TINKER, TAILOR, SOLDIER, SPY. Gran Bretaña-Francia-Alemania, 2011. Un film de Tomas Alfredson.
Comentario de Jorge Gutman
Tomas Alfredson después de haber abordado exitosamente una historia de vampiros en el film sueco Let the Right One In (2008), hace su primera incursión en el cine de habla inglesa abordando un género completamente diferente; en esta ocasión se involucra en el mundo del espionaje tomando como referencia la novela de John Le Carré Tinker, Tailor, Soldier, Spy publicada en 1974. Lejos de las historias del mismo género y de gran acción concebidas por Ian Fleming con James Bond, Le Carré adopta en sus relatos un tono emocionalmente frío, cerebral y más pausado, algo que precisamente se aprecia en este film. Su historia ya fue objeto en 1979 de una satisfactoria miniserie británica para la televisión que duraba varias horas, mientras que aquí el tiempo queda reducido a un espacio de dos horas de metraje que, dada la naturaleza de su compleja trama, resulta insuficiente para expresar fielmente toda la riqueza de la obra literaria.
Este relato es una variación sobre los aspectos considerados por Le Carré en su literatura analizando la Guerra Fría durante los años de postguerra. Cuando Control (John Hurt), la máxima autoridad del Servicio de Inteligencia Británico -generalmente conocido como M16- sospecha que dentro de la organización hay un informante que actúa para los rusos, encomienda al agente Jim Prideaux (Max Strong) que viaje a Budapest a fin de contactar a un general que le habrá de suministrar el nombre del doble espía. Sin embargo, la operación fracasa cuando Jim es baleado en Budapest y Control es despedido de su cargo muriendo poco tiempo después. El problema es ahora abordado por uno de los ministros del gobierno (Simon McBurney); para ello convoca al jubilado George Smiley (Gary Oldman), quien fuera uno de los principales espías del M16, para que abandone temporalmente su retiro a fin de tomar las riendas del asunto; concretamente debe determinar quién es el topo infiltrado en la agencia dentro de una lista reducida a cuatro sospechosos que trabajan en la misma con nombres codificados; ellos son Percy Alleline (Toby Jones) “Tinker”, Bill Haydon (Colin Firth) “Tailor”, Roy Bland (Ciarán Hinds) “Soldier” y Toby Esterhase (David Dencik) “Poor Man”.
El relato es demasiado denso y absorbente creando algunas dificultades para seguir su desarrollo para quienes no hayan visto la serie o leído la novela. Así, cierta confusión se produce debido a diferentes razones, a saber: los numerosos personajes secundarios que contiene la historia no siempre están vinculados con claridad, las diferentes subtramas dentro de la trama central propenden a desviar la atención, las situaciones cambiantes que se van produciendo en el proceso de investigación de Smiley y los numerosos flashbacks del presente al pasado someten al espectador corriente al desafío de poder digerir en forma satisfactoria el desarrollo del relato. Curiosamente cuando muchas veces se suele objetar la excesiva duración de un film, éste es uno de los raros casos donde una media hora adicional de metraje podría haber permitido una mayor claridad expositiva.
A pesar de las observaciones formuladas, el film transmite el clima opresor y lúgubre de la Guerra Fría reflejando un moderado suspenso aunque sin escenas de gran tensión. A nivel de interpretación, la actuación de Oldman es sobresaliente al cargar sobre sus hombros el peso del relato, brindando considerable gravedad emocional a su personaje; otros nombres destacables son los de Hurt, Tom Hardy y Benedict Cumberbatch. En los renglones técnicos se destaca el excelente trabajo del compositor Alberto Iglesias en la banda sonora.
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