La 36ª edición del único festival competitivo de Canadá reconocido por la Asociación Internacional de Productores de Cine llegó a su fin consagrando como película ganadora a la producción turca Atesin Dustugu Yer (Where the Fire Burns), pero otras decisiones dejaron a mucha gente perpleja, especialmente en los laureles a primeras obras
Crónica de Sergio Martínez
A pesar de las críticas que recibe desde ciertos sectores y en especial del antagonismo que en algunos despierta la figura de su presidente, Serge Losique, en justicia nadie puede negar que el Festival de Filmes del Mundo de Montreal (FFM) es una preciada institución cultural de esta ciudad y que en tanto ventana a la cinematografía mundial, ofrece al público una posibilidad inigualada de ver filmes de todas partes del planeta. Más aun, pese a que como todo evento de esta naturaleza también algunas de las obras exhibidas son mediocres o derechamente malas, en su gran mayoría la muestra presenta al espectador un cine de calidad que lo más probable—dadas las limitaciones del mercado local—no tendrá oportunidad de ver estrenado de manera comercial.
Este año su 36ª edición no ha sido una excepción a esta característica central del evento en que como su presidente no se cansa de repetir, “las estrellas son las películas”, su conocida réplica cuando se le señala la ausencia de grandes figuras, al revés de lo que sucede en el rival Festival Internacional de Cine de Toronto.
¿EN QUÉ ESTABAN LOS JURADOS?
Tal como se estructura el FFM, hay un jurado principal, que este año presidió la actriz británica Greta Scacchi, integrado además por la productora y directora francesa Véra Belmont, el actor canadiense Michel Côté , el actor surcoreano Kim Dong Ho, el crítico ruso Andrei Plakhov, la actriz española Goya Toledo y el actor chino Wang Xueqi. Este es el jurado encargado de discernir el Gran Prix des Amériques a la mejor película del certamen, el Premio del Jurado, y los premios al Mejor Cortometraje, Mejor Director, y otros galardones. Además un jurado diferente discierne los premios a las primeras obras. También hay premios que otorga el público por votación y premios otorgados por otros dos jurados ad hoc, el de los críticos pertenecientes a la Fipresci (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica) y el Ecuménico entregado por un jurado formado por representantes de las iglesias protestantes y católica.
Este año el Gran Prix des Amériques (primer premio) fue para el film turco Atesin Dustugu Yer (Where the Fire Burns, o en español Donde quema el fuego), dirigido por Ismail Gunes, cuya historia toca el delicado tema de la “muerte por honor”, la bárbara costumbre de matar a un miembro de la familia, generalmente una mujer, cuya conducta, en este caso haber quedado embarazada, es considerada una deshonra para la familia. Una cierta interpretación muy extrema del Islam hace tales crímenes aceptables para algunos, especialmente en áreas rurales de los países musulmanes.
El Premio del Jurado (segundo premio) fue compartido por dos filmes, el alemán Invasion (Invasión) de Dito Tsintsadze, una extraña historia en que unos visitantes terminan adueñándose de la casa a la que llegan, y el film español Miel de naranjas de Imanol Uribe, una sencilla historia de un soldado que en los comienzos de los años 50, en plena dictadura franquista se ve enfrentado a difíciles decisiones cuando decide apoyar la resistencia al régimen.
Aun sin restar méritos a estos filmes, creemos que sin embargo un film como el austríaco Anfang 80 (Coming of Age) dirigido por Sabine Hiebler y Gerhard Ertl debió haber estado entre los ganadores por la calidad de su historia y su interesante desarrollo.
No hay mayor discusión sobre el primer premio en la categoría cortometraje a MacPherson, un film de animación de la canadiense Martine Chartrand, que enfoca la amistad entre un ingeniero de origen jamaicano y el poeta local Félix Leclerc. El segundo premio fue para Le banquet de la concubine de Hefang Wei, film de animación co-producido por Canadá y Francia.
Donde sí hay mucho por debatir es la adjudicación de los premios a las primeras obras, para lo cual hubo un jurado especial formado por los críticos Klaus Eder (Alemania), Eddie Muller (EE.UU.) y Miroljub Vuckovic (Serbia).
En una decisión que dejó perplejos a críticos, periodistas y al público que había estado en la exhibición del film, este jurado dio el primer premio a la película peruana Casadentro, dirigido por Joanna Lombardi. Basta recordar las reacciones del público a la salida de la función cuando se mostró Casadentro para darse cuenta que la decisión de este jurado es completamente incongruente. Uno bien puede decir que como en toda evaluación de una obra artística, el elemento subjetivo—“me gustó” o “no me gustó”—desempeña un papel. Esto se aplica tanto al público en general, como a críticos y por cierto a miembros de un jurado. Sin embargo estos últimos tienen una responsabilidad extra: aplicar también ciertos criterios normativos como por ejemplo la calidad de la historia, su consistencia, la actuación, el montaje y algunos otros aspectos más técnicos. Pues bien en el caso de Casadentro uno no exagera si dice que no hay historia, no hay una trama concreta, mucho menos un foco narrativo central. Hasta aproximadamente 30 minutos en el film aun no ocurre cosa alguna, vemos a una anciana señora, sus criadas y su perrita ir de un lado a otro. En un momento hay un llamado telefónico de su hija quien le anuncia visita, junto a su propia hija, su yerno y la nenita de ambos. Uno espera que haya alguna circunstancia que determina esa aparentemente inesperada visita, pero el film avanza con episodios banales sin que la causa de la visita se logre explicar.
Director turco Ismail Gunes muestra su premio |
¿Qué pudo haber influido en esta cuestionable decisión que al galardonar a un film decididamente malo quita credibilidad al FFM? Se especulaba entre los periodistas presentes que el hecho que la directora sea hija del renombrado realizador peruano Francisco Lombardi pudo haber sido un factor. En nuestra opinión sin embargo, esta conexión filial sólo reafirma algo bien sabido: el talento no necesariamente se hereda.
LOS GANADORES
Premio del Jurado: Invasion de Dito Tsinsadze (Alemania) y Miel de naranjas de Imanol Uribe (España)
Mejor Dirección: Jan Troell por su film Dom Över Död Man (The Last Sentence) de Suecia
Premio de interpretación femenina: Brigitte Hobmeier por Closed Season de Franziska Schlotterer (Alemania)
Premio de interpretación masculina: Karl Merkatz por Anfang 80 (Coming of Age) de Sabine Hiebler y Gerhard Ertl (Austria)
Premio al mejor guión: Marko Nabersnik por Shanghai Gypsy (Eslovenia)
Premio por mejor contribución artística: Alexander Proshkin por Expiation (Rusia)
Premio a la innovación: Yazhou Yang y Bo Yang por Wings (China)
Karl Merkatz, el mejor actor |
Premio del jurado: Le banquet de la concubine de Hefang Wei (Canadá-Francia)
Premio por apertura al mundo: Karakara de Claude Gagnon (Canadá-Japón)
Premio de libertad de expresión: Flower Square de Krsto Papic (Croacia)
Primer premio en categoría primeras obras: Casadentro de Joanna Lombardi (Perú)
Segundo premio en categoría primeras obras: The Photograph de Maciej Adamek (Polonia-Alemania-Hungría)
Tercer premio en categoría primeras obras: Into the Dark de Thomas Wangsmo (Noruega)
Premios del público
Karakara fue el film canadiense favorito de los espectadores |
Largometraje canadiense más popular (Premio Cinémathèque québécoise): Karakara de Claude Gagnon (Canadá-Japón)
Premio Glauber Rocha para el film latinoamericano más popular: ¿Alguien ha visto a Lupita? de Gonzalo Justiniano (Chile-México-Argentina)
Premio al más popular film documental: Beauty and the Breast de Liliana Komorowska (Canadá)
Premio al major cortometraje canadiense: MacPherson de Martine Chartrand
Jan Troell de Suecia, mejor director |
Premio de la Fipresci a primera obra: Casadentro de Joanna Lombardi (Perú)
Premio del Jurado Ecuménico: Closed Season de Franziska Schlotterer (Alemania)
Mención especial: Dearest (Anatae) de Yasuo Furuhata (Japón)
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