Basado en el mismo film que popularizara Arnold Schwarzenegger en 1990 y que abriría la puerta de la fama a Sharon Stone, esta nueva versión del realizador Len Wiseman, basada en la novela de Philip K. Dick con Colin Farrell como protagonista, no es más que un mediocre relato de ciencia ficción fácilmente olvidable.
La acción se ubica hacia fines del presente siglo, donde un futuro poco estimulante aguarda a las próximas generaciones. El mundo está devastado por las guerras químicas y sólo queda a salvo una mínima población en la Federación Unida de Bretaña (Gran Bretaña) donde habitan los privilegiados y la Colonia ubicada en Australia donde reside la clase proletaria. Para dirigirse a sus lugares de trabajo, los trabajadores se deslizan a través de vehículos que los transportan en escasos minutos desde la Colonia a la Federación traspasando el Centro de la Tierra.
Uno de ellos es Douglas Quaid (Farrell), un hombre casado que ama a su señora Lory (Kate Beckinsale) pero que acosado de pesadillas en donde se le aparece una misteriosa mujer (Jessica Biel) queda muy afectado por las mismas. Para evadirse de la rutina que lo rodea decide recurrir a la compañía Recall para que a través de una máquina de memorias programadas le sea implantado sueños que lo hagan evadir de la realidad. Pero cuando ya está dispuesto a entrar a este juego es arrinconado por la policía que cree ver en él a un terrorista. Ahí comienza para Douglas toda una odisea sin saber si lo que está viviendo responde a la realidad o es producto de su imaginación.
No es necesario agregar más información porque su historia, completamente esquemática y sin ninguna dramática emoción, poco importa. Todo esto al servicio de una mediocre aventura con mucha acción, acción y más acción, añadiendo una importante dosis de violencia, explosiones, cacerías humanas, saltos gigantescos donde los individuos desafían la ley de gravedad, además de constantes luchas de diferente naturaleza con ráfagas de armas automáticas en medio de escenarios lo suficientemente impactantes como para ocultar las debilidades del guión. En la medida que los personajes de este relato están escasamente delineados y cuentan con poca consistencia, es difícil juzgar la interpretación de los actores que los animan.
Visualmente irreprochable y con imaginativos recursos técnicos, el resultado es un producto completamente hueco e inerte; de todos modos, el film seguramente atraerá el interés de la población joven que no haya visto la versión original y/o bien de una audiencia ávida de acción sin cuestionar el contenido de lo que está viendo. Jorge Gutman
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