Lasse Hallstrom ofrece con Salmon Fishing in the Yemen un relato donde el tono absurdo se entremezcla con una fábula contemporánea con contenido romántico dentro de un contexto político.
Inspirado en la novela de Paul Torday con un guión de Simon Beaufoy, la premisa inicial es cómicamente original atendiendo a la utópica idea concebida por un visionario y millonario jeque yemenita (Amr Waked). Este buen hombre siente una verdadera pasión por la pesca de salmón y está convencido de que puede mejorar el nivel de vida de sus compatriotas si ese deporte pudiera ser practicado en su tierra. Con ese propósito contrata los servicios de Harriet Chetwode (Emily Blunt), una agradable joven británica, a fin de que ella pueda implementar la idea de introducir el salmón en las áridas tierras desérticas del Yemen a través de la participación del Departamento de Pesca y Agricultura de su país.
La gestión de Harriet se encuentra con el escollo de tener que vencer la resistencia del muy escéptico Dr. Alfred Jones (Ewan McGregor). Este científico marino, que trabaja para el gobierno británico, encuentra descabellada la proposición realizada pero cuando el primer ministro entra a tomar cartas en el asunto a través de su agente de prensa (Kristin Scott Thomas), el fantasioso proyecto comienza a cobrar impulso.
La primera mitad del film es la de mayor interés ofreciendo una leve sátira de naturaleza política; pero después va perdiendo fuerza cuando la trama incorpora varios elementos que desvirtúan al relato, especialmente los de naturaleza romántica. Alfred es un hombre casado, poco feliz en su matrimonio, que va sintiendo una atracción hacia Harriet a medida que el trabajo conjunto va progresando; por su parte ella corresponde a sus sentimientos a pesar de tener un novio agradable que pertenece al ejército británico y es enviado a Afganistán; esa relación origina una artificiosa historia de amor difícilmente creíble. Tampoco favorece la solidez del relato la incorporación de grupos yemenitas que se oponen al jeque; finalmente, la culminación de la historia no despierta la emoción perseguida por Hallstrom.
En los aspectos favorables, tanto Blunt como McGregor ofrecen su agradable presencia así como Scott Thomas demuestra que aún en pequeños papeles logra trascender. El humor, aunque no muy abundante, se hace presente en algunas alusiones pertinentes a las características e idiosincrasias de culturas e instituciones diferentes como las británicas y yemenitas. En los renglones técnicos cabe apreciar la belleza de los escenarios naturales donde transcurre la acción.
Conclusión: A pesar de las buenas intenciones del director, esta comedia satírica y humanista que trata de tender un puente de hermandad entre Europa y el Medio Oriente es demasiado tibia como para llegar a conformar plenamente. Jorge Gutman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario