13.12.06

SWEENEY TODD: THE DEMON BARBER OF FLEET STREET

Estados Unidos, 2007. Un film de Tim Burton

La obra musical de Stephen Sondheim Sweeney Todd, que en momentos de su estreno de 1979 recibiera elogiosos comentarios críticos, llega al cine de la mano de Tim Burton y con Johnny Depp como el demoníaco barbero del título. Antes que nada habrá que aclarar que este film no es precisamente una comedia musical sino un drama con música atonal integrada en la narración del relato; su contenido musical hace imposible que sus canciones puedan ser tarareadas y/o recordadas.
Siguiendo los pasos del modelo original, el relato adopta un tono macabro que emula a los filmes de horror de Hollywood. La acción de esta historia de venganza feroz se desarrolla en la Londres victoriana de la segunda mitad del siglo 19. Sweeney ha sido objeto de una cruel injusticia por parte de Turpin (Alan Rickman), un juez maquiavélico; este último lo ha condenado por un crimen no cometido, enviándole a prisión para así disponer de espacio libre para seducir a su esposa. El dolor de Sweeney por haber estado confinado durante muchos años en una cárcel australiana, lejos de su hijita y de su mujer, se agrava cuando su cónyuge termina suicidándose. Cuando regresa a Londres jura vengarse del juez y para lograr su objetivo, alquila un piso a Mrs. Lovett (Helena Bonham Carter), instalando allí una peluquería. En ese lugar, este antihéroe vuelca su resentimiento social degollando a sus clientes hasta aguardar el momento oportuno de poder ejecutar a Turpin. Por su parte, Mrs. Lovett convertida en cómplice de sus actividades criminales, utiliza la carne de los cadáveres para ser cocinada y utilizada en las empanadas de carne que ofrece en su restaurante.
Burton despliega una vez más sus estilizados recursos visuales para transmitir la acción del relato mediante colores desaturados que le otorgan una atmósfera fría. El clima claustrofóbico de estilo gótico que obtiene es ampliamente satisfactorio, reafirmando su maestría en ese terreno. En cambio, lo que está ausente es la acción dramática en la exposición del relato; lo sufrido por Sweeney dista de llegar al espectador y su comportamiento como asesino serial no produce excitación alguna. Como un exponente genérico del grand guignol, el film ofrece sangre en abundancia pero al no haber emociones fuertes, el horror queda empalidecido.
El otro problema del film reside en sus caracteres que parecen abstraídos de la realidad, aunque tampoco resultan fantásticos sino más bien seres fantasmagóricos de un mundo diferente. La mirada alucinante y amenazante de Depp no llega a convencer totalmente y sus gestos faciales asumen expresiones similares a las de los otros filmes en que participó con Burton; Bonham Carter satisface un poco más como la mujer que ama ciegamente a Sweeney, mientras que en los papeles de apoyo, se destaca Sacha Baron Cohen quien da vida a un afectado barbero italiano que le hace competencia al temible asesino y termina siendo su víctima inicial.
Volviendo al aspecto musical, los momentos más logrados, relativamente hablando, quedan evidenciados cuando los actores no cantan dejando lugar exclusivo a la música instrumental para que haga lo suyo. No es que Deep y Bonham Carter sean malos cantantes sino que la disonancia musical de lo que entonan impide que sus méritos puedan ser justicieramente apreciados.
Sondheim es un compositor cuyas obras van más dirigidas al intelecto que a los sentimientos. Con todo, mis observaciones al film no están motivadas porque este “musical” se diferencie de los tradicionales, sino porque su buena calidad estilística no está asociada con un contenido desprovisto de la energía necesaria para sacudir o envolver al espectador. Dicho lo que antecede, he aquí un film apreciado por su estilo pero que en su esencia no satisface como debiera.
J.G.
PP½

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