9.11.06

FUNNY GAMES

Estados Unidos, 2007. Un film escrito y dirigido por Michael Haneke

Michael Haneke, quien fue guionista y realizador del film austríaco de 1997 “Funny Games”, repite su experiencia en la versión estadounidense que hoy se estrena. No se trata de una remake con variaciones, sino de una reconstrucción de la obra original cuyos cambios se limitan al lugar donde transcurre la acción –Estados Unidos-, la presencia de un elenco americano y el empleo del idioma inglés en vez del alemán.
Considerando la sólida construcción del relato, su impecable sobriedad y cautivante suspenso, se puede afirmar que valió la pena haber enfocado nuevamente el mismo tema ya que su contenido tiene hoy día más trascendencia que hace 11 años; en efecto, si se tiene en cuenta los múltiples actos de barbarie gratuita cometidos por asesinos e inadaptados sociales durante la última década, el relato además de mantener vigencia se presta a la reflexión sobre si acaso la violencia individual es algo inherente o no a la naturaleza humana.
El film se centra en un núcleo familiar –padre, madre y un hijo de 11 años- que se apresta a disfrutar de vacaciones en su casa ubicada frente a un lago y un tanto aislada de otras residencias de la zona. Allí llegan inesperadamente dos jóvenes de veintitantos años de edad, quienes apelando al empleo de un lenguaje articulado y con un comportamiento amable y humilde comienzan a manipulear sutilmente a la dueña de casa, para bien pronto convertirse en desagradables invasores que mantendrán como rehenes a sus tres moradores. De allí en más, todo está dispuesto para una larga y sombría velada de terror y tortura.
Aquí no se está frente a ladrones o asaltantes que llegan a un lugar en procura de dinero o a la espera de lograr algo que les beneficie. Se trata simplemente de dos muchachos psicópatas –supuestamente de buena educación formal- que en un principio parecerían no saber que irán a hacer con sus forzados anfitriones.
La tensión creada en la primera hora del film es palpable debido a que Haneke ha sabido crear una atmósfera de angustiante suspenso. Los agresores van delineando los pasos que seguirán en función de las reacciones de sus rehenes. Eso impide que el espectador –si acaso no vio el film original-, pueda anticiparse a lo que habrá de ocurrir en la escena siguiente. El sadismo llega a su climax cuando los jóvenes imponen a la inocente familia unos juegos peligrosos cuyas características no hacen más que sacudir y perturbar a la audiencia.
La interpretación de Tim Roth y Naomi Watts es de máxima naturalidad, beneficiada en parte por las tomas en primer plano que van resaltando la expresividad de sus rostros y permitiendo saber qué es lo que están pensando; uno se olvida de estar contemplando a actores bien conocidos, para en cambio creer que esas víctimas acorraladas por dos jóvenes diabólicos son reales. Por su parte, Michael Pitt y Brady Corbet -como los psicópatas de esta historia- transmiten la inquietud, peligrosidad y trastorno de sus personalidades con notable intensidad. En un rol de apoyo, también es loable la participación del niño Devon Gearhart quien protagoniza una secuencia de gran suspenso cuando logra escapar de uno de sus captores y es perseguido en forma implacable.
Haneke ha logrado un film remarcable. Se trata evidentemente de un relato fuerte y desagradable pero realista, donde el director ha eludido por completo explotar la violencia en forma gratuita; las escenas más desagradables escapan a la vista del espectador aunque por supuesto la violencia verbal y emocional impera a lo largo del film dado que ésa es su razón de ser. Como ya ha ocurrido con otros títulos de su filmografía (en especial “Caché”), este director subvierte las expectativas del público en materia de resolución; sin duda, no se trata de un defecto, sino más bien de una virtud que el público selectivo sabrá apreciar.
J.G.
PPP

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