4.10.12

FESTIVAL DU NOVEAU CINEMA. ALGUNOS COMENTARIOS DE FILMS YA VISTOS

FESTIVAL DU NOUVEAU CINÉMA (FNC)

La cuadragésima primera edición del Festival du Nouveau Cinéma (FNC) que comienza el miércoles 10 de octubre y se extiende hasta el 21 de octubre presenta una importante y variada oferta de películas provenientes de 52 países.

El FNC se inaugura con el film canadiense La mise a l’aveugle, escrito y realizado por Simón Galiero. En esta comedia dramática el director efectúa el retrato íntimo de la vida de una mujer que atraviesa un momento crucial. Recientemente divorciada de su marido, además de haberse jubilado como directora financiera de una gran empresa que ahora está administrada por su hijo con quien es incapaz de comunicarse, debe aprender a vivir sola. En esta nueva etapa de su existencia, cambia el medio social con el cual estaba vinculada, para tratar de  adaptarse a las características menos refinadas de sus vecinos del inmueble donde habita, quienes la introducen en el mundo del juego de póker. Aunque sin quedar perfectamente redondeado, el film está sólidamente realizado y cuenta con una excelente interpretación de Micheline Bernard quien asumiendo el rol protagónico crea una genuina empatía con el espectador.

Basado en la obra El Chico de la Última Fila del dramaturgo español Juan Mayorga, el director François Ozon ofrece con Dans la maison (Francia) un film decididamente original. Concebido como un thriller psicológico e ingeniosamente estructurado, el guión de Ozon se refiere a la relación que se establece entre un profesor con uno de sus alumnos. Fabrice Luchini es Germain, un docente de literatura de enseñanza media que se encuentra desilusionado por el escaso interés demostrado por sus alumnos en el pobre contenido de los trabajos que se les asigna. Sin embargo, llega a sorprenderse gratamente cuando descubre que el tímido estudiante Claude (Ernst Umhauer) ha sido capaz de elaborar una composición de gran interés según la experiencia personal obtenida al visitar el hogar de Rapha (Bastien Ughetto), uno de sus compañeros de estudio a quien ayuda en sus tareas de matemáticas. El relato cautiva porque por un lado, a medida que las clases se van sucediendo, Germain va incentivando las dotes de escritor de Claude; por otra parte éste invade la intimidad de una familia para nutrir el contenido de sus escritos, conquistando sutilmente a sus miembros integrantes. La actividad voyeurística de Claude –recordando al Hitchcock de Rear Window (1954)- y la seducción que va logrando en el grupo familiar de Rapha –con reminiscencias de Teorema (1968) de Pasolini- van configurando una atmósfera intrigante muy bien construida que cautiva rápidamente al espectador. Sin duda, Ozon ha logrado un film cautivante y muy bien realizado que ofrece ciertas reflexiones sobre el arte y poder de la manipulación. Bien merecido el premio otorgado por la FIPRESCI en el TIFF así como la Concha de Oro en el reciente festival de San Sebastián.

A perdre la raison (Bélgica-Francia) de Joaquim Lafosse es una película altamente satisfactoria y a la vez perturbadora que ilustra el deterioro emocional de una madre (Emilie Dequenne) de cuatro hijos casada con un marido marroquí (Tahar Rahim), que a su vez está fuertemente influido por su padre adoptivo (Niels Arestrup); sin sensacionalismo alguno, el director ilustra como la vida de una pareja puede afectarse por la ausencia de una necesaria intimidad y cómo un clima de vida conyugal asfixiante puede llegar a minar psicológicamente a uno de sus miembros para desencadenar actos monstruosamente irreparables.

Children of Sarajevo (Bosnia Herzegovina) de Aida Bejic narra las consecuencias del conflicto bélico que afectó a la región configurada por la ex Yugoslavia, a través de  dos huérfanos bosnios de la guerra: ella es Rahima (Marija Pikic) de 23 años que encontró solaz en la religión musulmana, en tanto que su hermano Nedim (Ismir Gagula) es un adolescente conflictivo que realiza ciertas actividades delictivas. La dificultosa tarea de sobrevivir en la ciudad de Sarajevo de posguerra y la necesidad de solidificar los lazos familiares entre los dos hermanos origina un film intensamente dramático y humano a la vez que reafirma el valor de la vida.

El director Miguel Gomes presenta en Tabú (Portugal) una de las películas más innovadoras del año; aún cuando se aparta de una convencional narrativa, su visión resulta suficientemente entretenida como para satisfacer a una audiencia más amplia que la que estrictamente  fiel a este intelectual realizador. Dividido en dos partes, la primera mitad del relato transcurre hoy día en Lisboa y se centra en una anciana, su empleada doméstica y una vecina devota; la segunda mitad, que carece de diálogos, retrocede en el tiempo para presentar a la anciana en sus años de juventud quien es dueña de una plantación viviendo en un país africano y está casada con un millonario; eso no le impide mantener una relación adúltera con un aventurero seductor que arriba al lugar y que es el que se encarga de efectuar la narración. Ambas secciones de Tabú, muy bien filmada en blanco y negro, quedan bien entrelazadas y en última instancia, Gomes intenta mostrar una sociedad en extinción reflejando la decadencia del colonialismo portugués en África.

En The Angels’ Share (Gran Bretaña), el veterano realizador Ken Loach logra una comedia que sin llegar a niveles extraordinarios constituye un placentero relato de connotaciones sociales. El buen guión de Paul Laverty presenta a un joven (Paul Brannigan) de Glasgow quien es un reciente padre de familia con un pasado de delincuencia juvenil; teniendo que cumplir con 300 horas de trabajo comunitario para no tener que volver a la prisión, logra que su supervisor y trabajador social (John Henshaw) lo introduzca en forma inesperada al arte del procesamiento del whisky. Sin habérselo imaginado, el muchacho descubre poseer una habilidad especial como catador de dicha bebida y con la ayuda de tres de sus amigos, logrará una afortunada oportunidad para rehacer su vida. Con un jugoso diálogo y muy buenas actuaciones de su elenco, Loach brinda una cálida y realista comedia a la vez que un film fácilmente accesible para cualquier audiencia.

En un guión que le pertenece el director Cristian Mungiu enfoca en Beyond the Hills (Rumania) una historia donde la fe religiosa se entremezcla con el amor humano. El relato presenta a Alina (Cristina Flutur), una chica depresiva que habiendo estado en Alemania, regresa a Rumania para reencontrarse con Voichita (Cosmina Stratan), su antigua compañera de orfanato, quien está recluida como monja en un monasterio ortodoxo. La vida austera del convento, ciertamente muy bien descripta, se ve alterada con la llegada de Alina quien desesperadamente trata de que su amiga deje la congregación, a pesar de que Voichita está muy aferrada a su vocación religiosa. Basado en un hecho real acontecido en Moldavia en 2005, el realizador expone una situación límite entre el amor y el libre arbitrio donde la sucesión de acontecimientos expuestos llegan a desencadenar una histeria colectiva con una tortura religiosa de trágico desenlace. Con una impecable puesta en escena Mungiu ha logrado un film intenso con dos interpretaciones estupendas de Flutur y Stratan.

Rhino Season (Turquía-Irak-Kurdistán) del director iraní Bahman Ghobadi, narra una desgarrante historia de amor dentro del contexto de la represión del régimen islámico de Irán. Inspirado por la suerte corrida por el poeta kurdo Sadegh Karmangar, amigo del realizador, la trama se refiere a un poeta que después de haber sido falsamente acusado de escribir poesías antimusulmanas es condenado a prisión por 30 años; después de su liberación, parte para Estambul en busca de su mujer que lo creía muerto. Tanto la actuación de Behrouz Vossoughi, insuflando a su rol el inmenso dolor de un hombre privado de su libertad por tan largo tiempo además de haber sido separado de su esposa, como el meritorio trabajo de Monica Bellucci y la estupenda fotografía del iraní Touraj Aslani contribuyen a aumentar el interés de este lírico y artístico film.

The Hunt (Dinamarca) de Thomas Vinterberg es un drama psicológico que no satisface plenamente por su premisa inicial. El tema de la pedofilia es importante y ha sido tratado en más de una oportunidad pero aquí no reviste el tratamiento que corresponde simplemente porque el mismo no se manifiesta. La trama se desarrolla en una pequeña comunidad donde Lucas (Mads Mikkelsen) se desempeña como maestro de un jardín de infantes; de intachable reputación, mantiene una buena relación con los niños de su clase; sin embargo, todo se trastabilla cuando en un momento determinado Klara (Annika Wederkopp), una niñita que es hija de Theo (Thomas Bo Larsen), el mejor amigo de Lucas, hace creer a la directora del establecimiento (Susse Wold) que el maestro le exhibió su órgano viril. En lugar de tratar de reunir elementos que prueben la acusación infantil y partiendo del criterio de que “los niños nunca mienten”, la historia alcanza proporciones inusitadas tratando de mostrar los mecanismos perversos del pueblo para castigar y hundir por completo a un hombre inocente sin que exista una evidencia concreta de su culpa, a pesar de que la pequeña niega posteriormente lo que en su momento manifestó. Lo que se aprecia es más una telenovela bien filmada sobre cacería de brujas antes que un film que ostente la seriedad necesaria sobre un asunto tan grave como lo es la incitación sexual infantil. Mikkelsen provee calidez a la vez que un sentimiento de genuina devastación al rol que le toca caracterizar.

Después de Lucía (México) gira en turno de un fenómeno bien conocido como es el acoso o intimidación escolar que algunos adolescentes experimentan por parte de sus compañeros de aula. El realizador Michel Franco considera este delicado tema enfocando el caso de Alejandra (Tessa Ia) una adolescente de Puerto Vallarta que después de la muerte de su madre en un accidente automovilístico parte con su padre (Hernán Mendoza) a la capital de México para iniciar una nueva vida. Aunque al principio se encuentra cómoda en la nueva escuela donde asiste, al poco tiempo es hostigada física y emocionalmente. El drama describe muy bien la soledad de Alejandra quien se siente inhibida de comunicar a su padre lo que le está sucediendo en la escuela, debido al duelo que aún experimenta por la pérdida de su esposa; en consecuencia, al encontrarse desprotegida, se convierte en fácil presa por parte de sus victimarios. La hostilidad alcanza su máxima gravedad en un viaje de excursión que los alumnos realizan a Veracruz. Aunque hay ciertos momentos donde el grado de credibilidad podría ser cuestionado, el relato repercute hondamente, en gran parte debido a la natural actuación de su elenco. Franco, quien hace tres años dio a conocer un notable film con su ópera prima Daniel y Ana, aquí reafirma sus condiciones de buen narrador al infundir al relato un marcado realismo que descansa más en el eficiente empleo de imágenes que en los diálogos.


Con No (Chile), el cineasta Pablo Larrain completa la trilogía iniciada con Tony Manero y Post Mortem sobre la forma en que la dictadura militar (1973-1990) dejó efectos devastadores en el pueblo chileno. En este caso, el magnífico guión de Pedro Peirano basado en la pieza Referéndum de Antonio Skarmeta, se centra en el plebiscito que el gobierno militar estuvo obligado de llevar a cabo el 5 de octubre de 1988 por presiones internacionales para considerar la extensión de la presidencia de Pinochet por otros ochos años; es allí que los líderes de la oposición utilizan los servicios de un joven profesional de la publicidad (Gael García Bernal) para promocionar una eficiente campaña electoral con miras a que triunfe el No e impedir que la tiranía se prolongue. Este film transmite con máxima autenticidad las campañas publicitarias realizadas a favor y en contra de la reelección, además de haber empleado un  valioso material de archivo reflejando la atmósfera política de aquellos decisivos momentos en la vida de Chile. Un excelente montaje y un calificado elenco encabezado por García Bernal, contribuyen a que No constituya una sólida expresión de cine político-social.

El director Antonio Méndez Esparza aborda en Aquí y Allá (México-España-Estados Unidos) el tema de los mexicanos migrantes que deben desplazarse en forma intermitente a Estados Unidos para poder trabajar y obtener un salario que permita mantener a sus familias. Apartándose de la violencia de la que el cine mexicano ha venido enfatizando en los últimos tiempos, el realizador ilustra el efecto emocional que sufren los trabajadores que deben dejar a sus familias y las consecuencias que se producen cuando retornan a su tierra natal y tratan de reubicarse en la sociedad a la cual pertenecen.
Ése es el caso de Pedro (Pedro De los Santos Juárez) que regresa de "allá" (Estados Unidos) para volver "aquí" (una pequeña aldea montañosa de México) con el propósito de no volver a partir y poder disfrutar de la vida en familia. Sin embargo el retorno resulta difícil donde además de tener que considerar a una tercera hijita que se incorpora al núcleo familiar, se encuentra empantanado con serios problemas financieros frente a la falta de trabajo; al cabo de un tiempo, eso le obliga a tener que volver a los Estados Unidos en forma ilegal y nuevamente ejercer como trabajador migrante ilegal, a fin de mantener a los suyos.
Con actores no profesionales que actúan con absoluta naturalidad Méndez Esparza obtiene una película que aunque de ficción adquiere el carácter de un buen documental. 

El novel director Alejandro Fadel mezcla satisfactoriamente varios géneros en Los Salvajes (Argentina), un thriller fantástico de gran riqueza expresiva. En una atmósfera distintiva y cautivante retrata a a cinco adolescentes huérfanos que escapan de un reformatorio y en su huída se adentran en una zona boscosa sin civilización alguna, donde prácticamente terminan fagocitados por el medio que los rodea. Con un buen desarrollo dramático caracterizado por la escasez de diálogos, el realizador contrasta las experiencias intensas de los marginados muchachos con la libertad y armonía existente en los lugares que van transitando. De sorprendente belleza visual, gracias a la excelente fotografía de Julián Apezteguia captada en escenarios naturales de la provincia de Córdoba, y con un elenco integrado por actores sin formación previa, el film logró impactar favorablemente en Cannes en ocasión de su primera presentación mundial, sobre todo a los críticos franceses que no escatimaron elogios en sus respectivos medios de comunicación.

La Demora (Uruguay-México-Francia) trata el difícil problema familiar que se plantea cuando uno de sus miembros  ancianos se encuentra seriamente discapacitado para poder manejarse por su cuenta y son sus familiares directos quienes moralmente están obligados a hacerse cargo. Si bien ése no sería un gran inconveniente para familias de afluencia económica, el realizador mexicano Rodrigo Pla considera una situación límite exponiendo a una madre humilde (Roxana Blanco) que además de ser la responsable del bienestar de sus 3 jóvenes hijos y trabajando como costurera desde su hogar, también debe asumir el compromiso moral de atender a su padre (Carlos Vallarino) que presenta algunos síntomas de demencia senil; cuando éste no tiene posibilidad de ser aceptado en una institución para ancianos con problemas de salud, su hija adopta una decisión desesperada.
Pla no tiene ningún propósito de que el personaje central femenino se gane la simpatía del público; por el contrario, con un lenguaje adusto y ajustado presenta una situación totalmente realista en la confrontación no explícita que la protagonista mantiene con su padre. En resumen, un drama psicológico muy bien actuado, sutilmente relatado y decididamente conmovedor sin tener que recurrir a artificios de telenovela barata.

Un film que en el último festival de Cannes había generado gran expectativa fue Post Tenebras Lux (México-Francia-Holanda-Alemania) de Carlos Reygadas que le valió el premio al mejor realizador. Sin embargo una considerable parte de la crítica no compartió ese criterio abucheando al film después de haber finalizado su proyección para la prensa y gente de la industria. Con un tratamiento radical y provocativo, el discurso del relato comienza con una bella e inquietante toma surrealista donde Ruth (Rut Reygadas), una pequeña niña, deambula a través de un campo con perros a su alrededor; inmediatamente la escena se interrumpe con la presencia de un diablo paseando por los pasillos de una casa campestre que resulta ser donde vive la pequeña con sus padres Juan y Nathalia (Adolfo Jiménez Castro, Nathalia Acevedo) y su hermanito mayor Eleazar (Eleazar Reygadas). Si hasta aquí uno puede imaginar que presenciará la historia de una familia de buena posición económica viviendo en una zona rural y teniendo como interlocutores a su personal de trabajo, las sucesivas escenas desmienten lo que se aguarda; así una reunión de alcohólicos anónimos, un club de sauna donde se habla francés y en donde se practican intercambios sexuales, estudiantes ingleses jugando al rugby, una reunión familiar, etc. hacen que uno se sienta incapacitado de unir los hilos que mueven al relato, además de no saber qué es lo que el realizador se propone. Sin duda la luz, después de las tinieblas, como su título lo sugiere, podrá únicamente ser explicado por el propio Reygadas. Dada su falta de cohesión narrativa, este film experimental y elíptico se destaca por sus hermosas imágenes impresionistas, pero eso no es suficiente para sostener el interés de la audiencia.   Jorge Gutman





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