23.8.07

Cine Agosto 2007

CINE EN LA PLAZA

Comentarios de Jorge Gutman
HAIRSPRAY. Estados Unidos, 2007. Un film de Adam Shankman
SUNSHINE. Estados Unidos, 2007. Un film de Danny Boyle
THE BOSS OF IT ALL. Dinamarca-Suecia-Francia-Italia, 2006. Un film de Lars von Trier
YOU KILL ME. Estados Unidos, 2007. Un film de John Dahl
NITRO. Canadá, 2007. Un film de Alain Desrochers
INTRODUCING THE DWIGHTS. Australia, 2007. Un film de Cherie Nowlan
HARRY POTTER AND THE ORDER OF THE PHOENIX. Estados Unidos, 2007. Un film de David Yates.
LICENSE TO WED. Estados Unidos, 2007. Un film de Ken Kwapis
RATATOUILLE. Estados Unidos, 2007. Un film de Brad Bird
EVENING. Estados Unidos, 2007. Un film de Lajos Koltai
THE SIMPSONS – THE MOVIE (LOS SIMPSON – LA PELÍCULA). Director: David Silverman (Estados Unidos, 2007)
SUNSHINE. Director: Danny Boyle (Reino Unido, 2007). Reparto: Rose Byrne, Clif Curtis, Chris Evans

DVD

MANUFACTURING DISSENT. (Mongrel, Metropol)

HAIRSPRAY. Estados Unidos, 2007. Un film de Adam Shankman
En el transcurso de los últimos años, el género musical experimentó altibajos. Si bien Moulin Rouge, Chicago y hace pocos meses Dreamgirls lograron el favor del público, los fracasos de Rent” y The Producers” dejaron dudas en cuanto a su aceptación por parte de la generación actual. Si uno se guiara por Hairspray sería lógico suponer que esta producción musical estimulará el interés de los espectadores hacia una expresión de cine que desde la década del 40 hasta fines de los años 60 gozó de considerable éxito.
Sin tratarse de un musical extraordinario, esta película –que tiene como antecedente la versión filmada en 1988 por su creador John Waters y la adaptación musical de 2002 llevada a Broadway-, ha encontrado por parte del coreógrafo director Adam Shankman un tratamiento que, aunque convencional, encuentra sus méritos en su carácter nada pretencioso y por recrear con acierto un clima juvenil refrescante que jamás llega a desentonar con la incorporación de las canciones.
Cuando Waters escribió el libro cinematográfico hubo dos hechos que habrían de inspirarlo. En primer lugar, las experiencias que le tocó vivir en Baltimore en los primeros años de los 60 donde la segregación racial aún estaba vigente. El otro aspecto era la importancia de defender el derecho a ser diferente, sin que ello constituyera un obstáculo para llegar a tener éxito en lo que uno se propone. Ambos elementos trascienden en el film pero lo que interesa resaltar es que su trama ha sido convertida en un musical de ritmo fluido y con una buena dosis de humor que arroja como saldo una experiencia placentera.
El comienzo no puede ser más prometedor. La adolescente Tracy Turnblad (Nikki Blonsky) comienza un nuevo día y se prepara para irse a la escuela. Con brío y gran ímpetu entona el primer número musical Good Morning Baltimore que constituye un lindo saludo a una ciudad que también empieza una nueva jornada; la música es pegadiza, la letra funcional y el modo en que Tracy se va desplazando hasta llegar a destino constituye una nota optimista frente a la alegría de vivir que ella despliega.
Proveniente de un hogar de clase media baja, la chica, con gran inclinación por la danza y el canto, es muy querida y sobreprotegida por su madre Edna (John Travolta) y por su padre (Christopher Walken); éste último la estimula en lo que más ambiciona: llegar a actuar en el programa juvenil de televisión The Corny Collins Show para demostrar sus condiciones vocales y poder bailar ante el público. ¿Podrá tener éxito a pesar de que es regordeta y no guarda la presencia física adecuada para que la televisión la llegue a aceptar? Su constancia y entusiasmo elimina ese inconveniente, llegando no solamente a ocupar un puesto dentro del grupo de jóvenes del programa sino que además obtiene un triunfo resonante. A partir de allí, Tracy habrá de recorrer un camino plagado de las envidias que su éxito genera a terceros, no faltarán prejuicios sociales que deberá afrontar, además de los esfuerzos que emprenderá a favor de la integración de negros y blancos, poco antes de la proclamación de los Derechos Cívicos.

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El guión de Leslie Dixon, no llega a poseer la sutilidad subversiva de Waters, pero en líneas generales es satisfactorio; si los aspectos raciales no logran un tono dramático de mayor profundidad, esto se debe en parte a que la música lo atenúa, y porque además la discriminación que sufría la población negra no tiene hoy día la misma resonancia que hace 40 años.
En lo estrictamente musical, el film incluye 20 números con música de Marc Shaiman y letra de Scott Wittman y Shaiman donde la mayoría de las canciones proviene de la obra musical, con algunos agregados especiales para esta ocasión. Las diferentes canciones son agradables de oír, pero hay muy pocas que logren el impacto de Good Morning Baltimore” y/o You Can’t Stop the Beat; de cualquier forma eso no desmerece al conjunto, pero se está muy lejos de asistir a la extraordinaria magia que Benny Andersson y Bjorn Ulvaeus volcaron en la música de Mamma Mia cuya versión fílmica está anunciada para 2008.
A pesar de tratarse de un musical, lo más importante del film descansa en la interpretación. Los dos roles más laudatorios son los de Blonsky y Travolta. Blonsky es una maravilla dando vida a Tracy; es imposible no dejarse seducir por su gran simpatía evidenciada desde las primeras escenas; tierna, emotiva, chispeante y entusiasta, ofrece una vitalidad sorprendente ya sea cantando, bailando o interactuando con los personajes que le toca en suerte.
Según afirma el material de prensa, la tradición requiere que el papel de la mamá de Tracy, sea interpretado por un hombre. Más allá de discutir si eso tiene o no mayor sentido, lo cierto es que Travolta sorprende con la caracterización que logra de esa encantadora y obesa matrona; a través del encomiable trabajo efectuado por el maquillador Tony Gardner, la transformación del actor en Edna es extraordinaria al punto tal de que al principio resulta difícil creer de que se trata de la misma persona que en su carrera le tocó interpretar papeles rudos o recios (recuérdese su participación en Pulp Fiction de Tarantino); su trabajo transmite a la perfección todos los matices físicos y emocionales de la señorona que vive para dar lo mejor de sí misma a su hija y marido.
Otras buenas actuaciones de apoyo son ofrecidas por Amanda Bynes animando a la mejor amiga de Tracy que está enamorada de un muchacho negro (Elijah Kelley), Zac Efron como el joven que se siente cautivado por la gracia de Tracy, y James Mardsen como el carismático conductor del programa de televisión..
De los nombres bien consolidados, Queen Latifah está correcta como una mujer negra que lucha por la integración e igualdad racial, en tanto que Michelle Pfeiffer caracteriza acertadamente a la gerente del canal de televisión que difunde el show juvenil y que manifiesta cruelmente su oposición a cualquier tipo de cambio social. Finalmente, Walken está demasiado blando y no muy convincente como el padre de Tracy.
En líneas generales, el film no revoluciona la comedia musical pero logra su objetivo esencial como es el de ofrecer un espectáculo muy agradable y de sana diversión, recreando el tono de los inolvidables espectáculos musicales de los años 60.
Jorge Gutman (J.G.)
PPP

SUNSHINE. Estados Unidos, 2007. Un film de Danny Boyle
Danny Boyle es un realizador de gran versatilidad al haber abarcado en su filmografía géneros de diferente índole. En el caso de Sunshine se acerca a la ciencia ficción tratando de alcanzar un adecuado equilibrio de cordura científica con creatividad fantástica. Los resultados no son óptimos pero tampoco desechables; en todo caso, lo mejor que se puede decir sobre este film es que se trata de un gran esfuerzo de producción con una primera parte bien lograda; sin embargo, sus últimos 47 minutos causan desilusión porque la historia planteada además de ir perdiendo fuerza, adopta la forma de un relato de horror sin mucho sentido, contradiciendo su seriedad inicial.
Boyle apeló al guión preparado por el novelista británico Alex Garland para contar una historia que marcha a contrapelo con el calentamiento que padece nuestro planeta. La hipótesis es sobre qué pasaría si acaso el Sol, centro de nuestro sistema planetario, estuviera desfalleciendo.
La historia se ubica en 2057 en momentos en que el Sol se está extinguiendo; es necesario efectuar lo imposible para evitar su extinción; para evitar el enfriamiento global de la Tierra, la última esperanza de sus habitantes es el envío de una nave espacial –el Icaro II- cuya tripulación de 8 hombres y mujeres tiene como misión lanzar un artefacto nuclear que pueda reavivar a la más brillante y calorífica estrella del firmamento. Cuando la nave ya ha perdido contacto con la Tierra, los tripulantes oyen una señal de auxilio que parece provenir de la nave predecesora, el Icaro I, que siete años atrás había despegado para cumplir una misión similar pero que terminó desapareciendo sin dejar rastro alguno. Ese es el punto de partida para que los astronautas se encuentren forzados a tomar la primera de las decisiones que finalmente los llevará a sufrir tensiones físicas y psicológicas; como consecuencia de ello, resulta inevitable las fricciones producidas en el grupo, en especial cuando algunas medidas a adoptar involucran decisiones morales y sacrificios humanos.
Hasta aquí, el guión despierta interés debido a la buena tensión generada; además, tanto las buenas interpretaciones de un elenco prácticamente desconocido –con la excepción de Cillian Murphy- integrado por actores occidentales y asiáticos, más los muy buenos efectos especiales logrados por imágenes digitalmente computadorizadas, generan expectativas favorables para lo que habrá de seguir. Sin embargo, y a medida que la nave va acercándose al Sol, el guión comienza a perder terreno; eso sucede cuando un grave accidente pone en peligro el objetivo central del Icaro II y los astronautas tratan de salvar sus vidas y su estado mental para proseguir la misión. De allí en más, la seriedad del relato se desmorona para convertirse en una mediocre muestra de horror que echa por la borda la interesante hipótesis sobre la supervivencia de la Tierra.
Con sus más y sus menos, Boyle ofrece un film moderadamente entretenido pero que no llega a alcanzar el nivel de otros del mismo género, como “2001” (Stanley Kubric), “Alien” (Ridley Scott), y sobre todo ese poema de profunda meditación y belleza que es “Solaris” (Andrei Tarcovsky).
J.G.
PP½

THE BOSS OF IT ALL. Dinamarca-Suecia-Francia-Italia, 2006. Un film de Lars von Trier
Aguardando aún la tercera parte de su trilogía americana que comenzó con Dogville y continuó con Manderlay, el provocativo director del cine danés Lars von Trier decidió dejar por ahora el drama para abordar la comedia con The Boss of it All. Aunque la película no llegue a ser memorable, la leve trama urdida por su realizador posee un humor seco y poco convencional, para terminar conformando un pasatiempo entretenido.
La historia gira en torno a Ravn (Peter Gantzler), el dueño de una pequeña empresa de informática que debido a su naturaleza insegura y para evitar tener que enfrentar inconvenientes frente a decisiones impopulares adoptadas, hace creer a su personal que la firma pertenece a una persona que vive en América del Norte y que se comunica con él a través del correo electrónico.
Cuando Ravn decide vender su compañía a un islandés (Fridrik Thor Fridriksson) de fuerte temperamento, sigue adelante con la patraña urdida pero se encuentra con el inconveniente de que el comprador sólo desea tratar con el dueño de la firma. Para obviar el obstáculo, Ravn decide contratar a Kristoffer (Jens Albinus), un actor desocupado, para que adopte el ficticio rol de presidente de la empresa.
Aunque original, la premisa no deja de ser absurda; con todo, el público se deja llevar de la mano del director que lo prepara de antemano al advertirle que lo que está contemplando en pantalla es una comedia y por lo tanto no debe profundizar demasiado.
Siguiendo con la historia, la incorporación de Kristoffer en el escenario abre el camino para que los hechos posteriores que tienen lugar no sigan el rumbo previsto; el supuesto dueño no imaginó que debería vérselas con los empleados frente a la alternativa de un eventual despido; además, la situación se vuelve más descabellada cuando aparece la abogada de la parte compradora, que no es otra persona que la ex-mujer de Kristoffer (Sofie Grabol). Frente al desarrollo de los acontecimientos, el desolado actor comienza a adquirir conciencia de que él no es más que una simple pieza de ajedrez de esta comedia equívoca y es ahí donde su condición moral es puesta a prueba.
Aunque el relato se complica en forma innecesaria y sus personajes adoptan un tono cercano a lo caricaturesco, los actores participantes insuflan la energía y el talento necesarios como para que el film no llegue a fatigar, sobre todo con algunas situaciones bien graciosas que se producen en el momento de la firma del contrato de venta entre el comprador islandés, Ravn y Christopher y la presencia de un traductor que debe obviar el inconveniente de que las partes hablen idiomas diferentes.
Hilando fino, el relato podría motivar la reflexión sobre los mecanismos de poder que se producen en una empresa cuando se produce su venta y los trabajadores corren el peligro de perder sus puestos; además como elemento anecdótico se podría destacar la animosidad de los islandeses con los daneses por razones de carácter histórico. Pero como ya quedó dicho, no hay que hurgar demasiado porque en el fondo sólo se trata de una película que trata de provocar la sonrisa del espectador y nada más. El propósito está logrado.
J.G.
PPP

NITRO. Canadá, 2007. Un film de Alain Desrochers
Proveniente de Quebec llega Nitro, un film de acción y a la vez un entretenimiento sólido destinado al gran público.
En cierto modo, el ritmo vertiginoso de su relato hace recordar al film alemán Run, Lola Run (1999) de Tom Tykwer, aunque sin llegar a su nivel de excelencia. Lo que en cambio esta película tiene en común con aquélla otra es su alta carga de adrenalina, capaz de crear la excitación necesaria como para retener la atención de la audiencia durante los 100 minutos de metraje.
El relato presenta a Max (Guillaume Lemay-Thvierge), un individuo que después de haber estado envuelto en actividades delictivas durante un buen número de años, ha resuelto asentarse y formar una familia con Alice (Myriam Tallard), la mujer de su vida, y su pequeño hijo Théo (Antoine DesRochers). Sin embargo, su felicidad está empañada porque ella está gravemente enferma y necesita con urgencia un transplante cardíaco; como una larga espera puede producirle su muerte, decide adquirir ese valioso órgano esquivando el camino legal y los procedimientos vigentes del sistema de salud que imperan en la provincia de Québec. Revelar cómo obtiene el ansiado corazón sería estropear el interés del potencial espectador, pero puede señalarse que la forma de haberlo logrado es altamente cuestionable.
Esa circunstancia lo vincula nuevamente con la gente de su turbio pasado que estará pisándole los talones, originando un extraordinario despliegue de persecuciones automovilísticas, corridas, saltos y todo el frenesí que implica una desenfrenada cacería humana.
Aunque la mayoría de sus escenas vertiginosas no diferencia a esta película de un típico producto hollywoodense, cabe admitir que, al menos, Desrochers y su guionista Benoit Guichard imprimen un poco de sustancia a sus personajes y evitando que los mismos se conviertan en unidimensionales. Además de la buena actuación de Lemay-Thvierge cabe destacar la participación de Lucie Laurier, encarnando a la ex amante de Max, y de Martin Mattte como el villano de turno.
En resumen, he aquí un producto comercial moderadamente aceptable que si no se destaca por su originalidad absoluta, al menos está bien realizado y tiene suficiente combustible para ofrecer un ritmo febril y contagiar a un público ávido de aventura y acción.

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J.G.
PP½


INTRODUCING THE DWIGHTS. Australia, 2007. Un film de Cherie Nowlan
El proceso de crecimiento y madurez de un muchacho en el final de su adolescencia y el desesperado apego que su madre siente por él, son dos temas que plantea Introducing the Dwights del realizador australiano Cherie Nowlan, en un relato que oscila entre la comedia y el drama sin llegar completamente a definirse.
Brenda Blethyn interpreta a Jean, una mujer oriunda de Inglaterra donde había trabajado como una actriz en una carrera de continuo ascenso. Ahora viviendo en un barrio humilde de Sydney y estando divorciada, trata de llevar adelante su hogar integrado por sus hijos Tim (Khan Chittenden) de 20 años, y Mark Richard Wilson), menor que su hermano y afectado de un leve retardo mental. El ex marido (Frankie J. Holden), que trabaja como un agente de seguridad, está ausente del hogar y sin responsabilidad alguna, lo que hace que todo recaiga sobre los hombros de Jean. Para afrontar las necesidades financieras del núcleo familiar, durante el día trabaja en la cocina de una cafetería y de noche se las ingenia para participar como artista de varieté en clubes nocturnos de baja categoría, empleando parlamentos vulgares de naturaleza sexual con chistes supuestamente graciosos.
Dentro de este contexto, Jean es presentada como una mujer que maneja a sus hijos con mano férrea aunque los quiera a su manera. Su inseguridad personal es disimulada a través de un desenfado exterior cuya manera de comportarse la torna insoportable y que se agrava aún más por su afición al alcohol. Tim, como hijo obediente y extremadamente sumiso se siente altamente influido por su madre, al extremo tal de no darse cuenta de la asfixia emocional que ella le produce; eso obviamente le impide lograr la madurez propia de una persona que entra a la etapa adulta de la vida.
El nudo dramático se produce cuando el joven se enamora de Jill (Emma Booth), una chica más independiente y madura que él, y Jean percibe que esa relación puede producir el alejamiento de su hijo, derrumbando la frágil estabilidad del hogar; de allí que no resulte extraño la hostilidad marcada que siente y demuestre a la joven, obligando a que Tim deba optar entre su madre o su novia.
Si bien el relato ofrece algunos momentos afectivos entre madre e hijo, no alcanza para compensar la poca credibilidad de las situaciones planteadas. Así se torna inaceptable la imperturbabilidad del muchacho frente a la humillación que recibe de su madre en presencia de Jill; tampoco es posible concebir que se sienta intimidado en el acercamiento sexual con la chica que quiere, pensando en cuál sería la reacción de su madre frente al hecho, y menos aún que Jill pueda aceptar esa insólita situación prosiguiendo una relación sentimental con alguien tan dominado por su madre. Todo ello conduce a una historia poco convincente, aún más agravada por un desenlace apresurado y manipulador.
En resumen, a pesar de sus buenas intenciones este film no se caracteriza por su originalidad y además es frustrante en más de una ocasión. Con todo, hay que reconocer la excelente interpretación de Blethyn en el rol protagónico, lo que podría justificar su visión siempre y cuando se pueda pasar por alto las observaciones señaladas.
J.G.
PP ¼


HARRY POTTER AND THE ORDER OF THE PHOENIX. Estados Unidos, 2007. Un film de David Yates.
Grandes han sido las expectativas por ver en pantalla el quinto capítulo del personaje literario más famoso del mundo. Con el estreno de Harry Potter y la Orden del Fénix, las mismas han sido ampliamente satisfechas para los millones de seguidores fieles al tan querido aprendiz de brujo.
Por la excepcional promoción realizada antes de su estreno, ya se anticipaba que el presente segmento era más lúgubre y complejo que los apreciados en El Prisionero de Azkaban y El Cáliz de Fuego. Efectivamente, así es; no solo se está frente a un relato más denso sino también más tenebroso y con metáforas políticas asociadas a acontecimientos que se viven actualmente en diferentes regiones del mundo; de allí que el film permita una lectura más amplia que la de un simple relato mágico.
El nuevo director, David Yates (un hombre proveniente de la televisión británica), y su actual guionista Michael Goldenberg tuvieron que eliminar acontecimientos incidentales del libro más extenso de la serie a fin de trasladar a la pantalla la esencia del mismo; aunque ese esfuerzo en última instancia valió la pena, lo cierto es que ha sido hecho al precio de que muchos de los personajes desarrollados y juzgados previamente, pasan aquí prácticamente desapercibidos, obligando a que el público deba prestar mayor atención a un relato mucho más concentrado.
En el presente capítulo el joven mago atraviesa la etapa crítica del crecimiento, con un marcado cambio en su carácter y personalidad a medida que tiene que enfrentar situaciones más difíciles que le impulsan a actuar con firme determinación. A punto de ser expulsado de la escuela de Hogwarts por haber ejercido actos de magia en público para defender su vida del ataque de dos espectros, Harry (Daniel Radcliffe) logra ser disculpado por la indiscreción cometida gracias a la ferviente defensa realizada por el noble rector Albus Dumbledore. quien –al igual que aquél- tiene la certeza de que el diabólico Lord Voldemort (Ralph Fiennes) está de regreso. Eso provoca una gran resistencia por parte del Ministro de Magia (Robert Hardy) quien al no creer en el retorno del siniestro personaje, aprovecha la oportunidad para socavar la autoridad del rector. Para ello nombra a Dolores Umbridge (Imelda Staunton) como la nueva profesora en la cátedra de Defensa contra las Artes Oscuras, quien hará todo lo posible para dejar a sus alumnos desprotegidos de las fuerzas siniestras que amenazan a los magos. Como respuesta, Harry, junto con sus dos leales amigos Hermione (Emma Watson) y Ron (Rupert Grint), toma cartas en el asunto y convoca a un pequeño grupo de jóvenes estudiantes para formar el Ejército de Dumbledore, y prepararlos para luchar contra las huestes funestas de Voldemort.

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A través de dos horas y quince minutos de metraje, se asiste a una producción realzada por sus efectos especiales y diseños de producción acorde con el último estadio de la tecnología actual y que afortunadamente no alienan al público. Impresionan favorablemente la presencia de monstruos espectrales (dementors), un gigante impresionante, un viaje grupal a escoba –muy bien coreografiado- a través de Londres, y otro similar con caballos voladores. Pero más allá de su riqueza visual, interesa su contenido; así, el film no solamente se limita a una confrontación entre las fuerzas del bien contra las fuerzas externas del mal, sino también expone las conspiraciones, sediciones, rebeldías y luchas intestinas que tienen lugar en la escuela, cuando personajes dictadores asumen el poder asfixiando las libertades existentes.
Dentro del marco general de tensión nerviosa, el relato permite un breve momento de respiro romántico cuando Harry saborea el placer de su primer beso con su compañerita de curso Cho Chang (Katie Leunge), y además ofrece algunas escenas cálidas en la entrañable relación establecida entre el muchacho y su querido padrino (Gary Oldman) quien le enseña que en la vida siempre es necesario saber adoptar riesgos cuando se lucha por una causa noble.
Finalmente, la mayor emoción del film queda reflejada en el enfrentamiento de Harry con el Señor de las Tinieblas acompañado de sus Death Eaters donde nuevamente los efectos especiales son utilizados con mesura.
A nivel de interpretación, Staunton descuella con la excelente caracterización que realiza de una autócrata persona quien con artificial dulzura destila maquiavélicamente su tiránico poder. Entre otros rostros que hacen su primera aparición figuran la de Evanna Lynch animando a una alumna que se incorpora a Hogwart y Helena Bonham Carter en un personaje maléfico. Del trío central, Radcliffe, Grint y Watson aparecen más maduros como actores. El resto del elenco nuevamente incluye lo mejor del cine y teatro británico como es el caso de Gambon, Fiennes, la gran Maggie Smith, Emma Thompson, Garry Oldman, Alan Rickman, Brendan Gleeson, Fiona Shaw, Robbie Coltrane, David Thewlis y Julie Walters; lástima que tengan una efímera participación, impidiendo apreciar sus talentos.
En resumen, “La Orden del Fénix” sigue siendo un entretenimiento atractivo, con un desarrollo dramático que sin ser remarcable es bueno, y donde el aura de magia de los primeros capítulos ha ido perdiendo terreno par ser reemplazado por un relato de contenido mucho más adulto y maduro.
J.G.
PPP
YOU KILL ME. Estados Unidos, 2007. Un film de John Dahl
Sin mayores pretensiones, You kill me es el tipo de película que partiendo de una situación absurda, es consistente a lo largo del camino provocando una sonrisa complaciente. De naturaleza liviana y sin ofrecer espacio para ningún tipo de reflexión mayor, el film de John Dahl propone otra nueva historia sobre las odiseas de un asesino a sueldo; sin embargo, sus improbables giros conducen a que su relato se desvíe de los caminos usualmente transitados.
Su protagonista es Frank (Ben Kingsley) que se siente cómodo como matador profesional al servicio de su mafiosa familia polaca de Búfalo. Todo marcharía sobre rieles si no tuviese una marcada adicción a la bebida, hecho que le impide cumplir con eficiencia las ejecuciones que debe llevar a cabo, como ha sido el caso reciente de haberse quedado dormido cuando tenía que asesinar un mafioso de la competencia. De allí que es enviado para San Francisco, a fin de participar en las reuniones de Alcohólicos Anónimos para solucionar su problema y poder retornar a su trabajo habitual.
Afortunadamente, el film reúne mínima violencia y en cambio abunda en un humor seco que en gran parte es debido al cuidado de Dahl en hacer creer que lo que el guión ofrece encaja en un perfecto realismo.
La lograda composición de Kingsley permite que el público pueda simpatizar con el personaje que anima, a pesar de su repulsiva ocupación. El inteligente actor, a través de una actuación contenida pero convincente, transmite su incomodidad en las primeras reuniones de AA que asiste al prestar atención a las declaraciones y a las discusiones que tienen lugar entre los participantes allí presentes; todos están allí para rehabilitarse, excepto que en el caso de Frank, su recuperación física estará asociada con la habilidad de volver a matar por encargo. Ese hecho que lentamente lo va angustiando está expuesto en una muy buena secuencia, cuando valientemente confiesa a su grupo las razones de encontrarse en ese lugar y su ocupación profesional, causando estupefacción en los oyentes.
Otros elementos que nutren de material al relato están vinculados con la presencia de un afable miembro de AA (Luke Wilson) que brinda su apoyo a Frank y la relación romántica que entabla con Laurel (Téa Leoni), una joven que aceptándolo tal como es, influirá para que madure y cambie de actitud sobre cómo encarar su futuro.
De tanto en tanto, el relato se traslada a Búfalo para ilustrar las actividades de una banda de malhechores irlandeses complicando la existencia y los negocios de la familia mafiosa de Frank. Aunque esas secuencias resultan innecesarias al desarrollo central de la historia, de ninguna manera alcanzan a desdibujar los logros de esta pequeña comedia negra, excéntrica y refrescante, bien dirigida y con un guión original.
Además de la lograda interpretación de Kingsley, el elenco reúne a Leoni, Wilson, Bill Pullman, Phillip Baker Hall y Dennis Farina quienes se desempeñan correctamente en papeles de apoyo.
J.G.
PPP

LICENSE TO WED. Estados Unidos, 2007. Un film de Ken Kwapis
Robin Williams agrega otro título a la lista de dudosos proyectos en que últimamente ha participado porque, ciertamente, License to Wed no habrá de enriquecer su currículum. Con un criterio demasiado indulgente se podría decir que se está frente a una malograda comedia; pero en rigor de verdad se trata de un producto comercial patéticamente desechable. Además de una historia sin sentido alguno y credibilidad nula, lo más cuestionable es la falta de visión del director Ken Kwapis para lograr el ritmo requerido por una comedia y haber recurrido a un guión insulso con personajes irritantes que contribuyen a aumentar la frustración del público.
Mandy Moore y John Krasinski animan a Sadie y Ben, dos jóvenes que se conocen en un café urbano, simpatizan de inmediato, se enamoran y deciden formar un hogar lo antes posible. Este amable comienzo queda sepultado por el desastre que se avecina. El descarrilamiento comienza cuando Sadie desea que la ceremonia religiosa de la boda se realice en la iglesia de la familia cuyos servicios están a cargo del Reverendo Frank (Robin Williams). En la sesión de consulta, el pastor comunica a los novios que para que los pueda casar, ellos deberán seguir un curso prenupcial para que estén bien preparados para afrontar la vida conyugal. A pesar de que una de las reglas establece la prohibición de mantener relaciones sexuales hasta el día de la boda, ese inconveniente no es tan importante si se lo compara con las clases descabelladas que deben tolerar, las tareas extravagantes que tienen que realizar, más otras medidas que en vez de armonizar la convivencia de una relación marital logran el efecto opuesto.
Las situaciones insostenibles siguen su rumbo, y como si se tratara de un film de terror, se observa al sacerdote transformarse de una persona gentil en un individuo psicópata que acosa e invade la intimidad de sus alumnos; así y sin ningún tipo de escrúpulos, Frank decide instalar micrófonos ocultos en el domicilio de Ben y Sadie para seguir sus conversaciones y asegurar que mantienen perfecta castidad. Para colmo de males, el insoportable sacerdote cuenta con la ayuda de un niño (Josh Flitter) extremadamente antipático que actúa como su asistente y que se regocija imponiendo órdenes a los futuros esposos como si los estuviera castigando.
Para tratar de provocar la risa del espectador, el guión apela a chistes gastados y a recursos calamitosos, como provocar peleas forzadas de la pareja, o a servirse de muñecos de goma con dispositivos especiales que asemejan a verdaderos bebés para así acostumbrarse a lo que sucederá con los hijos que vendrán.
Aunque no está claro para donde se inclina el film, su conclusión es ciertamente predecible. Lo dramático de esta película es que sus responsables no se hayan dado cuenta del disparate mayor en que estaban participando.
A pesar de la buena química entre los personajes de Krasinski y Moore, la misma se va diluyendo debido a la ausencia de un relato con mínima solidez que la pueda sostener. De la actuación de Williams, solo resta comentar lo penoso que resulta ver a este buen actor malgastando sus energías en producciones desestimables como la presente.
J.G.
P

RATATOUILLE. Estados Unidos, 2007. Un film de Brad Bird
Bajo cualquier óptica analizada, Ratatouille constituye un film de gran entretenimiento. Pixar, su equipo responsable, ha utilizado la fórmula que conduce a un producto de calidad combinando imaginación sorprendente, diálogos brillantes, y un rigor de excelencia ya demostrado en proyectos anteriores (Toy Story, A Bug’s Life, Finding Nemo, The Incredibles).
Uno de los aspectos distintivos de este relato es que los personajes humanos que coexisten con los de los animales alcanzan un nivel de comunicación más desarrollado y sofisticado que el logrado en otros filmes del mismo género. Además, su historia ofrece la oportunidad de incursionar en un campo difícilmente imaginable para un film de animación –la alta cocina- saliendo airoso del compromiso asumido; este aspecto hace que la gente adulta disfrute del film de manera similar que la población menuda, aunque por diferentes razones. También es necesario resaltar que el marco donde transcurre la acción es París, uno de los centros neurálgicos del arte culinario, donde el realizador Brad Bird supo captar de manera realista la magnificencia de esta bella ciudad rindiéndole de este modo un merecido homenaje.
El personaje central de la historia concebida por Bird es tan ambicioso como el film en sí mismo. Se trata de Remy (Patton Aswalt), un simpático roedor dotado de un refinado paladar que vive en la campiña francesa y cuya máxima aspiración es la de convertirse en un renombrado chef internacional de cocina. Sensible y culto, se diferencia del medio familiar que lo rodea ya que su padre no ve con buenos ojos el afán de superación que motiva a su hijo, en tanto que su hermano Emile representa su perfecta antítesis. Un desafortunado hecho motiva que todos los ratones sean desalojados del lugar donde habitan y es así que Remy llega a París por accidente, completamente separado de su familia. Su afición a la buena cocina lo lleva al restaurante del famoso legendario chef Auguste Gusteau (Brad Garrett), una persona que siempre idealizó cuando solía ver sus programas culinarios de televisión

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. Aunque Gusteau ya está muerto, la fama del establecimiento subsiste. Frente a sus posibilidades prácticamente nulas de trabajar en el lugar, la suerte está de su lado cuando llega a toparse con Linguini (Lou Romano), un joven que trabaja en el restaurante pero que no sabe cocinar. Ahí se produce una alianza entre ambos donde Remy actuará como cocinero de aquél. Al poco tiempo el ratoncito logra satisfacer las expectativas de una exigente clientela, entremezclando ingredientes con sabores de especias de diferente naturaleza que originan comidas sofisticadas que están aderezadas con salsas apetitosas, mientras que Linguini alcanza celebridad por las mismas ya que el público ignora que Remy es el verdadero responsable del suceso obtenido.
Otros personajes de esta original aventura incluyen a una cocinera de fuerte carácter llamada Charlotte (Janeane Garofalo), y a Skinner (Ian Holm), el villano de turno y codicioso empresario del restaurante que envidia a Linguini por su inesperado suceso. También está Anton Ego (excelente el tono de voz adoptado por Peter O’Toole) quien es un severo crítico de restaurantes, cuyo comentario desfavorable causó el infarto mortal de Gusteau y que ahora le brinda una nueva oportunidad al establecimiento saboreando con placer la comida preparada por Remy.
Probablemente sin proponérselo, el realizador brinda a la audiencia algunos mensajes positivos como el valor de los lazos familiares, los rasgos esenciales de la amistad, y la virtud de la perseverancia para llegar a triunfar en la vida. No menos importante es que el espectador va imponiéndose de ciertas características propias de la cocina comercial y las presiones naturales a que están sujetos los trabajadores gastronómicos de prestigiosos restaurantes.
En líneas generales, Bird sabe cómo narrar una historia manteniendo un ritmo ágil y fluido, y cuidando de no llegar a un frenesí que pueda llegar a fatigar. Técnicamente, el film goza de un excelente esplendor visual.
Por las razones expuestas, Ratatouille constituye un plato cinematográfico de deliciosa degustación.
J.G.
PPP

EVENING. Estados Unidos, 2007. Un film de Lajos Koltai
Como es bien sabido la literatura ha servido en múltiples ocasiones como fuente de inspiración para el cine aunque con variada suerte; mientras que en algunos casos, la adaptación de un libro para la pantalla tiene éxito, en otras ocasiones no llega a cumplir su cometido como ocurre con Evening que está basado en el best seller de Susan Minot. No obstante, queda como gratificación contemplar a un conjunto de óptimas actrices que tratan de realzar un relato de gravitación limitada.
El guión de Michael Cunningham y la autora del libro presenta a Ann Lord (Vanessa Redgrave), una anciana en su lecho de muerte y rodeada por sus dos hijas, la soltera Nina (Toni Collette) y la casada Constance (Natasha Richardson); ambas, tratan de brindarle el confort y apoyo espiritual necesario para tan difícil ocasión. La mente de Ann comienza a divagar y sus recuerdos la desplazan medio siglo atrás, cuando es una agraciada y bella joven (Claire Danes) pasando un largo fin de semana en la casa de la familia de su amiga Lila (Mamie Gummer) para asistir como dama de honor a su casamiento. Allí conoce a Harris (Patrick Wilson), un joven médico amigo de la familia, de quien se siente inmediatamente atraída; curiosamente, ese mismo sentimiento es compartido por la propia novia y su hermano Buddy (Hugh Dancy), un alcohólico empedernido y oveja negra de la familia.
En líneas generales, el film no logra un desarrollo dramático que haga trascender lo que el relato intenta destacar y sus interludios románticos no llegan a cobrar vuelo. Los problemas que manifiesta Lila al sentir que no quiere al hombre con el que se va a casar porque prefiere a Harris, no resulta convincente; menos aún puede comprenderse que la tragedia familiar ocurrida después de la boda, genere en Ann un gran remordimiento a lo largo de toda su existencia y que pueda gravitar en sus últimos minutos de vida. En los hechos que se desarrollan en el tiempo presente, las diferencias que separan a las hijas de Ann con respecto a sus respectivas formas de vida tampoco resultan persuasivas.
La historia podría haberse prestado a una reflexión sobre las oportunidades desaprovechadas durante la juventud, a un análisis exhaustivo sobre una vida matrimonial incompletamente realizada, a los sentimientos de culpa indebida, y/o bien a la vulnerabilidad que acarrea la mortalidad con el paso del tiempo; sin embargo, debido a las limitaciones del guión y a una dirección no muy imaginativa de Lajos Koltai, el film no llega a fructificar satisfactoriamente.
En el lado positivo, el relato resplandece en algunas secuencias gracias a su atractivo elenco. Hay un encuentro íntimo entre Meryl Streep, animando a la madura Lila, y Redgrave que llega a emocionar, confirmando la grandeza interpretativa de ambas actrices; no menos destacable es la de otra emotiva escena reuniendo a Redgrave con Richardson, su hija en la ficción y también en la realidad, así como la de Redgrave y Collete cuando Nina le confiesa que espera un hijo. También son apreciables las prestaciones de Glenn Close y Eileen Atkins en papeles de apoyo.
En última instancia queda como resultado un film bien intencionado pero decididamente fallido.
J.G.
PP¼

THE SIMPSONS – THE MOVIE (LOS SIMPSON – LA PELÍCULA). Director: David Silverman (Estados Unidos, 2007)
Grandes expectativas había despertado la adaptación al cine de la serie que la revista Time ha considerado como “el mejor programa televisivo del siglo 20”. Por cierto ello también colocaba una gran responsabilidad sobre los hombros de quienes emprendieran la tarea.
Uno de los aspectos más relevantes de la película es la habilidad que ha tenido tanto su director, David Silverman, como su excelente equipo de animación en sacar partido de la pantalla grande de manera muy creativa. Algo poco común en adaptaciones de la televisión al cine. Silverman y su gente en este caso aprovecha muy bien el espacio que la gigantesca pantalla le ofrece para utilizar planos generales con muchos personajes – como por ejemplo cuando la muchedumbre del pueblo de Springfield avanza amenazante con intenciones de linchar a Homer o en aquellos en que muestra la totalidad del pueblo – aprovechando las posibilidades del dibujo animado, como los grandes creadores del género siempre han entendido que debe hacerse.
El color y el juego de luces y sombras, esto último no tan notorio en el caso de la televisión, tiene toda la atención de los animadores en este caso, así como el cuidado por los detalles que hace pensar en lo más clásico del cine de animación, el de los grandes maestros.
No por casualidad, un indirecto homenaje a Disney es incluido en una escena donde Homer y Marge están en una aislada cabaña y los animales del bosque concurren a ayudarlo del mismo modo como lo hacen en Blancanieves, aunque, guardando el tono irónico, lo que Homer y su mujer se aprestan a hacer no es una inocente limpieza del hogar…

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Cabe por último preguntarse sobre si la película es realmente buena o no. Si como sostenía Aristóteles la tragedia se desarrolla al nivel del pensamiento, la comedia lo hace al nivel de la acción, y si es por esta, Los Simpson, especialmente al comienzo ofrece una vertiginosa acción. El riesgo en adaptaciones de la televisión con su tiempo circunscrito, al cine que dispone de mucho más de él, es que arriesga estirar un simple elemento y hacer una suerte de episodio televisivo en dos horas, lo que a su vez resulta repetitivo y a la postre aburrido. Ello sin embargo no ocurre aquí. La historia, creada por un equipo de once guionistas bajo la experta conducción de James L. Brooks y el propio creador de los personajes, Matt Groening, se sostiene bien a lo largo de la duración del film, desarrollándose de un modo convencional pero bien estructurado.
Homer decide adoptar un cerdito que a la larga será la causa de un desastre mayor, pasando por la agudización del conflicto en este caso con el pueblo de Springfield y con las propias autoridades del gobierno de Estados Unidos (el presidente es Arnold Schwarzenegger) con muy malos resultados para Homer. Sin embargo, hasta su resolución, se observa una consistencia en los personajes (Homer es consistentemente estúpido, aunque también actúa con emotividad).
Aunque no hay un nivel parejo de calidad, por lo que no diríamos que el film es extraordinario, ciertamente se trata de un film grato de ver y de gozar.
Algunas de la bromas de carácter político pueden tener menos efecto fuera de Estados Unidos, al comienzo del film Hillary Clinton es compañera de fórmula del ratón Itchy que ha sido elegido presidente, el ya mencionado Schwarzenegger – actual gobernador de California – ha sido elegido presidente (“he sido elegido para liderar, no para leer” dice en un momento cuando su diabólico jefe de la agencia de protección ambiental le presenta diversas opciones para lidiar con la catástrofe ecológica en Springfield). En suma, Los Simpson han hecho una buena transición de la pantalla chica a la grande, lo que habla particularmente bien de su director y del equipo de animación que entendió perfectamente las posibilidades que el cine le otorgaba en términos de la utilización de planos y enfoques variados, con la misma riqueza que se aplicaría al trabajo de cámara en una película con actores de carne y hueso.
Sergio Martínez (S.M.)
PPP

SUNSHINE. Director: Danny Boyle (Reino Unido, 2007). Reparto: Rose Byrne, Clif Curtis, Chris Evans
El director Danny Boyle y el guionista Alex Garland, quisieron hacer aquí una película que abarcaba muchos géneros: la ciencia-ficción parece ser el más obvio, pero de pronto se introduce el análisis psicológico de personajes bajo condiciones límites, y el horror. En definitiva Sunshine no será memorable más que por su excelente despliegue de efectos especiales.
La historia no deja de ser interesante: en cincuenta años más, el sol está muriendo, por causas que no se explicitan. Apoyándose en su tecnología, los seres humanos han decidido hacer algo, para ello envían una gigantesca estructura espacial con la misión de arrojar en un punto clave de la estrella moribunda, un explosivo nuclear que se espera va a reavivar al sol. El Ícaro II lleva una tripulación de ocho personas de diversas capacidades y calificaciones que conviven de modo más o menos rutinario hasta que súbitamente captan una señal de una primera nave, el Ícaro I, de la cual se había perdido contacto siete años antes. A partir de ahí la historia toma un nuevo tono, con elementos psicológicos y hasta metafísicos, sin olvidar tampoco el elemento de horror. Es aquí también donde la historia tiende a desrielarse, haciéndose confusa y su trama se torna difícil de seguir.
La presencia de un misterioso asesino introduce el factor terror en la historia, pero agrega aun más a la confusión anterior, al no haber claridad respecto de sus motivos. En definitiva, una historia interesante, efectos especiales de primera calidad, pero malogrados por el exceso y la confusión en el desarrollo dramático.
S.M.
PP
DVD

MANUFACTURING DISSENT. (Mongrel, Metropol)

Debbie Melnyk y Rick Caine son dos documentalistas canadienses de ideología liberal que dicen gustar de los filmes de Moore. Sin embargo cuando ellos no lograron entrevistarlo en el documental que sobre él estaban realizando, resolvieron cambiar de giro, hurgando y cuestionando sobre la metodología y táctica de trabajo utilizada por el popular director. El resultado de esa investigación está contenido en Manufacturing Dissent.
El aspecto más importante del documental radica en afirmar de que en su primer film Roger and Me, Moore ocultó material filmado de Roger Smith, a pesar de que allí se aclara que el presidente de la General Motors se había negado a ser entrevistado. Esa grave aseveración quitaría sentido al film mencionado ya que todo gira en ese detalle esencial. El hecho de que hace pocas semanas Moore haya señalado de que efectivamente él entrevistó al Smith pero años antes de que el documental mencionado comenzara a ser elaborado, contradice lo señalado por Melnyk y Caine. ¿A quién creer?
En líneas generales, Manufacturing Dissent despierta interés por su tono provocativo. Sin embargo se puede objetar que el material presentado carece de un foco preciso al referirse a hechos completamente innecesarios, como los vinculados al pasado de Moore, en ocasión de haber sido despedido de la revista Mother Jones ¿A qué viene eso? La intención es describir a un hombre oportunista y hábil en el arte de manipular la verdad al ocultar lo que no le conviene mostrar.
El film deja la sensación de que sus responsables adoptan una actitud de represalia hacia este cineasta al haber alcanzado el status de celebridad mediante las denuncias efectuadas en sus filmes. Al así hacerlo, el documental pierde de vista el objetivo propuesto ya que sus realizadores critican lo que ellos también están realizando; bien podría aplicare el dicho de “la paja en el ojo ajeno”.
Lo cierto es que podrá dudarse de la metodología de Moore admitiendo que una verdad incompleta o decorada de elementos exagerados, es una verdad a medias y por lo tanto de dudosa rigurosidad. Sin embargo, yendo al fondo de lo que Moore denuncia (trasfondos del 11 de septiembre que el público desconocía, el negocio de las armas de Colombine, y/o el lamentable sistema de salud de los Estados Unidos favoreciendo el interés y la codicia de las compañías aseguradoras en detrimento de la salud de la población), se podrá concluir que más allá de sus defectos o del cuestionamiento de su integridad periodística, hay una voz potente que trata de despertar la conciencia del hombre americano frente a algunos graves males que padece su sociedad.
El DVD se presenta en su versión original inglesa y también doblado al francés.