23.11.07

Cine Noviembre 2007

Comentarios de Jorge Gutman

AMERICAN GANGSTER. Estados Unidos, 2007. Un film de Ridley Scott.
CONTROL. Gran Bretaña, 2007. Un film de Anton Corbijn
SLEUTH. Gran Bretaña, 2007. Un film de Kenneth Branagh
ELIZABETH: THE GOLDEN AGE. Estados Unidos, 2007. Un film de Shekhar Kapur
LUST CAUTION. Hong Kong-Estados Unidos, 2007. Un film de Ang Lee
LADRON QUE ROBA A LADRON. Estados Unidos, 2007. Un film de Joe Menéndez
WE OWN THE NIGHT. Estados Unidos, 2007. Un film de James Gray
THE DARJEELING LIMITED. Estados Unidos, 2007. Un film de Wes Anderson
INTO THE WILD. Estados Unidos, 2007. Un film de Sean Penn
SHAKE HANDS WITH THE DEVIL. Canadá, 2007. Un film de Roger Spottiswoode
THE JANE AUSTEN BOOK CLUB. Estados Unidos, 2007. Un film de Robin Swicord
FEAST OF LOVE. Estados Unidos, 2007. Un film de Robert Benton

DVDs

REPRISE (Mongrel)
LE PRESSENTIMENT (Mongrel-Métropole)
KIKA (Alliance Atlantis)
EL GRADUADO (Fox Film, Metro Goldwyn Mayer Home Entertainment)


AMERICAN GANGSTER. Estados Unidos, 2007. Un film de Ridley Scott.

Aunque sin llegar al nivel de excelencia que obtuvo con Blade Runner y Gladiator, este film de Ridley Scott es elogiable en la narración que efectúa acerca de Frank Lucas (Denzel Washington), una figura emblemática de Harlem de los años 70 que llegó a montar un negocio extraordinariamente lucrativo traficando drogas.
Lo que distingue a American Gangster de otros filmes similares, es que Lucas actuaba en forma independiente, sin estar vinculado a ningún miembro de la Cosa Nostra, demostrando de este modo que un afroamericano sin mayor educación formal también podía aspirar y alcanzar el American Dream.
Basado en un amplio reportaje aparecido en 2000 en el New York Magazine y con la colaboración del guionista Steven Zaillian, Scott recuenta la singular “proeza” del mencionado gángster, desde su llegada a Nueva York en 1946 hasta su captura en 1976 por el incorruptible policía Richie Roberts (Russell Crowe). El relato está estructurado siguiendo paralelamente la historia de cada uno de estos dos personajes hasta el momento en que se produce el encuentro de ellos en los últimos quince minutos.
Lucas, que provenía de una familia de origen humilde de Carolina del Norte, era por cierto un individuo inteligente. En forma instintiva supo explotar su ingenio para prescindir de intermediarios en el proceso de comercialización de su producto. De este modo, durante el período de la guerra de Vietnam y valiéndose de un pariente militar con asiento en Tailandia introdujo voluminosas partidas de heroína a los Estados Unidos. Con la complicidad de militares, la droga era colocada en los féretros de los soldados americanos muertos en acción, cuando eran repatriados al país. De ese modo, y con los policías corruptos del NYPD (Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York) haciendo la vista gorda, Lucas obtuvo extraordinarios beneficios con el tráfico de drogas ya que podía venderlas a un precio inferior que el de la competencia.

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Scott logra una muy buena descripción de sus dos personajes. Comenzando con la personalidad de Lucas, este individuo creía que estaba manejando una empresa como si se tratara de cualquier otra instalada legalmente; su forma de vestir conservadora, sus movimientos y gestos pulcros, su normal asistencia a la iglesia, la devoción que siente por su esposa portorriqueña (Lymari Nadal), su madre (excelente Ruby Dee) y hermanos, lo convierte en el abnegado marido, hijo y hombre de familia respetable. Al propio tiempo, nada ni nadie le impide actuar con máxima frialdad cuando tiene que ejecutar sin remordimiento a quienes lo traicionan o le son desleales, tal como se aprecia en la primera escena del film. Esas facetas contradictorias que reflejan el ambiguo comportamiento humano, están extraordinariamente vertidas por Washington y además –mérito de Scott- no lo convierte en un individuo que pueda lograr la irracional simpatía por parte del espectador, aunque tampoco se lo percibe como una figura desagradable o repelente.
Por su parte, Crowe también imprime nervio e intensidad a un policía obsesivo que se asemeja a un lobo solitario. Este buen actor brinda convicción a un hombre que convencido de la criminalidad de Lucas, encuentra serios escollos para atraparlo debido a la corrupción de la mayoría de sus colegas quienes tratan de obtener el mejor partido posible en la complicidad mantenida con los traficantes de drogas. La ambivalencia de Richie también se hace notar porque a pesar de su integridad e incorruptibilidad, en el plano familiar no demuestra mucha madurez como padre.
Cuando en el excelente climax del film Frank y Richie se reúnen, el relato ofrece las escenas de mayor interés, evidenciando una vez más el discutible procedimiento legal que adopta la justicia estadounidense. De enemigos irreconciliables, ambos hombres llegan a forjar un acuerdo de “intercambio de servicios”; el criminal caído en desgracia ofrece al triunfante detective una lista de los inculpados que pertenecieron a la escuadra de estupefacientes de la NYPD y en recompensa Frank ve disminuida su condena de 70 años a tan sólo 15 años de prisión.
Además de Washington y Crowe, todos los papeles secundarios están muy bien caracterizados, pero sobre todo se destaca Josh Brolin quien impone su magnética presencia animando a un prestigioso detective policial que a la vez es un desenfadado corrupto. En lo que concierne a su factura técnica, la reproducción de época proporciona máxima autenticidad al relato.
Resumiendo, American Gangster es una buena película aunque demasiada larga con sus dos horas y 37 minutos de metraje. En su afán de brindar igual peso a los personajes de Washington y Crowe, el relato se alarga innecesariamente en algunas escenas de la vida personal de Richie, como las relacionadas con los trámites de su divorcio y la custodia legal de su hijo; además, algunas secuencias violentas pudieron haber sido eliminadas en su edición final, sin que la narración quedase afectada. De todos modos, el espectador presencia un buen film de entretenimiento que supera al promedio del género.
Jorge Gutman
PPP

CONTROL. Gran Bretaña, 2007. Un film de Anton Corbijn
Aunque este film enfoque la vida de un cantante de una conocida agrupación de música rock, el realizador Anton Corbijn dista de adoptar el enfoque tradicional. En lugar de asumir el carácter de un film musical, enfatiza en la faceta de un individuo atormentado que no pudo enfrentar las responsabilidades que la vida le exigía.
Control aborda la vida de Ian Curtis, una leyenda del rock que fue el miembro líder de la banda orquestal “Joy Division”. El director obtuvo fotografías de Curtis en varias oportunidades; ese contacto directo que tuvo con él, permite suponer que lo que se ve en pantalla se basa en forma fidedigna en los acontecimientos descriptos. Rodado en blanco y negro, el film adopta un singular realismo con su tono grisáceo y lúgubre, muy semejante a la de la angustiada existencia de su protagonista. Sin caer en la fácil concesión de ciertos melodramas, el relato es hondamente emotivo y además se destaca por la buena descripción de sus personajes y la pintura del medio en que transcurre la acción.
La historia está inspirada en la autobiografía Touching from a Distance de Deborah Curtis, quien fue la abnegada y devota compañera de Ian, donde relata las experiencias vividas con su marido. Durante los primeros años de la década del 70, el muchacho vio pasar sus años de adolescencia en una pequeña ciudad sin muchos atractivos, cercana a Manchester. Sus ratos de ocio transcurren escuchando la música de sus ídolos del rock como Iggy Pop y David Bowie, en tanto que su vida sentimental está ligada a Deborah, una buena chica del lugar. Después de 3 años de noviazgo y con sólo 19 años de edad, se casa con ella. El comienzo de la vida en común es auspicioso; además de contar con una compañera y amiga que siempre lo apoya, Ian encuentra el espacio necesario para satisfacer sus inclinaciones musicales y así forma con sus amigos una banda musical donde además de ser su elemento crucial, también se ocupa de escribir la letra de los temas musicales. En poco tiempo el grupo alcanza gran notoriedad y adopta el nombre de “Joy Division”.

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A partir de allí hay una serie de elementos que comenzarán a perturbar la vida de Ian; por un lado, es víctima de la epilepsia, por el otro, aunque feliz con el nacimiento de la hija que llega al hogar, siente que las responsabilidades crecientes de marido y padre lo van abrumando. Los hechos se complican cuando se relaciona sentimentalmente con una chica belga que está a cargo de la promoción musical del conjunto. No pudiendo tolerar la enorme carga que lleva sobre sus hombros con un sentimiento de culpa que lo corroe y su condición neurológica creciente, decide poner fin a su existencia a la temprana edad de 23 años y en pleno éxito de su carrera musical.
El guión de Matt Greenhalgh exuda una gran autenticidad en la descripción de sus personajes. Contrariamente a lo que uno esperaría de una personalidad del rock, Curtis es un individuo de desgarbada presencia física reflejando casi permanentemente un estado de melancolía y de gran vulnerabilidad. Sam Riley lo encarna a la perfección y va transmitiendo con dolor el sentimiento de culpa que embarga a su personaje al estar engañando a su esposa y destruir el núcleo familiar; la falta de orientación y enfoque, así como su falta de madurez para ser responsable de sus actos, logra en Riley una total compenetración.
Por su parte Samantha Morton también se luce como Deborah; esta versátil actriz transmite toda la gran pena de alguien que queriendo mucho a su marido, se halla impotente en poder calmarle sus traumas y ansiedades. Alexandra Maria Lara también resulta muy convincente en un papel pequeño como la amante de Ian a quien trata de infundirle amor y confianza.
No es necesario estar familiarizado ni tener predilección por la música rock para gustar de este film; es lo suficientemente humano y conmovedor como para que ningún espectador resulte indiferente a lo que está presenciando. Al concluir el relato, hay una sensación de tristeza al comprobar de qué manera uno puede caer en la fatalidad de adoptar irracionalmente el acto destructivo e irreparable del suicidio.
J.G.
PPP½

SLEUTH. Gran Bretaña, 2007. Un film de Kenneth Branagh
Este film basado en la obra de Anthony Shaffer ya fue llevado al cine en 1972 por el realizador Joseph Mankiewicz, con la interpretación de Laurence Olivier y Michael Caine. Esta nueva versión, cuyo conflicto central y resolución no se diferencia de la anterior, tiene su razón de ser debido a la excelencia de su equipo; así, la presencia de un gran guionista, un inteligente director y dos actores que se han sumergido por completo en la piel de sus personajes, contribuyen a que este divertimento lúgubre pueda seguir deleitando a pesar del paso del tiempo.
Shaffer no concibió una obra maestra sino una pieza de cámara nada pretenciosa que permitía mantener la atención del público siguiendo los parlamentos de sus actores. Aquí sigue prevaleciendo el mismo criterio con la nueva adaptación realizada por Harold Pinter. Este eximio dramaturgo y ganador del premio Nóbel de literatura, hace uso de su tradicional habilidad para introducir diálogos ingeniosos a los artificios y vueltas de giro elaborados por Shaffer. De allí, que el film debe ser juzgado más por el duelo verbal que se suscita entre sus dos protagonistas que por la naturaleza intrínseca del relato.
En esencia, la historia gira en torno a un novelista millonario de novelas detectivescas que recibe en su casa a un actor desempleado que mantiene una relación amorosa con su esposa. El visitante quiere que el dueño de casa otorgue el divorcio a su amante para que pueda casarse con él; el escritor le hace una proposición como condición para acceder a su deseo. Hasta aquí el planteo de Shaffer; lo demás es mejor no anticipar para no develar las diferentes sorpresas que el autor va deparando.
En todo caso el público asiste a un juego macabro de tres partidas donde cada uno de los dos jugadores trata de sacarle ventaja al otro hasta el momento en que alguno de ellos resulte triunfador.
Lo expuesto está brindado a través de conversaciones brillantemente dialogadas gracias a Pinter. De este modo, los diálogos entre Michael Caine, como el maduro novelista Andrew Wyke, y Jude Law, como el joven visitante Milo Tindle, adquieren momentos bien logrados de tensión, humor, e ironía.
El relato que transcurre exclusivamente en los interiores de la mansión de Andrew evita cualquier efecto claustrofóbico; eso es debido en buena parte a la satisfactoria dirección de Kenneth Branagh quien con su puesta escénica aprovecha al máximo el espacio en que se desplazan Wyke y Tindle; además, el placer visual que proporciona el lugar con su original dispositivo de alarma, sistema de seguridad máxima y un despliegue de elementos de metal y vidrio asemejando a una galería artística de estilo modernista, evita cualquier posibilidad de monotonía.

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La interpretación es otro de los méritos del film. Michael Caine, en el papel que en 1972 desempeñaba Olivier y Jude Law, en el rol que asumió Caine en la primera versión, obtienen una química excelente; ambos actores transmiten la lucha física y psicológica que sus personajes requieren para determinar quien será el vencedor en la puja que los involucra.
Para concluir, la única objeción que merece esta versión es la aproximación homo-erótica que Pinter brinda a sus caracteres en la parte final del relato; aunque constituye una sorpresa adicional del mismo, no resulta acertada con la visión que uno se ha formado de sus personajes. La observación señalada no llega a desmerecer al film. J.G.
PPP

ELIZABETH: THE GOLDEN AGE. Estados Unidos, 2007. Un film de Shekhar Kapur
Se suele decir que segundas partes no son buenas. Aunque no siempre es cierto (por ejemplo The Godfather II fue superior a The Godfather), esta versión de Elizabeth I -continuación de la película juzgada en 1998 con el mismo director y actriz principal- desilusiona porque carece de la ingeniosidad, dinamismo y frescura de aquélla. Lo que aquí se presencia se asemeja más a una historieta que a una visión histórica del momento en que transcurre la acción.
A su favor, cabe señalar que el film se ve realzado por su pomposidad, fastuosidad, riqueza visual, vestuario y diseños de producción, además de un elenco de lujo que contribuye a brindarle un toque de distinción. Sin embargo, lo objetable es el pobre guión de William Nicholson y Michael Hirst; más allá de la falta de rigurosidad histórica, el libro cinematográfico se entretiene con detalles innecesarios mientras que pasa con demasiada rapidez aspectos más relevantes de destacar si se tiene en cuenta el momento dramático que atravesaba Inglaterra en el período en que transcurren los hechos.
El año es 1585. España –en ese entonces la nación más poderosa de Europa- inicia una guerra santa apoyada por el Papa, para implantar el catolicismo en el continente; el obstáculo que debe vencer es Inglaterra que cuenta con una reina protestante. La estrategia del monarca español Felipe II es reemplazar a Elizabeth I (Cate Blanchett) por su prima católica Mary (Samantha Morton), reina de Escocia y prisionera política de aquélla.
Frente a este planteo inicial, el relato prefiere enfatizar en los aspectos internos que Elizabeth I debe abordar. Conocida en la historia como la Reina Virgen, sus consejeros, entre ellos Sir Francis Walsingham (Geoffrey Rush), tratan de persuadirla para que se case; sin embargo, la soberana va rechazando a sus potenciales cortejantes hasta que llega el momento en que se siente atraída por Sir Walter Raleigh (Clive Owen), un navegante explorador de buena presencia recién llegado del Nuevo Mundo y que aunque leal a Su Majestad prefiere en cambio la dulzura de su joven camarista (Abbie Cornish). Históricamente, poco se sabe sobre la relación entre Elizabeth I y Raleigh, pero lo concreto es que ese episodio que culmina con una escena de celos de la monarca –muy poco convincente por cierto- sacrifica espacio del relato para hechos más importantes como, por ejemplo, los referidos a la presión que ella siente de sus consejeros para decidir la suerte de María Estuardo, su enemiga política. Finalmente, la guerra final que España libra contra Inglaterra y que origina la lucha naval entablada entre las dos armadas, se asemeja más a un film de aventuras que a un relato dramático de honda envergadura.
En lo que concierne a la interpretación, Blanchett está radiante a pesar de que no representa los 52 años que su personaje tenía en la época que se desarrolla la acción, Rush vuelve a repetir sus logros del film anterior, Owen ofrece brío y masculinidad a su personaje mientras que Morton transmite cabalmente la dignidad de María Estuardo en los últimos instantes de su vida, secuencia que da lugar a la única escena emotiva del film. Sin embargo, los meritos de los actores no logran compensar la falta de una intriga dramática que otorgue aliento al relato; así nadie llega a conmiserarse de los sacrificios que Elizabeth debe realizar por el bienestar de sus súbditos, ni tampoco importa mucho la suerte de los restantes personajes. En conclusión, en lugar de un film meritorio el público asiste a una lección de historia anémica y opaca. J.G.
PP

LUST CAUTION. Hong Kong-Estados Unidos, 2007. Un film de Ang Lee
Ang Lee, ganador del Oscar 2006 al mejor director por Brokeback Mountain, retorna al cine con Lust Caution. Se trata de un relato bien hecho y de indiscutible belleza, cuyo contenido sexual puede ser cuestionado por la forma en que ha sido expuesto. En el último festival de Venecia este film obtuvo el máximo premio aunque está muy lejos de ser una obra maestra; es demasiado contenido, su acción es innecesariamente lenta y solamente en su segunda mitad adquiere relevancia.
Lee ha trasladado a la pantalla un cuento (Se, Jei) de Eileen Chang, con un tema de espionaje que origina lealtades conflictivas. El relato que transcurre durante el período de la ocupación japonesa en China, comienza en Shangai en 1942, retrocede a 1938 en Hong Kong y posteriormente la acción retorna a Shangai en 1941 hasta su desenlace que tiene lugar al año siguiente. En ese período convulsionado y crítico que vivió el pueblo chino, Wong Chia Chi (Tang Wei), una joven estudiante universitaria, acepta colaborar con un movimiento patriótico de resistencia; su labor consistirá en servir de anzuelo para atraer a Mr. Yee (Tony Leung) y entregarlo al grupo para ser asesinado. Yee, es un alto funcionario chino colaboracionista de los japoneses cuya función es la de investigar, torturar y ejecutar a sus conciudadanos.
Para lograr su propósito, Wong asume una identidad diferente, simulando ser la señora de un importante hombre de negocios; en forma sutil y gradual va seduciendo a Yee hasta el instante en que se produce entre ambos una fuerte descarga sexual. Así surge una relación pasional que en su comienzo adopta un carácter sado-masoquista, un tanto desagradable de contemplar.
Sin llegar a lo pornográfico o gratuito, los desnudos frontales y las escenas de copulación cobran máximo relieve ilustrando la unión de dos cuerpos efectuando proezas deportivas y adoptando posiciones sexuales raramente vistas en cine. Lee trata de enfatizar la coerción, tormento, dolor e intimidad que experimenta la pareja en cada uno de esos encuentros, así como resaltar el modo en que un sentimiento de odio puede desembocar en una tórrida atracción hasta el límite de llegar a frustrar las motivaciones que persigue la joven espía. Con todo, esa franqueza sexual lograda a expensas de su contenido erótico puede ser discutible.
Los detalles de producción son inobjetables; además de la excelente recreación de época –donde hasta un tango rioplatense se deja oír en un café de Shangai-, la película se destaca por la buena fotografía de Rodrigo Prieto y la acertada música compuesta por Alexandre Desplat.
Las objeciones del film residen en sus 157 minutos de duración donde en su primera hora y media es muy poco lo que está sucediendo. Hay secuencias excesivamente largas como la de una partida de mahjong -un juego de mesa de origen chino- en donde diez minutos de metraje son utilizados para seguir las conversaciones banales de sus jugadores. Curiosamente, y a pesar de su larga duración, poco se puede inferir de la verdadera personalidad de sus personajes, impidiendo una identificación con los mismos porque todo transcurre en un clima demasiado distante y de escasa emoción. Después de su proyección, el espectador queda con la impresión de haber visto un film de respetable nivel artístico pero cuya frialdad hará difícil que perdure en su memoria. J.G.
PP½

LADRON QUE ROBA A LADRON. Estados Unidos, 2007. Un film de Joe Menéndez
El relato de este film, eminentemente latino a pesar de tratarse de una producción estadounidense, gira en torno a un asalto cuidadosamente concebido. El tema no es nuevo y obviamente el mejor ejemplo en la materia es el clásico film francés de Jules Dassin Rififí(1955), aunque hay otros títulos incluyendo la reciente serie de Danny Ocean (11, 12 y 13) con George Clooney y/o Brad Pitt entre otros. A pesar de que estos actores no formen parte del elenco de este film, el reparto de actores latinos que participan en el mismo imprimen dinamismo, expresividad y simpatía, gracias a las peripecias alocadas que les hacen vivir sus personajes.
La acción que transcurre en Los Angeles se centra en dos experimentados ladronzuelos, Emilio (Miguel Varoni) y Alejandro (Fernando Colunga), quienes están dispuestos a vengarse de un gran manipulador y estafador de guante blanco como lo es Moctesuma Valdés (Saúl Lizaso). La intención es despojarlo de su inmensa fortuna obtenida a través de la venta televisiva de productos falsamente medicinales que supuestamente solucionan el problema de la calvicie, mejoran la proeza sexual masculina, disminuyen la grasa excedente de las mujeres, y hasta llegan a curar el cáncer. Como siempre existen ingenuos que caen en la trampa, este desagradable y arrogante empresario va amasando su riqueza a costa de ellos.
En la primera parte Emilio y Alejandro van integrando su equipo humano, formado por inmigrantes legales de la comunidad latina, a quienes se les adjudican las tareas que deberán desempeñar durante el asalto; entre los mismos se encuentra un experto electrónico, un obrero de la construcción, y una institutriz que trabaja en la casa de la víctima y es cómplice de la operación.

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La implementación del robo tiene lugar en la segunda parte del film y en la residencia de Valdés porque este individuo no confía de las instituciones bancarias para resguardar su dinero, prefiriendo mantenerlo en su propia caja de seguridad. La ocasión es en ocasión de celebrarse una fiesta en su honor por haber sido consagrado “el empresario del año”.
En tono de comedia risueña, donde la credibilidad de las situaciones puede ser puesta en tela de juicio, Joe Menéndez como realizador y Jojo Henrickson como guionista han logrado un film agradable que además de distraer permite que uno se contagie con el entusiasmo desplegado por artistas latinos provenientes de Argentina, México, Venezuela y Estados Unidos. Todos ellos, son, capaces de animar un relato cálido con un desenlace a lo Robin Hood que justifica al bien conocido refrán de que “quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón”.
J.G.
PP½


WE OWN THE NIGHT. Estados Unidos, 2007. Un film de James Gray
Presentado en el último festival de Cannes, We Own the Night suscitó controversias debido a que muchos críticos consideraron que la narrativa demasiado convencional del film no lo hacía meritorio de haber sido seleccionado en la sección competitiva. Sin embargo, y aunque ciertamente no se aparta de los moldes tradicionales de un melodrama policial, la película denota autenticidad, está bien realizada y no está exenta de impacto emotivo; además, supera con amplitud el nivel de algunos filmes presentados en la misma sección como lo fueron, Promise me this de Emir Kusturica y The Man from London de Béla Tarr.
Sin la profundidad ni la caracterización psicológica de The Departed de Martin Scorcese o de Eastern Promises de David Cronemberg, la película de James Gray no llega a defraudar. El film, cuyo título proviene de la divisa de la unidad criminal de la policía de Nueva York encargada de los delitos en la vía pública, transcurre en la década del 80 y se centra en una familia de origen polaco. Bert Grusinsky (Robert Duvall), que es un eminente miembro policial de Nueva York, tiene dos hijos que han adoptado actividades profesionales completamente dispares; mientras que Joseph (Mark Wahlberg) decidió seguir los pasos de su padre integrando la fuerza policial, su hermano Bobby (Joaquin Phoenix) es el gerente de un club nocturno que pertenece a la mafia rusa y que utiliza al local para encubrir actividades vinculadas con el narcotráfico. Por obvias razones, Bobby se cuida muy bien en ocultar sus lazos familiares, sobre todo porque su padre y hermano están al acecho para desenmascarar las actividades delictivas de esos gangsters. Cuando el enfrentamiento entre los mafiosos y la policía se torna más violento, Bobby se encuentra arrinconado al tener que optar entre la lealtad familiar o evitar traicionar la confianza depositada en él por sus jefes; sin embargo, cuando su hermano es herido por uno de los miembros de la mafia y su padre se convierte en víctima, ya no le caben dudas sobre el camino que deberá seguir para proteger a su familia.
A pesar de recurrir a ciertos estereotipos del género y admitiendo que no siempre todo los elementos de la trama llegan a convencer en forma completa, el film compensa esos inconvenientes al reflejar fielmente el ambiente nocturno donde transcurre la acción con sus aristas sombrías y lúgubres. Además registra algunas secuencias de lograda acción, como –por ejemplo- la que tiene lugar durante una implacable persecución de automóvil; aunque esa cacería humana no constituye algo novedoso para el cine, aquí existe una palpable tensión que no tiene desperdicio alguno.
A nivel de actuación, tanto Phoenix como Wahlberg demuestran una confianza total en sus respectivos personajes transmitiéndolos con naturalidad y convicción. Por su parte Duvall se impone con su presencia y ofrece otro de sus trabajos que sirve para ratificar su solidez interpretativa.
En síntesis, aunque este tercer largometraje de Gray no sea una obra memorable, es apreciada con interés porque en ningún momento deja de cumplir con su cometido de eficaz entretenimiento que habrá de satisfacer a los adictos del género. J.G.
PPP

THE DARJEELING LIMITED. Estados Unidos, 2007. Un film de Wes Anderson
Wes Anderson es uno de los directores más originales del cine independiente americano debido, entre otras razones, al tratamiento que imprime a sus relatos, donde queda resaltada la excentricidad de sus personajes. The Darjeeling Limited sigue la línea usual y la impresión que cause en el espectador dependerá de su estado de humor para aceptar o no la lógica o coherencia que el film le propone.
El relato transcurre en la India y gran parte del mismo tiene lugar a bordo de un tren que lleva como nombre el título del film. Después de haber estado separados por espacio de un año, tres hermanos americanos con diferente nivel de neurosis se reúnen en el mencionado tren para solidificar el lazo familiar y emprender un viaje espiritual. El mayor de ellos, Francis (Owen Wilson) de naturaleza dominante, es quien convocó a los otros dos para el encuentro; él es el más frágil y vulnerable de los tres, sobre todo después de haber sufrido un accidente de motocicleta que casi lo mata, habiéndole dejado marcas en su rostro y en su cabeza que están cubiertos por vendas para cicatrizar las heridas. Peter (Adrien Brody), el hermano que le sigue en edad, es el que aparenta más estabilidad aunque parece que tiene algunos problemas con su esposa quien está a pocas semanas de dar a luz; en su relación con Francis, no le resulta agradable que éste decida e imponga lo que le parece más conveniente. Finalmente, Jack (Jason Schwartzman) con vocación de escritor, siente pena porque su novia acaba de abandonarlo y está obsesionado en verificar los mensajes que ella recibe en su contestador telefónico. Quien más, quien menos, estos tres personajes con valijas que irán perdiendo a lo largo del camino, guardan un pintoresquismo nada desestimable y durante el trayecto ferroviario se comportan como adolescentes que fastidian a los restantes pasajeros, entre otras razones por llevar consigo una no muy amistosa serpiente. A la hora de metraje, y después de ser expulsados por el inspector del tren, se encuentran obligados a vagar por el desierto hasta llegar al próximo destino que es un retirado convento donde vive la madre (Anjelica Huston) que abandonó el hogar para convertirse en monja.
Si de lo que precede, el lector llega a creer que el film se remite a una sarta de tonteras, en principio no estará muy desacertado. Lo que sucede es que los disparates expuestos pueden ser aceptados porque llegan al límite de lo tolerable y aunque la historia no tiene mucho contenido para rellenar sus 90 minutos de metraje, exuda cierta atractiva melancolía que permite mantener interés, sobre todo por saber cómo concluirá el relato.
Como balance general esta película se deja ver por el pintoresquismo de sus personajes centrales, por el exótico medio ambiente indio donde transcurre la acción, y porque las situaciones absurdas planteadas ofrecen un humor seco que provoca algunas sonrisas amables. La interpretación global es de buen nivel, así como la resplandeciente fotografía, su agradable música y el colorido vestuario. J.G.
PP½

INTO THE WILD. Estados Unidos, 2007. Un film de Sean Penn
Sean Penn reafirma sus condiciones de importante realizador en Into the Wild su trabajo más logrado hasta la fecha.
Este film, que en ciertos momentos reviste características épicas, es de gran contenido humanista en su ilustración de cómo aquellos individuos no apegados a los valores tradicionales (the “American Way of Life”) del gran país americano o quienes disienten de los excesos de una sociedad materialista, terminan siendo condenados como seres marginales. Con tal propósito, Penn conduce al espectador desde el corazón de los Estados Unidos hasta los confines montañosos de Alaska, a través de vastos escenarios naturales poblados por personajes inusuales, generalmente ignorados en el diario vivir de las grandes urbes.
El guión escrito por el realizador en base al libro de Jon Krakauer del mismo nombre recuenta en forma no lineal la verídica historia de Christopher McCandless. Este joven de 22 años de edad, proveniente de un confortable hogar de clase alta, apenas graduado de la Universidad de Emory en 1990 decide abandonar todos los privilegios que la riqueza es capaz de ofrecerle dejando su hogar y sin comunicar su paradero a sus padres (William Hurt y Marcia Gay Harden) ni a su hermana (Jena Malone). Después de destinar su dinero personal a obras de caridad y de destruir su cédula de identificación personal para eliminar su pasado por completo, inicia un largo viaje. Desde Atlanta a Arizona, pasando Dakota del Sur, California y otras regiones del país, llegará finalmente a su meta que es Alaska. En su trayecto, habrá de encontrarse con inconvenientes de diferente índole y con personajes cálidos, como un granjero que es arrestado por producir drogas (Vince Vaughn), una pareja de hippies (Brian Dierker y Catherine Keener) llevando una vida bohemia, una jovencita (Kristen Stewart) de 16 años con quien mantendrá una relación platónica, y un anciano viudo (Hal Holbrook) de nobles sentimientos que desea adoptarlo como nieto.
Como gran poeta de lo visual, Penn incorpora a la naturaleza como el co-protagonista de su obra. Madre natura gravita en las peripecias que atraviesa Christopher a lo largo de su periplo; así tanto las cimas nevadas, como las mesetas, montañas, valles, desiertos, saltos, ríos y otros accidentes geográficos parecerían adquirir voz propia y contribuyen a darle a este muchacho el medio ambiente apropiado para lo que él cree que constituye el sentido último de su existencia; todo ese vasto espacio libre, virgen, rústico, yermo, no contaminado por la civilización, es ofrecido con un lirismo singular, donde gran parte del mérito es debido a la extraordinaria fotografía de Eric Gautier, brindando imágenes hipnóticas y redescubriendo un continente diferente.
Además de la ambientación física, el film descansa en la personalidad de un individuo difícil de precisar. ¿Cómo calificar a este antihéroe que encontrará un trágico final en la soledad de un destartalado autobús abandonado de Alaska? Penn lo describe como el típico rebelde, pero también como un empedernido vagabundo, un explorador aventurero dispuesto a encontrar un sentido a su vida, un muchacho egoísta que no prevé el dolor de sus padres pero que en su pensamiento póstumo se ve como el hijo pródigo retornando al hogar y abrazando a los suyos; ¿pero fue realmente todo eso, o simplemente un idealista utópico? Poco importa la respuesta ya que cada espectador habrá de encontrar la suya. Lo concreto es que Into the Wild emerge como una obra lúcida e inteligente gracias a su brillante director y a un conjunto de notables actores donde sobresalen Emile Hirsch, transmitiendo todas las facetas de la compleja personalidad de Christopher McCandless, y la veteranía del gran intérprete Hil Holbrook. J.G.
PPP½

SHAKE HANDS WITH THE DEVIL. Canadá, 2007. Un film de Roger Spottiswoode
Los varios filmes exhibidos en los últimos años reflejando el drama de Ruanda me hicieron pensar que otro nuevo en la materia no agregaría mucho más a lo ya conocido. Debo admitir que estuve equivocado puesto que este documento es sin duda el que mejor refleja la tragedia vivida por el pequeño país africano. Basado en el libro autobiográfico del General Roméo Dallaire, el realizador Roger Spottiswoode ha logrado una película de calidad que constituye una genuina oda al heroísmo, coraje e integridad de un individuo excepcional como Dallaire.
Si el material contenido en el libro es de fundamental importancia para ilustrar la inoperancia de los países de mayor poder económico y político y la inacción de las Naciones Unidas para haber evitado el genocidio de Ruanda, el film se valoriza por la participación de Roy Dupuis quien realiza una labor admirable animando al héroe canadiense; no solamente su aspecto físico se asemeja al de Dallaire, sino que también es sorprendente apreciar cómo lo refleja humanamente. En todo caso, lo que interesa destacar es que lo que aquí se recuenta y expone con gran claridad y honestidad, constituye un importante legado para que futuras generaciones asimilen esta triste lección; lo fundamental es que los hechos de Ruanda no pueden ser olvidados o considerados simplemente como un capítulo más de la reciente historia africana sino como una aberrante manifestación de crueldad del siglo pasado.

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El film más allá de reseñar los hechos que condujeron a la guerra civil y a la matanza de 800 mil tutsis y moderados hutus por parte de los hutus, destaca la crisis de conciencia que vive Dallaire, un general que en 1993 se traslada de Canadá a Kigali al haber sido designado jefe de la misión de paz de las Naciones Unidas; eso acontece poco antes del comienzo de la masacre en Abril de 1994 y que habría de extenderse durante tres sangrientos meses.
Aunque los hechos reseñados son conocidos, el film enfatiza la difícil situación de Dallaire. El general, que no debe tomar partido con ninguno de los grupos beligerantes, se halla prácticamente arrinconado; con un reducido contingente y con un mandato inadecuado por parte de las Naciones Unidas, no cuenta ni con la autoridad ni con los recursos necesarios para conjurar la crisis. La poca o nula cooperación de las potencias internacionales y la acción burocrática de las Naciones Unidas contribuyen a que este hombre se encuentre impotente de cumplir con su misión pacificadora creándole un problema moral que lo llega a atormentar. Aunque no ha sido capaz de frenar el genocidio, el general desempeña su misión con lucidez, humanidad e imparcialidad excepcional, logrando salvar 30 mil vidas. De todos modos, eso le sirve de escaso alivio para su conciencia ya que en su visión –objetivamente indiscutible- nadie puede resucitar la vida de niños, hombres y mujeres inocentes masacrados en la guerra fratricida.
Después de su retorno a Canadá, habiendo arriesgado su vida con gran valor, Dallaire continúa con su misión inquebrantable de recordar al mundo lo sucedido en Ruanda, para que la comunidad internacional reaccione con más energía frente a otros crímenes de la humanidad como en el caso de Darfur
De acuerdo a lo que se indica en los créditos finales de este film, este auténtico héroe continúa preocupándose sobre las violaciones de los derechos del hombre, los genocidios y la limpieza étnica que agobia a la humanidad. Por Dallaire, por la magnífica reconstrucción de los hechos, y por la extraordinaria interpretación de Roy Dupuis, esta película filmada en los auténticos escenarios donde transcurrieron los hechos, merece mi incondicional recomendación. J.G.
PPP

THE JANE AUSTEN BOOK CLUB. Estados Unidos, 2007. Un film de Robin Swicord
El realizador Robin Swicord no habrá inventado la rueda pero hay que reconocerle su habilidad para narrar una película que, aunque liviana, reúne la dosis necesaria de romance, drama y humor para conformar. El film es un relato coral basado en la novela de Karen Joy Fowler, quien a su vez se inspiró en la producción literaria de la célebre escritora Jane Austen. No es condición necesaria conocer la obra de esta autora, pero quien esté familiarizado con la misma gozará más con la problemática de sus personajes.
Teniendo en cuenta que Austen escribió seis libros en su breve existencia (1775-1817), el film los iguala en el número de sus personajes principales donde sus respectivas guardan cierta similitud con los caracteres concebidos por ella en cada una de sus novelas. A pesar de que la acción transcurre en escenarios diferentes -Sacramento, California- y en la época actual, lo que el film trasluce es que el idealismo romántico, las desilusiones, la complejidad de la vida matrimonial, la amistad y solidaridad y algunas de las complicaciones que entraña la vida social comunitaria, son aspectos que resultan inmunes al paso del tiempo y que no reconocen fronteras geográficas.
Entre los varios personajes se encuentra Jocelyn (María Bello) una mujer en sus cuarenta y tantos años y alejada de compromisos sentimentales; al morir su fiel perro, experimenta enorme pena y un gran vacío. Su gran amiga Bernadette (Kathy Baker), de opuesta personalidad y con 6 casamientos y divorcios a cuesta, trata de ofrecerle consuelo y apoyo resolviendo formar un club de lectores consagrado a las obras de Austen. Al mismo se adhiere Sylvia (Amy Brenneman), otra amiga de larga data de Jocelyn, quien sufre el desconsuelo de ver que su marido (Jimmy Smits) decide dejarla por otra mujer después de 25 años de casados. El cuarto miembro del club es Allegra (Maggie Grace), hija de Sylvia, quien lo hace para ofrecerle apoyo. Prudie (Emyly Blunt), una joven profesora de francés recién casada, se desilusiona cuando su marido anula su anhelado viaje a Francia –país que jamás visitó- por razones de negocios y cuando llega a conocer a Bernadette acepta su invitación para participar en el grupo. El sexto y único miembro masculino del club es Grigg (Hugh Dancy), quien se asocia al mismo para estar cerca de Jocelyn, por quien se siente atraído. Estas seis personas se reúnen durante el transcurso de 6 meses, cada vez en la casa del otro, para discutir los diferentes textos de Austen, y brindando interpretaciones personales sobre la novela que se está analizando; además del propósito intelectual, estas reuniones sirven como terapia para resolver o mitigar los problemas individuales de cada miembro del grupo.
No siempre las dificultades emocionales de estos seis caracteres son un exacto reflejo de lo que acontece con los personajes de Austen, sin embargo en líneas generales se aproximan a los mismos ofreciendo un paralelismo aceptable. Aunque el guión no alcance la ingeniosidad del repertorio literario de Austen, es lo suficientemente satisfactorio para conformar un film que está animado por un grupo de actores -integrado por nombres muy conocidos- que infunde entusiasmo al relato. En resumen, sin tener relevante trascendencia, este film se deja ver como un entretenimiento agradable. J.G.
PP½

FEAST OF LOVE. Estados Unidos, 2007. Un film de Robert Benton
Aunque bien inspirado y noble en su intención de examinar las experiencias amorosas de un grupo de personas, Feast for Love nunca llega a cristalizar; se deja ver pero no llega a impactar.
Sin ser decididamente mediocre, el film es un proyecto fallido que deja la sensación de algo rancio, o vetusto. Como lo que aquí se ofrece es algo que ya ha sido considerado en múltiples ocasiones, lo “deja vu” debe ser superado infundiendo energía y/o fuerza dramática al relato; eso es lo que el realizador Robert Benton deja de lado y en consecuencia la novela de Charles Baxter, en el que la historia está basada, pierde vigor en su transposición cinematográfica.
La acción que transcurre en una pequeña comunidad de Oregón presenta a Harry Stevenson (Morgan Freeman), un profesor de filosofía que observa los movimientos y el comportamiento del grupo humano del lugar, además actúa como consejero sentimental para quienes lo necesiten. Este hombre que trasunta nobleza quiere en forma entrañable a Esther, su mujer (Jane Alexander), y ambos no pueden disimular la tristeza que les agobia al haber perdido a un hijo por causa de una sobredosis de heroína.
Bradley (Greg Kinnear), es otro de los habitantes de la zona y dueño de una cafetería a la que Harry asiste diariamente. Su vida sentimental es poco menos que un desastre; así, su señora (Selma Blair) lo deja por haberse enamorado de otra chica y cuando se casa por segunda vez con una agente inmobiliaria (Radha Mitchell), ésta lo engaña con un hombre casado (Billy Burke).
Otro vínculo romántico se establece entre Oscar (Toby Hemigway), un empleado de la cafetería de Bradley, y Chloe (Alexa Davalos), una joven que llega allí en procura de empleo; el apasionado amor a primera vista de estos muchachos atraviesa momentos difíciles debido a la actitud del padre de Oscar (Fred Ward), un borracho empedernido, que desaprueba esa relación.
En rigor de verdad, el relato no expone suficiente material como para extraer conclusiones acerca de la naturaleza del amor y sus variaciones; el tono melodramático del film tampoco ayuda. El romance de Oscar y Chloe reviste poco interés, el mal de amores de Bradley es muy poco convincente y solamente el amargo trance de Harry y su esposa ofrece la posibilidad de rescatar los escasos momentos emotivos del film.
En general, los acontecimientos transcurren en un lapso de escasas semanas sin que exista un desarrollo dramático que perfile mejor la evolución de los hechos, que por otra parte son predecibles y no reservan sorpresa alguna. Los actores brindan lo mejor de sí mismos con el material que se les ofrece; pero ciertamente el mensaje de esta historia -el amor como fuente de nutrición para recomponer o cicatrizar heridas- aparece deslucido y sin mayor gravitación; esa es la razón por la que el film aparezca añejo y vetusto. J.G.
PP
DVDs
REPRISE (Mongrel)
No es muy frecuente presenciar cine de origen noruego, con excepción de los filmes que en ciertas ocasiones suelen figurar en la programación de los festivales canadienses. Precisamente, REPRISE que fue exhibido el año pasado en el Festival de Toronto pero nunca estrenado comercialmente en Canadá, permite ahora ser juzgado en video gracias a la edición de Mongrel.
Esta primera película de Joachim Trier se aproxima al mundo inquieto de los jóvenes noruegos deseosos de convertirse en escritores. El relato sigue los pasos de dos de ellos y amigos entre sí, Philip (Anders Danielsen Lie) y Erick (Espen Klouman-Heiner), donde en el comienzo del film envían sus respectivas primeras novelas a los editores. Mientras que Philip tiene éxito al conseguir que su trabajo sea publicado, Erick fracasa en el intento aunque eso no le impide tratar de vencer los obstáculos hasta llegar a lograr su propósito.
Más allá de describir el clima intelectual y los trajines vividos en el medio literario, a través de breves escenas bien elaboradas ,el relato se encarga de ir ilustrando los avatares sentimentales de sus personajes, el torbellino emocional que los envuelve, así como las ilusiones y los sinsabores del éxito.
Desde un punto de vista estrictamente estilístico, el film adopta una estructura original apelando a la presencia de un narrador desconocido que cuenta lo que acontecería si las fantasías de sus personajes se convirtieran en realidad; aunque eso interrumpe la linealidad del relato, su coherencia siempre prevalece y además permite un mejor conocimiento de sus protagonistas.
Como toda primera obra, hay ciertos desniveles en su narrativa pero en todo caso, el espectador tiene posibilidad de acceder a ciertas características de una cultura que a pesar de su modalidad escandinava tiene validez universal.
El DVD se presenta en su versión original noruega con subtítulos en inglés.

LE PRESSENTIMENT (Mongrel-Métropole)
Jean Pierre Darrousin es un buen actor francés que siempre conservó un bajo perfil aunque eso no le impidió distinguirse en los numerosos papeles de apoyo en que le tocó participar. En esta ocasión se ubica por primera vez detrás de la cámara como director y también lo hace como principal intérprete en un relato sencillo y sensible. Basado en una novela de Emmanuelle Bove, su tema enfoca el caso de un abogado parisino de casi 50 años de edad, que deja a su familia y su medio burgués para convivir con gente humilde a quien pueda ayudar o favorecer. Sintiendo que su vida flotaba en un vacío y sin mucha trascendencia, Charles Benesteau (Darrousin) –el personaje en cuestión-, toma su bicicleta y alquila un modesto departamento en un edificio de viviendas populares de París. Observando al mundo de un modo pasivo con relación a todo lo que gira en torno suyo, vivirá algunas experiencias gratificantes, entre ellas la de brindar protección a una chica adolescente.
Más un estudio de caracteres que un relato pleno de acción, el film se deja ver placenteramente porque a pesar del comportamiento un tanto inusual de Charles, uno llega a comprender su deseo de no querer que la vida lo aliene mientras que se esfuerza en ocupar un lugar que más se adecue con su generosidad y altruismo.
El film cuenta con un sólido reparto aunque todo se centra en Darrousin que como intérprete aporta delicadez y ternura a su personaje; en cuanto a su labor como realizador, puede señalarse que su ópera prima es bien auspiciosa ya que ofrece un relato intrigante, luminoso y de a ratos poético, en una narración que campea entre el drama realista y la fábula.
El DVD cuenta con una buena definición y clara nitidez y es presentado en su versión original francesa con subtítulos en inglés.

KIKA (Alliance Atlantis)
Esta película de 1993 constituye la última comedia dislocada de Almodóvar antes de que comenzara su período de madurez artística con “La Flor de mi Secreto” en 1995 hasta “Volver” en 2006. Kika es una mezcla de sátira, farsa y humor negro, que no se distingue por desarrollar una historia con mucho sentido; sin embargo, y a pesar de su incoherencia, nadie se toma muy en serie lo que está contemplando. Tanto el entusiasmo desplegado por su equipo de actores, y la riqueza visual que emana del film, permite que se lo contemple con agrado. Kika, el personaje protagónico interpretado por Verónica Forqué, es una cosmetóloga requerida para maquillar el cuerpo de Ramón (Alex Casanovas), el hijastro de un escritor (Peter Coyote); cuando comienza a hacerlo se da cuenta de que el supuesto occiso no está muerto y a partir de ese instante Almodóvar introduce en su guión una serie de absurdas situaciones con una galería de pintorescos personajes que van apareciendo en escena, en especial el animado por Victoria Abril como una desenfadada anfitriona de un programa televisivo de corte sensacionalista. Sexo, violación, crimen y humor no faltan en un extraño cóctel realzado por vívidos colores y por algunos extravagantes vestuarios aportados por Gianni Versace. En resumen, un caótico film que sin ser el mejor de su realizador lleva impreso sus características distintivas. El DVD está editado en su versión original española con subtítulos en inglés.
EL GRADUADO (Fox Film, Metro Goldwyn Mayer Home Entertainment)
En su época resultó un film refrescante, pleno de gracia, cínico y tonificante que sirvió para consagrar a un joven actor llamado Dustin Hoffman y para cimentar la reputación del director Mike Nichols. La rebeldía juvenil imperante en los años 60 está bien descripta y la banda sonora con las canciones de Simon y Garfunkel sigue fascinando del mismo modo que en su estreno de 1967.
La historia gira en torno de Benjamin, un tímido graduado (Hoffman) que habiendo concluido sus estudios no tiene claro sobre cómo encaminar su futuro. Dentro de esa “problemática”, la confusión del joven aumenta cuando llega a ser seducido por la mujer del socio de su padre (una sexual Mrs. Robinson animada por Anne Bancroft). En tal sentido, pocas comedias hasta ese momento habían logrado transmitir la iniciación sexual de la juventud como lo consiguió esta desenfadada sátira. El momento crucial del film se produce cuando Benjamin llega a enamorarse de la chica de sus sueños (Katharine Ross) y para su gran sorpresa comprueba que la joven es la hija de la madura seductora.
En este DVD lanzado en conmemoración de cumplirse 40 años de su estreno, los agregados son realmente importantes. Se presenta en dos discos que reúnen los comentarios de Dustin Hoffman y Katharine Ross, los de Mike Nichols y Steven Soderbergh, un documental retrospectivo ilustrando la opinión de realizadores y críticos de cine que se refieren a la influencia que tuvo este film, y finalmente 4 canciones de la banda sonora, incluyendo su tema principal Mrs. Robinson. Está editado en su versión original inglesa, doblado al francés, y con subtítulos opcionales en inglés, o español.