24.10.22

Festival del Nuevo Cine: Algo de lo mejor y de lo peor

Comentario de Sergio Martínez

Entre el 5 y el 16 de octubre se desarrolló en Montreal la 51ª edición del Festival Internacional del Nuevo Cine. Este evento tuvo desde sus inicios una impronta de innovación, un énfasis sobre las producciones menos convencionales de la cinematografía mundial. Con el tiempo ha ido incorporando también películas más bien del mainstream, pero mantiene esa vocación original. Aunque eso no significa necesariamente, como siempre hemos dicho, que aquello que no es convencional sea necesariamente bueno. En esta oportunidad, aparte de las menciones a un par de películas del programa general, vamos a enfocarnos principalmente sobre algunas pocas producciones latinoamericanas y españolas que fueron parte de la programación.

¿Lo mejor? Me inclinaría por su película de clausura, Les cinq diables (Los cinco diablos), una película francesa dirigida por Léa Mysius. Un film interesante por el entrelazamiento de fantasía y misterio en cuanto a las relaciones entre los personajes y el porqué de su situación presente. El pasado viene a penarle nuevamente a la protagonista Johanne y a su hija, Vicky, cuando la misteriosa Julia retorna al pueblo. Una buena película que esperamos que en algún momento se exhiba comercialmente.

Por otro lado, de lo peor del Festival, tendría que mencionar Rímini, una película austríaca de Ulrich Seidl. La historia se centra sobre Ritchie Bravo (Michael Thomas), un cantante en decadencia que hace el recorrido en hoteles de Rímini. Este un destino vacacional que atrae a mucha gente de Austria, especialmente mujeres, a algunas de las cuales atrae para sacarles dinero. Hay toda una situación ahí también de subsistencia y de marginalidad. Y en esto aparece también una hija de él, lo que le complica la existencia. Básicamente es una película sin mayor relevancia estética y con una historia banal.

En cuanto a la presentación latinoamericana y española hay que admitir que más bien fue decepcionante. En general, se trató de filmes mediocres. Sin mayor trascendencia.

Dos estaciones: Un film de Juan Pablo González de México se centra en la historia de una mujer propietaria de una mediana fábrica de tequila, quien se ve amenazada por las circunstancias de la competencia, por una parte, y también por algunas fuerzas un poco ocultas, que están conspirando contra ella. La historia, sin embargo, nunca logra un verdadero foco. Hay cosas confusas, en particular la relación de esta mujer de tendencia lesbiana, pero que no la manifiesta abiertamente, con la joven asistente. Es una película no bien lograda, aunque tiene buenas imágenes y por lo menos da algunas nociones del proceso de fabricación del tequila.

De Argentina vino la película La Edad Media, dirigida por Alejo Moguillansky y Luciana Acuña, que son también los actores de la película pero que tampoco lo hacen bien en esa capacidad. Quizás lo interesante es que se trata de una película de la pandemia, en este caso, gente que laboraba en actividades de teatro y producción de videos que trata de sobrevivir bajo las nuevas circunstancias creadas por el encierro y el aislamiento. El único factor que da una cierta dinámica original al film es la presencia de Cleo (Cleo Moguillansky), la hija de la pareja, que introduce un elemento un tanto absurdo, pero que anima la alicaída trama.


Alcarrás: el drama del vaciamiento
de las zonas rurales en España

Un poco más interesante fueron un par de películas, una proveniente de España, Alcarrás, dirigida por Carla Simón, y una portuguesa, Alma Viva dirigida por Cristele Alves Meira. Alcarrás es una reflexión sobre una situación que afecta a muchas partes del mundo y parece más grave en España: el vaciamiento de la población en las regiones rurales. Hay también una interesante relación con los mitos y religiosidad del ambiente, conexión que también encontramos en el film portugués. Alma Viva es una película interesante en términos de la relación de la chica (Lua Michel) con su abuela, el ambiente familiar y las tensiones que allí surgen. Sin ser una película extraordinaria, mantiene el interés del público principalmente por la emocionalidad que transmite.

La chica (Lua Michel) que tiene una especial relación con su abuela, 
en Alma Viva, y se revela como una notable joven actriz



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