23.1.07

Cine Enero 2007

CINE EN LA PLAZA
Comentarios de Jorge Gutman

EL LABERINTO DEL FAUNO. España-México, 2006. Un film de Guillermo del Toro
THE PAINTED VEIL. Estados Unidos-China, 2006. Un film de John Curran
THE GOOD GERMAN. Estados Unidos, 2006. Un film de Steven Soderbergh
ROCKY BALBOA. Estados Unidos, 2006. Un film escrito y dirigido por Sylvester Stallone
WE ARE MARSHALL. Estados Unidos, 2006. Un film de McG
THE PURSUIT OF HAPPYNESS. Estados Unidos, 2006. Un film de Gabriele Muccino
APOCALYPTO. Estados Unidos, 2006. Un film de Mel Gibson
BLOOD DIAMOND. Estados Unidos, 2006. Un film Edward Szwick
THE HOLIDAY. Estados Unidos, 2006. Un film escrito y dirigido por Nancy Meyers
A GOOD YEAR. Estados Unidos, 2006. Un film de Ridley Scout
THE NATIVITY STORY. Estados Unidos, 2006. Un film de Catherine Hadwicke
TURISTAS. Estados Unidos, 2006. Un film de John Stockwell
DECK THE HALLS. Estados Unidos, 2006. Un film John Whitesell

VIDEOS
BANDIDAS. Estados Unidos, 2005. Dirección de Joachim Roening y Espen Sandberg
COLOR OF THE CROSS. Estados Unidos, 2006. Dirección de Jean Claude LaMarre
LOVE’S ABIDING JOY. Estados Unidos, 2006. Dirección de Michael Landon Jr
BROKEN BRIDGES. Estados Unidos, 2006. Dirección de Steven Goldman



EL LABERINTO DEL FAUNO. España-México, 2006. Un film de Guillermo del Toro

Con El Laberinto del Fauno, Guillermo del Toro concreta una obra artística de gran envergadura, demostrando una singular habilidad para conjugar fantasía, drama realista y horror en forma absolutamente convincente. Quien repase la filmografía de este realizador observará que uno de los aspectos que más le obsesionan es el de la crueldad humana. Aquí vuelve a poner en evidencia esa preocupación al recurrir a uno de los episodios más oscuros de la historia de España como lo fue su Guerra Civil. Del Toro ya abordó ese tema en El espinazo del diablo, pero ahora lo enfoca desde un ángulo diferente al recurrir a la fértil imaginación de una menor.
La acción se ubica en 1944 y a pesar de haber transcurrido cinco años desde la finalización del conflicto bélico, sus coletazos aún persisten con las incursiones realizadas por los maquis, guerrilleros que no aceptan la desgraciada realidad política y continúan ofreciendo resistencia atacando a la falange fascista.
En una excelente recreación de época y con un cronometrado guión escrito por el realizador, el film adopta el punto de vista de Ofelia (Ivana Baquero), una niña que ha llegado con su madre embarazada Carmen (Ariadna Gill) a un puesto militar ubicado en una remota zona rural española. Allí los aguarda el despótico capitán Vidal (Sergi López) quien comanda el destacamento y es el nuevo marido de su madre.

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Frente a un ambiente sofocante y opresivo motivado por los actos monstruosos de su padrastro, cuyo objetivo principal es exterminar a los maquis de la región, Ofelia encuentra refugio en su fabulosa fantasía que es estimulada por los libros de cuentos de hadas que gusta leer; eso la conduce hacia un fascinante laberinto donde sale al encuentro de un grotesco y seductivo fauno (Doug Jones) quien le hace saber que deberá pasar tres difíciles pruebas para llegar a convertirse en princesa de un fascinante reino.
Intercalando permanentemente la realidad con el ensueño de la imaginación, la historia mantiene un sostenido nivel de suspenso a lo largo de una trama original y metafórica de la fantasía reflejando la vida real.
Uno no puede menos que sentirse deslumbrado de la intensidad que imprime Del Toro a su relato y de la maestría en el manejo de los efectos especiales que confiere una excepcional belleza visual a la dureza de la historia.
Además de mantener el interés del espectador a través de un ritmo que jamás decae, su final conmueve y estremece. Obviamente no lo habré de relevar salvo señalar que se trata de una emotiva oda a la libertad humana y una condena implacable a cualquier manifestación de fascismo reaccionario.
En materia interpretativa Baquero ofrece una perfecta combinación de inocencia, madurez, vitalidad y fortaleza, transmitiendo la ambivalencia de una pequeña que al tratar de huir de su padrastro tirano la consume un sentimiento de culpa ante la perspectiva de tener que dejar a su madre. López vuelve a demostrar que es un actor de raza animando a un personaje violento, sanguinario e inhumano con dramático realismo. No menos destacable es la participación de Maribel Verdú como la ama de llaves del capitán, en un personaje completamente alejado del erotismo que despertara en Y tu mamá también; también se destaca la presencia de Alex Angulo animando a un médico que simpatiza con la guerrilla.
En declaraciones efectuadas a la prensa Del Toro había señalado que su intención era la de utilizar la estética gótica de los relatos de terror para relatar una historia de hadas. Sin duda, su film demuestra que ha salido triunfante en el desafío propuesto.
En conclusión, El Laberinto del Fauno constituye una experiencia de cine fascinante y una de las mejores expresiones de arte que se ha visto en el año que acaba de concluir. J.G.
Calificación: PPPP

THE PAINTED VEIL. Estados Unidos-China, 2006. Un film de John Curran

Ésta es la tercera versión cinematográfica de la novela homónima de Somerset Maugham, donde el guión de Ron Nyswaner, la dirección de Curran en la forma que ejecuta el relato y el nivel de actuación de sus principales actores, la convierten en una obra sólida que merece ser vista.
Ambientada en 1925, la película relata una historia de amor entre dos personas que configuran una pareja totalmente dispar. Ella es Kitty (Naomi Watts), una joven perteneciente a la alta clase de la sociedad londinense y que por razones familiares se encuentra forzada a casarse con un hombre al que no quiere. Él es Walter Fane (Edward Fane), un médico bacteriólogo inglés trabajando en China y que en oportunidad de su visita a Londres conoce a Kitty y de inmediato le propone casamiento. A pesar de su desinterés, la joven acepta la propuesta como vía de escape de su entorno familiar y en especial de su dominante madre. Cuando la pareja se instala en Shangai queda claro que para Walter tiene más prioridad sus investigaciones científicas que el despliegue de afectos para su esposa; esto conlleva a que al poco tiempo de conocer al cónsul adjunto británico Charlie Townsend (Liev Schreiber), el diplomático la seduzca con relativa facilidad, dando comienzo a una relación amorosa extramatrimonial.

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Cuando Walter descubre el adulterio, decide vengarse de ella aceptando una propuesta de trabajo en una región rural apartada que se encuentra invadida por una epidemia de cólera y en donde su mujer no tiene otra opción que acompañarlo. El nuevo ambiente es peor de lo que Kitty pudo imaginar; además de lo deprimente que resulta su nuevo hogar donde se encuentra sola e ignorada por su marido, corre el peligro de contraer la enfermedad; a todo eso se agrega el clima anticolonialista inquietante por parte de la gente local cuando llegan noticias de que tropas británicas mataron a un gran número de protestantes en Shangai.
Dentro de ese contexto Curran logra transmitir la difícil relación de pareja entre Walter y Kitty, donde él no puede olvidar la infidelidad de su esposa y ella es rechazada ante cualquier intento de aproximación que realiza. Sin embargo, lenta y gradualmente la historia de un matrimonio con casi nula atracción romántica va tomando dimensiones diferentes cuando el relato va ilustrando la gestación de un verdadero sentimiento de amor, pleno de ternura y devoción entre la pareja; esto ocurre cuando Walter va descubriendo en Kitty su amor hacia los niños que se ocupa de cuidar en un convento y cuando ella comienza a tomar conciencia de la abnegada tarea que su marido despliega en un hospital con enfermos atacados de cólera. Esa transformación mutua es narrada con delicadeza y sutilidad de modo tal que no resulta extraño ni caprichoso comprobar cómo el frío acto de venganza va extinguiéndose para dar lugar a un amor que sin ser apasionado es no obstante intenso y sincero.
La interpretación es irreprochable. Norton se desempeña muy bien al sumergirse en la piel de un individuo tímido, inseguro para relacionarse socialmente y un tanto asexuado, donde sus emociones son vividas interiormente, siendo capaz de expresarse mejor mediante el silencio que a través de las palabras. Por su parte, Watts ofrece todos los matices inherentes que requiere su personaje logrando una increíble transformación de una chica relativamente frívola hacia una persona que va madurando al ir descubriendo nuevos horizontes en el medio que le toca vivir y que hasta entonces le eran desconocidos; esa transición hacia una mayor responsabilidad es captada magistralmente por la inteligente actriz.
Al margen de la historia central, Curran ha logrado una buena pintura de época y una acertada visión histórica de acontecimientos vividos por China en ese entonces.
En resumen, una historia de amor diferente que, a pesar de ser un poco cerebral, logra generar legítimas emociones que satisfarán a un público ávido de un film artístico y sofisticado. J.G.
PPP

THE GOOD GERMAN. Estados Unidos, 2006. Un film de Steven Soderbergh
Este último film de Steven Soderbergh constituye un esfuerzo experimental fallido. En base a la novela de Joseph Kanon y con un guión preparado por Paul Attanasio, el experimento trata de involucrar a la audiencia moderna en un drama de post-guerra utilizando los mismos recursos que la cinematografía ofrecía en los años de la década del 40 incluyendo su filmación en blanco y negro. Ciertamente, la ambientación y los aspectos visuales del film no defraudan; sin embargo, su contenido es lo que lo torna problemático porque lo que aquí se cuenta no llega a atrapar y además no hay una indagación psicológica de sus personajes como para que uno se interese en lo que les está ocurriendo.
George Clooney interpreta a Jake Gelsmer, un corresponsal de guerra americano que llega a Berlín para cubrir la conferencia de paz realizada en Postdam donde Truman, Churchill y Stalin determinarían los límites este-oeste del continente europeo. Para el periodista, la razón del viaje es una excusa para poder reencontrarse con Lena Brandt (Cate Blanchett), una mujer con quien mantuvo una apasionada relación sentimental en ocasión de su previa visita a la ciudad que tuvo lugar antes del inicio de la guerra.
La compleja y rebuscada trama argumental se centra en la pareja y en las ramificaciones de ese reencuentro. Lena parece responder a una persona totalmente diferente de la que conoció Gelsmer; se trata de alguien que sufrió los horrores de la guerra y que habiéndose casado con un matemático científico que ha desaparecido, en la actualidad sobrevive a través de la prostitución y de la protección que le brinda Tully, un joven militar venal (Tobey Maguire) que contrabandea en el mercado negro, quien le prometió ayudarla para salir de Berlín. Cuando Tully aparece muerto y Gelsmer trata de indagar sobre lo que está pasando, el relato comienza a hacerse más denso originando un clima de intriga poco satisfactorio cuando la audiencia va relacionándose con los personajes que Lena suele alternar.
A medida que avanza el metraje, el film trae a la memoria el recuerdo de dos clásicos de la época en que transcurre la acción, como lo fueron The Third Man y Casablanca; es ahí donde las comparaciones –por más antipáticas que resulten- ponen en evidencia la debilidad del relato. Con el primero de los títulos mencionados tiene en común la búsqueda de un personaje desaparecido a quien se cree muerto, pero donde The Third Manombre ofrecía al espectador un relato de tensión excepcional que también se vincula con personajes amorales entremezclados en el mercado negro, aquí todo se esfuma a través de un proyecto artificial que no es capaz de mantener interés. En el terreno sentimental, tanto el imposible romance animado por Blanchett y Clooney como su escena final constituyen una caricatura de la auténtica emoción brindada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en Casablanca.
A pesar de la gran popularidad de ambos actores, los esfuerzos de Clooney y Blanchett resultan infructuosos por levantar el nivel del relato; de este modo, el film podrá solamente interesar a un público seguidor de Soderbergh que se deslumbre por su tecnología estupenda y que se despreocupe de su vacua sustancia. J.G.
Calificación: P½

ROCKY BALBOA. Estados Unidos, 2006. Un film escrito y dirigido por Sylvester Stallone
Muy pocos habrán sido quienes pensaron que Rocky fuese capaz de ganar el Oscar a la mejor película de 1976, desplazando a contendientes tan importantes como Taxi Driver y Network. Aunque en términos de calidad, el film fue decididamente inferior a los títulos mencionados, no obstante reunía ciertos méritos que los críticos destacaron y además obtuvo un resonante éxito popular. Como consecuencia del mismo, un desconocido Sylvester Stallone, su protagonista, ganó fama internacional, y como suele suceder Hollywood decidió aprovechar el acontecimiento generando 4 secuelas del mismo aunque sin llegar al nivel de atracción de su capítulo inicial. La suerte del boxeador estuvo íntimamente ligada a la de Stallone y curiosamente la carrera del actor sufriría con el tiempo la misma declinación experimentada por el personaje que creó. Cuando se supuso que ya no habría nuevos episodios, ahora llega Rocky Balboa donde a diferencia de los precedentes, el ex boxeador ya no tiene con quien pelear excepto con su memoria que le trae recuerdos de los buenos tiempos ya idos.
Afortunadamente, este Rocky no decepcionará a la generación de los baby boomers, y probablemente también podrá gustar a los jóvenes de esta generación.
Cerrando el círculo iniciado hace 30 años, Rocky vuelve a estar tan sólo como en sus comienzos. La acción, que sigue transcurriendo en Filadelfia, muestra en su primera escena a un hombre más avejentado que trata de compensar su gran soledad visitando la tumba de su querida señora en el aniversario de su muerte. No son muchos los que lo rodean y entre los contados camaradas se encuentra su mejor amigo y cuñado Paulie (Burt Young) con quien suele pasar revista a sus años de gloria. La tristeza de Rocky se intensifica porque su único hijo (Milo Ventimiglia) que ya no vive más con él siempre busca pretextos para evitar estar a su lado; el joven siente que la fama que rodeó a su padre le impide que sea reconocido por sus propios méritos.

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¿Qué es lo que queda del abatido Rocky? El restaurante que ahora tiene a su cargo y en donde pasa largas horas contando a sus clientes anécdotas de su glorioso pasado.
En lugar de acudir a la tradicional nota romántica, el guión prefiere establecer un genuino lazo de amistad entre Rocky y Marie (Geraldine Hughes), una chica mucho más joven que él quien le sirve de apoyo y aliento en los momentos que más lo necesita.
Aunque Stallone, no se caracterizó por ser un buen actor, ésta es la oportunidad que tiene para destacar todo el patetismo que despierta Rocky. Sus gestos, su tono de voz, su postura con sus hombros encorvados y sus movimientos, hacen de su interpretación un elemento distintivo del film al retratar idealmente al individuo acabado.
El film adopta un giro diferente cuando el comité de boxeo de Filadelfia resuelve organizar un torneo de exhibición de 10 asaltos donde participarán nuestro antihéroe y el actual campeón de peso pesado Mason “The Line” Dixon (Antonio Tarver). El escenario queda armado en un evento donde la habilidad de un boxeador invencible se contrapone con la férrea voluntad del triunfador de antaño. El film no acude a otro clásico match de boxeo donde uno adivina de antemano quien será el ganador. Para evitar recorrer caminos tantas veces transitados, los últimos quince minutos del relato brindan la suficiente emoción y suspenso para conformar al gran público a través del tira y afloja que se va desarrollando en cada uno de los asaltos.
Queda como resultado un film de factura convencional pero muy humano y nostálgico. Su tema central no es el boxeo sino la redención de un hombre que necesita vibrar para seguir viviendo. Evitando desenlaces previsibles, y sin habérselo propuesto, este patético y emotivo relato se convierte en el tributo de un hombre a su esposa desaparecida a quien le agradece la fortaleza que le ofrece desde el más allá. Buen final para la conclusión de esta serie. J.G.
Calificación: PPP

WE ARE MARSHALL. Estados Unidos, 2006. Un film de McG

Como tantos otros filmes americanos que giran en torno al deporte en ámbitos estudiantiles, We are Marshall trata de demostrar una vez más como la fortaleza del espíritu que anima a sus protagonistas es capaz de superar las dificultades más grandes. El relato de Jamie Linden está basado en hechos reales que ocurrieron el 14 de Noviembre de 1970; en ese aciago día, el equipo de fútbol americano de la Universidad de Marshall de West Virginia sufre un revés inesperado cuando el avión que los transportaba de regreso al hogar en Huntington –después de un partido en North Carolina. se estrella produciendo la muerte de casi todo el plantel, además de ocho entrenadores y 25 miembros familiares y simpatizantes.
Como es de suponer, la tragedia afectó la moral y el espíritu de una pequeña ciudad y en tal sentido el realizador utiliza unos buenos minutos del film para expresar el sentimiento de dolor comunitario y de la universidad.
Como la constitución de un nuevo equipo deportivo no puede producir resultados inmediatos, la intención del presidente del centro universitario (David Strathairn) es de suspender el programa deportivo para el año siguiente; pero cuando la comisión directiva decide ratificar su decisión, la participación del capitán del equipo (Anthony Mackie), que salvo su vida por no haber viajado en ese vuelo fatídico, logra presionar a las autoridades al demostrarles cómo la población de Huntington coreando al unísono “Nosotros somos Marshall” desea fervientemente que el programa continúe en 1971.
De aquí en más el relato gira en torno a los esfuerzos realizados para contratar a un entrenador eficiente, la gran campaña efectuada por el elegido para formar un grupo nuevo que permita mantener los estándares deportivos que la universidad se había propuesto, los diferentes aspectos del intenso adiestramiento con gente joven sin mayor experiencia –salvo tres deportistas que salvaron sus vidas por no haber viajado-, la realización de los juegos tal como estaba programado y el gran premio de la victoria final.
El film no intenta ofrecer algo diferente de lo muchas veces narrado en materia deportiva; lo que desea es contar una historia humana relatando las consecuencias de una tragedia, el drama de un acongojado padre (Ian McShane) que pierde a su hijo Chris, la de su dulce novia (Kate Mara) que lleva en su mano el anillo de compromiso que había recibido de él, las circunstancias especiales que atraviesa el nuevo entrenador (Matthew McConaughey) del equipo al asumir su cargo y la forma en que debe conducirse con una comunidad afectada emocionalmente, así como otras historias personales sobre algunos de los jugadores.
Aunque en muchos casos lo que resulta familiar puede estar asociado a estereotipos que pueden desmerecer a un relato, afortunadamente este film evita todo tipo de clisés. Con sincera emoción destaca cómo el deporte constituye un medio para cicatrizar el dolor de una comunidad haciéndoles recobrar su orgullo para abordar el futuro con renovado optimismo. En síntesis, un relato sencillo que, sin presuntuosidad alguna, posee sentimiento y corazón. J.G.
Calificación: PPP

THE PURSUIT OF HAPPYNESS. Estados Unidos, 2006. Un film de Gabriele Muccino
Un padre que protege a su hijo contra viento y marea y que al mismo tiempo lucha denodadamente para vencer los obstáculos que el destino le tiende hasta concretar el sueño americano, puede en principio reunir los ingredientes necesarios para que la audiencia familiar se sienta a gusto. Pero no es así; The Pursuit Of Happiness es un film demasiado largo, fastidiosamente reiterativo y bastante pesimista en su mayor parte como para que uno se sienta confortable con lo que ve.
Basado en un caso real televisado en 2003 en el programa 20/20, el relato dramatiza el dificultoso camino recorrido por Chris Gardner, antes de haber llegado al importante cargo que hoy día ostenta en su propia empresa.
La acción transcurre en San Francisco, en 1981, donde Gardner (Will Smith) realiza malabarismos para equilibrar su magra situación financiera. Como buen padre de familia quiere mucho a su hijo de 5 años Christopher (Jaden Christopher Syre Smith) pero mantiene una difícil relación con su esposa (Thandie Newton) debido a la difícil situación presupuestaria que impide satisfacer los costos mínimos de subsistencia del grupo familiar. Trabajando como vendedor de equipos para médicos no tiene éxito, y su persistencia en seguir intentándolo fastidia a su señora que lo percibe como un soñador irresponsable. Cuando la situación en el matrimonio se torna intolerable ella lo deja para trabajar en Nueva York mientras que Chris se hace cargo del niño. La posibilidad de realizar una pasantía de varios meses sin salario alguno para una prestigiosa firma de comisionistas de bolsa a fin de obtener el puesto deseado, servirá para cambiar su enfoque.
El film va adquiriendo mayor dramatismo –aunque no necesariamente intensidad dramática- a medida que Chris se siente más arrinconado con la adversidad pisándole los talones. Al no haber pagado los impuestos, la autoridad impositiva se apropia de la suma adeudada dejando su cuenta bancaria sin fondos; la situación se agrava al ser desalojado por no poder pagar el alquiler de su casa y virtualmente en la calle, debe abrirse paso con urgencia para proteger a su hijo y encontrar un lugar donde estar.
Aunque bien intencionado, el realizador Gabriele Muccino carga demasiado las tintas como para que el relato se torne creíble. Siempre hay un obstáculo con el que Chris tropieza y además el guión enfatiza cargosamente en ilustrar cuánto se preocupa y vela por su hijo. No menos importante es asistir a escenas repetitivas cómo cuando le roban el escáner que lleva consigo para la venta. La energía que despliega este hombre es tan grande que lo impulsa a arriesgar su vida al atravesar las calles de pleno tránsito a máxima velocidad. En resumen, las calamidades que le suceden son tan numerosas y tan poco convincentes que impiden que uno se conmisere con el personaje..
Como contrapunto a lo señalado hay escenas que merecen ser destacadas. Dando muestra de su ingeniosidad para lograr que sea aceptado en el programa de pasantía, uno de sus futuros jefes (Brian Howe) queda impresionado cuando Chris logra armarle el “cubo de Rubik”; de este modo y frente a tantos hechos negativos, el espectador se siente complacido de que al menos hubo algo que terminó resultándole.
En otras instancias despierta compasión observar como padre e hijo deben recurrir a los baños de los metros para dormir y asearse en las horas nocturnas, cuando tienen que efectuar largas colas para tener la suerte de alojarse en hogares para los sin casa (homeless), o cuando Chris decide vender su sangre para obtener algún dinero mínimo para subsistir.
La actuación de Smith es irreprochable demostrando su versatilidad al encarnar un personaje de diferente naturaleza a los que acostumbra interpretar. La relación que su personaje mantiene con su hijo también es aceptable, aunque ese hecho no resulta extraño porque también son padre e hijo en la vida real.
Aunque bien filmado y a pesar de haberse destacado algunos aspectos positivos, el film no adquiere intensidad dramática como tampoco despierta genuina emoción. El final, aunque verídico, pareciera una solución de compromiso para quienes buscan una conclusión feliz; pero como el derrotero emprendido por Chris ha sido tan deprimente, los tres minutos últimos resultan insuficientes como para que el mensaje optimista generado llegue a trascender.
Habida cuenta de que el relato se inspiró en un hecho real, todo hace suponer que la experiencia del verdadero Chris Gardner haya sido mucho más interesante que la del personaje aquí retratado. J.G.
Calificación: PP½

APOCALYPTO. Estados Unidos, 2006. Un film de Mel Gibson

Más sangriento y cruento que lo que ofreciera en The Passion of the Christ, Mel Gibson retoma su tendencia de exponer la brutalidad humana en Apocalypto. Sin duda el film es remarcable, aunque este término no denote un elogio sin reservas. Como relato de aventuras logra destacarse porque es muy difícil encontrar otros similares que estén impregnados de tanta violencia como la aquí expuesta; pero también se distingue porque a pesar de la gratuidad de su crudeza, el film sobrecoge y asombra. Ya sea que apele a cuidadosos close-ups o que la cámara registre excelentes escenas panorámicas, el relato es un producto evidentemente comercial pero cuidadosamente elaborado. Por eso resulta difícil llegar a explicar la razón que instiga a Gibson contar una historia épica interesante adoptando un criterio sádico y sangriento.
Aunque la civilización maya no alcance la misma dimensión universal que la pasión de Cristo, Gibson no la aborda para describir la decadencia de una cultura pagana que predominó en América Central hace más de seis siglos. Lo que hizo fue basarse en algunos elementos de la misma para concretar un guión fantasioso que de ninguna manera alterará la tranquilidad de historiadores o académicos en la materia; así, brinda toda la acción, adrenalina y excitación necesaria para convocar y satisfacer al gran público. Decididamente, quien desee interiorizarse sobre los mayas y su riqueza cultural no habrá de recurrir a este film sino que adoptará un rumbo diferente.
Filmado en la península de Yucatán, el relato que emplea el lenguaje yucateco (un dialecto del maya para otorgarle mayor autenticidad) distingue cuatro partes bien diferenciadas. En su comienzo se aprecia uno de los pocos momentos donde asoma la calidez humana sazonada con buen humor al contemplar la vida pastoral de una aldea maya. En los primeros fotogramas la cámara enfoca a algunos de sus habitantes persiguiendo a un tapir que después de ser atrapado y faenado constituirá el manjar del día. En ese ambiente paradisíaco todos parecen convivir cordialmente; entre ellos se encuentran Jaguar Paw (Rudy Youngblood), Seven, su mujer embarazada (Dalia Hernández), su pequeño hijo (Carlos Emilio Baez) y su padre (Morris Birdyellowhead a quien todos respetan por ser un buen cazador y guerrero. Al poco tiempo llegan sanguinarios mercenarios para arrasar la aldea y asesinan a gran parte de la población incluyendo al padre de Jaguar Paw que es degollado delante suyo. Antes de ser tomado prisionero junto con algunos otros vecinos que lograron sobrevivir, Jaguar Paw logra que su señora e hijo queden bien resguardados en un pozo; al despedirse de ellos les promete regresar.
La segunda parte constituye el dramático recorrido que los prisioneros deben realizar hasta la capital del imperio. Aquí el film pierde un poco de energía porque los continuados actos de violencia se convierten en rutina volviendo menos sensible al espectador ya que la ley de los rendimientos decrecientes comienza a tener efecto.
El relato retoma el impulso inicial en su tercer segmento cuando los secuestrados prisioneros llegan con sus captores hasta la gran plaza imperial, donde frente a una pirámide erguida serán objeto del sacrificio que el gran sacerdote realizará como ofrenda a los dioses del sol. Las ejecuciones se van sucediendo en medio de un baño de sangre como pocas veces la pantalla ha registrado; se hace muy duro contemplar los actos de carnicería humana que incluyen mutilaciones, golpes a rajatabla, descuartizamientos, extracciones de órganos de los aún vivientes sacrificados, etc.
El segmento final del relato consiste en una despiadada persecución que tiene lugar cuando el héroe de esta historia escapa de sus secuestradores. La cacería humana a través de la selva dura 45 minutos de gran intensidad donde quedan reflejados la endiablada furia de los perseguidores y el inhumano esfuerzo del perseguido corriendo con desesperación para salvar su vida.
Si desde un punto de vista estrictamente cinematográfico uno respeta la artesanía y habilidad del realizador, no se puede evitar el sentimiento de ambivalencia que invade al contemplar un film majestuoso, pero embadurnado de grosera violencia y salvajismo humano. Una única nota de redención espiritual se brinda en una de las escenas finales cuando se produce el nacimiento de un bebé augurando un porvenir más venturoso.
Aunque Gibson desee demostrar que las grandes civilizaciones -como lo fue la maya-, se encargan de sembrar las semillas que los irá destruyendo internamente, no hay en el relato elementos que fundamenten el ostracismo de dicha cultura.
De lo que antecede queda como resultado final un relato de acción trepidante que cuenta con una buena interpretación por parte de actores desconocidos, vestuarios irreprochables y una labor excelente de maquillaje que transforma el rostro de los intérpretes en auténticos mayas.
En esa rara combinación de belleza visual con lacerantes baños de sangre, el espectador es quien tiene la última palabra para valorar a este film que haciendo honor a su título es verdaderamente apocalíptico. J.G.
Calificación: PP½

BLOOD DIAMOND. Estados Unidos, 2006. Un film Edward Szwick
Una vez más el cine aborda el caso de África explotada por el predador blanco de Occidente que viene a usufructuar sus riquezas. Aunque resulte un tanto extraño, Hollywood emplea una combinación arriesgada donde las aventuras y el mensaje social se fusionan. ¿Cómo resulta ese cóctel? A pesar de que en gran parte el film adopta las características propias de un producto de fórmula, su preocupación de denuncia social no es desdeñable, evitando la adopción de un tono demagógico o la nota sensacionalista.
La acción transcurre en Sierra Leone durante los años de guerra civil que azotó al país en la década pasada. En ese escenario de brutal dureza convergen dos personajes completamente disímiles. Uno de ellos es Solomon Vandy (Djimon Hounsou), un humilde pescador negro cuya existencia pacífica se ve dramáticamente alterada cuando los rebeldes invaden el lugar y lo separan de su mujer e hijos; convertido en esclavo, es obligado a trabajar en los campos de mina para extraer los diamantes que sirven para financiar a la guerrilla. Aprovechando un momento de distracción de sus captores logra quedarse con una piedra de diamante de alto valor enterrándola en un lugar seguro. Al llegar las tropas gubernamentales, es encarcelado temporalmente y allí conoce al antihéroe de esta historia. Se trata de Danny Archer (Leonardo DiCaprio), un mercenario blanco que trafica con diamantes, contrabandeándolos a través de Liberia para financiar también al ejército guerrillero y al propio tiempo enriquecerse con la transacción. Cuando Danny se entera del diamante que Solomon escondió, le propone intercambiarlo a cambio de la ayuda que le brindará para que pueda reunirse con su familia. Para lograr su propósito requiere de los servicios de una periodista americana (Jennifer Connelly) que está realizando una investigación sobre el negocio sucio de las gemas del lugar, que mundialmente mueve miles de millones de dólares.
Dentro del marco de un film de acción, la historia demora en arrancar y cuando lo hace recurre a criterios seguidos por otros relatos semejantes e ilustrado con escenas de inusual violencia, aunque sin llegar al nivel de Apocalypto.
El relato adquiere fuerza emocional cuando enfoca el aspecto político y social poniendo en evidencia la realidad africana donde gobiernos corruptos y guerrillas se asocian con los intereses económicos de magnates codiciosos y manipuladores del mercado internacional, despojando a la región de sus riquezas naturales con el agravante del costo social que implica la miseria humana de su gente.
La interpretación esta en función de dos elementos importantes, a saber: 1) la caracterización de los personajes, y 2) la calidad de los actores. En tal sentido, Hounsou como el hilo conductor de la trama ofrece una gran humanidad a Solomon, no sólo por que el guión de Charles Leavitt le permite lucirse sino también porque expresa muy bien el drama de un hombre sencillo cuyo patrimonio más caro es su núcleo familiar. En el caso de DiCaprio hay ciertos momentos en que la pintura de su personaje ofrece resistencia a la credibilidad; sin embargo, animando un solitario amoral, pragmático y racista como resultado de una triste infancia y adolescencia, el actor ofrece una expresividad que impresiona, demostrando que su excelente actuación en The Departed no se debió a un acto de inspiración casual. El personaje que anima Connelly no está lo suficientemente desarrollado y lamentablemente desaparece de la acción diluyendo el drama y dejando algunos huecos en el relato; sin embargo dentro de las limitaciones señaladas, su actuación es sutil y decididamente intachable.
En resumen, sin ser un film muy destacable pero teniendo en cuenta que sus ventajas superan ampliamente a sus limitaciones, Blood Diamond deja un saldo favorable que lo hace recomendable. J.G.
Calificación: PPP

THE HOLIDAY. Estados Unidos, 2006. Un film escrito y dirigido por Nancy Meyers
La infaltable comedia romántica no puede estar ausente en los estrenos de fin de año. En esta oportunidad le toca el turno a The Holiday donde Nancy Meyers es toda una especialista en la materia. Eso no garantiza que la comedia sea exitosa porque en este caso su historia es bastante banal. A pesar de todo, hay cierto público –especialmente el femenino- que podrá gustar de la misma porque Meyers sabe como disimular la ausencia de verdadera sustancia, recurriendo a buenos actores y empaquetando su mercadería con acertados diseños de producción. La historia narra la vida de dos mujeres de 30 y tantos años cuyos destinos habrán de cruzarse como consecuencia de sus frustradas experiencias sentimentales. Una de ellas es Iris (Kate Winslet) quien vive en una acogedora casa campestre ubicada cerca de Londres y trabaja como periodista en un importante diario londinense; secretamente enamorada de uno de sus colegas (Rufus Sewell) siente una gran desilusión cuando se entera que está por casarse con otra mujer. La otra dama en cuestión es Amanda (Cameron Díaz), que vive en una lujosa mansión de Los Ángeles y es una importante ejecutiva de una firma de publicidad; al descubrir que su íntimo amigo (Edward Burns) la engaña con otra mujer, lo expulsa de su casa. Sin que Iris conozca a Amanda, la tecnología cibernética permite que se comuniquen por Internet y convengan en intercambiar sus respectivas casas durante las dos semanas de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, para respirar aire nuevo y escapar de la depresión de sus respectivos fracasos amorosos.
Lo que sigue no escapa a los clisés repetidos en centenares de películas semejantes. ¿Quien puede dudar que ambas chicas encontrarán la paz, sosiego y hallarán a sus príncipes azules? En el caso de Amanda, su nuevo amor se hace presente con Graham, el hermano de Iris (Jude Law) quien es un tierno viudo que trabaja como editor, mientras que Iris después de algunas idas y venidas encontrará en Miles (Jack Black), un compositor de música de cine, al depositario de sus afectos.
A pesar de lo déjà vue, nobleza obliga admitir que el guión introduce algunas pequeñas variantes que permiten otorgar al film un mínimo toque de distinción. Por ejemplo, la relación que Iris entabla con un nonagenario anciano (Eli Wallach) que había sido un importante guionista de Hollywood en los años de oro, permite que Meyers recurra a la nostalgia de los tiempos idos rindiendo un pequeño tributo a una época en que no existían los mega-complejos de exhibición masiva, en donde el ranking de boletería de los estrenos semanales era algo totalmente desconocido, y cuando el éxito de un film se valoraba con otro tipo de estándares. Frente a la intrascendencia de un relato que no se caracteriza por generar grandes emociones y que además se alarga innecesariamente, los actores tratan de rescatarlo con su simpatía y entusiasmo. Winslet demuestra que es una consumada actriz hasta en papeles de poca importancia. Díaz, a pesar de que en las primeras escenas aparece demasiado estridente, mantiene una perfecta química con Law; Black no se extralimita como el interés romántico de Iris, y Wallach incorpora una nota sentimental bien lograda; finamente en un acertado cameo de veinte segundos se hace presente Dustin Hoffman J.G.
Calificación: PP½

A GOOD YEAR. Estados Unidos, 2006. Un film de Ridley Scott

El director y el actor de “The Gladiator” vuelven a reunirse en otro film de naturaleza completamente diferente en temática y calidad. Es difícil que con A Good Year se repitan los triunfos de la película que ganó el Oscar del año 2000 y le valiera a Russell Crowe el premio de mejor actor..
Ridley Scott deja de lado sus relatos de acción y aventura para abordar la comedia y a decir verdad ese tipo de género no es su fuerte por lo que aquí puede apreciarse. A través de una historia que vacila en encontrar su justo tono, la película alcanza por momentos ribetes cómicos, en otros adquiere la modalidad del “slapstick” americano, a veces parece caricaturesca y finalmente desemboca en lo decididamente sentimental aunque sin poseer una característica propia que la identifique.
Max (Crowe), un experto y triunfalista corredor de bolsas en el mercado londinense, sufre un vuelco profundo en su vida cuando es notificado que acaba de heredar de su tío Henry (Albert Finney) recientemente fallecido, un viñedo que se halla en la Provenza de Francia. Cuando llega al lugar, descubre la calidez de su gente, la placidez de la región y el amor en Fanny (Marion Cotillard), la dueña de una cafetería local. Por arte de magia, el ambicioso, arrogante y agresivo inversionista encuentra que la vida consiste en algo más que la acumulación de dinero y que merece ser disfrutada de manera muy diferente de la forma en que la vivió hasta el presente. Para que el film no fuese de breve duración, el guión introduce una pequeña complicación con la llegada de Christie (Abbie Cornish), una joven procedente de California quien se presenta como la hija ilegítima del difunto Henry y está dispuesta a reclamar la propiedad del viñedo; nadie se preocupa mucho de eso porque de lejos se ve venir que todo concluirá bien.
Crowe es indudablemente un excelente actor dramático pero el tipo de género que aquí aborda decididamente no le sienta. A diferencia de algunos excelentes comediantes –como es el caso de George Clooney o Hugh Grant- Crowe no llega a generar una presencia que transmita la elegancia, la agudeza, la simpatía y la seducción que son factores vitales de una comedia romántica; de allí que el vínculo sentimental que mantiene con Fanny resulte forzado, poco natural y sin la chispa de sex appeal que trascienda al espectador. Es posible que esas limitaciones puedan ser atribuidas a Scott quien como director no pudo o no supo marcar su personaje de manera convincente. Para peor, el relato se resiente al recurrir a todos los posibles clisés imaginables donde el espectador ve venir de antemano –y sin mucho entusiasmo- lo que sucederá en la escena siguiente.
El marco del film es indudablemente suntuoso pero su contenido es anémico. Sin ser abiertamente desechable, como pasatiempo puede entretener a un público poco exigente. J.G.
Calificación: P½

THE NATIVITY STORY. Estados Unidos, 2006. Un film de Catherine Hadwicke

Habida cuenta del gran éxito que tuvo el controvertido film de Mel Gibson La pasión de Cristo, es posible que The Nativity Story con su noble propósito de exaltar la fe cristiana vuelva a congregar audiencias interesadas en conocer aspectos relacionados con la Virgen María y su marido José en los meses que precedieron al nacimiento de Cristo.
Más allá del esfuerzo de producción en la reconstrucción de época, este film carece de la vitalidad y emoción necesaria para conmover en gran parte porque sus actores se han mostrado incapaces de transmitir convicción a sus personajes bíblicos. En consecuencia, lo que se exhibe da la impresión de asemejarse a un libro ilustrado para niños de edad escolar.
El relato de la Natividad se basa en el Nuevo Testamento y en los evangelios bíblicos de San Matías y San Lucas que fueron escritos 40 años después de la muerte de Jesús. Las primeras imágenes ofrecen una buena pintura de lo que fuera el humilde pueblo de Nazaret hace más de dos milenios; allí vive una humilde familia de campesinos, donde uno de los hijos es una adolescente de 14 años llamada María. Cuando sus padres le comunican que han decidido casarla con el carpintero José, un hombre que por lo menos tiene 10 años más que ella, una sensación de desilusión invade su rostro, aunque acepta la decisión. Sin embargo los novios deben aguardar un año para vivir juntos. En el interín la joven recibe la aparición del arcángel Gabriel quien le hace saber de que ha sido elegida por Dios para tener un hijo del Espíritu Santo que se habrá de llamar Jesús, quien también será considerado el Hijo de Dios y el Salvador de su pueblo. Sobrecogida por la anunciación, tiene resquemores de comunicar a sus padres la milagrosa noticia, y cuando sale al encuentro de su marido éste se resiste a creer en ese inexplicable embarazo divino; al poco tiempo, José aceptará la inmaculada concepción después de haber sido visitado también por el arcángel Gabriel quien le ratifica la profecía que María le contó.
Como elemento adicional de la historia, se encuentra Isabel, la prima de María que recibe la bendición de tener un hijo a una edad bastante avanzada. El nudo dramático del film se centra cuando el Rey Herodes, temeroso con la profecía de la llegada del Mesías y que cree que lo derrocará, ordena a sus súbditos a que regresen al hogar de sus ancestros para efectuar un censo a los hijos menores de dos años con la intención de descubrir a quien puede llegar a ser su potencial enemigo. Como José nació en Belén, esto lo obliga a iniciar junto con María un largo y dificultoso viaje al hogar natal; en el trayecto de más de 100 millas pasan por Jerusalén sin ser detectados por los soldados de Herodes.
Al llegar a Belén María está a punto de dar a luz. A falta de un albergue apropiado para estar, un pastor les presta su establo y en su gruta se produce la iluminación celestial del alumbramiento por parte de quien cambiaría el destino de la humanidad.
No es el propósito de juzgar la veracidad de lo que constituye la historia del nacimiento de Cristo. Lo cuestionable es que Hadwicke se limitó a una narración convencionalmente insípida que no llega a trascender. Si se piensa que su contenido se prestaba para crear caracteres vitales y profundamente humanos, uno se decepciona al enfrentarse con personajes acartonados sin la expresión necesaria capaz de suscitar simpatía, compasión o ternura.
En los papeles protagónicos Keisha Castle-Hughes, bien conocida por la magnífica interpretación en el film Whale Rider, aquí aporta la dulzura de su rostro pero nada más; personificando a María no se aprecia ninguna variación en su semblante a lo largo del relato. Tampoco ofrece mayor matiz el actor guatemalteco Oscar Isaac como José; así, cuando al principio duda de la fidelidad de María, su preocupación de desconcierto no llega a tener impacto dramático.
El toque humorístico del relato es ofrecido por los tres excéntricos Reyes Magos, quienes desde Persia se dirigen a Judea para asistir al nacimiento del anunciado Mesías; en todo caso, sus presencias no agregan mayor interés a la trama.
Frente a la ausencia de personajes que conmuevan al espectador, el film será apreciado y sentido por quienes profesen la religión cristiana. El resto del público no se sentirá molesto ni contrariado pero tampoco entusiasmado frente a un relato que aunque respetable es bastante banal; con todo apreciará la hermosa fotografía captada en escenarios de la localidad de Matera, al sur de Italia, que hacen las veces de Jerusalén. La canción navideña Noche de Paz con la que concluye el relato le otorga una nota de forzado sentimentalismo, posiblemente no pretendido por Hardwicke. J.G. Calificación: P½

TURISTAS. Estados Unidos, 2006. Un film de John Stockwell

En la apariencia Turistas se asemeja a otro film de horror para olescentes. Pero no es así; aunque no sea una película remarcable, esta producción americana de reducido presupuesto reúne elementos como para satisfacer no sólo al estrato demográfico a quien va destinado, sino también a quienes buscan un entretenimiento basado en un suspenso bien dosificado.
El relato que transcurre íntegramente en Brasil comienza de manera intrascendente. Un ómnibus de larga distancia se dirige al nordeste brasileño llevando entre sus pasajeros a un grupo de jóvenes turistas americanos y europeos. Todo es sereno y apacible prevaleciendo un clima de despreocupación por parte de los visitantes; sin embargo, la tranquilidad desaparece cuando el vehículo sufre un grave accidente a mitad de camino, del cual, afortunadamente, sus ocupantes se salvan en forma milagrosa. Debido a la gran demora hasta que otro ómnibus venga a recogerlos, los turistas bajan a la zona costera; allí, al quedar entusiasmados con la transparencia del mar y con una playa de arenas blancas deciden quedarse en el lugar para luego seguir viaje en forma independiente. El contacto con la gente del lugar que les dispensa bebidas unidos a la natural euforia juvenil les impiden percibir que puedan ser atacados o desposeídos. Después de haber dormido en la playa, cuando a la mañana siguiente despiertan descubren que han sido despojados del dinero y de toda documentación personal. Como suele suceder, una desgracia conduce a la otra y en busca de ayuda se confían en la buena disposición que les ofrece un muchacho del lugar quien les promete llevarlos a un sitio seguro; después de abrirse paso a través de la selva y vencer los obstáculos de un trayecto subacuático peligroso llegan al lugar de destino. Nada es como parece y a partir de allí los accidentados jóvenes experimentarán horas infernales debido a que el guión introduce una vuelta de tuerca que es preferible no relatar para no estropear el interés de quienes quieran ver la película.
Stockwell se las ha ingeniado para realizar un film que produce auténtico miedo sin acudir a trucos o efectos especiales ni a situaciones de sexo o extrema violencia, con excepción de una sola escena de cruel sadismo en la que un médico cirujano ejecuta una operación que muy bien podría haberse evitado de ser mostrada en pantalla.
La fotografía del film es sencillamente estupenda destacando la exuberante vegetación de la foresta brasileña y captando imágenes que van creando una atmósfera de inquietud e incertidumbre en la mayor parte de la narración. Uno de los momentos más excitantes tiene lugar en una persecución subacuática atravesando estrechas cavernas que proporcionan una sensación de auténtica claustrofobia.
El elenco integrado por artistas no muy conocidos es muy eficiente; a pesar de que el guión no profundiza mucho en los personajes descriptos, los actores que interpretan a los desafortunados turistas (Josh Duhamel, Melissa George, Beau Garrett, Olivia Wilde, Desmond Askew, Max Brown, entre otros) ofrecen toda la naturalidad de jóvenes que repentinamente dejan el mundo de confort y seguridad al que están acostumbrados para ser atrapados en un medio desconocido donde acecha la angustia y el terror.
Aunque este film diste de ser extraordinario, cabe reconocer que la tensión y suspenso están muy bien manejados proporcionando una hora y media de buen esparcimiento. Si se tiene en cuenta el resultado calamitoso de otros productos del género recientemente vistos, Turistas no queda mal parado. J.G.
Calificación: P½

DECK THE HALLS. Estados Unidos, 2006. Un film John Whitesell

Es difícil encontrar palabras precisas para expresar la gran irritación que produce ver este lamentable film. Deck the Halls es presentado como una comedia familiar navideña que, en función de lo que se observa en el material de prensa, se ajusta al “verdadero espíritu de las fiestas”. Francamente, el espíritu festivo debe estar muy oculto como para poder encontrarlo; si se quiere realmente homenajear y adherirse a la celebración de las fiestas navideñas, es necesario respetar su verdadero significado y no tergiversarlo mediante un producto tan pobre como el presente.
Dirigido por John Whitesell, cuyo antecedente en cine se remite a películas pobres como lo fuera Big Momma’s House 2 juzgada a principios de este año, y escrito por tres guionistas –que no vale la pena mencionar sus nombres- el film no es más que una sucesión de situaciones estúpidas, pedestres e insoportables donde resulta difícl ubicar una escena hilarante.
¿Qué están haciendo aquí Matthew Broderick y Danny DeVito? Realmente uno no atina a comprender cómo estos intérpretes hayan aceptado trabajar en condiciones tan deplorables. Sus personajes torpemente caricaturizados no despiertan simpatía alguna. En esta lastimosa farsa Broderick anima a un optometrista que vive en una pequeña ciudad de los suburbios de los Estados Unidos. Enfrente de su casa se muda DeVito que encarna a un vendedor de coches; para celebrar la Navidad, a este hombre se le ocurre iluminar su casa exageradamente de tal modo que se la pueda vislumbrar –vía satélite- desde el espacio; además, la iluminación va acompañada de música funcional estridente que perturba al optometrista al no dejarlo dormir durante las noches. El film describe la guerra a muerte que desata con su maniático vecino.
Además de las lamentables actuaciones de DeVito y Broderick, el elenco reúne a Kristin Chenoweth y Kristin Davis como sus respectivas y tolerantes esposas; para estar a tono con los populares actores, ellas también se distinguen por sus actuaciones chabacanas y deslucidas.
No es necesario seguir escribiendo sobre algo tan insulso, inaguantable y ridículo como lo es este triste espectáculo, excelente ejemplo de engendro cinematográfico.
Lo más lamentable es que todo se hace en nombre de las fiestas y que su final quiera constituir una epifanía que pone fin a las querellas como un acto de bondad y buena voluntad. He ahí una hipocresía de los responsables de esta farsa que se acopla dentro del espíritu general que anima a este film. Sino el peor, decididamente uno de los más malos de este año. J.G.
Calificación: x
VIDEOS
BANDIDAS. Estados Unidos, 2005. Dirección de Joachim Roening y Espen Sandberg
Este film estaba programado para su estreno en América del Norte para fines de 2005; posteriormente se lo postergó para inicios de 2006 y finalmente se decidió que pasaría por alto la pantalla grande para ser dado a conocer directamente en video. Así, hace pocos días Fox Home Entertainment editó el DVD tratando de capitalizar la promoción y popularidad de Penélope Cruz.
Cruz, consagrada internacionalmente por Volver, co-protagoniza junto a la mexicana Salma Hayek una dislocada comedia dislocada muy parecida a los de los spaguetti western italianos. El guión escrito por el director francés Luc Besson y Robert Mark Kamen y que ubica la acción un siglo atrás presenta a la campesina de escasa educación María (Cruz) y a la aristócrata señorita caprichosa Sara (Salma Hayek); ambas acaban de perder a sus padres como resultado de la acción devastadora de un rudo aventurero (Dwight Yoakam) que junto a sus secuaces van arrasando pequeñas comunidades de México dejando muertos a lo largo del camino. De personalidades completamente opuestas, las jóvenes se proponen vengarse de los malhechores y para ello deciden asaltar bancos para redistribuir el dinero entre la gente pobre y evitar que los criminales puedan apropiarse del mismo. Para la nueva profesión contarán con el valioso entrenamiento dispensado por un experto ladrón ya retirado del oficio (interpretado por el autor y actor Sam Shepard). Esa es la leve excusa para que estas simpáticas niñas convertidas en bandidas demuestren cómo teniendo coraje y fortaleza pueden a sus enemigos. Por cierto, que el film no es dramático sino exclusivamente una disparatada comedia liviana, aceptablemente graciosa. Si bien es cierto que los directores apelan a muchos de los estereotipos del género, el film no pretende otra cosa que entretener sin caer en lo chabacano o en aspectos de dudoso gusto. Tanto la simpatía y el sex appeal que irradian sus protagonistas femeninas y la buena química que entre ellas existen permiten a que el público televidente no muy exigente pueda pasarlo bien en la hora y media que dura el relato.
COLOR OF THE CROSS. Estados Unidos, 2006. Dirección de Jean Claude LaMarre
Aunque estrenado en muy pocas ciudades de los Estados Unidos, este film recién se llega a conocer a través del DVD que Fox Home Entertainment acaba de lanzar al mercado. El Color de la Cruz recuenta una vez más la “más grande historia jamás contada” a través de la Pasión de Cristo en sus dos últimos días de vida. Aunque lo que acontece se supone conocido por todos, el relato se distingue por el hecho de que aquí Jesús es mostrado como un hombre negro; esta circunstancia hace sugerir que la Crucifixión pudo haber sido motivada por razones raciales. Además el film se caracteriza por ciertas interpretaciones bíblicas que en principio se apartan un tanto de lo tradicionalmente conocido.
En líneas generales, el relato ilustra, entre otros aspectos, cómo Jesus y sus seguidores ubican un lugar donde pasar la noche de Pascua donde transcurre la última cena, la reacción de sus discípulos al saber que él morirá pronto y la revelación que hace de que uno de ellos lo ha traicionado. También se asiste al intercambio de ideas que los miembros de la comunidad judía mantienen sobre las medidas a adoptarse frente a la presencia de un Mesías o Rey de los judíos. En cuanto a los sinsabores que el Hijo de Dios padece en las últimas horas, el guión no ofrece nada trascendente o diferente de lo que el público ya tuvo oportunidad de juzgar con el film de Mel Gibson.
Aunque bien intencionado en su propósito de mantener la fe cristiana, el guión peca de cierta ingenuidad; tampoco Jean Claude LaMarre llega a convencer en su doble carácter de actor y realizador. Como actor, su encarnación de Jesús carece de envergadura dramática; como realizador, recuenta la historia en forma demasiado lenta que la torna tediosa a pesar de la breve duración del film. En todo caso, la limitación más importante es la incapacidad de suscitar emoción como para que el público se identifique con la pasión vivida por Cristo.
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LOVE’S ABIDING JOY. Estados Unidos, 2006. Dirección de Michael Landon Jr
Este DVD distribuido por Twentieth Century Fox Faith, constituye la clásica réplica de los clásicos programas televisivos de neto corte familiar como lo fue Little House on the Prairies interpretad0 por Michael Landon; curiosamente, su hijo Michael Landon Jr es el realizador de Love’s Abiding Joy, cuarto capítulo de la serie Love Comes Softly escrita por Janette Oke.
La trama gira en torno a una familia de rancheros que viven en el corazón del oeste americano en los últimos años del siglo 19. Missie (Erin Cottrell) y Willie LaHaye (Logan Bartholomew) conforman un matrimonio joven muy bien avenido; pioneros e imbuidos de profunda fe cristiana, tratan de construir un nuevo futuro en la indomable frontera americana. A pesar del esfuerzo y la lucha que significa vencer los obstáculos del diario vivir, nada los amilana frente a la dicha familiar nutrida por la presencia de sus hijos. En momentos en que la alegría aumenta con la visita del padre de Missie (Dale Midkiff), la tragedia golpea fuerte en el hogar con la muerte inesperada de la más pequeña de las hijas. El dolor es inmenso y parte del film se concentra en demostrar el modo en que la familia es puesta a prueba frente a la desintegración emocional experimentada por Missie. Simultáneamente, se desarrolla una historia paralela cuando Willie llega a ser designado sheriff por Doros (John Laughlin), el alcalde local; ahí se encontrará con un conflicto de moral cuando en cumplimiento de sus funciones se encuentra obligado a tener que cumplir con la orden de desalojo que afecta a algunos de sus vecinos amigos por no haber cumplido con los restitución de préstamos que adeudan a Doros.
Dentro del marco convencional de un relato hecho para la televisión, el film está aceptablemente realizado. No hay aquí hay mayores despliegues visuales ni interpretaciones encomiables; sin embargo, su calidez y mensaje espiritual permiten juzgarlo como un telefilm bien inspirado que privilegia valores importantes como la familia, la amistad y la integridad del ser humano.

BROKEN BRIDGES. Estados Unidos, 2006. Dirección de Steven Goldman
Lanzado al mercado por Paramount Home Entertainment y presentado en formato de “pantalla amplia” (widescreen), el DVD tiene como propósito el lucimiento del cantante de Toby Keith. Aunque la historia es humana, el guión de Cherie Bennett y Jeff Gottesfeld no permite sacar el mejor partido de un relato que discurre entre el drama familiar y un reencuentro romántico, todo ello sazonado con un poco de música como para justificar su razón de ser.
Angela (Kelly Preston), una periodista trabajando en Florida retorna a su hogar natal en Armour Springs, Tennessee, para asistir al entierro de su hermano muerto en un accidente. Algo similar ocurre con Bo (Toby Keith), un cantante de música country venido a menos cuyo hermano menor también falleció en el mismo accidente; esa circunstancia dramática hace que Angela se reencuentre con el hombre que la abandonó cuando quedó embarazada de su hija Dixie (Lindsey Haun) que ahora tiene 16 años. Lo que sigue posteriormente es predecible; sin embargo, ese factor no es el inconveniente mayor sino la existencia de un relato episódico y poco fluido.
En su debut para el cine, Keith no está favorecido con el papel que interpreta y únicamente se luce cuando le toca cantar. El resto del elenco es eficiente pero sujeto a las limitaciones del endeble guión y de una realización no muy inspirada.