4.5.13

UN REMARCABLE FILM CANADIENSE

STILL MINE. Canadá, 2012. Escrito y dirigido por Michael McGowan

Sin saber si Still Mine fue rodado antes o después del aclamado film Amour, el tema del amor en el crepúsculo de la vida es el mismo. Sin hacer comparación alguna, se puede afirmar que este film canadiense de Michael McGowan es de gran calidad al ilustrar con sobriedad y máxima sutileza el indisoluble lazo afectivo vigente entre dos personas ancianas después de haber compartido toda una vida en común. Además, al igual que en el film de Michael Hanecke, queda reflejado que aún en los momentos más dramáticos en que la vida puede golpearnos, lo más valioso es el amor que une a dos personas, ratificando una vez más que ese noble sentimiento es posiblemente la razón principal que justifica nuestra existencia.

Basado en una historia verdadera el director la ha vertido en un estupendo guión. La acción que transcurre en una zona rural de St. Martins, New Brunswick, presenta a Craig Morrison (James Cromwell), un granjero de 89 años de edad casado por más de 60 años con Irene (Geneviève Bujold) de edad similar. Desde la primera imagen en que se los contempla no queda duda alguna sobre el profundo sentimiento afectivo que los une. Sin embargo, la salud de Irene comienza a deteriorarse con señales evidentes de senilidad mental; precisamente por esa razón, y teniendo en cuenta que la morada donde habitan necesita grandes reparaciones, su marido ha decidido utilizar la parcela de tierra que dispone para construir otra vivienda que resulte más adecuada y confortable para que ambos puedan vivir el tiempo que les queda.

James Cromwell y Geneviève Bujold
Con la candidez que lo caracteriza y sin pensar en los inconvenientes que podrían sobrevenir, Craig como experimentado carpintero decide implementar su proyecto utilizando sus propios materiales, sin imaginar los contratiempos que deberá atravesar. Cuando la construcción se encuentra en sus primeros estadios recibe la visita de un inspector municipal (Jonathan Potts) que lo insta a detener la obra por cuanto no cuenta con el permiso reglamentario pertinente así como hasta llega también a ser cuestionado por el tipo de madera utilizada. Tenaz y persistente, el buen hombre entiende que lo que hace es dentro de su propio dominio y con toda obstinación decide proseguir con la construcción hasta que la disputa con las autoridades llega al punto en que es llevado a juicio con el riesgo de tener que ser encarcelado por su obstinada actitud.

La excelente forma en que el relato es narrado permite que el espectador se involucre totalmente con el desarrollo de los hechos y por supuesto que tome partido con Craig a pesar de la ilegalidad del procedimiento. Pero más allá de la anécdota central narrada, donde los valores tradicionales y simples de gente humilde trabajadora colisionan con la modernidad y el aparato legal vigente que debe ser respetado, el corazón del film reside en la interacción que durante todo este proceso se produce en la pareja. Algunas situaciones naturalmente graciosas atenúan el drama real, pero eso no excluye a remarcar la comunicación y el cariño existente entre Craig y su amada esposa que se manifiestan a través de los gestos, miradas y conversaciones que lejos de banales están impregnadas de gran sinceridad al abordar algunos tópicos urticantes como el de la muerte.

Con todo el mérito que le cabe al realizador, el haber logrado un film tan cálido y humano es debido a la extraordinaria caracterización lograda por Cromwell y Bujold. Es imposible determinar quién es mejor que quién; verlos actuar es realmente un placer porque uno se olvida que está juzgando a actores para sumergirse por completo en Craig e Irene. Estos gigantes de la actuación subliman una maravillosa historia de amor donde a pesar de los sinsabores que la vejez pueda producir en el deterioro físico de una persona, constituye una celebración de la vida.

Conclusión: Un estupendo film canadienseJorge Gutman

EL RETORNO DEL HOMBRE DE HIERRO

IRON MAN 3. Estados Unidos, 2013. Un film de Shane Black. Elenco: Robert Downey Jr, Gwyneth Paltrow, Rebecca Hall, Guy Pearce, Ben Kingsley, Don Cheadle, Jon Favreau

Los amantes de superhéroes están de parabienes con esta nueva entrega de los estudios Marvel. Aunque Iron Man 3 no constituye más que una variación sobre el mismo tema, lo cierto es que esta tercera parte, fluidamente dirigida por Shane Black, aplica fórmulas conocidas pero efectivas que cimentaron la popularidad del héroe de hierro en los dos capítulos precedentes.

¿Qué es lo que cuenta la historia co-escrita por el realizador y Drew Pearce? El prólogo del film muestra al superhéroe Tony Stark (Robert Downey Jr.) en una secuencia romántica con la científica Maya Hansen (Rebeca Hall) que tiene lugar en Berna en 1999; eso permite impulsar el desarrollo de la acción que se traslada al tiempo actual. Tony en principio parece tenerlo todo, siendo un poderoso magnate y dueño del emporio de armamentos de las industrias Stark, él aporta su intelecto y su novia Pepper Potts (hermosa y radiante Gwyneth Paltrow) la maneja con gran eficiencia. Con todo, el individuo está un tanto extenuado, sufre de recurrentes pesadillas y ataques de pánico, se siente vulnerable y además debe convivir fuera de su traje metálico dado que debido a dificultades técnicas las diferentes partes que lo componen pueden ser adheridas a su cuerpo a través de control a distancia. Frente a estas condiciones, ¿le será posible volver a ser el superhéroe de los viejos tiempos?

Todo a su tiempo, las circunstancias quieren que Tony deba enfrentar a más de un villano. Por un lado se encuentra el enemigo público de Estados Unidos (excelente interpretación de Ben Kingsley) apodado El Mandarín, con todas las características de un caricaturesco Bin Laden, difundiendo videos que provocan el pánico en la población como consecuencia de una serie de atentados terroristas; por el otro, el otro enemigo es Aldrich Killian (Guy Pearce), un experto en biogenética pero mentalmente desequilibrado que configura otra fuente de peligro público. He ahí la gran oportunidad para que Tony pueda demostrar su ingenio y habilidad de superhéroe capaz de salvar al mundo y al presidente de los Estados Unidos, contando en este caso con la colaboración de un prodigioso niño (Ty Simpkins).
Robert Downey Jr.
Aunque el contenido dramático no está ausente del relato, el film es fundamentalmente una comedia de acción, donde su trama está plagada de situaciones humorísticas que funcionan muy bien dentro del contexto propuesto por el guión. Si bien la película está hecha a la medida de Downey Jr, quien sin duda aporta presencia carismática como el simpático megalómano llamado a derrotar a los villanos de turno, no menos cierto es que el resto del elenco se desempeña muy bien aportando entusiasmo a los personajes bien descriptos que les toca animar.

De ningún modo el film es profundo ni tampoco pretende serlo; sin embargo despliega simpatía suficiente como para ser disfrutado por quienes son adictos a las sagas cómicas de Marvel, como en el presente caso. Sea a través de la proyección en tercera dimensión o bien en 2D el público tiene ocasión de presenciar algunas escenas verdaderamente espectaculares, donde una de ellas –excelentemente lograda- tiene lugar en la operación de salvataje que se produce dentro del avión presidencial de los Estados Unidos.

Teniendo en cuenta que la tendencia general es abandonar la sala cuando comienzan a proyectarse los créditos finales de un film, en este caso se recomienda aguardar los 10 minutos que abarca el cierre de Iron Man 3 para encontrarse con una escena de yapa donde aparece Stark frente a un supuesto psicoanalista (Mark Ruffalo); el contenido de esa conversación, como toda sorpresa, no merece ser revelado pero en todo caso resulta ingenioso.

Conclusión: Un film de acción y aventuras bien realizado que configura un buen entretenimiento para los adictos al género de superhéroes.  Jorge Gutman



EL PODER DE LA IMAGINACION

DANS LA MAISON. Francia, 2012. Un film escrito y dirigido por François Ozon

Lo que se aprecia en Dans la maison es realmente algo tan extraño como apasionante que supera a cualquier obra de ficción. François Ozon ha articulado un thriller psicológico que se caracteriza por la manera inteligente en que está estructurado de manera tal que moviliza constantemente al espectador al mantenerlo en un placentero suspenso sobre qué es lo que ocurrirá después. De ninguna manera predecible, este magnífico trabajo demuestra hasta qué punto la imaginación puede conducir a niveles insospechables dentro del marco de un drama decididamente misterioso y subversivo.

Basado en una pieza de Juan Mayorga El Chico de la Última Fila, el guión de Ozon presenta a Germain (Fabrice Luchini), un profesor de literatura de escuela secundaria a la vez que escritor fracasado. Casado con Jeanne (Kristin Scott Thomas), una mujer un tanto frustrada que está a cargo de una galería de arte, no hay mucho que pueda entusiasmar o excitarlo teniendo en cuenta que los métodos educacionales del colegio donde enseña no producen estímulo en sus alumnos quienes evidencian una completa falta de cultura; todo cambia, cuando inesperadamente descubre que Claude (Ernst Umhauer), uno de sus estudiantes de aspecto tímido, ha preparado un interesante trabajo literario que la clase había sido asignada a realizar sobre cómo ha transcurrido el fin de semana. Germain queda gratamente sorprendido al apreciar un excelente estilo de escritura de su discípulo además del contenido de su composición el cual concluye con el agregado “continuará”. Su tema está basado en las observaciones de Claude sobre lo que acontece en un hogar de clase media al que pertenece Rapha (Bastien Ughetto), un compañero de clase, viviendo con su madre (Emmanuelle Seigner) y su padre (Denis Menochet); la incursión de Claude ha sido posible porque Claude utilizó el pretexto de ayudar a Rapha en tareas de matemáticas realizadas en su domicilio.

Después de compartir la lectura de trabajo con su esposa, el profesor se encuentra en una situación ambigua porque por un lado advierte el riesgo que significa permitir a que su brillante alumno actúe como intruso en un hogar ajeno describiendo sus intimidades, pero por el otro se siente atrapado a través de las sucesivas crónicas que el joven va produciendo, que podrían asemejarse a las de un experimentado libretista que escribe una telenovela de varios capítulos donde cada uno de los mismos deja abierto el suspenso de cómo continuará su trama. El asunto se complica más cuando queda claro que el muchacho se siente fuertemente atraído por la madre de Rapha.


Fabrice Luchini y Kristin Scott Thomas

Esta historia cautiva por varias razones. En primer lugar queda claro que el “inocente” Claude, además de versado escritor es un perfecto manipulador con respecto a quienes le rodean. Aunque el profesor cree mantener una actitud independiente guiando a su discípulo en el arte de la literatura, queda claro que en este proceso es él quien queda absorbido en el proceso dado que Claude le suministra los detalles que él está ansioso de llegar a conocer. En segundo término, el juego propuesto por Ozon apasiona porque en el fondo subsiste la duda si lo que se ve en pantalla responde a la realidad de lo que acontece o son fabulaciones que discurren en la mente del alumno.
 

En este juego de verdades y/o mentiras, el gran ganador es el público que siempre se mantiene medio paso atrás de lo que vendrá; esto es así, porque posiblemente el propio Claude ignora sobre cómo continuará el desarrollo de esta perversa pero genial historia.

Simultáneamente con la trama central, no deja de despertar interés el modo en que el proceso descripto afecta y moldea de algún modo la vida conyugal de Germain y su esposa.

Este film que de algún modo trae a la memoria el genial trabajo de Hitchcock en Rear Window (La Ventana Indiscreta) puede que para algunos espectadores no provea las respuestas que desearían obtener. Con todo, nadie negará la ingeniosidad del relato que obliga al público a sumergirse con placer en el proceso creativo del adolescente, la remarcable dirección de Ozon así como el excelente nivel profesional de Luchini, Scott Thomas, Seigner y muy en especial la del joven Umhauer que constituye la gran revelación del film por su sobria y medida caracterización del habilidoso titiritero de esta historia.

Conclusión: Una excelente comedia turbia muy bien narrada y altamente imaginativa que entretiene del principio al fin.  Jorge Gutman