12.11.06

CITY OF MEN (Cidade des Homens)

Brasil, 2007. Un film de Paulo Morelli

El retrato que Paulo Morelli nos ofrece de Río de Janeiro es lo opuesto al que André Filho, autor de “Cidade Maravilhosa”, concibió en 1934 para homenajear a su querida ciudad; ciertamente, hoy día sigue siendo una de las más lindas del mundo pero lo que City of Men ilustra no es precisamente una postal turística sino el lado sombrío de una urbe donde predominan las luchas internas y rivalidades que tienen lugar en las numerosas favelas que la rodean, atestadas de drogas, delincuentes y criminales. Ése es el marco donde transcurre la acción de este relato que constituye una continuación natural de lo que el director Fernando Meirelles ofreció en 2003 con “Cidade de Deus”, aunque lo que aquí se narra sea diferente. Sin que este film transmita la misma energía y pasión que Meirelles insuflara en su exitosa película, ciertamente ofrece más humanidad y menos violencia, contando con suficientes méritos para llegar a conformar tanto al público masivo como al más selectivo.

La guionista Elena Soarez ofrece una convincente historia de amistad masculina entre dos muchachos de 18 años que aunque intrínsecamente honestos, no pueden sustraerse del medio que los rodea, o sea las villas miserias de los moros brasileños donde nacieron y crecieron. Uno de ellos es Ace (Douglas Silva) que lamenta no haber conocido a su padre por haber sido asesinado cuando era muy pequeño; el joven se vio obligado a confrontar su paternidad cuando su mujer (Camila Monteiro) quedó embarazada, para evitar que su vástago no tuviera que pasar por la misma experiencia de no tener un padre a su lado. El otro muchacho es Wallace (Darlan Cunah), quien también fue criado sin padre porque éste abandonó el hogar cuando él era muy pequeño sin haberlo podido llegar a conocer; ahora necesita encontrarlo porque requiere de su firma para un trámite administrativo que está realizando.

El relato se desenvuelve en dos frentes paralelos que llegan a vincularse. El aspecto más importante es la relación establecida entre Wallace y Heraldo (Rodrigo dos Santos), su progenitor, cuando aquél llega a ubicarlo. Después de haber estado 15 años en la cárcel por un crimen cometido, Heraldo acaba de salir de la misma para gozar de libertad condicional. Aunque al principio el encuentro entre ambos es gélido, lentamente va surgiendo un principio de comunicación, respeto y afecto, permitiendo que Wallace se sienta reconfortado al saber que la presencia paterna le va transmitiendo mayor confianza y seguridad. En ese vínculo es donde Morelli proporciona algunos de los momentos más íntimos y afectivos del film.
Simultáneamente, la historia adquiere características violentas al declararse la guerra entre dos bandas de gangsters por la posesión de sus territorios de actuación; indirectamente, esa confrontación opone a los dos amigos al ubicarlos en bandos enemigos, poniendo a prueba la amistad que los une. Casi en su desenlace, el relato cobra un giro no muy convincente cuando se revela la relación que existió en el pasado entre los padres de Ace y Wallace.
El medio urbano, el clima de inseguridad de los residentes de las favelas y la forma en que van desarrollando sus vidas, están muy bien descriptos a pesar de que eso ya ha sido ilustrado en muchos otros filmes brasileños.

Silva y Cunah, que ya habían actuado en “Cidade de Deus”, proporcionan sólidas actuaciones, aunque por razones de guión, el personaje animado por Cunah le permite mayor lucimiento que el desempeñado por su colega; lo importante es que ambos intérpretes brindan claramente la idea de cómo un medio social hostil puede convertir a muchachos humanos y sensibles en delincuentes corrientes. En tal sentido, Morelli quiere ser optimista, ofreciendo un final auspicioso al entrever para estos jóvenes la posibilidad de emerger del ambiente que les rodea.
En resumen, este nuevo relato sobre el triste mundo de las favelas, atrae por su humanidad, patetismo, la seriedad en que la miseria y violencia son expuestas y por la muy buena descripción de sus personajes.

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J.G.
PPP

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