9.12.06

THE KITE RUNNER

Estados Unidos, 2007. Un film de Marc Foster

Una historia de amistad, traición y redención es lo que ilustra este film que está basado en la primera novela escrita por Khaled Hosseini. El autor, que nació en Afganistán y vive actualmente en los Estados Unidos, proporciona una crónica de carácter político y una evocación –aunque no autobiográfica- sobre su infancia en aquel país. Si el mérito del libro reside en su cautivante trama, no menos importante es la fiel adaptación que el guionista David Benioff efectuó para el cine y la sencillez con que el director Foster lo recuenta permitiendo que el espectador tome contacto con la cultura de un pueblo poco conocido que además de haber atravesado por grandes turbulencias políticas, tuvo ramificaciones de gran repercusión en este lado del Atlántico.
La saga -que se extiende por más de dos décadas- comienza en Kabul en 1978, poco antes de la invasión soviética. Con particular esmero, Foster ilustra la amistad de dos chicos de 12 años de edad. Uno de ellos es Amir (Zekiria Ebrahimi) que pertenece a una privilegiada familia y cuyo padre, Baba (Homayoun Ershadi), es un tanto dominante aunque un hombre noble y filantrópo; el otro niño es Hassan (Ahmad Khan Mahmoodzada), hijo de Alik (Nabi Tanha) que trabaja por más de 40 años como sirviente en la casa de Baba. A pesar de pertenecer a religiones y estratos sociales diferentes, Hassan y su padre son considerados como miembros integrantes de la familia de Baba.
En oportunidad de efectuarse el concurso anual de barriletes, Amir participa en el concurso y para ello cuenta con la invaluable ayuda de Hassan, un experto en la habilidad de remontar volantines, que lo hace triunfar en la competencia. En lugar de celebrar el acontecimiento como era de esperar, el destino quiere que Hassan sea la víctima de una abominable vejación por parte de un grupo de muchachos provocadores. Amir, que observa lo ocurrido desde cierta distancia, no toma acción alguna para defender a su amigo sino que por el contrario, lo traiciona con un acto malicioso. De ese modo se quiebra la amistad existente y además la actitud de Amir motiva a que Alik renuncie a su empleo y que junto a su hijo dejen la residencia de Baba.
La vergonzosa conducta de Amir lo habrá de acosar por muchos años hasta el momento en que el destino le ofrece una oportunidad para llegar a redimirse de la acción cometida en el pasado.
Además de conquistar la adhesión del espectador por el interés que despierta el conflicto central, Foster aprovechó las bondades del guión para ilustrar los acontecimientos dramáticos de la invasión de Rusia a Afganistán de 1979 y la posterior llegada de los talibanes con sus actos de terror –un ejemplo es brindado cuando una mujer es ejecutada por apedreamiento por el delito de adulterio-. Sin embargo, los hechos políticos no tienen prioridad en el relato sino que resultan instrumentales para determinar la suerte corrida por Amir como adulto (Khalid Abdalla) y la de su padre quienes lograron emigrar a los Estados Unidos; allí se muestra al joven en su graduación universitaria de 1988 y posteriormente, en 2000, celebrando la aparición de su primer libro como escritor, acompañado de su querida esposa (Atossa Leoni) que es también de origen afgano.
Igualmente, el director logró reproducir costumbres y ceremoniales propios de la cultura afgana que por primera vez son expuestos en un film. Así el pedido de mano de parte del padre de Amir a su futuro consuegro, la ceremonia de esponsales y su celebración con música y bailes típicos afganos, agregan notable autenticidad a esta buena película.
Psicológicamente, también está muy bien precisada la distante relación de Amir con su padre y cómo aquél logra gradualmente obtener el respeto de su progenitor.
Finalmente, el relato tiene su toque de poesía y belleza contemplando la hermosa coreografía ofrecida por el despliegue de cometas flotando en el espacio y la puja entablada para que solo uno de los que lo remontan resulte invicto.
Resumiendo, este cuento moral atrae por la veracidad que exuda el íntimo recuento familiar permitiendo que el público se aproxime a la gente de Afganistán con afección, calidez y empatía.
La interpretación es absolutamente natural, con especial distinción para los dos chicos Ebrahimi y Khan Mahmidzada, y para Ershadi como Baba. En cuanto a los valores técnicos de producción se destaca la muy buena música de Alberto Iglesias, quien desde 1995 es el compositor inseparable de los filmes de Almodóvar.
J.G.
PPP

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