Comentario de Sergio Martínez
Cuando la vieja
guardia del Festival Internacional de Jazz de Montreal (FIJM) dejó su puesto en
favor de un nuevo equipo, surgieron interrogantes sobre de qué manera este
cambio generacional impactaría uno de los eventos más emblemáticos de la
metrópolis. Por cierto, también ya había habido algunas dudas cuando la
productora del Festival, Spectra, fue adquirida por la mayor promotora de
espectáculos de la provincia, Evenko. Naturalmente, ha habido algunos cambios,
tanto en lo organizativo como en la programación. Una de las inquietudes la
produjo la aparente reducción en la variedad de géneros musicales que se vio
especialmente en la edición de 2024. En alguna medida esa inquietud se vio
disipada en lo que fue la exitosa lista de artistas de este año, donde pudo
apreciarse mayor diversidad. Para quienes cubrimos el evento principalmente
para la comunidad latinoamericana, fue satisfactorio ver una presencia musical
latina un tanto mayor este año.
Esa diversidad es
por lo demás celebrada por el mismo Director de la Programación, Maurin
Auxéméry que en el balance del evento ha dicho “¡Qué orgullo que este evento
sea capaz de conectar al público en tan gran número con la música de todo
género, de poner el foco sobre diversos nichos musicales y de congregar a los
melómanos en un ambiente de fiesta! Con su programación vanguardista el FIJM es
exactamente lo que siempre ha prometido ser: irresistiblemente audaz”.
LA PRESENCIA LATINA
La mexicana
Natalia Lafourcade que se presentó los días 26 y 27 de junio, fue la primera—en
espectáculos en sala—en hacer notar la presencia latinoamericana en el
Festival. Con una muy grata combinación de canciones melódicas, temas modernos
y otros de la música tradicional mexicana, esta artista cautivó plenamente al público
que repletó la Sala Wilfrid Pelletier de la Place des Arts.
La noche de su
debut, la cantante mexicana fue agraciada con el Premio Antonio Carlos Jobin que
el FIJM otorga cada año a artistas que reflejan la diversidad creativa.
El 3 de julio se
presentó la chilena Mon Laferte, quien ha desarrollado la mayor parte de su
carrera artística en México. No era sorprendente entonces que entra la
audiencia hubiera tanto chilenos como mexicanos, quienes además seguían las
letras de sus canciones con gran precisión.
Ambas artistas tienen
algunas similaridades en la temática de sus canciones, aunque Mon Laferte se
aventura también en ritmos más cercanos al rock: ella canta acompañada de un
sexteto, en tanto que Natalia Lafourcaude lo hace acompañada de su guitarra. En términos de la satisfacción de la audiencia,
se puede decir que las dos cantantes cumplieron plenamente con las expectativas
y cabe celebrar que el FIJM haya retomado, hasta cierto punto, la tradición de
brindar, además del jazz en sus diversas expresiones, propuestas musicales que,
sin corresponder a la definición del jazz, sí responden a un ámbito creativo especialmente
urbano y, como el jazz, recogen también el sentir de los sectores populares.
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