Comentario de Sergio Martínez
En la escena de
los festivales de cine, el género documental no puede estar ausente. En los
hechos, la mayoría de los festivales que tienen un mandato general incluye
entre sus categorías la de los documentales. Un festival dedicado
exclusivamente a este género, sin embargo, tiene sus desafíos, pero en sus ya
28 años de existencia, el Rencontres internationales du documentaire de
Montréal / Montreal International Documentary Festival los ha sorteado con
éxito, despertando un inusitado entusiasmo entre no pocos jóvenes.
El valor de este
género cinematográfico estriba precisamente en su capacidad de transmitir
historias reales a una audiencia que, sin duda, necesita información sobre
hechos que de distintas maneras nos tocan a todos: el cambio climático, las
crisis humanitarias en regiones golpeadas por la guerra, o a veces también,
temas que pueden tener una resonancia más segmentada, pero no por ello menos
significativa: la violencia de género, el efecto de ciertas enfermedades o
simples problemas humanos de convivencia o meramente existenciales.
El RIDM (por sus
siglas en francés) ha enfocado con éxito esas temáticas, y la edición de este
año no fue la excepción. A este respecto, analizaremos en mayor detalle dos de
los filmes que más nos llamaron la atención, precisamente el inaugural y el que
cerró la muestra.
LETTERS FROM WOLF
STREET (CARTAS DESDE LA CALLE LOBO): Una mirada a la migración
Dir. Arjun Talwar
(Polonia-Alemania)
El realizador
narra por sí mismo su historia como inmigrante de la India que decidió ir a
estudiar cine a Polonia. Luego de algunas vicisitudes, él logra realizar la
película que narra su experiencia como estudiante de cine y su intento de
integrarse a la sociedad polaca. El documental capta la atención del espectador,
que puede enterarse, entre otras cosas curiosas, de por qué el nombre de la
calle (no es por un lobo, sino por el apellido de un vecino notable, lo que nos
permite saber que, como en español y en inglés, la referencia al poderoso
animal también se encuentra en un apellido en el idioma polaco).
Este es un
documental en el que el realizador ha sabido intercalar muy bien sus
experiencias personales, a veces con un tono intimista, pero al mismo tiempo
capaz de retratar el sentir más colectivo de quienes, por diversos motivos, han
llegado a asentarse en un país con una cultura muy diferente a la suya. Gente
que, como Talwar, ha desarrollado al mismo tiempo un genuino afecto por la
sociedad polaca.
El film está bien
realizado, uno puede advertir en el uso de diversas técnicas y manejo de la
imagen que el director es un graduado reciente de una escuela de cine porque en
su realización se nota que ha puesto en práctica esas técnicas aprendidas. Y lo
importante es que las ha utilizado bien, sin que se convierta en un muestrario
de didáctica cinematográfica. Esperamos que este film se distribuya en
Norteamérica, ya que sería pertinente en esta atmósfera de debate sobre el tema
migratorio.
LES BLUES DU
BLEUET (LOS BLUES DEL ARÁNDANO)—La vida en torno al pequeño fruto
Dir. Andrés Livov
La relación que uno
puede tener con el arándano en el ambiente urbano es probablemente muy
utilitaria: ese pequeño fruto de color azul oscuro es apreciado en la
pastelería y su consumo como fruta ha aumentado en años recientes al revelarse
sus beneficios para la salud. Sin embargo, más allá de nuestra inmediata
interacción en el supermercado, no le damos mucho tiempo más al fruto. He aquí
que Andrés Livov, argentino de origen, nos entrega no solo una reflexión sobre
el fruto mismo, sino también a propósito de toda la vida rural que se
desarrolla en torno al arándano.
Ambientada en la
región de Lac Saint-Jean en el norte de la provincia de Quebec, la película nos
entrega una visión muy lírica de la vida en torno al cultivo de la fruta, desde
los tiempos cuando grandes incendios forestales, hace ya más de un siglo,
contribuyeron a fertilizar el terreno facilitando el crecimiento y expansión
del cultivo de arándanos.
Desde la “Madame
Patate” hasta los músicos de la pequeña localidad, y pasando por los
trabajadores temporales que cada verano provienen de México y Centroamérica, el
film nos muestra toda una cultura del arándano, con sus tristezas y alegrías,
pero, por sobre todo, con un sentido existencial de conexión con la tierra y el
trabajo. Esas son las vidas de la gente de la región donde se cultiva y se
cosecha el ligeramente ácido y dulce arándano, que, cuando lo volvamos a
adquirir en el supermercado, también estaremos recordando a esos hombres y
mujeres que hacen posible su llegada a nuestra mesa. Y, por cierto, a Livov que
con su documental le ha puesto un rostro humano al pequeño fruto.
LOS PREMIADOS
Algunos de los
principales galardones de esta edición del Festival Internacional del Documental
fueron los siguientes:
Gran Premio en
la Competencia Internacional de Largometrajes:
Imago de Déni Oumar Pitsaev (Francia, Bélgica)
Premio Especial
del Jurado en la Competencia
Internacional de Largometrajes:
Waking
Hours de Federico
Cammarata y Filippo Foscarini (Italia)
Mención Especial:
Evidence de Lee
Anne Schmitt (Estados Unidos).
Gran Premio en
la Competencia Nacional de Largometrajes: Partition de Diana Allan (Canadá-Palestina-Líbano)
Premio Especial
del Jurado en la Competencia
Nacional de Largometrajes: Kindergarten de Jean-François Caissy (Quebec/Canadá)
Premio Nuevas
Visiones, presentado por FIPRESCI
y la Société civile des auteurs multimédia (SCAM): Soul of the Foot
de Mustafa Uzuner (Canadá-Turquía)
Premio Magnus
Isacsson presentado con
la participación de DOC Québec, ARRQ, Funambules Médias, Cinema Politica and
Main Film:
Spare My Bones, Coyote! de Jonah Malak (Quebec/Canadá)



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