, el resto del elenco aporta calidad a una producción que, aunque no completamente lograda, es recomendable.
Se representa hasta el 7 de abril en el escenario del Teatro du Nouveau Monde. Jorge Gutman
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