11.10.09

CINE EN LA PLAZA

Comentarios de Jorge Gutman

CAPITALISM: A LOVE STORY. Estados Unidos, 2009. Un film de Michael Moore

Sensacionalista y demagogo, complaciente y manipulador, sobre-simplificado y exagerado, son algunos de los adjetivos utilizados por algunos de los detractores de Michael Moore; más allá de esos términos poco elogiosos y lo que sus controversiales filmes puedan sugerir, lo concreto es que este ingenioso cineasta es hoy día el más popular documentalista del mundo por los asuntos que considera y la forma amena en que los presenta. Si algunas de los cargos de sus críticos podrán resultar en ciertas ocasiones justificados, eso no quita que cualquiera de los proyectos de Moore resultan de largas y exhaustivas investigaciones por él realizadas y muchas de las informaciones provistas son objetivas y fáciles de probar.

Lo que antecede viene al caso, porque su último documental constituye un virulento ataque al capitalismo. Moore realiza un análisis de las condiciones imperantes en el mercado, mucho antes de que el terremoto económico-financiero del 15 de setiembre de 2008 afectara a su país y al mundo entero; en tal sentido, no tiene reparos en identificar a los culpables por sus nombres y demuestra como supuestamente respetables hombres públicos o integrantes de corporaciones privadas han masacrado la economía de Estados Unidos, conduciendo a la ruina a millones de personas honestas y trabajadoras que no pudieron influir en la marcha de los acontecimientos.
El film que comenzó a filmarse antes del gran colapso económico mundial comienza señalando que en el país más poderoso de la tierra, diariamente se pierden 14.000 puestos de trabajo y miles de desamparados ciudadanos son desalojados de sus casas, librados a la buena de Dios en lo que hace a su futuro y viviendo de los cupones de alimentación (“food stamps”).

La tesis de Moore es que el capitalismo es un mal que carcome a la sociedad actual y que estimula la corrupción y codicia. Su postura dista de ser ideológica ni tampoco se asimila a los preceptos filosóficos de Marx y Engels; de allí que de ninguna manera propone que el sistema sea reemplazado por el socialismo o comunismo. Lo que Moore desea transmitir es que el funcionamiento del sistema económico-financiero actual manejado y explotado diabólicamente por el 1 % de la población de Estados Unidos que detenta el 99% de su riqueza y que tiene su centro de poder en Wall Street es el causante de los males económicas que afectan a sus conciudadanos.
Aunque el espectador no está en condición de verificar desde su butaca si algunas de las cifras enunciadas son efectivamente ciertas o tergiversadas, lo concreto es que no hay duda que una ínfima minoría es dueña de los mecanismos del poder económico impidiendo que el resto de la población tenga derecho a defenderse. De allí su conclusión de que el capitalismo se aparta de la democracia estadounidense porque a pesar de que todos los ciudadanos estén igualados en cuanto a sus derechos para votar (un voto por persona), esta democracia está viciada por parte de los dueños del poder económico.

El documental que transcurre en Washington D.C., Nueva York y gran número de ciudades del interior del país, entretiene y a veces mantiene un ritmo demasiado dinámico que llega a impedir el seguimiento y retención de las afirmaciones de muchos de los entrevistados (algunos de los mismos son congresales), y las explicaciones brindadas por ellos; de todos modos, sea considerado incendiario para unos o bien manipulativo para otros, el documento efectúa un análisis bastante didáctico de la catástrofe financiera culpando al enloquecido casino que es Wall Street y también a la Casa Blanca sobre la política de desregulación financiera seguida. Lo frustrante y doloroso es que en este vuelco espectacular donde se supone que todo el mundo quedó afectado, Moore ilustra cómo los “desconocidos de siempre” (directivos de las grandes corporaciones) no solamente quedaron indemnes del colapso sino que además resultaron beneficiados.
En líneas generales el film es apreciablemente satisfactorio, aunque en su parte final Moore deviene repetitivo con algunos discursos de carácter sentimental que pudieron haber sido eliminados. También se hace presente una bufonada del cineasta al encerrar algunos de los edificios de las instituciones financieras en Wall Street con la cinta clásica que la policía utiliza cuando se ha producido un crimen en un determinado lugar. Pero todo eso es más que perdonable frente a un documental sensible ilustrando la tremenda brecha existente entre “los que tienen y los que no tienen” en el país más rico del mundo. Quedará resonando en el espectador las últimas aseveraciones de Moore de que “el capitalismo es un Mal. Un Mal no puede ser regulado sino reemplazado por algo diferente que lleva el nombre de Democracia”.
Para finalizar, Moore una vez más prueba su habilidad de editar el material que ha sabido reunir, dotándolo de adecuada música y, como es habitual, sazonando su relato con su acostumbrado irónico humor.
PPP

COCO AVANT CHANEL Francia, 2009. Un film de Anne Fontaine

La directora Anne Fontaine enfoca en su último trabajo para el cine los años juveniles de Gabrielle Chanel, conocida mundialmente como “Coco Chanel”, antes de haber logrado la fama internacional. De clásica narración, el film no obstante llega a trascender por la lograda interpretación brindada por Audrey Tatou así como por la forma en que la realizadora encaró la personalidad de la renombrada modista.

El relato comienza en las postrimerías del siglo 19 y muestra a la pequeña Coco y a su hermanita siendo dejadas en un orfelinato después de la temprana muerte de su madre y el abandono del padre; es en ese lugar, donde la niña aprende las lecciones básicas de la costura. Fontaine deja en claro, la importancia que para a la niña tenía la figura del padre ausente, mostrando la tristeza que delata su rostro cuando todos los domingos espera en vano que su progenitor la venga a visitar. Inmediatamente después, la acción se traslada 15 años en el tiempo mostrando a la adolescente Coco trabajando durante el día como costurera en una casa de modista provincial, mientras que por las noches se gana la vida en los café-concerts locales como cancionista. Es en ese ambiente nocturno donde la humilde muchacha conoce a Étiene Balsan (Benoit Poelvoorde), un millonario propietario de caballos de carrera que la convierte en su amante, la ubica en su mansión palaciega y la introduce al núcleo de la alta sociedad. A pesar del lujo que la rodea, la joven no se deja seducir por los halagos y la vida de complacencia que puede obtener; su decidido carácter autoritario y rebelde le hace comprender que ella no puede seguir siendo nada más que un bonito objeto para su protector y que algo debe hacer para modificar el orden existente. Con todo, ese período de su vida al entrar en contacto con el universo ecuestre de su amante le serviría de inspiración para la concepción de un estilo de vestir que habría de concretarse poco después.

Para Coco el gran cambio se produce cuando conoce e inicia una relación sentimental con Boy Capel (Alessandro Nivola), un empresario británico que constituyó el gran amor de su vida, impulsándola a desarrollar sus aptitudes naturales para la confección de sombreros y ayudándola financieramente para abrir su primer taller de alta costura en París.

El film se aparta de las convenciones establecidas en los relatos biográficos ya que más que pasar revista a las anécdotas de las primeras décadas de la vida de esta joven, Fontaine está más interesada en retratar su personalidad, ilustrando cómo va dejando atrás su humilde origen, para abrirse camino en un medio machista aprovechando de la gente que la rodeó para alcanzar su meta mayor. En tan sentido, uno de los méritos del film, tal como se señaló más arriba, descansa en la excelente interpretación de Tatou que tanto física como anímicamente encarna con naturalidad a la celebrada creadora del traje sastre.
De impecable puesta escénica Fontaine evitó cualquier sensiblería para caer en fáciles emociones o en situaciones excesivamente sentimentales. Posiblemente esa contención contribuya a que el film tenga cierto dejo de frialdad, aunque la última escena en donde se contempla a Chanel desde las escaleras con espejos de su famosa casa de la calle Cambón de París pasando revista a las modelas portando las creaciones por ella diseñadas además de ser visualmente hermosa, brinda al film un broche realmente emotivo.
PPP

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