5.12.06

ATONEMENT

Gran Bretaña-Estados Unidos, 2007. Un film de Joe Wright


Uno de los méritos de Atonement reside en la excelente adaptación efectuada por Christopher Hampton de la novela del mismo nombre de Ian McEwan y publicada en 2001; a pesar de adoptar su misma estructura, Hampton obtuvo un guión que probablemente no excede a la quinta parte de las palabras del libro, pero respetando la esencia humana de su cautivante historia. Con tal preciado material, el director Joe Wright ha logrado un film esmerado y puntilloso que sin duda cosechará elogios como lo obtuvo hace dos años con Pride and Prejudice.
De difícil categorización, en un principio el film asume las características de una historia romántica de época, pero a medida que avanza el metraje el énfasis de su tema es el de la expiación, tal como su título lo anticipa.
La acción se ubica en 1935, en una suntuosa mansión de la campiña inglesa. Allí viven Briony Tallis (Saoirse Ronan), una niña casi adolescente que posee gran imaginación con dotes de escritora, su hermana mayor Cecilia (Keira Knightlley) y sus familiares. Gozando del confort que una buena posición económica puede ofrecer, Cecilia gusta de Robbie Turner (James McAvoy), un joven de humilde clase social que es el hijo del ama de llaves del lugar y que también le corresponde en sus sentimientos. Briony se siente molesta y celosa de su hermana porque también se siente atraída por el muchacho; cuando la relación de la pareja se va intensificando, el despecho de Briony la impulsa a aprovechar una oportunidad inesperada acusando a Robbie de un grave delito que no cometió y rompiendo de ese modo el vínculo amoroso que lo unía a Cecilia. La ignominiosa calumnia gravitará para siempre en la vida de estos tres personajes. La acción se desplaza posteriormente a 1940 cuando la Segunda Guerra está en pleno apogeo y en esta segunda parte del relato, la excelente adaptación transmite con intensidad las consecuencias vividas por sus caracteres hasta llegar a un desenlace que tiene lugar mucho tiempo después; es ahí donde el espectador llega a imponerse de algunos detalles importantes que cubren los huecos del pasado.
En un hondo relato donde su intriga aumenta a medida que se va desarrollando, el director se preocupa de expresar meticulosamente el gran sentimiento de culpa que embarga la conciencia del personaje principal por los efectos de su cruel mentira; su remordimiento es colosal y la revelación final llega al público de una manera genuinamente conmovedora.
Una buena historia no puede satisfacer por completo si no reúne a intérpretes competentes. En tal sentido, Wright ha obtenido maravillas de su elenco. Knightley, como la heroína que ve quebrantado su amor, convence en la evolución de una joven esnob hacia una mujer marcada por un trágico destino; McAvoy -que ya impresionó en The Last King of Scotland- reafirma sus condiciones de buen actor como un individuo de alma desconsolada sufriendo de una amarga injusticia que ensombrecerá su existencia. La interpretación del personaje de Briony merece especial atención por ser el más complejo y estar caracterizado por tres actrices diferentes. Saoirse Roman es todo un hallazgo como la causante del drama; Romola Garai es persuasiva como la Briony adulta de 18 años que trata de purgar su culpa; finalmente, Vanessa Redgrave en tan sólo cinco minutos de memorable actuación anima a la anciana Briony; la composición de Redgrave es nada menos que admirable y con su marchito rostro cerrando el film ofrece una nota de alta emotividad.
Al igual que en la novela, el film permite diferentes lecturas con material suficiente para el comentario ulterior. Por ejemplo, ¿puede o no ser totalmente responsable de sus actos una adolescente de 13 años que recién termina de dejar su niñez? ¿es posible que la literatura pueda constituir un medio para la expiación de culpas? Allá, el espectador para responder a estas preguntas.
No resultaría extraño que cuando en los próximos días aparezcan las nominaciones para los Oscares, este film esté incluido en la lista. Ciertamente, lo tendría bien merecido.
J.G.
PPPP

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