Comentario de Sergio Martínez
Luego de la desaparición del Festival de Filmes
del Mundo (FFM)—un hecho en que las culpas se repartieron entre los burócratas
de la SODEC y Telefilm Canada, y el propio mandamás del otrora glorioso
festival, Serge Losique—los comentaristas y seguidores del cine en Montreal se
preguntaban sobre cuál de los festivales existentes ocuparía el lugar que había
tenido el otrora venerable festival del Teatro Imperial. El Festival du Nouveau
cinéma era uno de los candidatos a suceder al fenecido FFM, también Fantasía.
Otros como el FIFA o Cinemania se descartaban porque se trata de eventos con un
foco bien preciso y limitado: uno al arte (y espero que en algún momento le
cambien ese ridículo nombre que lo vincula al órgano que regula el fútbol a
nivel mundial) y el otro al cine francófono.
Sin embargo, a este momento lo más probable es
que Montreal no tendrá un sucesor del FFM, el Festival du Nouveau cinéma en
esta reciente edición ha confirmado que tiene una identidad diferente, algo a
lo que siempre aspiró y eso es bueno; pero ciertamente no tiene la vocación de
amplitud de enfoques que tenía el FFM. Esa identidad es no tanto quizás como “nuevo
cine” en algún sentido de búsqueda formal o de foco temático, sino más bien
como una plataforma para un cine de corte alternativo que no siempre llega a
las pantallas de exhibición comercial. También como un lugar para que jóvenes
cineastas expongan nuevas tendencias o para dar tribuna a un cine de carácter
experimental. Nótese, sin embargo, que cine realizado por “nuevos alquimistas”
como los llama el propio Festival y cine experimental, no garantizan
necesariamente un buen cine. Como siempre ha sido, sea que se hagan películas
de un modo convencional o buscando nuevas avenidas narrativas o temáticas, en
el análisis final lo que cuenta es si se trata de buen o mal cine, o cine merecedor
de calificaciones intermedias, por cierto.
En cuanto al lugar de este Festival en el
ámbito de los festivales de Montreal, tal vez lo que corresponda es simplemente
situarlo como un evento—por cierto, con una respetable trayectoria—que busca
mostrar las nuevas tendencias del cine tanto nacional como mundial, un trabajo
que hace razonablemente bien, agregaríamos. Por otro lado, y para ser franco, no
llega a llenar el espacio dejado por la desaparición del FFM. Pero, por último,
a lo mejor en Montreal estamos bien así. Ni Fantasía, ni menos FIFA, cumplen tampoco
los requisitos para ser ‘el festival de cine’ de la ciudad, al modo como lo fue
el FFM o como es el TIFF (Toronto International Film Festival) en la principal
metrópolis del país. Entonces la pregunta a hacerse ¿es que necesitamos en
Montreal un tal evento? A lo mejor no.
Estos festivales que cubren ciertos nichos y
por tanto apelan a audiencias específicas cumplen un interesante rol también. Fantasía
con su foco en el cine de terror, fantástico, de ciencia-ficción, con especial
énfasis en la producción asiática y con una notable cobertura del cine de
animación, especialmente japonesa, es tal cual es, un evento de gran impacto.
El Festival du Nouveau cinéma, con las características que ya reseñamos también
hace su aporte a la escena fílmica local. Y así también lo hacen FIFA con sus películas
sobre arte, Cinemania con el cine francófono, el siempre interesante Festival
del Documental (RIDM, por su acrónimo francés), y por cierto los variados
festivales que dan a conocer las producciones de distintas regiones del mundo:
el Festival de Cine Latinoamericano, obra del incansable Roland Smith, y los
festivales de cine italiano, árabe, israelí, africano, haitiano, brasileño, québécois,
de las primeras naciones canadienses, y otros.
En este sentido entonces, asistimos a una
transición en que los que se posicionen como eventos icónicos del cine en
Montreal, serán estos eventos, empezando por el propio Festival du Nouveau cinéma;
más focalizados, pero por ello mismo, más eficaces en captar audiencias
particulares, en un momento en que, como todos sabemos, asistencia a las salas
de cine tiende a decrecer. Aunque—para bien de este Festival—al final del
evento los organizadores indicaron que la asistencia a sus exhibiciones tuvo un
incremento de un 26% respecto del promedio de los diez años anteriores,
sin duda un buen signo.
ALGO DE LO MEJOR
Los encargados de ejecutar
la sangrienta misión en Los colonos
El premio al mejor largometraje en la
competencia internacional (Louve d’Or) fue adjudicado al film chileno-argentino
Los colonos, dirigido por Felipe Gálvez Haberle. Habíamos tenido la oportunidad
de ver esta película en el Festival de Toronto donde ya la habíamos comentado
favorablemente: “Ambientada en la isla de
Tierra del Fuego entre finales del siglo 19 y comienzos del 20, la cinta nos
presenta una recreación del proceso por el cual ese territorio fue colonizado
para introducir la crianza de ovejas. Para que ello ocurriera, sin embargo, fue
necesario exterminar a la población indígena que la habitaba: los selknam y los
onas”. (Los colonos) “me ha impresionado, tanto por su desarrollo dramático, la
fuerza de su historia y lo impactante de sus imágenes”.
Mars Express un film
francés de animación, dirigido por Jérémie Périn ganó el premio del público,
ciertamente un merecido galardón para esta original historia futurista en que los
humanos han sido reemplazados, en muchos ámbitos, por robots y androides.
Mars Express es una impresionante
cinta de animación, que invita a reflexionar sobre el futuro
En el film Do Not Expect
Too Much From the End of the World (No esperes demasiado del fin del mundo)
dirigido por Radu Jude (coproducción de Rumania-Luxemburgo-Francia-Croacia) es
donde mejor se ha reflejado ese espíritu entre rompedor, rebelde y anárquico de
la tradición del Festival du Nouveau cinéma. Combinando escenas en blanco y
negro y en color, así como situaciones actuales con las de la Rumania de los
tiempos de Ceasescu, esta película nos hace reflexionar sobre si el cambio en
una particular sociedad como la rumana, ha sido para bien o no.
La coproducción italiano-suiza-francesa
La chimera (La quimera) de la directora Alice Rohrwacher, aunque excesivamente
larga en algunas escenas, contenía una interesante historia con una final
también muy especial. Tras la búsqueda de objetos antiguos, se desarrolla
también una dedicación especial a otro tipo de encuentro.
Y TAMBIÉN ALGO DE LO MALO
Si en la anterior reseña aludía
a un cierto elemento místico, pero en un marco muy de este mundo, el film
Samsara (Lois Patiño, España) por otro lado nos llevó a un ambiente de misticismo
en Asia y África, durante casi dos horas, y con la sensación de haber asistido
a una reunión de seguidores de la New Age. Curiosamente, la sala estaba llena para
esta función, prueba de que estas cosas de la reencarnación al estilo oriental
todavía tienen cierto appeal. No para este crítico que no encontró mayor
valor cinematográfico en esto que ni siquiera tenía una historia.
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